De Sócrates a la Beat Generation, de Novoneyra a Walser, la experiencia está unida al paseo, al viaje, al desplazamiento y el cambio de escenario. Y no se trata sólo de un cambio de lugar, pues es sabido que el entorno nos muda. Solamente fuera de nuestra rutina, en un ambiente ajeno y no climatizado por nuestro narcisismo, descubrimos nuevos horizontes, otros signos que nos afectan.Dadme por amigos y vecinos hombres salvajes, no domesticados. La naturaleza de un salvaje no es sino un pálido símbolo de la terrible ferocidad que conocen los hombres buenos y los amantes. Caminar. H. D. Thoreau
Luis de Molina |
A lo largo de la historia los gobernantes siempre han querido mostrarse a sí mismos y a la sociedad cuya cúspide ocupan como inamovibles, eternos y poco menos que parte del orden natural y divino. Como si sustituirlos o cambiar la estructura social fuera tan descabellado como cambiar de sitio un océano. Por eso no es casualidad que la primera sociedad utópica que se imaginó fuera en una democracia. Una vez se asume que la sociedad puede ser moldeada por la voluntad humana… ¿Por qué no buscar entonces un modelo ideal? Eso pensó Platón, abriendo el camino desde entonces a una amplísima variedad de utopías que en ocasiones han llegado a dar el salto del papel a la realidad.¿Crees que un pintor, después de haber pintado el más bello modelo de hombre que pueda verse y de haber dado a cada rasgo la última perfección, seria menos hábil porque no le fuera posible probar que la naturaleza puede producir un hombre semejante? Y nosotros, ¿qué hemos hecho en esta conversación sino trazar el modelo de un Estado perfecto? Y lo que hemos dicho, ¿no estará bien dicho, aún cuando no podamos demostrar que se puede formar un Estado según este modelo? (Libro V de La República, Platón)
Elegid lo que consideréis el mal más acuciante de la sociedad en que vivís y tratad pacientemente de convencer a la gente de que es posible librarse de él. Pero no tratéis de realizar esos objetivos indirectamente diseñando y trabajando para la realización de un ideal distante de una sociedad perfecta. Por mucho que os sintáis deudores de su visión inspiradora, no penséis que estáis obligados a trabajar por su realización o que vuestra misión es abrir los ojos de otros hacia su belleza. No permitáis que vuestros sueños de un mundo maravilloso os aparten de las aspiraciones de los hombres que sufren aquí y ahora. Ninguna generación debe ser sacrificada en pro de generaciones futuras.
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«Nuestra vida es el asesinato por el trabajo. Hace 60 años que colgamos de la cuerda y pataleamos, pero nos vamos a soltar.»
Georg Büchner, La muerte de Danton, 1835
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«Pero es el trabajo en sí mismo, no sólo bajo las condiciones actuales, sino en la medida en que su fin es el mero aumento de la riqueza, es el trabajo en sí mismo, digo yo, el que es dañino, contraproducente; esto se sigue, sin que lo sepa el economista nacional (Adam Smith), de sus propios desarrollos.»
Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos, 1844
Vuelta de vacaciones: toca retomar viejos temas pendientes y estábamos comentando los dilemas morales de la pasada Olimpiada Filosófica. El segundo de ellos hacía alusión a la libertad de expresión a través de Internet, y decía lo siguiente:
Mi ex-marido es gilipollas
En el año 2009, Esperanza recibe un curioso regalo por parte de sus amigas: una camiseta en la que se puede leer, textualmente, la siguiente frase: Mi exmarido es gilipollas. Con la risa del regalo, decide ponerse la camiseta y hacerse unas fotos, que no tarda en publicar en facebook. Sin embargo, estas fotos terminan llegando a la pantalla de su ex, que decide denunciarla por haberle causado daño moral. En el año 2012 llega la primera sentencia del juicio que condena a Esperanza a pagar a su marido la cantidad de 1000 euros en concepto de indemnización.
Preguntas a resolver: ¿Es condenable la publicación de esas fotos en una red social? ¿Aumenta la red nuestra libertad de expresión o la disminuye, al estar expuestos y vigilados las 24 horas del día?
Para empezar, no quiero dejar de comentar uno de los argumentos empleados por los alumnos presentes: ambos equipos consideraban que publicar este tipo de fotos no debía ni siquiera denunciarse. Y el argumento principal era bien curioso: al tratarse de una camiseta ready-made, el palabro inglés es propio, no era un insulto dirigido a una persona, sino a todo un colectivo, por lo que el ex-marido no tenía por qué sentirse aludido. Igualmente, se dijo, la camiseta era un regalo con un tono claramente humorístico, y a nadie se le pasa por la cabeza denunciar a otra persona simplemente porque le gaste una broma. Más aún: estamos acostumbrados a ver insultos bastante más graves todos los días, tanto en la televisión como en la prensa o la radio, y sin embargo nadie pone denuncias por minucias tan insignificantes. Aparecía también un argumento basado en hechos consumados: basta darse un paseo por foros de la red o por redes sociales como tuenti, twitter o facebook para encontrar insultos mucho más graves que nunca, o en rara ocasión, terminan en denuncia. Por aquí iba, en líneas generales, el argumentario de los finalistas.
Ciertamente algunas de sus razones sonaron realmente chocantes. Eso de “insultar colectivos” resulta muy llamativo pues parece suponer que los colectivos no están integrados por personas. Allí mismo apareció el ejemplo: cuál sería la reacción social si un profesor acude a clase con una camiseta en la que se pueda leer “mis alumnos son gilipollas”. Y nos vale también el ejemplo opuesto: no creo que toleráramos que un alumno luciera sonriente el lema “los profesores son gilipollas”. En la vida real molestaría y resultaría una ofensa, y se me hace difícil entender por qué en facebook o twitter deja de serlo. Tenemos, por otro lado, un problema de diferenciación de contextos: decir “mi ex-marido es gilipollas” en una conversación de café no resulta punible ni denunciable. Sin embargo, volcarlo en la red parece ya harina de otro costal. Independientemente de que estemos acostumbrados o no a ver insultos más graves, contra los que quizás habría que actuar con mayor contundencia. En este sentido, ese patio de vecinos global que es la red puede suponer incluso una merma a la libertad de expresión: si publicas en la red nunca sabes quién puede llegar a leerlo. A medio o largo plazo, podría extenderse incluso la autocensura: dejamos de escribir esto o aquello, no vaya a resultar ofensivo. Dicho en otras palabras: si esto de Internet va a servir para generalizar o legitimar el insulto y la descalificación gratuita, mal vamos. La libertad de expresión merece la pena cuando se tiene algo que expresar, y si se puede hacer de una forma respetuosa. Lo demás, es camuflar de mil maneras la mala baba que acompaña al ser humano.
Tras unos días de asueto soleados y fructíferos, se acerca el retorno a las aulas, y con él el final de la tercera evaluación de 2º de Bachillerato. Tal y como fue prometido, incluyo entre las actividades voluntarias este artículo sobre el pensamiento del filósofo del siglo XIX Karl Marx.
Aquí os enlazo un vídeo que da para comentar un rato largo. Por la voz del narrador, parece estar hecho por gente joven como vosotros, además usan el tuteo a la hora de exponer sus proclamas, por lo que resulta adecuado incluir este recurso con el objetivo de saber qué piensan los jóvenes que siguen la línea marcada por Marx sobre los problemas económicos de la sociedad actual.
El video incluye mucha narración, exposición de conceptos, imágenes y un punto de vista muy definido y enfático. La actividad consiste en realizar una valoración crítica sobre lo que dice el video. Quisiera saber en qué puntos estáis de acuerdo, en cuáles discrepáis y qué conclusión sacáis después de verlo. Obviamente, cuanto mejor redactado y más original sea, más puntuará vuestro comentario.
Fecha límite de realización de la actividad: 27 de Abril. 21:00 p.m.
Por otro lado, os incluyo un vocabulario útil de cara al examen que tendréis la próxima semana. Ánimo y a estudiar…
Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.