Supongamos que Steve es una persona seleccionada al azar de una muestra representativa. Un vecino le describe como alguien “muy tímido y retraído, siempre servicial, pero poco interesado por la gente o por el mundo real. De carácter disciplinado y metódico, necesita ordenarlo y organizarlo todo. Además, tiene una obsesión por el detalle”. ¿Qué es más probable que Steve sea un bibliotecario o un agricultor? Piénsalo rápidamente y contesta sin demasiada reflexión. Quizá, la primera respuesta que se nos venga a la cabeza es que Steve es bibliotecario. Al fin y al cabo, parece reunir las cualidades
típicas de estos profesionales. Sin embargo, la respuesta correcta es agricultor. En los países occidentales, como Estados Unidos, existe un bibliotecario por cada 20 agricultores. Si Steve ha sido elegido aleatoriamente, lo más probable es que se dedique a cultivar la tierra. Nuestra mente nos engaña. O, mejor dicho, nos engaña pensar rápido.
Pilar Jericó,
La mente nos engaña (y no nos damos cuenta), El País 10/06/2019
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