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El café de Ocata
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El café de Ocata
Me ve escribiendo en la mesa del café y me pregunta qué estoy haciendo.- Estoy escribiendo un prólogo.Le explico qué es un prólogo.Se queda mirándome, perplejo, y finalmente me dice:- ¡Con lo que cuesta leer un libro, para que además le pongas prólogos de esos!
Le comento la anécdota a un amigo y cuenta lo que le ocurrió a Haro Técglen. En el transcurso de una mudanza se disculpó por la cantidad de libros que había que trasladar. "Peor usted -le contestaron- que tiene que leerlos".
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El café de Ocata
Hace unos años tuve en mis manos el diario de un abogado católico barcelonés. Lo inicia el 1 de enero de 1938, en plena guerra civil y describe con una naturalidad asombrosa, casi costumbrista, tanto los desastres de la guerra como detalles íntimos de su biografía.
Junto a las explosiones de las bombas, el autor se detiene a hablar de una morena que se asoma cada día al balcón o de sus dudas sobre si debe continuar o no su noviazgo. Cree que quiere a su novia, pero la encuentra fea, prematuramente envejecida y vulgar… Intenta contarle de manera delicada sus sentimientos, pero ella se lo toma a broma.
Barcelona es un hervidero de sospechas. Se habla de quintacolumnismo. Hay detenciones. Hay mucho miedo a los coches desconocidos que se detienen por la noche ante las puertas de las casas. Una sospecha es una condena a muerte… si es que se sale vivo de la checa.
Uno de los detenidos es el hermano del autor. Sospecha que está en la checa de la calle Vallmajor. Corre con su cuñada a llevarle ropa limpia sin saber si lo encontrará aún con vida. "Vuelva usted la semana que viene", le dicen.
¿Cómo dejar a una novia a la que ya no quieres en medio de una guerra civil?
Como abogado tiene que defender a detenidos en los que son evidentes las huellas de malos tratos. El fiscal pide para su hermano pena de muerte. Lo defiende él y consigue 30 años de internamiento.
Aumentan los acusados de espionaje. Hay un fiscal de rasgos sádicos. Se burla de una mujer de más de sesenta años diciéndole que por las noches se sube a una escoba y se va a dormir con Franco, pero que lo que a ella le gustan son los "curitas".
Compra 25 gramos de tabaco por 40 pesetas. Una fortuna. Tiene mala conciencia, pero sabe que lo volverá a hacer.
Le gusta estar con su cuñada. Se siente a su lado mejor que con su novia.
El fiscal impertinente se dirige a una mujer acusada de haber robado en la fábrica en la que trabaja: "¿Pero mujer, si querías tener algo en la mano, por qué no te buscas un novio?”
En enero del 39 se hunde aparatosamente Cataluña y en esos días es su novia quien lo deja a él. Sorprendentemente ahora echa en falta a “esa chica que era tan mía”. Siguen las bombas, pero la gente parece acostumbrada.
Lunes 23 de enero: Barcelona, una ciudad muerta. Martes 24: llegan noticias de que ha caído Sant Boi. Hay mucha gente que carga con todo lo que puede y abandona la ciudad precipitadamente. Miércoles 25: Saqueo de las tiendas. Jueves 26: Barcelona liberada. “Toda la vida recordaré con emoción este día”.
Se apunta como voluntario en el ejército de Franco y viaja a Castellón. El 18 de marzo viendo a su alrededor el comportamiento de las tropas a cuyo lado combate, se pregunta: "¿Y con gente así es posible hacer una nueva España?"
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El café de Ocata
Hace unos años la Fortuna nos llevó a mi mujer y a mí hasta el hotel Voramar de Benicàssim, donde pasamos tres días inolvidables. En aquel momento yo andaba recopilando material sobre las Brigadas Internacionales y resultó que este hotel había sido un hospital de las Brigadas. Aquí traían a los heridos en el frente de Teruel. Nos gustó mucho la terraza y nos prometimos volver, pero el tiempo iba pasando y el Voramar parecía condenado a incrementar el montón de deseos indefinidamente postergados.
Pero ayer estuve en Castellón. Participaba en un debate, en el hermoso Casino Antiguo, con Ferran Riera, un monstruo de generosidad. Ferran es tan grande que a su lado todos somos enanos y eso está muy bien, porque en lugar de degradarnos, nos impulsa a mirar hacia arriba, hacia lo alto, a donde no llegan las moscas, sino las águilas.
Había dado por supuesto que me alojarían en un hotel de esta ciudad, pero me dijeron que no, que tenía habitación reservada en un hotel de Benicàssim, ciudad a la que iríamos a cenar.
El día en Castellón fue largo y entretenido. La temperatura animaba a pasear perezosa y caprichosamente por la ciudad, siguiendo los caprichos del momento y el azar amigo se encargó del resto: al poco tiempo di con una librería de viejo. En realidad, en Castellón, según pude comprobar después, lo que hay es tiendas de libros de segunda mano. Ya he dicho por aquí que se sabe mucho de una ciudad por lo que revelan de las misma sus libros usados.
Compré un par de libros, debatí con Ferran largo y tendido sobre el alma, la fidelidad y el perdón y a la noche me llevaron a cenar a una casa de Benicàssim. Fue una una cena muy agradable, emotiva, bien surtida de alimentos y relatos, y muy larga.
Cuando me dejaron frente al hotel vi enseguida que se trataba del Voramar. Al llegar a la habitación lo primero que hice fue salir a la terraza y enviarle una foto de la misma a mi mujer, que está en Pamplona. Se oían las olas, pero apenas se intuía el mar.
Después, en la oscuridad de la noche y en la soledad la cama, no podía dejar de pensar en brigadistas.
Esta mañana he saltado de la cama para salir inmediatamente a la terraza. Y allí estaban la brisa marina, la luz, la espuma de las olas.... recomponiendo la imagen que yo guardaba en mi memoria de todo aquello.
Las cosas sólo son cosas si no nos ha pasado nada con ellas, si han sido testigos mudos de una hora anónima de nuestras vidas; pero cuando están cargadas de sentido, son parte de nosotros mismos y al reencontrarte con ellas se despierta nuestra memoria y sientes que algo de ti se expande para abrazarlas y acogerlas. Las cosas también tienen su alma. Se la dimos nosotros cuando fuimos felices a su lado.
Venían a buscarme a las 11:15. He dedicado toda la mañana a esa terraza... y a Pemán, que me lo encontré ayer en la librería de libros de segunda mano de Castellón.
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El café de Ocata
Regreso de Madrid agotado, pero contento. Muy contento.
Ayer por la mañana estuve en la Asamblea de Madrid, hablando con portavoces de diferentes grupos políticos. Por la tarde, ayuntamiento y Save the Children. Si todo sale como parece que va a salir, contaré los detalles del asunto.
Estando en la cafetería de la Asamblea, me llamó Daniel Capó. Nos animamos mutuamente a desarrollar una idea que tenemos sólo esquemáticamente esbozada. Justo en ese momento tenía delante a alguien que podía ayudarnos. Inmediatamente se pusieron los teléfonos en marcha. Quizás haya financiación. No hay plan que valga si no se cuenta con el momento oportuno. Se trata de un proyecto quijotesco, ambicioso y exigente. Saldrá bien. También os informaré en su momento.
Esta mañana, visita a The Objective y recorrido por varias librerías de viejo. Me he hecho con los Ensayos sobre Valera de Manuel Azaña.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Necrólogica sobre Steiner que firmo hoy en El Mundo:
He bajado a escribir esta necrológica a la terraza del Petit Café, en la Plaza de Ocata. Al fondo de la calle Pintor Miquel Villá está el Mediterráneo. A esta hora la luz del mediodía le arranca chispeantes reflejos asalmonados a su superficie. La cultura es esto: el intento de combatir con palabras el silencio del ser. Es importante recordarlo en la muerte de Steiner, humanista rezagado, porque hoy, a las puertas del poshumanismo, nos sentimos más necesitados que nunca de palabras.Son frecuente los lamentos por la crisis del humanismo. Pero no está nada claro que lo que nos mueva sea el amor a las humanidades. Pudiera ser que detrás de nuestras quejas sólo haya miedo al creciente antihumanismo, de forma que sólo seamos anti-antihumanistas.El humanismo era el acicate que nos animaba a combatir la vulgaridad que llevamos adherida al alma y que no se conformaba con entender la democracia como una universal aspiración a la igualdad. Propugnaba una igual aspiración a la excelencia. El humanista sabía que la respuesta a lo que es el hombre no se encuentra en los huesos de Atapuerca, sino en su aspiración a alcanzar la mejor versión de sí mismo. Por eso es esencial ofrecer a los jóvenes motivos de estudio que trasciendan los huesos de Atapuerca. Steiner quería ser visto como un cartero que lleva a su destinatario estos motivos, o sea, las cartas que dirigieron los grandes autores a las nuevas generaciones. Los jóvenes necesitan un cartero que los ponga en contacto con los grandes. Si los clásicos se han vuelto difíciles no ha sido por su culpa. Leer es situar un texto en un contexto. Por eso, para entender a Góngora hay que situarse en su contexto preciso, lo cual requiere tener bien nutrida la biblioteca ambulante que es nuestra memoria. El texto no es un pretexto, sino una de las formas de Eros, aquel Dios que los antiguos llamaban “simiente de la unión”. Nos permite profundizar en nuestra alma, nos enseña a pensar con matices (el matiz es la honestidad de la inteligencia), nos mantiene en relación con lo grande. La relación entre maestro y discípulo nos dice en Lecciones de los Maestros es una relación erótica. El profundo rechazo de Steiner a los métodos pedagógicos suaves tan en boga, se explica por su abandono de la memoria (“el poema que vive en nosotros vive con nosotros, cambia como nosotros”) y del silencio (“el miedo de los niños al silencio me da miedo”). Una de sus películas preferidas era Il postino, de Michael Radford, basada en la Ardiente paciencia de Antonio Skármeta."Un maestro -dice Steiner- es el celoso amante de lo que podríamos ser". Para poder amar lo mejor que podemos llegar a ser, alguien nos lo ha de hacer visible y deseable. Cuando tal cosa sucede, hemos conquistado el derecho a tener un alma, porque, ¿qué es el alma, sino la palabra que lo mejor que podemos llegar a ser dirige a lo que somos? Rememorando sus años de estudiante en la Universidad de Chicago, cuenta en Errata que Leo Strauss comenzaba sus cursos con estas palabras: “Damas y caballeros, buenos días. En esta clase no se mencionará el nombre de…, que por supuesto es estrictamente incomparable”. Evidentemente, él tampoco lo nombraba.Repite la anécdota en Celan y Heidegger: diálogo en el silencio, pero añadiendo que Strauss insistía en que estaba prohibido mencionar el nombre de Heidegger en su seminario.Inevitablemente, los alumnos de Strauss se susurraban el nombre del innombrable y al salir de clase corrían a la biblioteca: “Esa noche intenté hincarle el diente al primer párrafo de ‘Ser y tiempo’. Era incapaz de entender incluso la frase más breve y aparentemente directa. Pero el torbellino ya había comenzado a girar y tuve el presentimiento radical de un mundo absolutamente nuevo para mí”. “Esta es la cuestión –concluye Steiner-. Llamar la atención de un estudiante hacia aquello que, en un principio, sobrepasa su entendimiento, pero cuya estatura y fascinación le obligan a persistir en el intento.” Esta es la cuestión, podríamos decir también: despertar en el alumno el deseo de elitismo intelectual. Strauss puso a Steiner en contacto con el legado que Rosenzweig desarrolló en la Freies Jüdischen Lehrhaus de Frankfurt. Rosenzweig, más interesado por el heroísmo intelectual de los judíos que por el sionismo, creía que la manera genuinamente judía de enseñar es la traducción. En una carta a su primo Hans Ehrenberg, convertido en 1911, le dice: “el aprendizaje judío se corresponde, poco más o menos, con lo que para vosotros es un sacramento.” Es una ética del enseñar aprendiendo, cuya transmisión era el mayor servicio que podía brindarse a la propia cultura. Basándose en Rosenzweig, Leo Strauss desarrollará su propio proyecto de “aprender leyendo” (lesendes Lernen) para ayudar a sus alumnos a relacionarse con los grandes problemas recogidos en la literatura clásica. Steiner (como Rorty o Sontag) bebe directamente de esta fuente. Por eso afirma constantemente el poder moral de la literatura y, por lo tanto, lo que podemos llamar “el deber moral de ser inteligentes”. En una ocasión dijo que “un judío es un hombre que, cuando lee un libro, lo hace con un lápiz en la mano porque está seguro de que puede escribir otro mejor”.Y, sin embargo… ¿Es el humanismo suficiente? Esta es la pregunta que queda como incómoda sospecha en el fondo de nuestras apasionadas lecturas de Steiner. Está formulada explícitamente en el prefacio de Lenguaje y silencio, donde quiere ofrecernos una respuesta humanista aparentemente consoladora: “La pérdida de valor de la palabra es un fenómeno inseparable del triunfo de la barbarie”. Podríamos suponer, entonces, que el mantenimiento del valor de la palabra nos protege de la barbarie. Pero no parece ser esta una verdad autoevidente, ya que la misma lengua que sirve para amar también sirve para insultar, herir, despreciar, anonadar, aniquilar… Este es el legado trágico que el siglo XX europeo le ha dejado al humanismo. Heidegger dejó dicho que “la palabra posee al hombre”. Pero entre nazis y estalinistas había no pocos letraheridos. Los libros no les impidieron ejercer de verdugos. Hoy sabemos que es perfectamente factible leer a Goethe por la mañana, escuchar a Bach a medio día y ser guardián de Auschwitz por la noche. Y, sin embargo… Es imposible no hallar en Steiner la terca voluntad de encontrar en el legado de los grandes textos aquellas palabras que podamos transmitir a los jóvenes para impedir la invasión vertical de la barbarie. Se ha ido dejando la tarea inacabada. Pero en la continuación de su esfuerzo se juega el humanismo, hoy, su razón de ser.
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El café de Ocata
George Steiner, que fue su discípulo en la Universidad de Chicago, nos cuenta que Strauss comenzaba sus cursos con estas palabras: “Damas y caballeros, buenos días. En esta clase no se mencionará el nombre de…[y aquí pronunciaba un nombre teniendo buen cuidado de que fuese inaudible], que por supuesto es estrictamente incomparable”.
Inevitablemente los estudiantes se lanzaban voraces al filósofo impronunciable. “Esa noche –añade Steiner-, intenté hincarle el diente al primer párrafo de Ser y tiempo. Era incapaz de entender incluso la frase más breve y aparentemente directa. Pero el torbellino ya había comenzado a girar y así tuve el presentimiento radical de un mundo absolutamente nuevo para mí.”
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El café de Ocata
Hay palabras que debieran existir.
Por ejemplo, si existe desalmado, debiera existir almado.
Si si existe desalmar, debiera existir almar.
De hecho, ya tenemos un desanimar y un animar.
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El café de Ocata
Hoy, atención, es el
02/02/2020
Veremos si al finalizar el día esta simetría especular ha querido decir algo.
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El café de Ocata
Dice
García-Máiquez en The Objective que, para muchos británicos -la mayoría, de hecho-, el brexit se ha presentado como la garantía de que no acabarán siendo ciudadanos del mundo. Ha dado en el clavo.
El dilema político fundamental de nuestro tiempo es el de la elección fatal (o elegimos nosotros o elegirán por nosotros) entre repúblico o cosmopolita.
Me gusta la palabra "repúblico", muy frecuente en los tratadistas políticos hispanos, que se mantuvo viva hasta el primer tercio del siglo pasado. Es la mejor traducción del "zoon politikón" aristotélico.
Lo que nos decía el estagirita no es que el hombre sea un animal ciudadano, sino que es un animal político, que está moldeado por una "res pública" (una "politeia") y, por lo tanto, se debe, al menos en parte, a ella.
A mi modo de ver, los únicos cosmopolitas -ciudadanos del mundo- coherentes han sido los cínicos (herederos de Antístenes, Diógenes y Crates), porque pretendían vivir no sólo sin la protección de ningún Estado sino contra la protección de cualquier Estado, por considerarla contraria a la genuina vida natural. Para ser de verdad cosmopolita hay que limitarse a ser ciudadano de la Naturaleza.
Para llevar a cabo su pretensión, los cínicos se comprometieron con un impertinente ejercicio de la libertad de palabra y con una radical renuncia a todo derecho de propiedad. El cínico siempre está de paso, porque esta es la manera cabal de asumir íntegramente la propia naturaleza sin ceder parte alguna de la misma a la gestión del Estado.
El nuevo cosmopolitismo es menos coherente, pero es más insidioso. Se presenta como ciudadanía con derechos de propiedad y, sobre todo, de subsidio, sin deudas hacia el Estado cósmico que le garantizaría mágicamente el ejercicio de esos derechos pero permanentemente en deuda con la naturaleza.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Los británicos se van. Y no se van porque lo hayan echado a los dados o porque el cambio climático les haya afectado la capacidad de raciocinio, sino porque han echado cuentas, han visto pros y contras... y han optado por seguir haciendo política de manera autónoma.
En su decisión ha pesado más la política que la estricta economía.
La primera condición para hacer política es tener ideas y autonomía para asumir riesgos. Y los británicos creen que en la UE, en lugar de ideas hay intereses comerciales. Y si se trata de intereses comerciales, los británicos prefieren exportar lo suyo que importar lo ajeno.
Los británicos prefieren alianzas seguras con los suyos, norteamericanos, canadienses, australianos... porque saben que les responden en caso de necesidad, mientras que de Europa, hoy por hoy, no parece que pueda esperarse más que vagas promesas, buenos sentimientos e índices de bienestar.
Los británicos quieren recuperar la autonomía sobre sus fronteras porque sin esa autonomía ni se hace política afuera ni se crea un sentido de copertenencia dentro. No quieren disolver el Reino Unido de la Gran bretaña en Europa sino recuperar un sentido de integración interna que, a su parecer, la UE pone en riesgo.
Los británicos saben que en un contexto mundial en el que el Pacífico va para arriba, el Atlántico va para abajo y el Mediterráneo es un lugar de turismo y museos arqueológicos, si no estás actuando donde se cuecen las cosas, quedas marginado. No les cuesta mucho dejar atrás a una Europa que no puede creer en sí misma por la sencilla razón de que no sabe quién es.
Los británicos tienen una firme voluntad de actores.
Por supuesto, todo les puede salir mal a los británicos. Eso ya lo saben. Pero saben también -y esto es lo importante- que sólo asumiendo riesgos un país seguro en sí mismo crece, se fortalece y se cohesiona.
Si yo fiese inglés, tendría más confianza en Washington que en Bruselas.
Ellos se van tan contentos y nosotros les cantamos melancólicas canciones de despedida un tanto cursis.
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El café de Ocata
Ustedes ya están al tanto de mis reticencias a lo que Pedro Mártir de Anglería llamaba "novolatría", o sea, a la rendición incondicional ante lo nuevo por el mero hecho de ser nuevo, sin ninguna consideración a su bondad. Para el novólatra, lo nuevo es más relevante que lo bueno. Como he podido comprobar varias veces, en nuestros días nadie se enfada si le dices que está equivocado. "Es mi opinión", te contestará, dando por supuesto que toda opinión es respetable por el mero hecho de ser propiedad de quien la emite, independientemente de su fuerza argumental. Pero se corren serios riesgos si te atreves a decirle que está anticuado.
El hecho de que sea crítico con los novólatras no significa, en absoluto, que sea ni reacio ni ajeno a una cuantas novedades de nuestro tiempo que contribuyen a hacer la vida más densa. Trasteo con frecuencia por las redes sociales y gracias a ellas he descubierto a personas de las que me enorgullezco ahora de considerarme su amigo y ninguno de mis últimos libros podría haberse escrito sin el correo electrónico y sin el acceso a las hemerotecas, archivos y editoriales remotas.
Esta tarde doy una videoconferencia a un grupo de profesores de una universidad de Puebla, México. Bien es cierto que el técnico de la universidad ha sido paciente conmigo, porque no solamente quiero que me vean. Quiero, al mismo tiempo, pasar diferentes imágenes y esquemas de un PowerPoint. ¿No es maravilloso poder impartir una lección en vivo y en casi-directo a un grupo de mexicanos sin moverte de tu casa? No puedo sino gritar entusiasmado un "¡Viva la buena tecnología!"
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El café de Ocata
Paseaba Cánovas del brazo de la embajadora alemana en un baile que se celebraba en la Embajada. Varias señoras se acercaban a él e insistían en las pretensiones que le tenían formuladas.
- Mucho le deben molestar las señoras con tanta petición -le dijo la embajadora.Cánovas contestó: - Señora, a mí no me molestan las mujeres por lo que me piden, sino por lo que me niegan.
A su mujer, de la que según todos los testimonios, estaba profundamente enamorado, Cánovas le decía:- Te adoro, Joaquina, y te seré siempre fiel. Con una condición y con un límite. Yo no haré el amor a nadie, pero si se acerca a mí una mujer, no la rechazo. Fíjate que sólo un hombre, el casto José, despreció a una mujer y lleva veinte siglos haciendo el ridículo".
M. Fernández Núñez, Anecdotario político, 1931.
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El café de Ocata
La última innovación humana podría ser la máquina de producir innovaciones.
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El café de Ocata
La memoria tiene hoy mala fama entre los neopedagogos. Es absurdo, ya que no hay nadie que quisiera tener menos memoria que la que tiene, pero así es. La perplejidad que esto produce no habla mal de la memoria, sino de sus absurdos denigradores, que entienden, en contra de toda la tradición y de todo cuando la ciencia nos muestra con rigor, que la memoria es algo así como un archivo empolvado de datos acumulados para el olvido.
La mejor definición de la memoria que conozco es la de Covarrubias, que en 1611 afirma que consiste en percibir ahora las cosas que se quedan con nosotros.
Efectivamente, la esencia de la memoria no radica en el residuo que las cosas nos dejan al pasar, sino en la capacidad de revivir todo eso que, al pasar, se ha quedado con nosotros. En este sentido, la memoria amplifica nuestras posibilidades de experiencias vitales.
Por otra parte, cuando hablamos del olvido hay que hacerlo con cuidado, porque nunca sabemos ni si eso que creemos olvidado emergerá mañana, súbitamente, a la superficie de la conciencia como un corcho hundido salta a la superficie del agua, ni lo que pudimos aprender gracias a aquello que hoy parece olvidado.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
El 7 de noviembre de 1901 se estrenó en el Teatro de la Zarzuela El Bateo, de Chueca.
Uno de sus personajes es Wamba, vecino de Lavapiés, que no sabe “más que tangos anarquistas, dinamitistas y petroleristas”, que bebe “bebidas fuertes, como mis ideas” y que está tan avergonzado de llevar el nombre de un rey godo, que nada más de pensarlo le dan arcadas:
“… Pensar que yo, presidente de cuatro
cluses socialistas y secretado de La tea incen-
diaria, tengo el nombre de un monarca, y
de un monarca cursi...)
Le parece cursi porque es gótico, que para él “es lo mismo”.
A lo que vamos. Wamba es un idealista que tiene muy claro su programa de gobierno:
“Haremos de carne humana
la estatua de Robespier,
para que sirva de ejemplo
el mártir aquél”.
Pero Wamba quiere también ser el padrino del hijo de su amigo Lolo:
“…y si Lolo me deja que yo le
eduque, lo primero que le enseño son las
tres us que constituyen nuestra doctrina:
Utopía, Unión y Huelga”.
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El café de Ocata
"Creer que la única función política es atacar, insultar y calumniar al enemigo, y que éste no va a responder (y más en un país como España), es una creencia peregrina, pero que se repite desgraciadamente hoy".
Julio Caro Baroja, en 1981, con motivo del 50 aniversario de la Segunda república.
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El café de Ocata
"La pedante pedagogía -no olvidemos que pedagogía, pediatría y pedantería tienen la misma raíz..."
José María Pemán en el prólogo a Mis amigos muertos, de Juan Ignacio Luca de Tena (1971).
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El café de Ocata
Entro en el aula, empiezo a hablar a un ciento
de caras mal despiertas: por un rato
sobre sus vidas, rígido, desato,
cumpliendo mi deber, el frío viento
del Ser y de la Nada, de la Idea
y la Cosa; la horrible perspectiva
del vértigo que se ha hecho inofensiva,
espectáculo gris, vieja tarea.
Si alguno, casi inquieto, se remueve,
los más sueñan, o apuntan, o hacen ruido.
Pero basta: es la hora ya. De nueve
a diez, vieron el Ser, ese aguafiestas;
prosigan su vivir interrumpido:
yo vuelvo a mi silencio sin respuestas.
José María VALVERDE
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Ley de la fatalidad de la corrección: "Toda corrección minuciosa de tu propio texto introduce alguna nueva incorrección".
Ley de la creatividad del error: "En algunos casos, los errores nos corrigen con tal arte, que nos despiertan ideas a las que no habríamos llegado por nuestra cuenta."
Ley de la autoría compartida: "De todo texto es autor el que lo firma y el azar".
Ley de la relectura penitencial: "Es toda relectura hay algún arrepentimiento".
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El café de Ocata
Un cliente estaba sentado a la mesa con un niño pequeño, de unos 5 años. Protestaba con grandes gesticulaciones porque nadie lo atendía. Finalmente se levantó y cogió al niño de la mano. "Tengo hambre", protestó el niño. "¡Pero por encima del hambre está el honor", dijo el adulto. "Con el honor del hombre este, el crío va a crecer raquítico", pensé yo. Entonces apareció el camarero con una bandeja vacía y una servilleta blanca en el antebrazo, justificando su tardanza porque, según repetía, "La vida es un cuerpo extraño". Y nada me pareció más obvio.
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El café de Ocata
A veces se encuentran en Lope sonoridades de una modernidad tal, que el lecgtor, desprevenido, se ve forzado por la extrañeza a comprobar que eso que está leyendo es, efectivamente, de Lope. Es el caso -uno entre mil- de estos versos de El arauco domado:
Piraguamonte, piragua,
Piragua, jevizarizagua;
Bío, Bío,
Que mi tambo lo tengo en el río.
Yo me era niña pequeña,
Y enviáronme un domingo
A mariscar por la playa
Del río de Bío-Bío,
Cestillo al brazo llevaba,
De plata y oro tejido;
Hallárame yo una concha,
Abríla con mi cuchillo;
Dentro estaba el niño Amor,
Entre unas perlas metido;
Asióme el dedo, y mordióme;
Como era niña, di gritos.
Bío, Bío,
Que mi tambo lo tengo en el río.
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El café de Ocata
Comenzamos hablando de videojuegos y seguimos hablando de juegos. De repente, me fijo en su apellido.- ¿No serás familiar de José María Gil Robles?- Sí, soy su nieto.
Y todo cambia.
No sé si habrá alguien más entusiasta de las redes sociales y, en general, de Internet, que yo. Sin internet no hubiera podido escribir ninguno de mis últimos libros. Gracias a las redes sociales he podido conocer a mucha, mucha gente verdaderamente admirable de la que cada día aprendo algo. Gracias a Internet estoy en contacto con amigos americanos, búlgaros, rusos y asiáticos. Gracias a Internet tengo acceso a libros que nunca imaginé que pudiera tener en mis manos. Etc., etc. Por eso mismo sé que aquí acabas encontrando lo que buscas. Y ese es el riesgo. El peligro no está tanto en lo que te ofrece Internet, ya que es imposible dar con todo, como en lo que cada uno busca. Internet lo que hace es amplificar nuestras posibilidades e intereses.
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El café de Ocata
Mi nieto Bruno, curioseando entre mis libros, se sorprende mucho de que tenga uno titulado
¿Por qué a los niños no les gusta ir a la escuela?- ¿Quién ha escrito esto? ¡Vaya tontería!- ¿Por qué es una tontería?- Porque para saber la respuesta se lo podían preguntar a cualquier niño.- ¿Y por qué crees tú que a los niños no les gusta la escuela?- Porque pensar cansa.
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El café de Ocata
Firmo esta necrológica sobre Sir Roger Scruton que aparece hoy en El Mundo:
Sir Roger Scruton, un hombre, blanco, heterosexual, cristiano y un intelectual extraordinariamente culto y defensor de la “common decency”, falleció el domingo 12 de enero. Nacido el 27 de febrero de 1944, ha sido uno de los principales protagonistas del movimiento de renovación del conservadurismo que recorre, como un nuevo fantasma, Europa. Ha escrito ensayos de filosofía política, moral, estética, arquitectura, música, religión…, a los que hay que sumar varias novelas y dos óperas. Y todo lo ha hecho con una claridad epigramática, ágil, elegante y valiente. Para algunos, ha sido el mejor escritor inglés desde Orwell.
Se hizo conservador en las calles del barrio latino de París, durante mayo del 68. Desde entonces fue muy crítico con los jóvenes autoindulgentes de clase media que creen haber venido a este mundo a cobrar facturas pendientes mientras desprecian el sentido burgués de la vida.
Yo no sé si era el filósofo más importante del Reino Unido. Sí sé que era, y lo continuará siendo para sus muchos lectores, un estímulo para mirar hacia lo alto.
A Scruton se le pueden aplicar, sin menoscabo alguno de la verdad, aquellas palabras que Posidio dedicó a San Agustín: “fue un hombre de los que se han ganado su fin”. Esto es lo primero que tenemos que recordar de él. En el caso del hombre, el fin ilumina el trayecto vital y nos desvela su auténtico sentido. El fin nos muestra la distancia que separa lo que llegamos a ser de lo que podríamos haber sido. Bien podríamos dar el nombre de alma a eso que desde lo mejor que podemos llegar a ser nos llama a luchar contra la inercia de lo trivial.
Con justa razón se han difundido tanto por las redes sociales estas palabras que escribió en The Spectator en las navidades pasadas, cuando ya sabía que tenía las horas contadas: “Durante este año, mucho ha sido lo que me han quitado: mi reputación, mi posición como intelectual público, mi lugar en el movimiento conservador, mi tranquilidad, mi salud. Pero ha sido mucho más lo que me han dado […]. Al acercarte a la muerte comienzas a saber lo que significa la vida, y lo que significa es gratitud”.
Si hay una virtud que hoy expresa la quintaesencia del conservadurismo es la gratitud. En un mundo de indignados y resentidos, la gratitud aclara la mirada al mundo, ilumina los abundantes motivos que tenemos para amarlo; nos permite celebrar todo cuanto ha hecho posible lo que somos y afirma la esperanza y la solidaridad.
Era un hombre agradecido a la naturaleza, a la caza, al buen urbanismo y a la buena arquitectura, al buen vino, a Hegel, a Wagner, a su familia, a los suyos, a su país y, sobre todo, a la vida, incluyendo su componente doloroso, porque sin el compañero dolor (el compañero, no el tirano), no hay sabiduría.
En mayo del año pasado, nada más de llegar de Brasil, a donde había ido a dar una conferencia sobre el sentido de la vida, le descubrieron el cáncer con el que se ha ganado su fin.
Fue objeto de una persecución despiadada por parte aquellos que, tras una máscara de tolerancia y relativismo moral, esconden una rabiosa intolerancia y un poderoso conformismo con una gran capacidad para modelar conciencias. Fue intimidado por los que en una entrevista a Le Figaro calificó de “predicadores sin Dios”, porque se resistió a adoptar un mundo al que, por lo visto, hay que adaptarse sin críticas. A la mínima, serás condenado al ostracismo mediante la caricaturización groseramente ridícula de tus posiciones.
Nos ha mostrado con su vida que hoy, como ya anunció Maura, la libertad se ha hecho conservadora, mientras que la ortodoxia encuentra un agradable cobijo en la izquierda. Si Wittgenstein y Nietzsche advirtieron que no se puede pensar libremente si se piensa con miedo a hacerse daño, hoy podemos decir que si piensas libremente, te harán daño. Pero, digámoslo claro: si la guardia roja de la corrección política no te ha tratado aún de fascista, tienes que empezar a dudar de tu libertad de pensamiento.
¿Qué es ser conservador? Es ser respetuoso y, sobre todo, agradecido con el proceso dinámico de la tradición para poder proporcionarle así la posibilidad de un futuro. Aquello que ha pasado la prueba del tiempo, bien merece disponer de oportunidades de desarrollo. No se puede ser conservador si no se tiene nada a lo que garantizarle un futuro. Por eso el conservador sólo puede ser ecologista. En este sentido el conservador no pretende tanto conservar como reencantar. La conservación sólo merece la pena si lo que se conserva es bueno y bello. Si hay una idea que “el provocador” Scruton ha repetido incesantemente es que, sin amor a la belleza circundante, es absurdo ser conservador. De ahí La urgencia de ser conservador.
Si tomó partido a favor del Brexit, fue porque estaba convencido de la necesidad de restaurar una soberanía nacional y una ética comunitaria que la UE es incapaz, no ya de crear, sino ni tan siquiera de plantearse como posibilidad. No hay ética comunitaria sin conciencia del nosotros y sin una vivencia clara de la copertenencia que es, en sí misma, una virtud política. Animaba a resistirse a la imposición foránea de leyes que pretenden modificar nuestro estilo de vida. La nación, la soberanía del pueblo y el amor tradicional a la belleza de lo nuestro (todo eso que sustenta el sentido común) son las únicas fuentes de confianza en caso de urgencia.
Veía en el Brexit la posibilidad de refundar los lazos horizontales de copertenencia y el apego a la Corona entre las naciones que forman el Reino Unido.
El conservadurismo de Scruton, quizás por la preponderancia del amor a la belleza, es propositivo, ajeno a esa obsesión por el declive que se ha apoderado de no pocos conservadores continentales, en particular franceses. Un conservador lacrimoso no es más conservador, lo que tiene es problemas de visión.
Roger Scruton fue también compositor aficionado. Además de un par de óperas, escribió las canciones que ha agrupado con el título genérico de Three Lorca Songs. En ellas pone música a la Casida de la rosa, la Canción del jinete y a la Despedida. En su última celebración -tardía- de cumpleaños, el 27 del pasado mayo, la soprano Emily Van Evera le cantó las tres. La más emotiva, como es fácil de entender, fue Despedida, cuya melodía acompañó a Scruton durante los últimos meses de su vida. Despidámonos, pues, de él con los versos de la Despedida de Lorca:
Si muero,
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).
¡Si muero,
dejad el balcón abierto!
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14:05
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El café de Ocata
Roger Scruton (1944-2020), I Drink Therefore I Am: A Philosopher's Guide to Wine:
The right way to live is by enjoying one's faculties, striving to like and if possible to love one's fellows, and also to accept that death is both necessary in itself and a blessed relief to those whom you would otherwise burden. The health fanatics who have poisoned all our natural enjoyments ought, in my view, to be rounded up and locked together in a place where they can bore each other rigid with their futile nostrums for eternal life. The rest of us should live out our days in a chain of linked symposia, in which the catalyst is wine, the means conversation, the goal a serene acceptance of our lot and a determination not to outstay our welcome.
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1:05
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El café de Ocata
Me piden una necrológica. Tengo tantas cosas que decir que no sé qué dejar en el tintero.
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22:14
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El café de Ocata
Leo por ahí que el nuevo ministro de cultura cree que Sánchez tiene mucho de Quijote. Lo dice como halago. Yo siempre he considerado al Quijote como un héroe desquiciado.
Leo también que, casi al mismo tiempo, una nueva ministra y una consolidada banquera se consideran activistas. Me lo creo. El activismo es una militancia a tiempo parcial en varias causas que se consideran buenas.... Pero no tan buenas como para dedicarles más tiempo.
Me parece constitucionalmente muy poco respetuoso que la Moncloa haya ido filtrando los nombres de los ministros. De acuerdo con la Constitución, a los ministros los nombra el Rey. Sánchez lo sabe, por lo cual su gesto sólo puede tomarse como un desplante.
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12:06
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El café de Ocata
Voy a comprar tirando de mi carrito, cada vez más destartalado. Es temprano.
En la Plaza Nueva me encuentro con una pareja de adolescentes enamorados. Tienen las piernas entrecruzadas como pulpos rijosos. Pero cada uno está pendiente, exclusivamente, de la pantalla de su móvil.
En el mercado me entero de la muerte de un vendedor. A mi lado, un cliente comenta que últimamente no para de morirse gente que no se había muerto nunca.
Al volver paso delante de los adolescentes, que están en el mismo sitio y en la misma posición. Es imposible que no se les duerman las piernas, pero quizás ni las sientan.
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16:40
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El café de Ocata
Eduardo de Filippo
Me piden del TNC (Teatre Nacional de Catalunya) que escriba un prólogo para una maravillosa tragicomedia de Eduardo de Filippo,
Le voci di dentro, que, dirigida por Xavier Albertí, está previsto que se estrene el próximo mes de mayo en la sala grande. No han podido darme mayor alegría.
Y, justo al escribir esto, Daniel Capó me comunica que el 15 de diciembre murió Jean de Viguerie, para el que también escribí no hace mucho un prólogo. Por un segundo me ha pasado por la cabeza la idea de publicar mis "prólogos reunidos".
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17:42
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El café de Ocata
Orgullo: encontrar tu nombre en la página 224 del libro de Rajoy Una España mejor.
Humilde: Porque, en realidad, Rajoy cita mi cita: "El profesor de filosofía Gregorio Luri ha ilustrado esta tendencia tan castiza con una cita de Ramón y Cajal..."
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7:15
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El café de Ocata
Estaría bien dejar de ser víctimas de nuestro derecho a pensar como nos plazca.
En El Subjetivo
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6:32
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El café de Ocata
Cuando las cosas se enrevesaban y parecía que andábamos perdidos y sin norte, mi madre solía decir: "Tranquilos, que el agua siempre va a lo hondo". Y, efectivamente, más pronto que tarde, descubríamos esta verdad elemental.
No hay que dejarse engaravillar por las circunstancias. Las inercias siempre acaban imponiendo su lógica a los partidarios de los frenazos súbitos.
Otras cosas:
Ando disfrutando, y mucho, de la lectura de
Historia de una amistad, de Vicente Marrero (1971). Así inicio mi particular "Año Galdós". Sobre el fondo de la ciudad Santander se van dibujando las relaciones cruzadas de amistad entre Menéndez Pelayo, Valera, Galdós, Clarín, Pereda y Rubén Darío. Son personas de ideologías diferentes, pero que saben reconocer lo que los otros tienen de valioso y celebrar conjuntamente sus afinidades. En este sentido son el ejemplo de una España que pocas veces nos complacemos en resaltar.
De las páginas de este libro extraigo estas tres joyas:
"Como Clarín nos trata bien a usted y a mí, le perdonamos sus excentricidades, porque nuestro recto juicio tiene por auxiliares la gratitud y el egoísmo". - Carta de Valera a Menéndez Pelayo.
"Le falta a usted piedad para ser un humorista verdadero". Palacio Valdés a Clarín.
"Y lo primero que hace falta para decir lo nuevo es conocer bien lo viejo, penetrar su valor, saber sentirlo, y hasta amarlo, en lo que tiene de amable". - Clarín.
Y, por último: Resulta que en
El Cultural me han hecho italiano, lo cual tampoco me desagrada del todo, pero sí me ha pillado de sorpresa: "Sobre sus temas habituales se explayan los italianos, Gregorio Luri, en
La escuela no es un parque de atracciones (Ariel) y Alessandro Baricco, con
Una cierta idea del mundo (Anagrama)".
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16:58
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El café de Ocata
Ayer por la tarde volvía en tren de Barcelona a Ocata cargado de paquetes, por imperativo de la Noche de reyes. En frente estaban sentados dos jóvenes que lucían con orgulloso desdén una languidez flácida y unos peinados aparentemente desaliñados cuyo lucimiento, a buen seguro, les costaba una fortuna en tiempo y dinero. Ninguno de los dos levantó ni un instante su mirada de sus móviles. Todo lo que había de interés en su mundo se hallaba en las pantallas. A un lado el mar, brillante y espléndido, no merecía ni un instante de su atención. A la izquierda tres jóvenes negros, que no creo que llegasen a los veinte años, hablaban entre sí en una lengua que me resultaba incomprensible, haciéndose bromas y riendo. De vez en cuando se les escapaba alguna palabra en español. Pude anotar las siguientes; tranquilo, cabrón, tío y mira. Quizás, las primeras palabras de la primera lección de un curso de español de calle.
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9:09
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El café de Ocata
“Mi esposo la mayor parte del tiempo es un hombre bastante aburrido, pero doy gracias a la Virgen de Guadalupe porque de vez en cuando por las noches se convierte en un demonio rojo y entonces se termina el aburrimiento por algunas horas y esas horas compensan todos los días aburridos y rutinarios”.
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23:02
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El café de Ocata
I Una utopía razonable: la Navidad en un convento de clausura. Comidas frugales y poco sofisticadas, agua fresca para beber, largas meditaciones por el claustro, leer, ir a la iglesia a seguir en silencio contemplativo el sigiloso pábulo de la llama de la vela, regularidad a la hora de dormir y levantarse... Y ninguna noticia del mundo.
IIHe ido al cine con los nietos. Jumanji. Insoportable, a pesar de los nietos. No soporto los diálogos anodinos, las secuencias previsibles, las gracias de recetario... en definitiva, el llamado cine familiar. Me estoy convirtiendo en un viejo cascarrabias. Y comienzo a sospechar que a mis nietos eso no les desagrada del todo. Me toman como el complemento adecuado de la abuela.
IIIEl descubrimiento del día: la
rumpología. Nuestro tiempo es fascinante. Si se empeña, acabará haciendo de la ridiculez una obra de arte. Todos vivimos ya en Las Vegas.
IVLeo titulares que hablan de posnacionalismo y de buscar respuestas técnicas y no ideológicas a los problemas políticos, y me digo que Gonzalo Fernández de la Mora es el ideólogo de la actualidad española.
VEl electorado español premia las buenas intenciones. Y la síntesis de nuestras buenas intenciones es el diálogo. ¡Pobre del partido que pueda ser acusado de negarse a dialogar! No ser dialogante es lo peor de lo peor. Yo no tengo mucha fe en los resultados de un diálogo honesto. Sospecho que las condiciones de posibilidad del diálogo no son dadas por el diálogo y, por lo tanto, tampoco las condiciones de posibilidad de su éxito, y que si es, de verdad, honesto, lo máximo que nos suele ofrecer es una mayor claridad de las diferencias, que no es poca cosa. Pero lo que la gente quiere es que se dialogue. Cree haber encontrado en el diálogo la desdramatización de la política o, al menos, como diría alguno, la neutralización del enfrentamiento. "Política es hablar", nos repiten los abanderados del diálogo. Y tengo que reconocer que llevan razón en algo: mientras se dialoga, remamos, y el barco se mantiene a flote. Eso sí, mejor no preguntar por el rumbo. Pero lo realmente importante es señalar al excluido del diálogo, porque ese es el culpable.
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6:55
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El café de Ocata
"Mi hijo Arturo se había vuelto un jipi desobligado. Se la pasaba leyendo libros gordos y fumando mariguana y yo le pedí a Nuestra Señora de Zapopán que le enderezara su carrera y gracias a ella mi muchacho sigue leyendo sus librotes y fumando, pero ya se consiguió un buen trabajo y se puso zapatos".
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10:34
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El café de Ocata
No nos cansemos de sorprendernos. No hay que hacer mucho esfuerzo para ello. Basta con mantener los ojos abiertos. Para mantener bien abiertos los míos una de las cosas que hago es coleccionar exvotos mexicanos, porque si hay cosas que sólo pasan en la realidad, les aseguro que no hay realidad en la que pasen más. cosas que en la mexicana.
"En la temporada de luchas, el Cavernícola y yo nos enamoramos y nos mudamos a vivir juntos y somos muy felices, pero nunca nos quitamos las máscaras porque así somos más misteriosos. Damos las gracias a la Virgen de Guadalupe por toda nuestra felicidad."
¿Tengo razón o no?
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2:17
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El café de Ocata
Que la mayoría de los años no comiencen en lunes me parece a mí que es un signo de la debilidad de los relatos históricos.
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9:15
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El café de Ocata
Es inevitable: toda novedad repetida tiende a convertirse en rutina. Hasta en la vanguardia artística está ocurriendo esto. Recuerdo que hace unos cuantos años defendí en un trabajo universitario que la posmodernidad era la vanguardia rutinaria, que es como decir que la vanguardia ya no va abriendo expectativas, como lo hizo en el siglo pasado en París, sino que confirma previsiones. Ya no abre camino, sino que lo pavimenta. Pues esto pasa con los años nuevos. Lo que la edad nos permite esperar de cada año nuevo es una confirmación de la repetición, del retorno de lo mismo, pero, con los achaques, lo mismo es un poco más pronunciado. Y, sin embargo, hay que engañar a la vida. Hay que engañarla con festejos, música, literatura, trabajo... Últimamente estoy descubriendo en el rito religioso el más sublime arte de engañar a la pretendida gravedad de la vida con la pretendida ingenuidad de, por ejemplo, un villancico. El domingo pasado, al acabar la misa, me puse en la cola de los que íbamos a besarle los pies a la imagen de cartón-piedra de un niño mientras cantábamos: "En tu honor frente al portal tocaré, / con mi tambor". No se me ocurría ni acción más ingenua, ni repetición más nueva, ni manera de darle más densidad a la vida.
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20:11
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El café de Ocata
Retrato que me ha hecho mi nieto Bruno.
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17:52
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El café de Ocata
Decía un cínico -y los cínicos no por serlo han de ir siempre ligeros de razones- que tres son las cosas que diferencian al hombre de los animales: beber sin sed, comer sin hambre y el celo permanente. A primera vista, parece que aquí, efectivamente, reconocemos tres notables diferencias específicas (aunque lo del celo permanente dicen que lo compartimos con las hienas), pero para poder afirmarlas cabalmente como tales hay que añadirles una cuarta sin la cual pierdan su peculiar sabor humano: la mala conciencia.
El día de los inocentes es el día que se inicia el viacrucis de la mala conciencia navideña por los excesos en la comida y la bebida, a pesar de que sabemos muy bien que dentro de nada nos cae encima la noche vieja, el año nuevo y, un poco más adelante los Reyes con su roscón. Así que la mala conciencia no se convertirá en propósito de enmienda hasta el día 8 de enero... con suerte.
Tras aflojarme un agujero más la correa del pantalón he decidido ir andando esta tarde a paso de marcha hasta el puerto de Premiá. No había mucha gente, lo que me ha confirmado en mi tesis sobre los propósitos de enmienda. A la vuelta, el sol, un sol inmenso, de un amarillo oxidado, como yema de huevo, se ha ido poniendo lentamente tras Barcelona, dejando un riel de reflejos metálicos luminosos sobre el mar justo cuando en mis auriculares estaba sonando el concierto para piano y trompeta del amigo Shostakovich, santo patrón de la mala conciencia. Y he sentido que mi cuerpo se debilitaba y perdía peso a medida que mi alma se ensanchaba. Ya dice Santo Tomás por algún sitio que lo que colma al alma no está en el alma. Por eso el alma hay veces que se desvive por un asado de cordero.
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17:21
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El café de Ocata
Cuenta Benito García de los Santos en su Vida de Balmes, publicada en 1848, pocos meses después de la muerte del filósofo de Vic:
“Un día ]Balmes] leía en Hobbes la siguiente idea: -Si yo hubiera leído tanto como ellos, sería tan ignorante como ellos. Al leer esto, decía Balmes con su natural viveza: -Salté de la silla creyendo haber descubierto un gran tesoro. Leyó otra vez en Malebranche, que este profundísimo pensador acostumbraba a meditar mucho encerrándose en una habitación por horas enteras. Balmes unió estas dos ideas y desde entonces pasaba tres o cuatro horas diarias paseándose solo en su habitación, cerrados los balcones y sin luz”.
Apago la luz para pensar y no irme por las nubes que recorren remota y perezosamente el cielo:1. No se puede aprender a pensar si no se sabe soportar la soledad y el silencio.2. No se puede aprender a pensar si no se insiste en pensar contra nuestras propias ocurrencias y opiniones.3. Pensar es resistir la inercia de las distracciones, imponiéndoles un relato conceptual que se va desplegando en un diálogo con nosotros mismos.4. Pensar es difícil, distraerse y opinar es fácil.
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9:07
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Feliz Navidad
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23:41
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El café de Ocata
Me llega de la añorada isla de Siltolá un regalo inesperado, este
Tratado de la Tribulación, de Pedro Ribadeneira y me lanzo a abrirlo no para calmar mis tribulaciones, sino para gozar de su lectura, pues, como se escribe en el anónimo prólogo, "el mundo sabio le ha reputado siempre [a Ribadeneira] como uno de los primeros maestros en el habla castellana y en el arte de expresar con novedad y viveza los afectos, concebir un alto pensamiento y desarrollarlo a maravilla". Casi nada. Bendita sea la amistad que nos proporciona sorpresas como estas, contribuyendo así a hacer llevaderas las tribulaciones inevitables.
Sabemos desde Lucrecio que una bella escritura puede hablar de penas de forma dulce, actuando como el médico que administra una medicina poniendo una gota de miel en el borde de la copa para engañar al enfermo. Quizás entonces la forma sincera de hablar del mal sea la de una escritura intratable. ¿Pero quién soportaría ese doble tormento?