Decía
Immanuel Kant que el espacio y el tiempo son las formas puras a priori de la sensibilidad. Esto significa que sin ellas, sin espacio ni tiempo, no es posible tener intuiciones y, por ende, construir conocimientos. Todo conocimiento, decía, remite a la experiencia, y esta la hacen posible la conjunción de estas dos formas. Hagan la prueba: cualquier objeto o idea aparece siempre en un aquí y un ahora.Sobre el tiempo escuchamos decir muchas cosas. Nos ocupa y nos preocupa, y probablemente sea el gran tema del momento. Nos angustia: que si la aceleración, que si la simultaneidad de realidades, que si la historia y su relato, que si la necesidad de exprimir menos las horas del reloj. Todo un tema, en efecto. Aunque, paradójicamente, de la muerte, el testimonio existencial de la temporalidad por antonomasia, hablamos más bien poco. O callamos demasiado, más bien.
Privilegiamos saber vivir acorde con los ritmos de la vida, el tiempo interno (
kairós) de las cosas, y olvidamos que también hay que saber ocupar los espacios que transitamos. No hay ahora sin aquí; no hay tiempo sin espacio. Lo uno y lo otro condicionan la experiencia, conforman la vida. Y del mismo modo que el tiempo no está dado, ahí fuera, tampoco el espacio. Hay que aprender a habitarlo, hay que darle una forma, y eso también es todo un arte. Un arte de una gran sensibilidad.
Miquel Seguró,
Aquí y ahora, La Vanguardia 18/02/2019
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