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El recorrido de queer hasta aquella explosión de orgullo y reivindicación fue largo: en el siglo XVI, en inglés el término significaba raro, peculiar, extraño, y se vinculó al ámbito sexual desde el siglo XIX, principalmente referido a hombres. Uno de los primeros documentos al respecto es una carta del marqués de Queensberry, John Douglas, en 1894, en la que usó queer con tono peyorativo para insultar a los homosexuales tras descubrir que su hijo tenía una relación con Oscar Wilde —el escritor acabó investigado y condenado por “conducta inmoral”, y tuvo que exiliarse a Francia—. Desde entonces se utilizó como insulto homófobo. No fue hasta las últimas décadas del siglo XX cuando el término empezó a ser reivindicado, entre otros, por Queer Nation, y cruzó fronteras más allá del mundo anglosajón. Aquel panfleto de 1990 continuaba: “Cuando se usa con otros gais y lesbianas, [queer] es una forma de proponer que cerremos filas, y que olvidemos (temporalmente) nuestras diferencias individuales porque nos enfrentamos a un enemigo común más insidioso. QUEER puede ser una palabra dura, pero también es un arma astuta e irónica que podemos robar del homófobo y usar contra él”.
Raquel Seco, Qué es ser 'queer', El País 28/06/2019 [https:]]