El sujeto, infantil o adulto, necesita el intervalo, o sea, el vacío en el cual alojar su pensamiento o su invención. El aburrimiento es ese intervalo entre una cosa y otra, que causa entonces lo que Lacan decía: “el deseo de otra cosa”. Cuando llenamos la infancia de objetos y actividades, taponamos el vacío y abortamos también la creación. Hoy esa maniobra está muy promocionada por un capitalismo pulsional que quiere hacernos pensar que tiene la clave de nuestra satisfacción en forma de objetos de consumo. (
José Ramón Ubieto)
Sí, estamos en un tiempo acelerado, hiperactivo, donde muchas actividades se apelotonan. Es un tiempo distinto de aquel “tradicional” que, quienes lo hemos vivido, echamos de menos con nostalgia. La necesidad del encaje de varios tiempos en uno suele ser a costa del tiempo familiar y del tiempo libre. Incluso el tiempo libre ya está colonizado. Se ha llegado a esto por la conjunción de un régimen del rendimiento (“sociedad del rendimiento”) y la tecnificación de la vida cotidiana que ya incluye el juego, el entretenimiento y la diversión. Así, los niños juegan con máquinas en las que todo ocurre al instante, las imágenes cambian cada segundo y un minuto les parece una eternidad. El aburrimiento es un sufrimiento, no un tiempo intermedio para pensar. (
Marino Pérez Álvarez)
Amador Fernández-Savater, La infancia bajo el neoliberalismo: niños hiper, déficit de atención y la importancia del vacío, Interferencias. eldiario.es 30/11/2018
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