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Todas nuestras representaciones se diferencian principalmente por ser intuitivas o abstractas. Las últimas están constituidas por una sola clase de representaciones, los conceptos: estos son patrimonio exclusivo del hombre, que se distingue de todos los animales por esa capacidad para ellos que desde siempre se ha denominado razón. Más adelante examinaremos esas representaciones abstractas en sí mismas, pero en primer lugar hablaremos exclusivamente de la representación intuitiva. Esta abarca todo el mundo visible, o el conjunto de la experiencia, junto con sus condiciones de posibilidad. Como se ha dicho, constituye un importante descubrimiento de Kant la tesis de que precisamente esas condiciones, esas formas de la experiencia, es decir, lo más general en su percepción, lo que pertenece por igual a todos sus fenómenos, es decir, el tiempo y el espacio, no solo pueden ser pensados in abstracto por sí mismos y al margen de su contenido, sino también inmediatamente intuidos; que esa intuición no es acaso un fantasma tomado de la experiencia mediante repetición, sino que es tan independiente de la experiencia que, más bien a la inversa, esta ha de pensarse como dependiente de ella; pues las propiedades del espacio y el tiempo, tal y como las conoce la intuición a priori, rigen como leyes de toda experiencia posible a las que esta siempre se tiene que conformar.
Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representaciónI. § 3