Sobre una montaña de polvo, humedad y bichos, repartidas por todas las estancias de una masía abandonada en Cornellà (Barcelona), aparecieron, en 2005, más de un millón de cartas con una única destinataria: Elena Francis. El Archivo Comarcal del Baix Llobregat asumió la custodia de 100.000 y quemó el resto. Rosario Fontova y Armand Balsebre han analizado 4.325 escritas entre 1950 y 1972, así como las respuestas enviadas por un equipo de contestadores (se guardaba copia) y los guiones del consultorio radiofónico. El resultado es un libro (
Las cartas de Elena Francis, una educación sentimental bajo el franquismo, editorial Cátedra), que retrata al personaje de ficción —“una policía moral”— y a sus atormentadas seguidoras —mujeres de carne y hueso a las que la dictadura alejó de las cotas de libertad alcanzadas en la República—.
Natalia Junquera,
"Hágase la ciega, sorda y muda. Es lo mejor", El País 20/10/2018
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