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El café de Ocata
IAquí estamos de nuevo, teniéndonoslas que ver con el mundo tal como es y con su tozuda resistencia a ser como lo habíamos programado.
IIDentro de un par de semanas comenzarán a publicarse ensayos sesudos sobre las causas de lo que ha ocurrido; es decir, sobre las causas que nos pasaron desapercibidas mientras estaban ocurriendo.
IIILa democracia está muy bien... siempre que no se espere mucho de ella. De hecho es la constatación de que, a falta de inteligencia política, necesitamos recurrir a las mayorías.
IVNos gusta pensar que los políticos son taimados, retorcidos, quizás malos, pero inteligentes. Es falso. No hay inteligencia política. Y si la hay, está en manos del azar. No sabemos crearla cuando no la tenemos ni transmitirla cuando parece que la tenemos.
VIntuyo que la triunfadora del referéndum británico ha sido Alemania.
VILos ingleses no se fían de los continentales. Nadie ha de sorprenderse por ello. Lo sorprendente es que los continentales tampoco nos fiamos de nosotros mismos.
VII¿Lo de Gran Bretaña es populismo? Creo que no. El populismo es básicamente un vicio continental.
VIIICuando Europa no avanza, retrocede.
IXSigo soñando con ser ciudadano europeo.
XEl futuro siempre es indefinido.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
IEducamos a nuestros hijos como los vestimos, a la moda.
IIEsto es así tanto en casa como en la escuela y los medios de comunicación.
IIIConviene no despreciar la moda, porque es un fenómeno antropológico fundamental. Cuando tenemos tanta necesidad de ponernos cosas distintas encima es que la necesidad de cubrir la desnudez no es cultural.
IVPero la moda cambia. No necesariamente progresa. Der ahí que ir hoy a la moda no garantiza que vayamos de moda pasado mañana.
VA meditar: La moda y la específica racionalidad pedagógica. La pulsión por estar a la última. Lo pasado de moda como sinónimo de mala educación, etc.
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El café de Ocata
De las muchas críticas que recibió Dewey a lo largo de su vida, me quedo con la de su maestro Charles Peirce. En una carta fechada el 9 de junio de 1904, Peirce le transmite sus opiniones críticas sobre Studies in Logical Theory un ensayo de 1903. Tras acusarlo de haberse dejado arrastrar por una “orgía de razonamientos inconexos”, lo reprende (y esto es lo que me interesa) porque, viviendo en Chicago (una ciudad corrompida por la mafia) no debería haber perdido el sentido de lo verdadero y lo falso, lo correcto y lo incorrecto. Tiene razón Peirce. Si mientras la mafia campa a sus anchas, uno se pone a dudar de la existencia del bien y del mal, le está dando una coartada moral a la mafia.
Por cierto, estoy dedicando muchas horas a leer la Logic de Dewey (de 1938), porque me parece la piedra angular de todo su sistema. Pero hay algunos capítulos tan impenetrables, tan oscuros, que a su lado, Hegel es un ejemplo de claridad expositiva. Reto a cualquier valiente a vérselas cara a cara con el capítulo XVI.
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El café de Ocata
N.B. Aviso para jugadores del Monopoly: Balmes no es sólo una calle importante de Barcelona
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El café de Ocata
En el diario ARA. 06/18/2016
Los griegos disponían de un concepto político que a nosotros nos falta: el de politeia. Isócrates, en el Aeropagítico define la politeia explícitamente como "el alma de la ciudad". A veces se traduce por régimen. Es una traducción correcta si entendemos que el régimen político es la forma en que se rige un pueblo de acuerdo con su talante. La politeia es el conjunto de usos y costumbres que hace de un grupo de personas una comunidad. Platón, en el Menexeno, la considera el alimento político de los ciudadanos.
Peter Sloterdijk ha hecho indirectamente una buena aportación a la reflexión sobre la politeia en Estrés y libertad (Arcadia, 2016), cuando defiende que un pueblo podría ser visto como un sistema orgánico de preocupaciones con un modo propio de autoestresarse.
El estrés sería la argamasa que permite constituir la diversidad de los individuos en una comunidad de copertenencia. En consecuencia, la principal condición de la vida política exitosa sería la ausencia de calma. "Un flujo constante, más o menos intenso, de temas estresantes debe encargarse de sincronizar las conciencias para integrar la población en una comunidad de preocupaciones y excitaciones que se regenera día tras día". Contemplada así, una nación sería "un plebiscito diario, pero no sobre la Constitución sino sobre la prioridad de las preocupaciones". Cuanto más compleja sea una sociedad, más necesidad tendrá de "fuerzas estresantes" que impidan la descomposición. "El macrocuerpo psicopolítico que llamamos sociedad no es, en efecto, más que una comunidad de preocupaciones que entra en vibración en virtud de temas estresantes inducidos mediáticamente". La politeia sería, entonces, el alma neurotitzada de la comunidad. Creo que eso le gustaría a Freud. No se puede negar la fuerza cohesionadora de la sensibilidad colectiva al agravio. Pero Sloterdijk olvida del poder aglutinador de la fiesta.
En el Elogio de la locura, Erasmo de Rotterdam, que bien sabía que no se puede gobernar ningún pueblo con silogismos, defiende que la naturaleza ha dado tanto a los individuos como a los pueblos un cierto amor propio comunitario, o sea, la capacidad para celebrarse o festejar a uno mismo. Si este amor lo dirigieran a otro, estaríamos hablando de adulación, que es una conducta servil. Pero el amor propio comunitario "permite que cada uno resulte a sus propios ojos más satisfactorio y estimable, lo que supone ya una parte muy sustancial de la felicidad". El amor propio comunitario, podríamos decir nosotros, es un componente esencial de una politeia que no esté condenada a la neurosis permanente. Es un sentimiento muy cercano al chovinismo. Pero políticamente es más sano situarse cerca del chovinismo que del desinterés por uno mismo.
Una cultura se puede ver como un grupo de personas diversas que bailan al son de una música que sólo ellos escuchan. Si un forastero los viera, se sorprendería mucho de la coordinación de sus movimientos, precisamente porque sería incapaz de escuchar la música que los guía y cohesiona. Quién no escucha la música común es un marginado. Pero la sensibilidad auditiva hacia nuestra música no es autónoma. Tampoco lo es la tendencia espontánea de nuestros movimientos buscar una música que los coordine. El ideal moderno de la autonomía es muy osado porque el sujeto que creemos que somos está siempre sujeto a una música que nos precede y nos hace bailar como sujetos. Todo sujeto está sujetado. El individualista es un okupa de su cultura.
Siguiendo con la imagen de los bailarines, podríamos decir que es más autónomo quien baila mejor, porque marca la pauta al resto. Por eso la ética es a la vez una estética y una política.
Ninguna tradición -y ningún régimen político- es perdurable si no es capaz de generar sus propios hechizos sobre ella misma. Ninguna tradición -y ningún régimen político- se mantiene en pie únicamente para la bondad de sus leyes. Toda constitución que quiera perdurar necesita el apuntalamiento de una politeia. Las tradiciones y los regímenes con una larga historia son los capaces de convertir sus usos y costumbres en evidencias ciudadanas.
La racionalidad de una tradición o de una institución no se encuentra en lo que dice o hace, sino en nuestra incapacidad para vivir sin ella y en el depósito de confianza que pone en nuestras manos para encarar el futuro. Podríamos decir que la soberanía se predica en primer lugar en la música que nos hace bailar, porque gracias a ella un pueblo accede a la realidad. Soberano, en el sentido pleno, antes de que el pueblo, lo es el discurso con el que el pueblo legitima soberanía. En este sentido tenía razón Dewey cuando decía explícitamente en Freedom and Culture que si un gobernante fuera capaz de controlar las canciones de una nación, no tendría ninguna necesidad de leyes.
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El café de Ocata
Recitaba Miguel d'Ors en la sala que nos acogía -Facultad de filosofía, Plaza de Mazarelos, Santiago- pero yo, a pesar de estar en la segunda fila y casi en frente del poeta, no oía nada porque entrambos andaba zumbando mi acúfeno sus letanías amargas. Así que me entretuve siguiendo el movimiento de sus manos, que son largas, precisas, de alfarero, cirujano o pianista (o las tres cosas, que viene a ser lo que es un poeta). Después, en la comida, pude resarcirme hablando de mil cosas. Pero esta tarde Enrique García-Máiquez me ha enviado este "poema abuelesco de d'Ors" que recompensa mi silencio atento del viernes pasado con la emoción de las palabras leídas ahora mismo del poeta y el recuerdo vivo del amigo nuevo.
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16:02
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El café de Ocata
«Pourquoi nous battions-nous? Pour nous battre. C’était l’éternelle bataille dans la plaine. Nous n’avions pas de but; nous n’avions que notre jeunesse. Nous hurlions comme des bêtes. Nous étions des bêtes. Qui sautait et criait? La bête qui est dans l’homme, la bête dont vit l’homme. La bête qui fait l’amour et la guerre et la révolution» Drieu, La Comédie de Charleroi
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El café de Ocata
Si mis hijos me preguntaran qué es lo importante en la vida, les diría que lo más importante es cumplir de muy buena gana con aquel precepto griego que aconsejaba no olvidarse de volver con un amigo cada vez que vamos al mercado. De esta manera puede tener uno amigos como Ángel Ruiz, sabio helenista, que me invitó a pasar unos días en la -ya para siempre- entrañable ciudad de Santiago.
Creo que no dejamos sin hollar ni el más mínimo charco de la ciudad antigua, llevándonos en las suelas la huella del agua que unos instantes antes estaba reflejando el cielo. ¡Y qué cielos, los de Santiago! No los he conocido más volubles. Claro que como la emoción estética da de sí lo que da de sí... en cuanto se me presentó la ocasión, me compré, para poder soportarla, una camiseta de algodón de manga larga.
He conocido, tratado y admirado a varias personas extraordinaria, sabias, amenas y cordiales: Yolanda García López (que se ha pasado de los visigodos a Empédocles), Enrique García-Máiquez (al que tanto me apetecía conocer), Cesáreo Bandera (El Quijote, por montera), José María Anguita (o la consolación de la filosofía), Armando Pego (anduvimos ejerciendo de peripatéticos en torno a la catedral hablando de silencios), Miguel d'Ors (que cuando mueve las manos parece que le gotean versos de entre los dedos). Ocurrió -y esto no ocurre con frecuencia- que a los diez minutos de conocernos ya parecía que llevábamos intimando media vida.
Discutimos de lo divino y de lo humano (de los nuevos columnistas de la prensa española, de antiguos poetas, de Magris...) y hasta nos dio tiempo para polemizar sobre la felicidad con dos profesores del College of William and Mary, de Williamsburg, varados junto al apóstol.
Claro que como no sólo de palabras vive el hombre, también nos acercamos -mi mujer y yo, que hay veces en que tres son multitud- a las orillas del Sar.
Son muchos los lugares de peregrinación en Santiago
García-Máiquez, amarrándonos al pilón de sus versos.
El hombre del faro de la isla de Ons, a quien tanto admiro. Aunque sólo hubiera sido para poder darle un abrazo, ya hubiera merecido la pena el viaje.
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El café de Ocata
En El Cultural
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El café de Ocata
"Tended los ojos por toda la prolongación de los tiempos, y veréis cuán turbias y cenagosas vienen las aguas de ese río en que la humanidad va navegando: allí viene haciendo cabeza de motín Adán el rebelde, y luego Caín el fratricida, y tras él muchedumbres de gentes sin Dios y sin ley, blasfemas, concubinarias, incestuosas, adúlteras; los pocos magnificadores de Dios y de su gloria olvidan al cabo su gloria y sus magnificencias, y todos juntos tumultúan y bajan en tumulto, en el ancho buque que no tiene capitán, las turbias corrientes del gran río, con espantoso y airado clamoreo, como de tripulación sublevada. Y no saben ni adónde van, ni de dónde vienen, ni cómo se llama el buque que los lleva, ni el viento que los empuja. Si de vez en cuando se levanta una voz lúgubremente profética, diciendo: -¡Ay de los navegantes! ¡Ay del buque!- ni se para el buque ni la escuchan los navegantes; y los huracanes arrecian, y el buque comienza a crujir, y siguen las danzas lúbricas y los espléndidos festines, las carcajadas frenéticas y el insensato clamoreo; hasta que en un momento solemnísimo todo cesa a la vez, los festines espléndidos, las carcajadas frenéticas, las danzas lúbricas, el clamoreo insensato, el crujir del buque y el bramar de los huracanes; las aguas están sobre todo, y el silencio sobre las aguas, y la ira de Dios sobre las aguas silenciosas".
- Donoso Cortés.
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El café de Ocata
"Desventurada la ciudad en donde resuena tremenda aquella voz: -Vuestros dioses se van, vuestros dioses os abandonan".
"Por qué tan grades mudanzas y trastornos? Por qué tan grande desolación y tan universal cataclismo? Qué significa eso? Qué sucede? Nada: que unos nuevos teólogos andan anunciando una nueva teología por el mundo"
- Donoso Cortés
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El café de Ocata
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El café de Ocata
... busqué refugio en una librería de viejo y allí, sin más ni más, me encontré con un viejo amigo:
Ha sido mi primer gran recuerdo de Santiago.
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El café de Ocata
Reconozco que tenía alguna duda sobre lo que quería decir Platón cuando propuso la expulsión de los artistas de la ciudad rectamente gobernada, pero esta mañana, visitando la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela, lo he comprendido todo.
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El café de Ocata
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15:21
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El café de Ocata
Querida clientela de El Café de Ocata: me voy a atrever a pedirles a ustedes un favor. La holandesa Yvonne Sholten, biógrafa de la brigadista internacional Fanny Schoonheyt me pide, por favor, que le ayude a poner nombre a los personajes de la foto. A ver si pueden ustedes echarme una mano.
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El café de Ocata
"Los defensores de la educación progresiva sostienen que el profesor puede construir artificialmente la autoconfianza del alumno alabándolo en ausencia de éxito -y a veces con ausencia incluso de esfuerzo- por medio de programas como 'I LIke Me'"-Henry T. Edmonson, John Dewey & The Decline of American Education (2006)
Un ejemplo del programa I Like Me:
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El café de Ocata
Cansado de no hallar respuestas, he salido esta tarde a dar un largo paseo por la playa. En los auriculares llevaba una deliciosa ópera cómica del gran Teleman, Der geduldige Sokrates (¿la conoces, B.?). Al poco rato, oyéndole cantar sus berrinches a Jantipa, he comenzado a entender. ¡Curioso fenómeno, el de la comprensión! A veces para que te visite has de alejarte de ella. He subido el volumen y he disfrutado de la ópera y del atardecer, porque todo estaba en su sitio y todo adquiría sentido. De la playa se retiraban los últimos bañistas, que iban siendo sustituidos por los primeros pescadores. Ha comenzado a soplar una brisa refrescante y mi nieto Bruno me ha llamado por teléfono para invitarme a una barbacoa en su casa. Las estrellas lucían en el cielo y el Libro X de la República, en mi corazón.
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El café de Ocata
La semana que viene, gracias a una amable invitación de
Ángel Ruiz, tengo el honor de participar en el curso de verano que organiza en la USC con el título de "
Poesía, verdad y filosofía: Platón y nosotros". Dada la temática, le propuse este título: "Platón: filosofía y poesía. Una
palaia diaphora".
En el Libro X de la
República, Platón asegura que existe una "antigua inquina" (
palaia diaphora) entre filosofía y poesía que las lleva a oponerse (
enantiosis) entre sí.
Para la conciencia moderna, que da por supuesto que la filosofía y la poesía son actividades democráticas, estas palabras suenan raras. Tan raras, que no son pocos los estudiosos que dan por supuesto que Platón no entendió nunca a los poetas. Pero esta hipótesis choca con un hecho obvio: Platón fue un gran poeta.
Como yo creía tener bien leído (al menos lo tenía abundantemente subrayado) el libro X de la
República, supuse que podría salir airoso del reto sin dedicar demasiado tiempo a la preparación de la conferencia.
Pero no ha sido así. La prueba es que aún no la tengo acabada. Ni sé muy bien cómo acabarla (Ángel, si lees esto, espero que no me retires la invitación). Y la culpa es de Platón.
En lugar de fiarme de lo que creía haber entendido del Libro X, volví al texto de la
República despacio, siguiendo palabra por palabra los argumentos de Sócrates. Y en ellos ando enredado. Si algo me ha puesto claramente de manifiesto mi ya largo trato con Platón es que todo lo que crees saber de su filosofía sólo te prepara para nuevas sorpresas en la relectura. Pero, más allá de mis problemas puntuales, hay algo que constato de nuevo: Platón es nuestro contemporáneo. Más aún: ha visto cosas de nosotros que nosotros sólo podemos ver a través de sus textos.
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El café de Ocata
Sigo con Donoso Cortés, compañero de insomnios.
"Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias. Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento."- Carta a los redactores de El País y de El Heraldo, Berlín, 16 de julio de 1849.
"Los mismos que afirman la solidaridad humana niegan la familiar".Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, 1851.
"Los pueblos sin tradiciones se hacen salvajes"Cerco de Zamora, febrero de 1833.
Estoy aguardando el diluvio y riéndome de los tontos"Carta a Gabino Tejado, París, 16 de septiembre de 1850
"Yo no sé señores si estaré solo; es posible que lo esté; pero, solo y todo, mi conciencia me dice que soy fortísimo; no por lo que soy, señores diputados, sino por lo que represento. Porque yo no represento sólo a doscientos o trescientos electores de mi distrito. ¿Qué es un distrito? ¿Qué son doscientos o trescientos electores? Yo no represento solamente a la nación. ¿Qué es la nación española ni ninguna otra, considerada en una sola generación y en un solo día de elecciones generales? Nada. Yo represento algo más que esto; yo represento la tradición, por la cual son lo que son las naciones en toda la dilatación de los siglos. Si mi voz tiene alguna autoridad, no es, señores, porque es mía; la tiene porque es la voz de vuestros padres. Vuestros votos me son indiferentes. Yo no me he propuesto dirigirme a vuestras voluntades, que son las que votan, sino a vuestras conciencias, que son las que juzgan; yo no me he propuesto inclinar vuestras voluntades hacia mi; me he propuesto obligar a vuestras conciencias a estimarme".Discurso en el Congreso, 30 de diciembre de 1850.
"Libertad, igualdad, fraternidad: fórmula contradictoria.Dejad al hombre el libre desenvolvimiento de su actividad individual y veréis como al punto muere la igualdad a manos de las jerarquía, la fraternidad a manos de la concurrencia.Proclamad la igualdad, y veréis a la libertad huyendo en ese mismo instante, y a la fraternidad exhalando su último aliento."Pensamientos varios, 8.
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El café de Ocata
"Se cree generalmente que el socialismo no ha penetrado en España. Error, error profundo. El día en que sean rotos los diques veréis aquí más socialistas que en París y me preguntaréis con espanto de dónde han salido esos monstruos. Yo no sabré decirlo. En España, toda novedad es admitida al instante, y todo lo que penetra en España, luego al punto llega a los últimos límites de la exageración. El carácter histórico de los españoles es la exageración en todo: exageramos los vicios y las virtudes, las cosas grandes y las pequeñas; hemos exagerado la perseverancia hasta luchar siete siglos contra los árabes; hemos exagerado el odio de razas hasta exterminar a los judíos; hemos exagerado el sentimiento religioso hasta inventar la Inquisición; sólo nos falta exagerar el socialismo, y lo exageraremos ciertamente. Entonces veréis lo que son los españoles enamorados de una idea buena o mala."
Donoso Cortés, Carta al Conde Raczynski. París, 23 de agosto de 1849.
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10:25
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El café de Ocata
"La demagogia no es un mal, es el mal por excelencia; no es un error, es el error absoluto; no es un crimen cualquiera, es el crimen en su acepción más terrífica y lata. Enemiga irreconciliable del género humano, y habiendo venido a las manos con él en la más grande batalla que han visto los hombres y que han presenciado los siglos, el fin de su lucha gigantesca será su propio fin o el de los tiempos"
Donoso Cortés, "Los sucesos de Roma", en El heraldo, 30 de noviembre de 1848.
Cometí el error de comenzar a leer a Donoso a las 2 de la mañana y me he pasado la noche en su compañía. ¿Cómo se puede abandonar a altas horas de la noche a alguien que escribe así? ¿A dónde podría ir en los tiempos que corren? A Donoso hay que mimarlo porque está perdido. Pero quien lo encuentre, sabrá qué significa eso de las emociones fuertes.
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El café de Ocata
Porque fue -rara avis- un español sin complejos. Como muestra, un botón: "Mi libro será aquí y allí universalmente impugnado; así debe ser, y así quiero yo que sea. Si voy contra todos, ¿por qué todos no han de ir contra mi?"
El libro al que se refiere el gran Donoso Cortés es El ensayo.
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El café de Ocata
Claude Cahun.
I Extend My Arms, 1931 o 1932.Tate Modern.
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El café de Ocata
Si es verdad -y no tengo por qué dudar del
Informe sobre los libros infantiles y juveniles en España 2014-2015- que entre la oferta editorial para niños y jóvenes españoles se encuentran libros como
Llama de amor viva. Poesía ascética y mística española, entonces, aún hay esperanza.
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El café de Ocata
Ayer por la mañana me pidieron desde el Periódico que escribiera un artículo sobre la influencia del diseño de los espacios escolares en los resultados de los alumnos. Por falta de tiempo, tuve que decir que no. Hoy ha aparecido un reportaje con este título:
Un aula en condiciones óptimas mejora hasta un 25% el rendimiento de los alumnos.
De manera intuitiva todos creemos -con razón- que un aula bien iluminada y bien ventilada presenta mejores condiciones para el aprendizaje que otra oscura y húmeda. Pero ese 25% del título llama poderosamente la atención.
El reportaje del Periódico se basa en los resultados de una investigación publicado en
septiembre del 2012 en la revista
Building and Environment con el título. "
A holistic, multi-level analysis identifying the impact of classroom design on pupils’ learning". No tengo nada que objetar al hecho de que la investigación estuviera subvencionada -al menos en parte- por empresas de diseño, lo que importa es la metodología empleada y esta, honestamente, me resulta bastante oscura. Pero eso puede deberse únicamente a mi falta de sagacidad analítica. Vamos al titular, que es lo importante: ¿Es cierto o no que un aula diseñada en condiciones óptimas mejora el rendimiento de los alumnos hasta un 25%?
Lo de "las condiciones óptimas" me parece un poco ingenuo, pero, en fin, aceptemos que hay empresas capaces de diseñar centros escolares en condiciones óptimas: ¿Nos pueden garantizar esos excelentes resultados sin necesidad de tocar ninguna otra variable?
Pues parece que sí... pero solamente
los dos años posteriores a la introducción de las condiciones óptimas de diseño (de hecho el pico de ese 25% sólo se alcanza en el segundo año). Pasado este tiempo la prosa se va imponiendo a la lírica. Esto es lo que no recoge el Periódico.
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8:42
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El café de Ocata
“Cuando nace un hombre en la tierra –esto lo he aprendido de Platón- un ángel descendido del cielo toca con su índice el labio superior del recién nacido y éste se olvida inmediatamente de su existencia anterior. Pero su labio lleva siempre la huella del dedo de ángel (…). ¿Cómo probarlo? Sólo se puede sentir, adivinar. Aceptemos que a veces ocurre que el ángel no cumple con esmero su función y que el hombre, aunque no se acuerda de los detalles, siente que ya ha vivido otra vida. Si no se les exigen pruebas de ello, los hombres poseerán una verdad más importante y significativa que el principio de contradicción. Pero si se les exige una prueba, se quedarán sin verdad.”
- Lev Shestov, “L’anamnèse” en “Conclusions”, Cahiers du Sud nº 321, enero 1956, pp 229-30.
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El café de Ocata
Información
AQUÍEstán ustedes invitados.
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El café de Ocata
Periodista: ¿Qué piensas de que los deberes se hayan convertido en un argumento electoral?
Yo: Me parece una magnífica noticia.
Periodista: Me sorprendes, no pensaba que me ibas a contestar esto.
Yo: ¿Por qué?
Periodista: Pensaba que ibas a defender los deberes.
Yo: Sólo los buenos deberes.
Periodista: Pero, volviendo atrás, ¿por qué te parece una buena noticia?
Yo: Porque si uno de los problemas importantes del país es qué hacer con los deberes de los niños, es que no tenemos grandes problemas.
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El café de Ocata
Publicado en el ARA, 06/04/2016
Un deseo no es un hecho. Por esta razón no tenemos la altura de nuestros sueños, sino la de nuestras obras.
La realidad del deseo más noble no es, en sí misma, superior a la del más trivial. Su consistencia sólo se nos muestra diáfana cuando se concreta en las consecuencias que resultan de su aplicación.
Como a todos nos gusta evaluarnos a nosotros mismos de acuerdo con nuestras buenas intenciones, tenemos tendencia a ocultar bajo la alfombra nuestras conductas más decepcionantes. Las grandes verdades de los principios tienden a justificar ad hoc las verdades, quizá pequeñas, pero antipáticas, que las contradicen. Una manera fácil de eludir las responsabilidades que los hechos nos lanzan a la cara, consiste en crearse un enemigo y cargarlo de intenciones perversas. Con este sofisma siempre podremos acusarle de entorpecer nuestros movimientos. Se trata de una falacia habitual, pero eso no evita que nos pase factura: tiende a definirse más por nuestras fobias que por nuestras filias.
No nos debe sorprender, pues, que cada nuevo movimiento pedagógico haya empleado buena parte de sus energías en diferenciarse de los modelos que pretende sustituir, subrayando con tinta roja sus prácticas caducas o, incluso, perversas. Es lo que hizo en su momento la escuela nueva, en todas sus variantes, y ahora repiten los promotores de la "nueva educación". Lo que los proyectos pedagógicos reformistas consideraron que había que superar, ya desde finales del siglo XIX, afecta a todos los elementos de la vida escolar: el aula, el pupitre, la pizarra, el libro de texto, la asignatura, el currículo, la disciplina impuesta externamente, el maestro transmisor, los exámenes, las evaluaciones, la clase magistral, la falta de emociones en el aula, la memorización ...
Y, sin embargo, "los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Podríamos citar abundantes ejemplos de centros de indudable éxito que siguen utilizando métodos tradicionales.
¿A qué se debe, entonces, la persistencia de un pasado que continuamente damos por enterrado?
Quizás deberíamos analizar cuidadosamente qué papel le corresponde a cada uno de los elementos rechazados en la organización de la experiencia del alumno.
¿Hay algo inherente a la experiencia que tienda de manera espontánea a la organización progresiva del conocimiento en asignaturas?
¿Podemos rechazar la disciplina externa sin analizar previamente la importancia de la disciplina o los límites de los hábitos disciplinarios que nos puede proporcionar la experiencia? Si prescindimos de la autoridad externa, ¿dónde se encuentran exactamente las posibles fuentes de la autoridad interna?
Ciertamente "la educación antigua" impone al alumno los conocimientos, métodos y reglas de conducta que los adultos consideran apropiados. ¿Quiere decir esto que los adultos no poseen ningún valor que pueda servir para orientar al niño?
Entiendo perfectamente que la "nueva educación" quiera preservar su principio más preciado, el del aprendizaje por experiencia (hoy hablamos de "construcción de los propios aprendizajes"), buscando la manera de relacionar a los niños con los adultos que lo haga posible. Pero, de nuevo, hay que insistir: un deseo no es un hecho y en ocasiones nuestros deseos no expresan soluciones viables, sino los problemas reales inherentes a la escuela.
¿No hay en toda falta de imposición el deseo de imponer una carencia?
Los principios de la nueva educación no pueden resolver ninguno de los males de la vieja escuela. Serán las consecuencias que se deriven de su aplicación las que nos demuestren su superioridad.
Una teoría cae en el dogmatismo si no es capaz de examinar críticamente sus principios más queridos. Podemos enfatizar la libertad de quien aprende, pero ¿estamos seguros de que entendemos por libertad y bajo qué condiciones puede realizarse? Lo mismo podríamos decir sobre el maestro, los libros de texto o el curriculum. ¿No juegan ningún papel en la organización de la experiencia del alumno?
Las ideas anteriores no son mías. El lector interesado puede encontrarlas en el capítulo primero de Experiencia y educación, un importante libro que John Dewey escribió en 1938 tratando de construir su propio aprendizaje a partir de su propia experiencia como educador. Añado un consejo del prólogo: los que quieren mejorar la educación deben pensar más en la educación que en un nuevo ismo, "porque cualquier movimiento que piensa y actúa en términos de un ismo se acaba encontrando tan involucrado en la reacción contra otro ismo que, sin darse cuenta, termina controlado por él".
Una pregunta final: los nuevos pedagogos han decretado la inminencia de la sociedad del conocimiento. ¿Y si esta sociedad fuera un mito? Empezamos a acumular datos que nos permiten sospecharlo.
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El café de Ocata
Imre Kertész escribe en La última posada: “La enfermedad no posee ninguna razón de ser moral (…). Ninguna relación con nuestros actos, ningún nexo con nuestras virtudes o nuestros pecados. No podemos responsabilizarnos de ella, porque no procede de nosotros, sino del descarrilamiento de nuestras células, de modo que la enfermedad nos viene, como suele decirse, pero no es nuestra. Carece de metafísica.”
En este sentido -así lo vio Rosenzweig-, la religión es más sensible al dolor humano que la ética. El dolor de la enfermedad no es una categoría ética, sino su punto límite. La ética permanece impasible ante la enfermedad propia o ajena.
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El café de Ocata
Ma vie dans les déserts arctiques m'a fait découvrir avec des païens animistes inspirés, dans la nuit polaire, de dimension mystique, la sérénité de ces hyperboréens qui considèrent, dans leur longues méditations en traineaux à chiens, que leur vie n'a quelque sens que dans la mesure où, en hommes naturés, ils supportent avec gaieté les mystères de cet univers impitoyable. Un jour le chaman, si respecté, aura un debut de réponse. "Oui, me dit-il, il y a un ordre de la nature. Il n'est ni bon, ni mal; Tessa! (C'est comme ça)".
- Jean Malaurie, Hommage à Léon Chestov.
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El café de Ocata
En Fitero, Navarra.
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El café de Ocata
Se han ido los hijos y los nietos y queda Bartok. Las
Obras corales. Sustituyo a Imre Kertész por Lev Shestov, que escribe que "la filosofía ha sido siempre la lucha contra las evidencias". Por eso mismo el filósofo puede apostar por la fe. La evidencia es la ley, esa necesidad implacable de dotarnos de normas para regir nuestra vida, de someternos a una forma u otra. Precisamente, insisto, porque la ley parece la única actitud razonable, la revuelta (¿una revuelta?) contra la resignación es la fe. Pero estas son cosas que es mejor no ir diciéndoselas a la cara a los amigos, para no molestarlos. Escribirlas aquí es más fácil, porque las escribo para nadie, amigo lector, y por eso no veo tu reacción interpelándome.
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El café de Ocata
Mientras suenan las Improvisaciones sobre canciones húngaras de Bartok, leo en La última posada de Imre Kertész: "Mi vida es una oración subordinada a la principal. ¿Y quién pronunciará con voz sonora esa incomprensible oración principal?". Cierro el libro y dejo que Bartok ocupe todo el espacio.
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El café de Ocata
Ayer por la tarde Luis Moctezuma y yo nos dimos una buena caminata por Barcelona, que terminó en Casa Almirall, el que es posiblemente el bar más antiguo de la ciudad. Le estaba contando yo a Luis que estábamos cerca de El Lletraferit, el bar de Alexandre Diego Gary, hijo de Romain Gary y Jean Seberg, cuando entraron dos escoceses -lo supe porque me lo dijeron después-, se sentaron a nuestro lado y comenzaron a discutir sobre Michel Houellebecq sin ponerse de acuerdo. Para uno es un genio y para el otro, un mero provocador. Para mi sorpresa se dirigieron a mi para que hiciera de juez. ¿Qué pensaba yo sobre el escritor francés? Tras informarme de sus respectivas opiniones, le pregunté al partidario de Houellebecq si su amigo era muy buena persona. "Es una magnífica persona", me contestó. "La mejor que conozco", añadió con firmeza. "Pues aquí está la clave de todo", le dije yo. "Las buenas personas suelen ser malos lectores". Para mi sorpresa, ambos se mostraron de acuerdo conmigo.
De vuelta a casa, el tren estaba tan lleno de pasajeros que parecía un test sobre las convicciones filantrópicas de cada uno de nosotros. Me puse los auriculares y seleccioné en Spotify el segundo movimiento de la quinta de Mahler. Y con la primera nota, se hizo el vacío. Viajé hasta Ocata lejos del mundo y de sus incomodidades. ¿Dónde estamos cuando estamos escuchando música?
En casa me encontré con un mensaje. José Luis López Bulla me decía que una mujer de 82 años, niña de la guerra, conoció en Moscú a Caridad Mercader y que quería hablar conmigo.
Sigo buscando información sobre el Retrato de Montserrat, de Diego Rivera. Luis Moctezuma me ha puesto en contacto con el nieto del pintor y con Tely Duarte. El nieto no sabe nada y Tely me anima a escribir "al maestro Alberto Hijar, que conoce perfectamente todo el asunto relacionado al partido comunista. Se desempeña como investigador en el CENIDIAP".
"Compañero Luri", me contesta Alberto Hijar. "Averiguaré si en los registros del INBA aparece Monserrat. Por el lado de Claudio Albertani, director del Centro Vlady e investigador de Victor Serge, podría aparecer algún indicio. Ojalá".
Respuesta de Claudio Albertani: "Hola Gregorio: muchísimas felicidades por tu libro. Lo podemos presentar en el Centro Vlady. Voy a buscar a alguien que sea conocedor de Diego Rivera para ver si me puede proporcionar información sobre el cuadro. En cuanto sepa algo, me comunico".
A ver lo que da de sí este nuevo día.
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El café de Ocata
Llegué a México siguiendo las huellas de Carmen Brufau. Allí supe que había veraneado en una casa llamada Mar Blau que era propiedad de la madre de Carlos Lazo. Siguiendo a Carlos Lazo entré en contacto con Yolanda, su hija. Gracias a Yolanda he conocido a Carlos Moctezuma, que está pasando unos días en Barcelona y asistió a la presentación de
El cielo prometido con un sobre que Yolanda le había dado para mi. Gracias a Carlos me entero de la relación de Mireya Cueto con Grandizo Munis. Ambos se conocieron en la casa de Trotsky. A Carlos le hablé en
Els 4 gats de un cuadro que pintó Diego Rivera titulado
Retrato de Montserrat. Cuando lo pintó creía estar retratando a la hermana de Ramón Mercader. Yo tengo otra hipótesis. Carlos me da direcciones de varias personas relevantes en México y comienza de nuevo el erotismo de la búsqueda. Resulta que conoce al nieto de Diego Rivera. Esta tarde he quedado de nuevo con Carlos. El cuadro, por cierto, parece que ha desaparecido.
No sé si Mireya Cueto puede considerarse pedagoga. Yo creo que sí, pero eso no importa. Lo relevante es que fue una de las grandes escritoras mexicanas de teatro para niños y una de las mayores dinamizadoras del teatro de títeres. Animo, sinceramente, a todos los maestros a informarse de su vida y de su obra y si, además, pueden leer esta joya, miel sobre hojuelas.
No hay nada más fascinante que llamar a una puerta cerrada. Nunca sabes a dónde te llevará.
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El café de Ocata
"... dos hombres de mente lúcida que, viviendo en medio de un lujo halagador, ponderan la proximidad de un peligro mortal y piden de paso un poco más de nata para el café"
- Imre Kertész
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
El aristócrata: considera divina la música y un sirviente al compositor.
La democracia: olvida al compositor y diviniza al intérprete.
La democracia tardía: considera antidemocrático el talento.
Imre Kertész, La última posada.
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El café de Ocata
Tomás Moro escribió algunas de las oraciones más divertidas de la historia del cristianismo. Quizás por eso se le atribuyen las siguientes bienaventuranzas, que leí (en versión un poco libre de éste, su seguro servidor) el domingo pasado en la Llibreria Nollegiu:
- Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse.
- Felices los que saben distinguir una montaña de una piedrecita, porque evitarán muchos inconvenientes.
- Felices los que saben descansar y dormir sin buscar excusas porque llegarán a ser sabios.
- Felices los que saben escuchar y callar, porque aprenderán cosas nuevas.
- Felices los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse muy en serio, porque serán apreciados por quienes los rodean.
- Felices los que están atentos a las necesidades de los demás, sin sentirse indispensables, porque serán distribuidores de alegría.
- Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas y con tranquilidad las cosas grandes, porque irán lejos en la vida.
- Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio, porque su camino estará lleno de sol.
- Felices los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar, porque no se perturbarán por lo imprevisible.
- Felices los que saben callar y ojalá sonreír cuando se les quita la palabra, se les contradice o cuando les da un pisotón, porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón.
- Felices los que son capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de los demás aunque las apariencias sean contrarias. Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.
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El café de Ocata
Karl Kraus, en La Antorcha: “Nunca he considerado una blasfemia la exclamación de un contemporáneo que dice: ‘¡Oh, Dios, eres como Shakespeare!”
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El café de Ocata
En la playa de Ocata, con mi nieto Gabriel, de 2 años.
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El café de Ocata
He de reconocer que en Aragón siempre me han tratado de manera especial.
La magie des petites choses, B.
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8:02
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El café de Ocata
Autor desconocido
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19:57
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El café de Ocata
Nathan Crick resuelve de esta manera las diferencias entre Dewey y Lippmann: las propuestas de Lippmann son éticamente sospechosas pero económicamente viables, mientras que las de Dewey son éticamente superiores, pero irremediablemente ingenuas. Dejo de lado la parvularia imagen de Lippmann que maneja Crick, lo que me llama la atención es que considere que una propuesta políticamente inviable pueda ser ética y que éste sea el pedestal desde el que condena a Lippmann. No puedo menos de acordarme de lo que repetía Ridruejo: "En política todo lo imposible es inmoral".
El texto de Nathan Crick se encuentra en “The search for a purveyor of news: The Dewey/Lippmann debate in an internet age”, Critical Studies in Media Communication, 26 (5), 480-497, 2009.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
A la hora de la verdad, resulta pasmosamente evidente que del fracaso sólo se aprende algo si es pequeño y circunstancial y, sobre todo, si resulta que ha sido un excurso en el camino del éxito. La verdad pura y simple es que si triunfas eres recordado como triunfador y si fracasas eres recordado -en el caso de que seas recordado- como perdedor.
Dicho de otra manera, querido coach: el fracaso tiene valor si el éxito lo descubre como un momento de su propia historia. En caso contrario sólo es triste, frustrante. No hay vitrinas para lucir el fracaso.