... cuando la gente se cree los rumores, lo hace a menudo de manera perfectamente racional, en el sentido de que, dados los conocimientos de los que dispone, su creencia es bastante consecuente. Carecemos de un conocimiento directo o personal sobre los hechos que motivan la mayoría de nuestras opiniones. ¿Cómo sabe usted que la Tierra no es plana? ¿Cómo sabe que Shakespeare existió de verdad? ¿O que la materia está compuesta de átomos? ¿O que el Holocausto ocurrió realmente? ¿O que Lee Harvey Oswald asesinó al presidente Kennedy? Casi todo lo que sabemos sobre otros individuos, otras naciones, otras culturas y otras religiones es, en el mejor de los casos, indirecto. Rara vez sabemos con seguridad si una empresa en particular tiene problemas graves, o si un funcionario en concreto se ha dejado sobornar, o si una persona influyente tiene una vida secreta espeluznante o esconde un episodio vergonzoso ocurrido en el pasado. Sin tener este conocimiento personal, nos inclinamos a pensar que si el río suena, agua lleva, o que un rumor no se hubiera propagado si no fuera cierto, al menos en parte. (25)
... los rumores a menudo nacen y circulan con éxito porque se adecuan a las convicciones previas de quienes los aceptan, a la vez que las respaldan. Algunas personas y algunos grupos están predispuestos a dar por buenos ciertos rumores porque estos rumores son compatibles con sus propios intereses, o con lo que ellos piensan que es verdad. (28)
Cass R. Sunstein.
Rumorología. Debate, Radom House Mondadori, Barcelona 2010 Apple Books. p.p1 {margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; font: 13.0px 'Helvetica Neue'; color: #ffffff}