¿En qué se diferencian el conocimiento y la información? Podríamos llenar varias páginas al respecto pero para el tema que nos ocupa basta con algunos comentarios. Llamamos información a cualquier símbolo que represente un estado de cosas del mundo. Puedo informarme sobre un incendio forestal viendo un video por internet, o leyendo un artículo de prensa, o escuchando un relato. En esa medida, la información se caracteriza porque tiene un criterio evaluativo fundamental: su exactitud. No importa cuán elegante sea el artículo de prensa, si miente sobre el incendio, no es informativo. Puedo mejorar la calidad de mi información sobre el incendio buscando más datos. Tal vez nunca llegue a tener la representación exacta del mismo pero en principio es posible.
El conocimiento se nutre de la información pero va mucho más allá. Si me aprendo hasta el último detalle de un incendio forestal, no por eso soy un conocedor del tema. Un buen ingeniero forestal no se limita a aprenderse los detalles de un evento. Observa varios de ellos para compararlos, para conocer sus causas, sus patrones de comportamiento y, en últimas, cuándo conviene extinguirlos y, en caso afirmativo, cómo. Dicho ingeniero puede tener mucha menos información que yo sobre este incendio en particular. Pero tiene mucho más conocimiento.
Estos matices aparentemente especulativos tienen gran importancia para el tema que nos ocupa porque, a diferencia de la información, históricamente el conocimiento se ha producido y diseminado en condiciones muy distintas a las que postula
Hayek.
Solo para producir las imágenes del agujero negro que cautivaron al mundo hace unos meses fueron necesarios los esfuerzos de miles de personas en los rincones más apartados del planeta. Fue una labor que involucraba muchas disciplinas y, por tanto, un sistema muy complejo de división del trabajo. Pero, por la naturaleza misma del conocimiento, no era algo que se pudiera transmitir a través de mecanismos anónimos de mercado.
A diferencia de la información, el conocimiento no tiene un único criterio de evaluación. Una teoría puede ser muy exacta pero tan alambicada que resulta inútil. Otra puede ser muy ingeniosa pero fallar a la hora de explicar hallazgos fundamentales. Por eso el conocimiento no solo se transmite sino que se construye, se revisa, se perfecciona, se refuta, etc. Para eso se requiere un delicado equilibrio entre competencia y cooperación. Hay competencia entre científicos como la hay en el mercado. Pero también hay cooperación y, más aún, el científico que se adentra en un callejón sin salida no es igual que la empresa que produce bienes defectuosos. Ésta última va a la bancarrota, aquel en cambio es reconocido como alguien que prestó un aporte al desarrollo de la ciencia ya que, gracias a sus fallos, ahora los demás científicos pueden ahorrarse esfuerzos.
Luis Fernando Medina Sierra,
El uso del conocimiento en la sociedad: materiales para una utopía, ctxt 12/06/2019
[https:]]