Los dos fundamentales textos que se recogen en
Verdad y mentira en la política responden a la necesidad que Arendt siente por interpelar a gobernantes y a gobernados, es decir, a todos cuantos intervienen en la realidad del espacio público de lo político. Resulta fácil y muy tentador sumirse en el entorno de la intimidad (de lo doméstico) y huir de la responsabilidad que, como ciudadanos, nos corresponde. La política, lejos de lo que suele pensarse, es una opción: se realiza o no se realiza, y tal es la encrucijada en la que nos sitúan nuestros complejos tiempos y las palabras de la pensadora alemana. Arendt designa sin tapujos los síntomas ya más que visibles de un desfallecimiento, es decir, de una dejación de funciones por parte de los actores políticos, que somos todos, y nos incita permanentemente a tomar la decisión de pensar y actuar.La política se ha devaluado hasta el punto de que la hemos convertido en un mero oficio en el que la mentira, la falsificación o la demagogia se justifican para alcanzar el poder. Un poder que ya no es político, es decir, humano, sino más bien económico y degradante. Acción y discurso se han separado de forma amenazadora, obviando con demasiada facilidad que la libertad política precisa del acontecer de los demás, de la aparición de los otros, esto es, que exige y demanda la pluralidad, un espacio que se da con y entre los seres humanos. Si para Arendt ser y aparecer coinciden, nuestra actualidad muestra con demasiada y peligrosa claridad que tal aparición (o comparecencia) no garantiza la creación y el fomento de lo político, pues, como ya se ha apuntado, los constructos eidéticos (en otro tiempo llamados ideologías), se han apoderado de la capacidad de pensar y actuar.
Carlos Javier González Serrano,
Hannah Arendt: verdad y mentira en la política, El vuelo de la lechuza 19/02/2017
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