Los grandes movimientos sociales reivindicativos en el mundo contemporáneo son el feminismo, los movimientos raciales y étnicos, los movimientos ecológicos y los de reivindicación de formas de vida afectiva no represivas. Pero todos ellos tienen una importantísima base en la desigualdad social. Como han estudiado multitud de autoras, la "feminización" de amplias zonas del trabajo equivale directamente a una sobreexplotación de la mano de obra: los trabajos de cuidado y mantenimiento de la familia son trabajos no pagados sin los que sería imposible la reproducción social. Una parte de las reacciones de los varones que se viven con tanta ansiedad no son sino ansiedades que nacen de la pérdida del privilegio económico que nace de la explotación de la pareja oculta bajo las formas patriarcales. No es reconocimiento lo que se pide tantas veces, es redistribución. Por otra parte, un buen indicador de la degradación de las condiciones de trabajo es su grado de feminización. En el capitalismo salvaje del XIX mujeres y niños fueron incorporados a las minas. En el capitalismo del contenedor y la deslocalización contemporáneo, son las mujeres las que se incorporan como maquiladoras a las nuevas empresas de trabajo más rutinario y agotador. En el mundo urbano y metropolitano se feminizan los trabajos creativos mal pagados y precarios, las viejas profesiones de políticas públicas de enseñanza y sanidad. Los servicios de urgencias médicas están habitadas mayoritariamente por mujeres, así como los trabajos de enfermería y enseñanza primaria. En el caso de los movimientos antirracistas no es solo reconocimiento lo que está en juego. También y sobre todo es explotación en los salarios y en los trabajos disponibles. El oculto (o no tanto) racismo de nuestras sociedades se sostiene sobre prácticas de explotación sistemática de la fuerza de trabajo. La sociedad global que se desplaza hacia una creciente importancia del cuarto sector deja cada vez más brechas salariales y de trabajos basura (literalmente) para los que se demanda a capas de la población crecientemente racializadas. Los viejos sindicatos han sido ciegos cuando no colaboradores de la racialización de la explotación.
El feminismo, la des-racialización y el ecologismo resumen hoy las principales políticas anticapitalistas que profundizan en políticas contra las formas más dañinas de explotación.
En las identidades cuenta, por supuesto, la conciencia la subjetividad y el orgullo, pero lo que realmente cuenta es la diversidad de las bases materiales de la opresión y explotación.
Fernando Broncano,
La base material de las identidades sociales, El laberinto de la identidad 09/06/2019
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