... vale la pena insistir en que la distinción entre lo universal y lo particular es por entero un embuste. Nunca ha vivido un ser humano puramente universal o puramente particular. Tales criaturas serían monstruos. Lo universal no puede alcanzarse sino mediante lo particular, y lo particular no puede vindicarse salvo a través de lo universal. Estas supuestas antinomias coexisten donde sea que miremos. La mezcla no es imposible, sino común y corriente. Somos, todos nosotros, en diferente medida, particulares y universales: seres compuestos. Nos originamos en la especificidad, pero excedemos nuestros orígenes. Ese exceso –insistir en que el final no debe reproducir el principio– es una característica definitoria de la experiencia humana. Somos seres compuestos y móviles. Vamos de un lugar a otro llevando todos nuestros lugares con nosotros, corrigiéndolos y enriqueciéndolos unos con otros, aspirando no a estar en todas partes sino a estar en otra parte, porque es en otra parte donde mejor podemos educar nuestros corazones provincianos. El estar sin hogar puede experimentarse también, y a veces de manera más punzante, en el hogar. Y apiadémonos del espíritu de una sola morada.
Leon Wieselteir,
La gran calumnia contra el liberalismo, Letras Libres 01/09/2018
[https:]]