forges |
Hannah ArendtDirigida per Margarethe von Trotta Guió: Pam Katz, Margarethe von Trotta Música: André Mergenthaler Fotografia: Caroline Champetier Repartiment: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl Productora: Heimatfilm Any: 2012 Duració: 113 min. País: Alemanya |
A propòsit del film Hannah ArendtJordi Beltran del Rey |
És dins d’aquesta concepció que Arendt va escriure la seva magna Els orígens del totalitarisme, llançant a l’espai públic el seu judici reflexionant –a la manera socràtica– sobre el règim nazi i l’estalinisme (els estrategs de la Guerra freda subratllaran el paral·lelisme i el generalitzaran a tot el període soviètic) i omplint de sentit el termetotalitarisme, que en l’època es feia servir en sentits diferents. El totalitarisme no és una dictadura, ni una tirania, ni un despotisme, sinó que és aquell sistema que mitjançant el terror total acaba fent superflus els individus plurals per lligar-los en un cos únic. Aquell sistema en què, d’altra banda, “és totalment obvi que el suport de les masses al totalitarisme no procedeix ni de la ignorància ni del rentat de cervell” (OT, 27, n). Aquell sistema que fa servir la violència fins i tot quan no la necessita per mantenir-se, tot creant la figura dels delinqüents sense delicte. |
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La Mishnà, que recull la tradició oral i el cos jurídic hebreu, inclou la frase que Spielberg va fer popular a La llista de Schindler: “Qui salva una sola vida es com si salvés l'univers sencer.” En aquest sentit, el terme “justos entre les nacions” té com a origen la decisió del govern d'Israel d'emprendre una acció moral davant una certa passivitat mundial a l’hora de reconèixer el coratge i la generositat que determinades persones van tenir durant la Segona Guerra Mundial en salvar vides del poble jueu.Es considera jurídicament que el just salvador va ser una persona corrent que, al marge de la seva ideologia política, religiosa, humanista i sense cap voluntat de buscar cap reconeixement social, va decidir actuar en favor de la vida dels jueus.Yad Vashem –que és l'entitat que ha treballat des de fa molts anys per recuperar la memòria històrica i el testimoni de les víctimes– ha reconegut fins ara justos de 44 països i nacionalitats, homes i dones de totes les edats i condicions sense cap característica específica. |
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En el nostre cas concret, s’evidencia que un conflicte d’àmbit nacional –sabem que res es desenvolupa aïlladament– ens porta a un d’internacional. Una de les conseqüències de la nostra Guerra Civil, l’exili republicà, desembocà en altres conflictes en la Segona Guerra Mundial –la deportació, els camps i l’Holocaust– que protagonitzaren i patiren ciutadans i ciutadanes d’arreu del món i també catalans i catalanes.És cert és que al nostre país l’ensenyament sobre l’exili, la deportació i l’Holocaust forma part dels currículums oficials dins de les diverses etapes educatives. En l’ensenyament primari i secundari aquestes continguts són dins la part comuna de les ciències socials. Dins dels estudis universitaris, hi ha referències al tema de l’Holocaust en especialitats específicament relacionades, com poden ser història, filosofia, ciències polítiques, sociologia o dret. |
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Tratado sobre la naturaleza humana, libro I“Por mi parte, cuando entro más íntimamente en lo que llamo mí mismo (myself), siempre tropiezo con alguna percepción particular, de calor o frío, luz o sombra, amor u odio, dolor o placer. En ningún momento puedo nunca cogerme a mí mismo sin una percepción, y nunca puedo observar nada excepto la percepción. Cuando desaparecen mis percepciones por algún tiempo, como cuando estoy profundamente, durante tal tiempo estoy insensible a mí mismo, y puede en verdad decirse que no existo”
El error de Descartes consistió en concebir la mente como algo SIMILAR al cuerpo, yuxtaponible a él, por lo que dotó a la mente con propiedades mecánicas (las propiedades del universo galileano recién nacido). Así, su res cogitans tenía que ser la causa eficiente de los movimientos del cuerpo. Sin fuerzas a distancia, necesitaba algo así como que el alma “empujara” al cuerpo para iniciar el movimiento.“Y esto es lo que evidentemente ocurre con todas nuestras percepciones y objetos, excepto los de la vista y el tacto. Una reflexión moral no puede estar situada a la derecha o a la izquierda de una pasión, ni puede un olor o un sonido tener figura circular o cuadrada”
Seguimos hoy con las ideas que protagonizaron la pasada olimpiada. La conferencia inaugural fue impartida por Alfredo Marcos, catedrático de Filosofía de la ciencia de la Universidad de Valladolid. Como punto de partida apuntó a la autonomía como uno de los valores vertebradores de la modernidad. Esta palabra, autonomía, se convirtió a partir del siglo XVI en un objetivo en áreas bien diversas: política, moral, en el conjunto de la cultura… y como no podía ser de otra manera, terminó impregnando también a la propia antropología. Se fragua por tanto un modelo de ser humano que viene definido por la capacidad de acción y decisión, y por no depender de los demás. A contraluz, se abandona u oscurece la dimensión afectiva, social o, por qué no decirlo, animal del ser humano. El yo, valga la expresión, se impone sobre el nosotros. Los excesos de autonomía nos han llevado a considerar menos valiosos a aquellos de nosotros que no logran alcanzar ese proyecto moderno. El ansia de autonomía nos habría cegado, y hemos olvidado que la humanidad no sólo se caracteriza por la autonomia, sino que tiene también una dimensión social, afectiva, animal y vulnerable. La situación postmoderna no consiste entonces en negar la modernidad o pretender volver a una situación premoderna, sino en resituar la autonomía, en respetarla pero integrando también otros valores. Todo ello con referencias a Aristóteles, Santo Tomás y McIntyre, un autor que ha incidido mucho en esta dimensión comunitaria de la vida humana.
Te pasas toda la vida aspirando a llegar a ser autónomo para que luego te digan que has de estar también cuidando a los que no lo logran. Autonomía sacrificada en favor de la dependencia, de la vulnerabilidad. Esta idea rondaba más de una cabeza, y así se podía leer también en twitter: “No entiendo que el trabajo de toda una vida para conseguir ser tú, autónomo, tenga que limitarse a regalarlo a los demás #ofcyl”. En cierta forma, el propio Alfredo Marcos dio la respuesta en un turno de intervenciones en el que los alumnos presentes no demostraron mucha curiosidad por plantear preguntas. No se trata, en su opinión de llegar a ser autónomos para luego disolver esa autonomía en dependencia. La idea central que quería transmitir Alfredo, si no me equivoco, es que todos somos dependientes. En mayor grado en unas etapas de la vida que en otras, pero incluso en los momentos en los que nos pensamos más autónomos e independientes, estamos en realidad sostenidos por una red (palabra que apareció en el coloquio posterior a la conferencia) que no por invisible deja de estar presente. La vida cultural, social y económica no se puede construir solo desde la autonomía, porque se trata en todo caso múltiples individuos, palabra que no encaja nada bien con la dependencia, interactuando.
Uno, que creció con Barrio Sésamo, recordaba para sus adentros aquella frase de la infancia y que en cierto modo resume todo esto: “solo no puedes con amigos sí”. Y es que por un lado, las ideas que fueron presentadas por Alfredo ante un público “joven, sano y hermoso que quizás no piense demasiado en la dependencia” son especialmente necesarias en nuestro tiempo. Todos aquellos que piensan en lo que “ellos” particularmente han logrado a lo largo de “su” vida, deberían recapacitar y tomar conciencia del tejido de relaciones sobre los que han podido alcanzarlos. A este respecto, la reivindicación de la dependencia no es sólo social, política o económica: tenemos que repensar las propias relaciones humanas para cambiar estereotipos. Ante una cierta pasividad o timidez de los asistentes, se me ocurrió preguntarles por las situaciones reales de dependencia con las que los alumnos conviven en los centros. La reacción de alguno de los presentes fue precisamente la de ridiculizar al compañero de al lado, señalándolo como dependiente. Actitud de la que no podemos culpar a los alumnos, pues seguramente sea una tendencia social. Con todo, el desafío sigue siendo grande. Algunos texto de McIntyre, por ejemplo, evocan las polis griegas como comunidades ideales. El problema que tenemos que afrontar no se puede resolver mirando hacia atrás: la autonomía es un logro, pero habrá que modularla. Algo que pasa quizás por medidas sociales, políticas y económicas, pero también, por qué no por una “educación sentimental” que cambie de forma radical nuestra forma percibirnos a nosotros mismos como dependientes, y a los dependientes como autónomos y dignos dentro de su humanidad. Por ahí iban, creo, las propuestas de Alfredo Marcos, cuya presentación de diapositivas incluyo a continuación.
Autonomía y dependencia. Hacia una antropología postmoderna.
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Después de la Segunda Guerra Mundial, por un breve momento histórico, pudo parecer como si la sociedad del trabajo en las industrias fordistas se hubiese consolidado como un sistema de «prosperidad eterna», en el que lo insoportable del fin absoluto coercitivo se pudiese aliviar de manera permanente con el consumo de masas y el Estado social. Aparte de que semejante idea fue siempre una fantasía democrática de parias, que sólo se refería a una pequeña minoría de la población mundial, también iba a quedar desacreditada en los centros. Con la tercera revolución industrial de la microelectrónica, la sociedad del trabajo tropieza con su límite histórico absoluto.«El principio moral fundamental es el derecho de los hombres al trabajo [...] Según mi parecer, no hay nada más abominable que una vida ociosa. Ninguno de nosotros tiene derecho a algo semejante. En la civilización no hay sitio para gente ociosa.»
Henry Ford
«El capital es él mismo la contradicción en proceso [en tanto] que tiende a reducir el tiempo de trabajo a un mínimo, mientras que, por otro lado, pone el tiempo de trabajo como única medida y fuente de riqueza [...] Por una parte, en consecuencia, llama a la vida a todos los poderes de la ciencia y la naturaleza, así como de la combinación social y la circulación social, a fin de hacer la creación de riqueza (relativamente) independiente del tiempo de trabajo que haya exigido. Por otra parte, quiere medir esas enormes fuerzas sociales, así creadas, según el tiempo de trabajo y encauzarlas en los límites que se requieren para mantener como valor el valor ya conseguido.»
Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política, 1857-58
by Eva Sanchez |
Wittgenstein |
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Las ciencias se comportan conforme al esquema siguiente: si queremos conocer el funcionamiento de un reloj, no nos preguntamos si hay bacterias sobre sus engranajes o péndulos; el hecho de su presencia no tiene la menor importancia para la construcción y la cinética de su mecanismo. ¡Las bacterias no pueden influir en la marcha de un reloj! Asimismo se pensaba entonces que los seres racionales no podían inmiscuirse en el funcionamiento del mecanismo cósmico, en cuya investigación debía ignorarse por completo su eventual presencia.
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El movimiento obrero clásico, que vivió su auge mucho después del ocaso de las antiguas revueltas sociales, ya no luchaba contra los abusos del trabajo, sino que desarrolló una sobreidentificación con lo aparentemente inevitable. Lo que perseguía era sólo ya «derechos» y mejoras dentro de la sociedad del trabajo, cuyas imposiciones hacía tiempo que había interiorizado ampliamente. En vez de criticar radicalmente la transformación de energía humana en dinero como fin absoluto irracional, aceptó el «punto de vista del trabajo» y concibió la explotación económica como un orden de cosas positivo y neutral.«El trabajo tiene que empuñar el cetro, siervo debe ser sólo el que va ocioso, el trabajo debe regir el mundo, porque solo él es el fundamento del mundo.»
Friedrich Stampfer, En honor al trabajo, 1903
Mark S. Weiner |
Una de las novedades de esta novena olimpiada ha sido la introducción de los dilemas morales como una más de las modalidades de participación, destinada en este caso a los alumnos de 4º de E.S.O. En esta ocasión, el tema central ha sido la libertad de expresión, así que en estos días traeré por aquí los dilemas que se discutieron en la final, para ofrecer mi punto de vista al respecto. Y de paso, creamos una nueva categoría en el blog, con el compromiso subsiguiente a ir publicando más dilemas para animar la discusión. En la web de la olimpiada está ya la presentación de diapositivas que se utilizó, y también los ejercicios en formato pdf. Tomamos hoy el primero, cuyo texto íntegro reproduzco a continuación:
Los pequechistes de LIBSALIBSA es una editorial española independiente con una gran vocación internacional y 35 años de experiencia al servicio de la edición, que cuenta con publicaciones en 45 idiomas entre los sellos de 286 coeditores entre 70 diferentes países del mundo. Gracias a la calidad y el diseño
de nuestra oferta en proyectos de creación propia. Esta es la presentación en su propia página web de la empresa que protagoniza nuestro primer dilema. A finales del año 2013, LIBSA tuvo la idea de publicar un libro dirigido a los niños, cuyo contenido era básicamente chistes de
contenido machista. Como no podía ser de otra manera, el libro reproducía todos los tópicos del género. Al poco tiempo los medios de comunicación se hicieron eco de la publicación, que fue objeto de críticas desde los sectores más diversos de la sociedad. La editorial, tratando de hacer alarde de neutralidad, publicó un texto similar con chistes sobre chicos. Como las críticas continuaron, finalmente ambos libros fueron retirados. Hoy, pueden adquirirse a través de Internet.
Preguntas a resolver: ¿Es aceptable moralmente que se publiquen este tipo de libros destinados al público infantil? ¿Añade algo a la cuestión el hecho de que vayan a leerlo niños?”
Éste era el dilema. Mi respuesta estaría a medio camino entre la realidad y el deseo. Y es que uno desearía que este tipo de publicaciones ni siquiera tuvieran el visto bueno de un editor, o del responsable de cualquier colección de libros infantiles. Toda publicación infantil es también una publicación de educación en valores, y los que contienen estos libros, en forma de ridiculización de las mujeres, no son un asunto de broma. Más bien han causado mucho sufrimiento a lo largo de la historia. Es precisamente ahora cuando empezamos a despegar en esta linea, y cuando comienzan a verse frutos de décadas de lucha feminista. Sin embargo, lo que uno desea choca con la realidad: no sé qué sentido tiene levantar tanto revuelo por estos pequechistes, cuando los niños se tragan semanalmente horas y horas de humillaciones en series que van desde Los simpson hasta Padre de familia, pasando por South Park. ¿Por qué nadie se mete con la emisión de estas series en horario infantil? Quizás porque haya detrás grandes productoras y empresas de medios de comunicación. Si somos coherentes con la de veces que han visto los niños cómo Bart humilla a Lisa, tampoco deberíamos rasgarnos las vestiduras con los pequechistes. Y al final, volvemos a cargarlo todo del lado educativo: se puede permitir que se publiquen y se vendan los libros, y luego es decisión de cada familia si los compra para sus hijos o no. Cosa relativamente sencilla cuando se trata de pequechistes, pero no tanto con los dibujos animados: ¿es fácil atreverse a que en casa se vean las aventuras de Cartman? Al final, la postura liberal y permisiva es muy similar a la de la aceptación. Doble discurso: buscamos la igualdad pero la sacrosanta libertad permite que nuestros niños crezcan con series en las que ven de todo, menos igualdad.
No intentes resolver este acertijo y procura emplear la intuición:
Un bate y una pelota cuestan $1.10
El bate cuesta un dólar más que la pelota.
¿Cuánto cuesta la pelota?
Daniel Kahneman |
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«El bárbaro es perezoso y se diferencia del hombre culto en que se recrea en su propia abulia, puesto que la educación práctica consiste justamente en el hábito y en la necesidad de ocupación.»
Georg W. F. Hegel, Fundamentos de filosofía del derecho, 1821
La historia de la Modernidad es la historia de la imposición del trabajo, que ha dejado tras de sí una inmensa huella de destrucción y horror en todo el planeta; puesto que no siempre ha estado tan interiorizada como en el presente la exigencia de empeñar la mayor parte de la energía vital en un fin absoluto ajeno. Han hecho falta varios siglos de violencia pura en grandes cantidades para que la gente, literalmente bajo tortura, acepte ponerse al servicio incondicional del ídolo trabajo.«En el fondo, ahora se siente [...] que semejante trabajo es la mejor policía, que mantiene a todo el mundo a raya y que sabe cómo evitar con firmeza el desarrollo de la razón, la concupiscencia y el deseo de independencia. Puesto que emplea una cantidad enorme de energía nerviosa, la cual sustrae a las actividades de meditar, ensimismarse, soñar, preocuparse, amar, odiar.»
Friedrich Nietzsche, Los aduladores del trabajo, 1881
"Hoc est enim corpus meum "
Dissertacions dels alumnes de 1 BTX
Uno de los motivos fundamentales de que este blog lleva ya muchos días sin actualizar es el movimiento olímpico. Tuvimos la final de la Olimpiada Filosófica de Castilla y León el pasado fin de semana y en menos de tres estaremos ya metidos de lleno en la I Olimpiada Filosófica Española. Cuando pase toda la digitalización de contenidos, habrá tiempo para volver a la bitácora, aunque ya casi encarando el fin de curso. A partir del próximo estaré ya alejado de las tareas olímpicas y habrá más tiempo para poder comaprtir por aquí el discurrir de las clases y alguna que otra idea que me ronda la cabeza. En lo que eso llega, no me gustaría dejar de dedicar ciertas anotaciones a los “ecos” olímpicos. Empezamos hoy con el ejercicio de la final de ensayo. El tema de la olimpiada era razón-pasiones, y en este ejercicio se estiraban ambos conceptos a lo largo de la historia, con la dialéctica entre modernidad-postmodernidad.
¿Qué hubiera contestado yo si con 17 o 18 años me hacen semejante pregunta? A saber. Solo el llegar a que te la planteen ya es un mérito y un premio y demuestra la capacidad y el interés de algunos de nuestros alumnos por el mundo del pensamiento. Desde la perspectiva actual, con algunos años más que 18, me veo más que tentado a construir una propuesta a la contra: ni existió la modernidad ni existe ahora la postmodernidad. No sé si negar las categorías históricas para el mundo de las ideas puede considerarse o no una estrategia válida, pero lo cierto es que muchas veces nos movemos con clichés estereotipados. Construimos “muñequitos históricos” y jugamos a que peleen entre ellos. Vestimos cada época del color que nos viene en gana y generamos debate. Modernidad, luz y razón. Como si los en la modernidad no hubiera también, más que hoy, superstición, o como si no descansara, como apuntábamos hace ya algunas semanas, sobre pilares racionalmente dudosos.
Un esquema similar podríamos aplicar para negar la postmodernidad: no es verdad que se haya hundido la ciencia, ni que en estos tiempos neguemos la tecnología. Por mucho que nos queramos disfrazar de nietzscheanos somos hoy, si cabe, más científicos y racionalistas que en los tiempos del bigotudo alemán. Creemos aún más en el valor de la educación y, por mucho que se extienda el alarmismo moral, no parece que los derechos humanos profundicen en las tendencias nietzscheanas. En otras palabras: cada época es los suficientemente rica como para no hacer estereotipos. Hubo postmodernidad en la modernidad y hay modernidad en la postmodernidad. Otra cosa es que queramos fijarnos sólo en algunos aspectos de la realidad, quedarnos con una parte que puede interesarnos más por motivos filosóficos o discursivos, y así poder construir nuestro mensaje, crear problemas de la nada y debatir largamente sobre enfrentamientos históricos que quizás no sean tales. Un enfoque quizás provocador, y que rompe con cierta visión histórica, pero que también podría considerarse en el debate planteado. Aunque solo sea por abrir la participación, bien merece la pena plantearse esta perspectiva.
CINTA NORÓ (1 BTX A)
Vivim en un país ‘democràtic’ on gairebé tota la població està indignada. Veiem persones indignades perquè no reben beques ni ajuts, gent indignada perquè retallen en temes que ells creuen bàsics com pot ser medicina o educació, altres perquè saben que els roben des del propi govern, indignats per les lleis actuals, per les lleis futures i per les lleis que ja fa temps que hi són.
Això no està bé, els ciutadans d’un país democràtic han de sentir-se a gust en ell, la població del meu país hauria de defensar i entendre les lleis d’aquest, ara bé, com diria Krishnamurti no és saludable estar adaptat a una societat malalta. Dins tot aquest desastre, dins tot aquest crític moment, encara podem fer una valoració positiva, almenys en part. El millor de tot això és que hi ha gent que es mou. Aquesta situació mostra una part de la societat activa, crítica, amb opinió i amb idees.
Per algú que mana no hi ha res més interessant que els seus súbdits callin, que acceptin les seves normes. Per aquesta mateixa raó treure la filosofia del currículum de batxillerat és una cosa interessant per a alguns. Jo, com a alumna de Batxillerat que estic cursant aquesta assignatura i com a ciutadana d’un país que necessita cada cop més persones crítiques, crec que és necessària. Al llarg de la meva vida escolar m’han ensenyat moltes coses, algunes útils, altres no tant, algunes que m’han agradat i altres que m’han avorrit. Entre totes elles la filosofia destaca, no per ser la més divertida i la que més agrada a tothom, sinó per ser la única que no t’explica res, per ser la que fa que tu preguntis.
Ens passem la vida seguint unes regles. Regles de comportament, regles de física, regles ortogràfiques… Però ningú es pregunta d’un surten aquestes regles, per què les hem de seguir, si són lògiques o si són útils. Donem per suposat tot el que ens diuen. Com deia Wittgenstein, quan som petits simplement aprenem el que ens diuen, no és fins que ens fem grans que coneixem el món i cal que ho fem sense donar cap creença per bona, cal que ho fem plantejant-nos-ho tot. El que ell no deia és que aquesta inquietud no surt sola, necessitem algú que desperti l’ànima, com diria Sòcrates amb l’art de la maièutica.
Des de que he començat a cursar l’assignatura de filosofia no sé si existeixo o no, no sé què fa que algunes coses estiguin bé, no sé què he de fer per aconseguir la felicitat, no sé què és real ni que és veritat o com conec el món i aprenc tot el que sé. Però puc dir que des de que he començat aquesta assignatura sóc més sàvia que abans, en el moment en el que comencem l’assignatura de filosofia comencem a ser ciutadans actius, crítics, amb opinions, podríem dir (per a alguns) perillosos.
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Susana Martínez-Conde |