Escrito por Luis Roca Jusmet
La libertad interna, por muy condicionada que esté, depende de uno mismo. La libertad externa, en cambio, depende de la sociedad en la que vivimos. Si la primera tiene que ver con la capacidad de decidir y de llevar a término lo que queremos, la segunda es el marco de posibilidades de elección que te da la sociedad en la que vives.
La libertad externa es, por tanto, un hecho social. Toda sociedad plantea unas normas que limitan y regulan la acción individual. Básicamente son las leyes que regulan la libertad de todos, que solo es posible si cada cual respeta la de los otros. Me parece que, en esta línea, la mejor formulación de como debe plantearse esta libertad externa la ha hecho el liberalismo republicano. Señalaría, en este sentido, a John Stuart Mill y su libro "Sobre la libertad", escrito en el siglo XIX. Mill se plantea cuando la sociedad tienen autoridad legítima para limitar la libertad individual. Para ello separa lo privado de lo público, entendiendo por lo primero lo que no afecta los derechos del otro y por lo segundo lo contrario. Philip Pettit precisará que la libertad externa debe significar que no hay dominio del otro y dominio quiere decir una limitación arbitraria.
Esa última formulación es muy interesante, ya que señala la necesidad de vincular la libertad social con la idea de justicia. Es decir, que a veces las leyes deben limitar la libertad en nombre de un valor diferente que es el de la justicia. La cuestión es, por supuesto, que entendemos por justicia y como mantener este equilibrio entre un Estado de derecho y la defensa de las libertades individuales. La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un acontecimiento histórico fundamental en este sentido, que concreta en un documento concreto esta exigencia. Es decir que la libertad individual debe estar vinculada a la necesidad de garantizar unos derechos sociales para todos.
Pero hay que entender también la libertad externa en un sentido republicano, como libertad política. La libertad política es la de expresarse, asociarse, reunirse y manifestarse libremente. Pero esta libertad republicana es posible si los ciudadanos disponen de información veraz y de un criterio político. Esto es la cultura democrática, que no es un simple procedimiento formal. Esto nos lleva nuevamente a la sociedad, a la educación, a los medios de formación y de información
La conclusión es que la libertad interna y la externa no pueden separarse y que todo lo humano tiene una dimensión social. La sociedad hace al individuo y el individuo hace la sociedad. Cada cual ha de asumir la responsabilidad que tiene para hacer que sea posible, como decía Paul Ricouer "una buena vida, compartida con los otros y en el marco de unas instituciones justas.