Aunque no seamos conscientes de ello, vivimos sometidos a una sobreestimulación sensorial constante y abrumadora. Vemos, escuchamos, olemos y sentimos a la vez. Para que tanta información no nos incapacite, nuestro cerebro tiene una estrategia: filtrar aquella que resulte más relevante.Eso es lo que hace la corteza prefrontal. Esta zona del cerebro es, al contrario que el tálamo, muy joven evolutivamente y está relacionada con habilidades cognitivas que consideramos específicas de los seres humanos, como la toma de decisiones conscientes. Es esta zona la que controla la atención que ponemos a los distintos estímulos que nos llegan y selecciona cuáles son más relevantes en cada momento.Este fenómeno se puede usar en algunas ilusiones visuales. Por ejemplo, en forma de experimento a los que se suele someter a los estudiantes de neurociencias y que consiste en ver el siguiente vídeo. En él se ven dos grupos de tres personas, uno con camisetas negras y el otro con blancas. El objetivo es contar el número de veces que el equipo blanco se pasa la pelota:Los alumnos, y quizá algún lector, ponen tanta atención en no perder la cuenta que no ven nada más. Ni siquiera al gorila gigante que aparece en mitad de la pantalla.La complejidad del procesamiento de la información de nuestro cerebro es la causa de que este sea hackeado por las ilusiones visuales. Esto debería hacernos reflexionar sobre la fiabilidad de nuestro conocimiento del mundo real y sus implicaciones en nuestra vida cotidiana, ya sea en el caso de una discusión de pareja o de actuar como testigo en un juicio.
Amanda Sierra, Ilusiones visuales: ¿por qué nos engaña nuestro cerebro?, el diario.es 11/12/2019 [https:]]