En un mundo globalizado e hiperconectado como el nuestro, probablemente estemos estrechando los márgenes y aplanando el desigual gradiente de la obligación moral instintiva. De forma que propuestas como la de
Singer, subrepticiamente, estarían tratando de contribuir a ensanchar la ética del prójimo (que ha buscado evolutivamente primar la cohesión social de los grupos mediante la cadena de actos altruistas entre inmediatos), hacia una ética extensa, preocupada por los problemas globales de la pobreza, la desigualdad, la ecología, la migración, la violencia,… y que promueve a nivel político una democracia global efectiva. Esta ética extensa, en un mundo desarrollado liberado de sus servidumbres históricas, sería capaz también de abrirse a otras esferas no humanas, como la animal. Hasta tal punto vivimos este proceso de extensión, que incluso la teología ha actualizado el concepto de pecado original como hamartiosfera, esa estructura de pecado que nos vincula ya desde nuestro nacimiento con las injusticias y males del mundo, particularmente establecidas entre los más acomodados y los más desfavorecidos. Como es evidente, la reducción de distancias en este espacio no puede ya asimilarse simplemente a la universalidad kantiana entre sujetos racionales.
Javier Jurado,
Gradiente ético (II): Precisión conceptual y gradación moral, La galería de los perplejos 23/03/2018
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