La eficacia del jiu-jitsu político se basa en el poder de la propaganda. El excoronel Robert Helvey, colaborador de Gene Sharp en la Albert Einstein Institution e iniciador del famoso Srdja Popovic en los secretos de las estrategias no violentas, dedica muchas páginas de su libro a las operaciones psicológicas (PSYOP), que identifica como la pieza central de estas estrategias. El propósito de estas operaciones es influir en las actitudes y los comportamientos de las personas a quienes se dirigen por medio de la propaganda. Helvey no esconde que, para ésta, la exactitud de los hechos que manipula persuasivamente es una cuestión irrelevante. Y concluye que la propaganda no es en sí misma ni buena ni mala y que los juicios morales han de dirigirse hacia los objetivos que persigue. Que el fin justifica los medios es una vieja máxima. Como es obvio, Helvey pasa por alto que el discurso sobre la naturaleza de los objetivos políticos también puede ser propagandístico. Pero, desde sus planteamientos, parece claro que lo que realmente justifica la propaganda es el éxito con que logra sus propios propósitos. Y, desde esta perspectiva, mientras lo ignoren aquellos a quienes se quiere hacer cambiar de opinión, resulta indiferente que el rojo que mancha la venda blanca sea de sangre auténtica recién derramada o de sangre artificial adquirida en una tienda de atrezo.
Josep Maria Ruiz Simon,
Sobre la no violencia (III), La Vanguardia 04/06/2019
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