La
hipótesis clásica de la percepción sostiene que esta es una ventana directa a la realidad externa. Las señales sensoriales fluyen en sentido ascendente, entran en el cerebro a través de los receptores ubicados en los ojos, los oídos, la nariz, la lengua y la piel para revelarnos el mundo exterior tal y como es. Las señales descendentes generadas en el seno del cerebro solo sirven para refinar lo percibido. En cambio, en la
hipótesis de la máquina predictiva el contenido perceptivo es transmitido por predicciones descendentes hechas por el cerebro según su experiencia. El cometido de las señales ascendentes es básicamente comunicar los errores de predicción, que refrenan las hipótesis cerebrales. Así pues, en este modelo, la percepción es una alucinación controlada.
Anil K. Seth,
La construcción cerebral de la realidad, Investigación y Ciencia, nº 516, noviembre 2019