... quizá sería más apropiado hablar del fracaso de la ideología. Y de una ideología que combina elementos racionales y elementos afectivos. Por una parte, podemos describir la ideología como un conjunto de conclusiones racionales que forman un sistema cerrado; desde este punto de vista, la convicción de que existen verdades absolutas en el terreno de los asuntos humanos puede derivar sin mayores dificultades en una dictadura de la razón. Pero, por otra, hay que prestar atención a los elementos afectivos o emocionales de la ideología; en este caso, de la ideología comunista. El mismo
Derrida sostenía que el «espíritu del marxismo» creó en su momento una gran herencia para el anhelo mesiánico, para la esperanza política en sentido casi religioso. Por su parte,
François Furet subrayó el papel de las «pasiones ideológicas» del comunismo, entre las que destacaba, por encima de todas, el odio a la burguesía. A ello podemos sumar un astuto empleo del tribalismo moral (definiendo a un pueblo comunista de un lado y a sus enemigos de otro, y azuzando a aquellos frente a estos), así como la construcción de un régimen «sensacional» basado en la construcción de símbolos y mitos bolcheviques.
Manuel Arias Maldonado, E
l discreto encanto de la ideología: comunismo y revolución, un siglo después (y III), Revista de Libros 22/11/2017