De percepciones e ideas “absolutamente equivocadas” ha hablado estos días en Madrid Anna Rosling. Su libro,
Factfulness (Deusto), es una sucesión de pequeñas píldoras de realidad en forma de gráficos que nos ayudan a lograr esa distancia imprescindible. Cuando abordan el instinto de la negatividad, los Rosling (son tres: Hans, Ola y Anna) explican que “gracias al aumento de la libertad de prensa y a la mejora de las tecnologías, recibimos más noticias de catástrofes que nunca. Al mismo tiempo, los activistas y los miembros de grupos de presión son muy hábiles a la hora de hacer que cada descenso en una tendencia parezca el fin del mundo, aunque la tendencia general sea claramente positiva, asustándonos con exageraciones”.
Recientemente hemos visto cómo se ha utilizado ese instinto de negatividad, unido al del miedo y al del tamaño, con el tema de la inmigración. Los Rosling nos advierten de que los humanos tendemos a “exagerar las cosas o calcular erróneamente el tamaño de las mismas [...] Los medios de comunicación son amigos del instinto del tamaño. El deber de un periodista profesional es, en gran medida, hacer que un suceso o hecho determinado parezca más importante de lo que es. Y los periodistas saben que parece casi inhumano ignorar a un individuo que sufre”.
Cuando
los datos nos decían que nuestras tasas de inmigración no llegaban al 9%, creíamos que era superior al 23%. Otros países registraban percepciones todavía peores. Italia cree tener casi un 28% de población inmigrante cuando no pasa del 7%. Esas percepciones generan miedo. Un miedo casi siempre desproporcionado e injusto que a su vez alimenta explicaciones rápidas y simplistas, historias verosímiles, pero falsas. Son solo percepciones pero acaban teniendo consecuencias reales.
Elena Alfaro,
El vértigo de la percepción: La inmigración, el asesinato de Laura Luelmo y el miedo, Letras Libres 20/1272018
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