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He pensado en mil maneras de empezar esta conversación pero ahora que te tengo delante no me salen las palabras.
No sé que decirte; como hablarte para que sonrías.
Cuando te miro, ahora de tan cerca, me pregunto por que perdieron su brillo esos ojos azules , por qué perdieron su color, que les hizo el tiempo para acabar tristes.¿Qué nos hizo el tiempo?
Entre abro la boca , pero no sale sonido.
Siento tristeza, pena y culpa.¿Dónde se ha escondido esa suave y delicada piel? ¿ Dónde fueron esos alegros cabellos negros? ¿Qué les paso a nuestras ilusiones?
I en aquest reflex, no veig aquesta noia forta, segura i extravertida que aparenta ser, més aviat tot el contari.
Veig un cúmul d'inseguretats camuflades darrera aquest somriure...Quan...
Por fin es viernes , se ha terminado la semana. Llego a casa pensando en los deberes que nos han puesto los profesores, como que es puente, se piensan que no tenemos más deberes para el martes, pero no es así, tenemos deberes de todas las asignaturas , lo único que me puede animar en este momento es pensar en los deberes de filosofía ; escribir una historia sobre un juego, el juego del espejo....
Quan em miro al mirall em fas pensar
Si, és obvi també penso.
Podríem dir que som iguals no ?
Potser en l'aspecte , però les nostres vides són molt diferents...
Per què dius això ?
Doncs mira, jo no tinc més vida després del mirall , mentre que tu vius, disfrutes, pateixes , rius ,plores.Jo sóc qui et coneix millor..
No crec que em coneixis realment....
L'art conceptual és un moviment artístic fill del dadaisme que es va posar de moda poc abans de 1970 i en el que el concepte o la idea és l'únic que interessa. No dóna cap importància a les habilitats físiques ni tècniques, ni als aspectes estètics o materials. En molts casos la idea és l'obra en si mateixa i, al segle XXI, alguns artistes l'han dut fins l'extrem d'exposar únicament un text escrit amb la idea, perquè tota la part visual es generi a la ment de l'espectador. Continua sent present en molts corrents artístics. Alguns autors destacats són Joseph Beuys, Marcel Duchamp, Félix González Torres i Eva Hesse.[1] font d'origen : viquipèdia
Bajo la aparente tranquilidad del inicio de curso de la que se pavonean los responsables educativos, son unos cuantos l@s docentes que viven estos días con una inquietud poco habitual para las fechas en que estamos. Tradicionalmente en los meses de septiembre y octubre se iba organizando la programación de cada departamento. Este año el plazo de envío de se ha ampliado un mes, detalle de que quizás la normalidad lomciana de que se presume no es tal. Y es que la gran novedad es un artefacto conceptual que se ha dado en llamar “estándar de aprendizaje”. La idea es que los criterios de evaluación logren un nivel mayor de concreción ofreciendo pistas sobre cómo aplicar cada uno de ellos en el aula. En lo que se ha convertido es en una ristra de procedimientos de evaluación que, llevados a la realidad de aula, harían casi imposible cualquier proceso educativo: ahora lo importante es, por lo visto, evaluar. Mucho más que explicar o aprender. El tufillo de fondo es una amenaza que se cierne sobre el mundo educativo desde hace años: enfocar la educación como si fuera un proceso de fabricación, no sé si industrial, con indicadores de calidad que puedan llevarnos en último término, a evaluaciones externas, etc.
Ahora resulta que no sabemos enseñar o eso parece sugerirse. Varios años de experiencia no son suficientes si no se pueden concretar en los puntillosos estándares. Poco importa que l@s alumn@s salieran bien preparad@s o que los resultados fueran aceptables en pruebas como la PAU o la prueba de diagnóstico de segundo de secundaria. Los departamentos de idiomas vienen presentando estudiantes a las pruebas oficiales (FIRST, DELF, etc) desde hace años, pero en sus programaciones no aparecían los estándares. Y esta es una de las grandes novedades de esa ley que pretende mejorar la calidad y que pasará a la historia por ser la más breve y deficiente de nuestra democracia. Una ley aprobada por un partido que, según dicen por ahí, ni siquiera está de acuerdo con muchas de las medidas que ha introducido. Así que los buenos docentes, que los hay, ven cómo tienen que emplear su tiempo y esfuerzo es satisfacer las demandas legislativas y burocráticas de una administración educativa poco práctica y con cierto grado de hipocresía: la Consejería de Educación saca pecho cuando se publican los resultados de PISA, pues no dejan en mal lugar a l@s alumn@s de la comunidad. Llegan incluso a enviar cartas a los centros felicitando a l@s profesor@s. Y esta es la misma administración que parece cuestionar la manera de enseñar y que considera que el proceso burocrático administrativo ha de concentrar todos los esfuerzos y atención durante los dos primeros meses de curso. Imposible dedicarle más tiempo a la programación, pues todo parece indicar que la ley que incorpora esta gran aportación a la historia de la educación puede ser derogada a finales de diciembre.
No obstante, todo marcha mientras las clases sigan adelante. L@s docentes, como es sabido, no tiene motivo de queja: ya se sabe que trabajan pocas horas semanales y que además las vacaciones justificarían todo tipo de exigencias burocráticas. Y así está la cosa, con una cantidad nada despreciable de trabajo que no se ve, pero que la administración exige y revisa y que en último término se tiene en cuenta en diferentes momentos del curso. No es la primera vez que una reclamación de una nota llega a buen puerto por “defectos de forma” de la programación, aunque a todas luces la argumentación de la reclamación atacara los mínimos criterios del sentido común. Enseñar y aprender es algo que difícilmente se refleja en porcentajes y criterios, como para dejarse llevar por esta obsesión positivista y soñar mundos en los que educar se convierte en algo prácticamente mecánico. Todo ello sin dejar de lado otra crítica que no se puede olvidar: más idiotas somos l@s profesor@s que elaboramos curriculums imposibles de asignaturas, con decenas y decenas de criterios y estándares que en ocasiones están totalmente alejados de un aula de secundaria. Es lo que tienen los “equipos de expert@s”: a veces saben tanto que se olvidan, si es que alguna vez lo supieron, de a quién están dirigidas las asignaturas. Así están las cosas y no nos queda más que una opción: elaborar nuestra programación. Un material que más de una vez he publicado por aquí, y que no tengo inconveniente en volver a compartir: no para que haya algún cara que se conforma con copiar y pegar. Pero sí para echar una mano a compañer@s que puedan estar ahora inmersos en el proceso y puedan tomar una referencia para, en la medida de lo posible, mejorarla y adoptarla a su centro. Por compartir, que no quede…
"DIFFÉRANCE, término francés acuñado por Derrida en De la grammatologie (1967), obra en la que se define como «un concepto económico que designa la producción de diferencia». Différance es un término polisémico, pero su función principal es hacer referencia a la condición principal del funcionamiento de todo lenguaje y pensamiento: la diferencia, la diferenciación de un signo respecto de los restantes que permite distinguir unas cosas de otras. El diferir es el proceso por el cual los signos hacen referencia a los restantes produciendo así la autorreferencia que es esencial para el lenguaje, sin llegar nunca a capturar el ser o la presencia que es la entidad trascendente a la cual se encamina. Sin los conceptos o idealizaciones generados por la iteración de los signos, nunca podríamos identificar un perro como un perro, ni podríamos tampoco percibir un perro (o cualquier otra cosa) como lo que es. La percepción presupone el lenguaje, el cual, a su vez, presupone la idealización generada por la repetición de los signos. Por tanto, es imposible encontrar un origen perceptual del lenguaje. El lenguaje depende de una «repetición original», un oxímoron deliberado que Derrida emplea como indicio de la imposibilidad de concebir un origen del lenguaje desde dentro de la propia estructura lingüística en la que nos encontramos. La différance es la condición para el lenguaje y el lenguaje es la condición para la experiencia: cualquier significado que podamos encontrar en el mundo debe ser atribuido a la función diferenciadora de los significantes".
Derrida