Así como los manuales de guerrilla urbana para dummies ofrecen instrucciones para hacer cócteles molotov, en los compendios de estrategia no-violenta no acostumbra a faltar un capítulo sobre la “acción dilema”, un arma que, si se juzga por sus efectos políticos, puede resultar mucho más destructiva que las bombas de fabricación casera. Una acción dilema es una operación diseñada para poner al rival ante una situación en que se ve obligado a escoger entre dos opciones igualmente malas. Como la marcha de la sal, que Gandhi planeó, con una notable inteligencia estratégica, cuando en 1930 quería retomar la campaña para la independencia de India.Según los expertos, para cocinar una acción dilema, hay que seguir tres pasos: 1) buscar un tema capaz de movilizar la población no directamente identificada con la causa del movimiento pero instrumentalizable, 2) elaborar una acción estableciendo un plan de trabajo y teniendo en cuenta tanto los puntos fuertes y los puntos débiles del movimiento como los del adversario y 3) llevar a cabo la acción y aprovechar los efectos que produzca. El secreto del plato radica evidentemente en la elección de un buen pretexto movilizador que permita ensanchar la base.
Josep Maria Ruiz Simon,
Sobre la no violencia (IV), La Vanguardia 11/06/2019
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