Sucede así que la noción de “post-verdad” encierra un equívoco flagrante que conviene deshacer. No es que la verdad no exista o haya dejado de importar, sino que nunca ha importado tanto. Las tribus morales que intervienen en el debate público están lejos de cultivar un sano escepticismo o reserva frente a las concepciones “fuertes” de la verdad, sino que hacen justamente lo contrario. A saber: defienden con tal ahínco “su” verdad que no pueden siquiera imaginar que haya otra o no haya ninguna. Y ésta, no la minoritaria sospecha nietzscheana hacia las grandes verdades, es la humanísima enfermedad de nuestro tiempo.
Manuel Arias Maldonado, Post-verdad: un equívoco, The Objetive 03/09/2018
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