Ray Kurzweil habla de la singularidad, del desarrollo de conocimiento y tecnologías que permitirán la abolición de la muerte. Son versiones materialistas del arrebatamiento de Cristo, que tanto interesaba a los fundamentalistas cristianos estadounidenses. No todas las religiones querían la inmortalidad, a veces el politeísmo griego presenta a los dioses envidiosos de los hombres porque son mortales. Los dioses, en esos casos, querían liberarse de la inmortalidad. Pero el cristianismo promete la inmortalidad y el tecnomonoteísmo o transhumanismo, con la idea de la singularidad, ofrece algo similar. Es una ilusión: aunque la tecnología nos permita vivir más, nadie abole la muerte. En otra época era la congelación, ahora es que te descarguen el cerebro en el ciberespacio. Todo depende de cosas materiales que existen en el mundo material y se verán afectadas por guerras, colapsos económicos, terrorismo. Aunque a través de una app fantasmal pudieran subirnos al ciberespacio, sería una copia espectral de nuestro cerebro, no un ser consciente. Desaparecería y moriríamos cuando las redes o los ordenadores fueran destruidos, lo que puede ser muy probable. Piensa en la historia de Estados Unidos en los últimos ciento cincuenta años: una guerra civil, la Primera Guerra Mundial, la Depresión, la Segunda Guerra Mundial, enormes conflictos. Muchas empresas desaparecen, las cosas cambian. La contingencia de la vida humana, de los acontecimientos humanos, impide la inmortalidad. La cuestión, claro, es quién tiene estas tecnologías. Es fácil imaginar un mundo en el que un puñado de gente vive unos cientos de años pero la mayoría de la gente vive setenta u ochenta años. ¿Cómo gestionas eso? Sería un mundo muy inestable, donde habría revoluciones y grandes conflictos sociales.
Daniel Gascón, entrevista a
John Gray:
"Los demagogos tienen seguidores porque los liberales no tienen nada que ofrecer", Letras Libres 01/09/2018
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