by Munch |
Y, mientras, definen el presente. Los apocalipsis son, sobre todo, un modo de manejar las conductas de los amenazados: de decirles qué deberían cuidar, qué deberían cambiar, de fijar la jerarquía de problemas. ¿La temperatura del mañana o el hambre de ahora mismo?.
Así son —temerosos— los tiempos que vivimos: hoy el futuro no es esperanza, es amenaza. Siempre hubo épocas que tenían un proyecto de futuro, épocas que no. Estamos en unos años sin; por eso, en lugar de desear el futuro, lo tememos. Últimamente cuando pensamos en futuro sólo sabemos suponer algunos cambios técnicos y esa ola de calor y todo el miedo: la forma presente del apocalipsis.
Es un clásico, y hasta produce muestras. Pero lo mejor de los apocalipsis es que nunca suceden —y, así, nos permiten imaginar nuevos apocalipsis. Ese sí que es un arte milenario.
Martín Caparrós, ¿Cultivaremos lechugas en el salón de casa en 2050?, El País semanal 15/0272018
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