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1
No suelo utilizar la expresión "pensamiento crítico" porque hace tiempo que descubrí que solemos entender por tal el pensamiento que coincide con el nuestro. Prefiero hablar de "pensamiento riguroso", que sería el pensamiento capaz de dar razones de sí mismo.
II
Hay cuatro enemigos del pensamiento riguroso: la opinión, el autismo, la agrafia y la cobardía. Vamos por partes.
III
La opinión es lo que fomentamos de manera industrial en los centros educativos cuando animamos a nuestros alumnos a que enjuicien lo que no comprenden. Los animamos, por ejemplo, a que nos digan lo que piensan de un texto de Platón cuando no tienen ni idea del pensamiento de Platón. Obviamente, después de que han dicho lo que se les ha pasado por la cabeza, se consideran con derecho a apartar a Platón de su camino intelectual. De esta manera nuestros jóvenes salen de nuestros centros sintiéndose autorizados a juzgar lo que no comprenden: a Colón, a Felipe II, a Aristóteles o a De Kooning.
IV
Platón decía que el pensamiento es el diálogo interiorizado, pero eso significa que para pensar bien hay que dialogar bien. A mi modo de ver lo que honestamente le podemos pedir a un diálogo no es un acuerdo, sino la clarificación de nuestras posiciones. Obviamente, no puedes pensar con rigor si por incapacidad para dialogar eres intelectualmente un autista.
V
Escribir no es solo un medio de transmitir ideas es, sobre todo, un medio de tenerlas. No hay sustituto para este aprendizaje. Ante la hoja en blanco estamos solos con nosotros mismos y con nuestras ideas que a medida que van tomando forma precisa en el texto nos van interpelando de una manera que no sospechábamos al ponernos a escribir. La escritura es el maestro más exigente, nos enseña coherencia.
VI
La cobardía, esto es, el blindaje tras las opiniones ajenas con lo cual en vez de pensar por tu cuenta haces una colección de "textículos" ajenos (con perdón). Decía Séneca que está muy bien ir de flor en flor recolectando polen, pero que lo importante era la miel que se puede hacer con él. La valentía es el coraje de hacer miel.
I
Ayer, penúltima sesión del seminario "Después de la orgía", en Madrid. La invitada era, en este caso, Chantal Delsol. Ha sido un lujo conocerla. Es una mujer sabia, discreta y asequible, con las deas muy claras y el coraje de exponerlas aunque vaya a contracorriente.
II
Hay en ella como una fragilidad física que desaparece en cuanto comienzan a salir ideas fuertes en la conversación. Entonces aparece la mujer fuerte, contundente y rigurosa.
III
Recientemente le pedí un ensayo para la editorial Rosamerón a un profesor universitario. Me dijo que sí. Y el sí, a mi parecer, era entusiasta. Pero un par de semanas más tarde me contestó que era incapaz de escribir cumpliendo con la condición imprescindible que yo le había puesto: nada de notas a pie de página. No estaba interesado por su capacidad para recolectar opiniones ajenas, sino por su capacidad para tener ideas propias.
IV
El lunes un catedrático de una universidad de Madrid me reconoció que se sentía inseguro sin armar su discurso con citas. ¿A que se debe esta incapacidad para pensar sin el blindaje de una cita de autoridad? Sin duda se debe a la falta de convicciones firmes.
V
Si aquellos a los que citamos fuesen meros receptores de ideas ajenas no hubiera merecido la pena citarlos. Los citamos porque los vemos con ideas propias. Entonces, ¿por qué no esforzarnos por tener también nosotros nuestras propias ideas?
VI
Lo he dicho y lo repito: la prudencia no es una virtud teórica. Debiéramos enseñar a nuestros jóvenes a pensar imprudentemente y a comportarse prudentemente. Si no lo hacemos, no tiene sentido que vayamos pregonando todo el día la importancia del pensamiento crítico. Una cosa es el pensamiento crítico y otra el pensamiento blindado.
I
La fila para comulgar siempre la cierra un cojo. Suele ser una persona muy mayor, con el cuerpo ladeado hacia la tumba, renqueante y con la mano temblorosa. A veces le cuesta llegar hasta el sacerdote y este lo espera pacientemente.
II
Arrastra un poco los pies que se quedan ligeramente rezagados, hacia la popa.
III
Un día el cojo no aparece. Su ausencia se deja notar. Hasta que pasados uno o dos meses, otro cojo ocupa su puesto. Y vuelta a empezar.
IV
En realidad el cojo es el futuro de todos los que vamos a misa (los domingos por la tarde, en mi caso). Aparentemente vamos delante de él, pero el cojo sabe la verdad: él es el primero de la lista de espera.
I
Termino a primera hora de la mañana de corregir el que será mi próximo libro, titulado, provisionalmente, Prohibido repetir. He querido añadirle una página con mi experiencia madrileña con los neurólogos famosos y, de paso, he eliminado un apartado, que me ha parecido que sobraba. Siempre es cierto: no hay libro que no mejore recortándolo.
II
Termino a media tarde el artículo para el ABC. Han sido 800 palabras que me han hecho sudar sangre, no por falta de ideas sino por abundancia. He pasado dos días dándole forma mentalmente y a la hora de escribirlo se me quedaba muy corto. Enviado.
III
Termino el tomo III de las Obras Completas de Campoamor. Las últimas páginas, especialmente las dedicadas a Sócrates, son extraordinarias. Probablemente don Ramón se consideraba un buen filósofo, pero no lo es, aunque a veces se muestre como un muy buen pensador. No lo es porque le puede la frase la redonda y no hay argumento que resista esta tentación. Da la sensación de que en su escritura filosófica las ideas están al servicio del estilo. Es, sobre todo un sofista muy espabilado, amigo de las polémicas y muy hábil para malinterpretar las posiciones del contrario. Especialmente interesante es la polémica que mantiene con Valera, que, a mi modo de ver, es un rival más inteligente.
IV
Algunas cosas de Campoamor:
"Recordándole a un alcalde del Maestrazgo que cuidase mucho de la instrucción primaria, contestó: ¡Pero, señor jefe, si en el pueblo no hay más hombres de bien que los que nunca han ido a la escuela! Aquel alcalde presentía que la instrucción incompleta, en vez de aclarar el entendimiento, lo perturba".
“Después de tres mil años en que no hemos podido ponernos de acuerdo en nada, las ideas flotan por el cielo, desprendidas y sin ordenar, que es lo mismo que si de resultas de un terremoto echasen a volar espantados todos los pájaros del mundo y luego los quisiéramos clasificar a vuelo perdido por el aire”.
“Hoy no se escribe para cantar conquistas de naciones, sino para lamentar derrotas del alma”.
“El matrimonio es, de todas las cosas serias, la más divertida”.
V
Me invitan a hacer de padrino de una promoción de alumnos en Madrid. No puedo. Me invitan también a asistir a varios actos, en Madrid, no iré. Me invitan a Colombia y cambio la visita por una charla por zoom. También necesito tiempo para mí y los míos.
VI
Hasta hace poco nos quejábamos de la pertinaz sequía en Cataluña. Ahora llueve cada día. La primavera se nos ha puesto exhibicionista, los jacarandás de la calle están llenos de pulgones y los cielos no acaban de decidirse si por la epopeya, el soneto romántico o la comedia bufa.
I
Visita al oculista y al otorrino.
II
Del oculista, una conclusión evidente: todo carísimo. Me he dejado una fortuna en prótesis (o sea: en gafas).
III
Del otorrino, una alegría y una decepción. La alegría nace del hecho de que el padre de la encantadora joven que me ha atendido tiene mis mismos síntomas. No pueden hacerse idea ustedes de cuánto consuela encontrarse con alguien que sabe lo que te pasa, que entiende tus vértigos, tus caídas, tus días sin poderte mover de la cama, tus acúfenos... y tu voluntad de no rendirte a nada de todo esto, de afirmar la vida en vez de recluirte en lamentos. La decepción: por primera vez en mi vida tengo tapones de cera en los oídos. Es lo que me faltaba. Me los tengo que quitar antes de seguir con la visita.
IV
Tengo la sensación de que me estoy descascarillando. A veces me pregunto si no es por eso por lo que intento no parar de hacer cosas.
V
Ferran Sáez Mateu, uno de mis monstruos preferidos, ha sacado nuevo libro, con Herder, y se me declara "lurista-leninista".
I
Llevando el coche a la ITV me llama Jesús García Calero para que escriba una cosa para el suplemento cultural del ABC. Le pregunto cuántos caracteres y la fecha de entrega. Acepto. Un honor.
II
Haciendo cola en la oficina de la ITV me llama Ricardo Piñero, una de las personas más generosas, inteligentes, sensibles y asequibles que conozco. Me invita a una charla en Tudela. La perspectiva de comer juntos una menestra es el argumento definitivo para decirle que sí.
III
La realidad, le digo a Ricardo, no es, la pobre, más que el residuo de una idea.
IV
Comiendo, me cuenta mi nieto sus aventuras y desventuras en el instituto y me reafirmo en mi idea de que un adolescente es un ser con mucha más energía que sentido común para controlarla. Esa energía desbordante fue un día la mía. Por eso lo comprendo, pero sé que mi papel, como abuelo, no es solo comprenderlo. Es también intentar corregir en él lo que aquellos que ya no eran adolescentes intentaron corregir en mi.
V
Estoy leyendo el tomo tercero de las obras completas de Campoamor, el dedicado a sus ensayos y polémicas. ¡Qué interesante es este hombre! Leo, subrayo, me detengo a entender sus relaciones con unos y con otros... Era un formidable polemista, dialécticamente un tanto tramposillo, pero tiene una mala uva cargada de ironía que me tiene enganchado. He mordido el anzuelo.
VI
Leyendo a escritores españoles del XIX no tengo nunca la sensación de hacer arqueología, sino, en todo caso, la de visitar el ala abandonada de un enorme palacio que me pertenece en herencia y que explica con precisión ciertas facetas muy relevantes del presente.
Madame de Vandeuil, hija de Diderot, refiere que un joven desconocido fue a visitar un día a su padre.
"- Os ruego -le dijo- que leáis este manuscrito y escribáis al margen las observaciones que vuestra lectura os sugiera.
El joven salió y mi padre, al coger el cuaderno, vio que todo él no era otra cosa que una amarga sátira contra su persona y sus escritos.
Cuando el autor volvió, pasados algunos días, mi padre le dijo:
- No os conozco, jamás he podido haceros daño alguno. Explicadme, pues, los motivos de semejante conducta.
- Me muero de hambre -contestó-; he escrito esta obra y he creído que me daríais algunos escudos si no la publicaba.
- No seríais vos el primero a quien se haya recompensado por callar, pero podéis sacar mejor partido de ese libelo. El Duque de Orleans, que se haya retirado en Santa Genoveva, me odia desde hace mucho tiempo. Es devoto; dedicadle vuestra sátira y poned su escudo sobre la encuadernación. Llevadle la obra y de seguro obtendréis algún socorro.
- Pero yo no conozco a ese príncipe y no acertaré a escribir la dedicatoria.
- Sentaos ahí, yo mismo voy a redactárosla.
Mi padre escribió la dedicatoria, el autor salió con ella, voló a casa del Príncipe, recibió veinticinco luises, y al cabo de algunos días se presentó a dar las gracias a mi padre, quien le aconsejó con dulzura que adoptara un género de vida menos vergonzoso."
- Ramón de Campoamor, Poética, en el volumen III de sus obras completas.
I
Esta mañana me ha tocado en suerte un taxista refutador. Nuestras extrañas conversaciones han ido de este palo:
Taxista: Hoy parece que hace fresco.
Yo: Sí, eso parece.
Taxista: Pero hace menos fresco que otros días. Hoy está bien.
Otro ejemplo.
Taxista: Aquí, la semana que viene había un control de alcoholemia. Es que la gente mama y no se dan cuenta cómo van...
Yo: Sí, son necesarios.
Taxista: ¿Necesarios? ¿Por qué?
Uno más:
Taxista: A mí no me gusta mucho el futbol.
Yo: Pues hace bien.
Taxista: Pero soy del Madrid de toda la vida y me gusta verlo con tranquilidad, con mi pinchito de tortilla y mis cervezas...
II
Una de mis últimas convicciones: quien te falsea el primer café del día, sirviéndote, en vez de un buen café con leche, algo indefinido con sabor a agua de fregados caliente, debería ser condenado a galeras.
III
Ayer, en la Tatiana, se lució J.A. González Sainz. ¡Qué gran tipo!
I
Me suelo quejar de que los que hablan a gritos por teléfono en los transportes públicos no cuentan más que trivilidades. Hasta ahora solo contaba con una excepción: la de aquella vez que en el cercanías asistimos en vivo y en directo a la ruptura sentimental entre el joven que hablaba a nuestro lado por el móvil y la furibunda muchacha que le gritaba al otro lado porque no se acababa de creer que estuvieran rompiendo con ella por teléfono.
II
Hoy tengo una excepción más: una mujer grandota, como un percherón, a todas luces abogada, que llevaba una enorme cartera de cuero, se ha sentado a mi lado y ha venido hablando, a grito pelado, con sus clientas que, como todos en el vagón nos hemos enterado, eran mujeres con sobrados motivos para divorciarse. Me parece que ninguno queríamos escuchar todo lo que hemos tenido que escuchar por esa falsa educación que, para no incordiar al incordión, le deja hacer lo que quiera.
Más o menos a la altura de Guadalajara ha dejado de hablar y se ha dormido con la boca abierta y acosados por sus ronquidos hemos llegado a la estación de Atocha.
III
He continuado mi traducción de Plotino.
I
Perdonen el abandono, pero es que he estado por Pamplona, disfrutando -sobre todo- de una primavera feraz en los muchos parques de la ciudad. Hay en estos parques un momento mágico, al atardecer. Como la ciudad Pamplona está elevada sobre un cerro, el sol poniente lanza sus rayos de luz horizontalmente sobre la ciudad y durante unos minutos despiertan en los troncos de los árboles matices sorprendentes. La luz tamizada de las hojas, las manchas de luz sobre la hierba, las cambiantes tonalidades de los troncos, los niños jugando, las parejas tumbadas sobre la hierba... los tonos pastel inundando todo... No sé si los pamploneses son conscientes de la naturaleza de la ciudad en la que moran.
II
He hablado, he comido, he cenado y, en resumen, he engordado... más de lo previsto.
III
En el tren, ya de vuelta para casa, me llega un mail de una importante institución navarra en el que se me pide que conteste a unas cuestiones. Estas son las preguntas y las respuestas:
1. Escuchas ‘salud mental’. ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza? Una palabra, una imagen… ¿Qué sensación te produce?
Lo primero que me viene a la cabeza es la imagen de una sociedad terapéutica decidida a mantener su vigencia mediante la sustitución del hombre político por el hombre terapéutico. Cuanto más defendemos la autonomía personal, más crece el número de terapeutas.
Carezco de información para responder a esta pregunta con un mínimo de rigor, pero sospecho que Freud no estaba falto de razón cuando afirmaba que hay tres cosas imposibles: gobernar, curar y educar.
Ha pasado que nos interesa más nuestro ombligo que el horizonte; que no paramos de abrir ventanas hacia adentro mientras tapiamos las que se abrían hacia afuera; ha pasado, en definitiva, que vivimos en la edad de un narcisismo que cree poder conseguir respetabilidad mostrando no su belleza, sino sus heridas.
Aceptar dos evidencias: (1) que la sobreprotección infantil es una forma de maltrato y (2) que no existe el alma sana, no existe el alma sin heridas.
Levántense temprano, échense la escopeta al hombro y salgan a la caza de las melodías de este mundo que, ciertamente, cada vez vuelan más alto.:
I
Ayer volví a escuchar a un importante neurólogo sostener que "somos nuestro cerebro".
II
Esta afirmación, tan rotunda, requiere, como condición de posibilidad, de una radical reducción del mundo de la vida, porque de manera espontánea, en la propensión natural de nuestra cotidianeidad, nadie se siente como su cerebro.
III
Por otra parte, los mismos neurólogos no tardan en poner en cuestión la rotundidad de su tesis cuando nos insisten en que la evolución de un cerebro tan maleable como el nuestro no es, ni mucho menos, independiente, de nuestras interacciones con el medio.
IV
Yo no me atrevería a decirle a mi mujer "mi cerebro te quiere".
V
En realidad somos en el encuentro de mi yo con mi circunstancia. Ortega lo explicó muy bien. Me siento distinto cuando estoy frente a mi mujer, frente a mis nietos, frente al vecino del 5ºA (el que va dejando un reguero siempre que baja las basuras), frente a mi imagen en el espejo, frente a un dolor de muelas...
VI
Yo soy yo y mi circunstancia porque soy en la "y". Lo que vivo espontáneamente es ese ser ahí, en la "y" de la relación. Por eso insiste Ortega en que si quiero salvarme a mí, debo salvar a mi circunstancia que es, en el fondo, lo que dicen también los neurólogos cuando hablan de la relevancia de nuestra interacción con el medio.
I
Ayer fue uno de esos días en que reconfirmas tu irremediable ignorancia en la inmensa mayoría de campos científicos.
II
Invitado por Pilar García de la Granja, a quien conocí hace algún tiempo en una cena en casa de Ana Palacio, asistí en la Fundación Rafael del Pino de Madrid, a las V Jornadas Neurocientíficas y Educativas, enfocadas a enfermedades neurológicas infantiles y trastornos del lenguaje. El año pasado también me invitó y me escaqueé como pude, considerando que hay cosas sobre las que no estoy capacitado para hablar en un foro científico. Pero este año Pilar insistió e insistió y, finalmente, cedí, pensando que, admitiendo tus límites, tampoco puedes ir por la vida evitando retos.
III
Participé como intruso en una muy selecta mesa redonda sobre los retos de la neurodiversidad con personas amables, sabias y asequibles y, desde luego, muchísimo mejor informadas que yo, como María José Mas (responsable de la Unidad de Neuropediatría de la Xarxa Sociosanitaria Santa Tecla de Tarragona), Iria Rodríguez (Psiquiatra Infanto-Juvenil), Beatriz Gómez Gil (maestra de educación especial), Álex Sans Carranza, padre de un niño con necesidades educativas especiales.
IV
Después hubo dos conferencias realmente magistrales, de esas que te dejan con la boca abierta y acabas pensando en cuánta razón tenía don Hilarión cuando en la Berbena de la Paloma canta aquello de "Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad". La primera corrió a cargo de Álvaro Pascual-Leone, Profesor de neurología en la Harvard Medical School (y miembro de un montón de instituciones científicas relevantes), que nos habló de la resiliencia cerebral, y, la otra de Rafael Yuste, Profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad de Columbia, que disertó de manera muy directa y asequible de las nuevas tecnologías y sus implicaciones para la medicina.
V
A pesar de las obvias diferencias de jerarquía científica que existen entre Álvaro Pascual-Leone y yo, encontré en su exposición mi tesis sobre la pedagogía como práctica clínica, aunque desarrollada de manera magistral. Por supuesto, hay que beber de las fuentes del saber sin complejos, así que a la noche, en el hotel, estuve rehaciendo mis esquemas gracias a lo mucho aprendido.
VI
Dentro de un rato comienza la segunda jornada, que no me pienso perder... aunque tengo que encontrar tiempo para visitar la Feria del libro viejo de Madrid.
I
Esta mañana, mientras hacía como que leía en la plaza de Ocata, se ha ido levantando una niebla en el mar que ha ido poco a poco viniendo hacia el pueblo. Me imagino que para los acostumbrados a convivir con la niebla esto es una nimiedad. Pero para los adeptos a la luz mediterránea, tiene algo de insólito y no diría que inquietante, pero... casi.
II
Llevo todo el día de hoy con una frase zumbándome en la mente: "La vida es un simulacro".
III
Es, en realidad "el" simulacro porque consigue cumplir con su función perfectamente, que es la de hacernos olvidar aquello que el simulacro oculta. Y que nunca estará visible. Lo que queda es actuar con verosimilitud intentando representar papeles de una cierta entidad.
IV
Por algún sitio habla San Agustín del teatro y dice que un buen actor no es el que representa, por ejemplo, a Hércules, sino el que nos hace olvidar que él no es Hércules.
V
Voy traduciendo muy, muy lentamente La vida de Plotino escrita por Porfirio. Me gusta hacerlo, pero no puedo dedicarle más que ratos perdidos, por la cantidad de urgencias que se me acumulan. Pero es claro que hubo un tiempo en que la filosofía era un modo de vida.
VI
Tras las generosas lluvias de estos días, se ha producido una explosión floral, que es la forma que tiene la naturaleza de celebrar su caducidad. Este esplendor gratuito en pocos días caerá marchito, pero caerá conforme a reglamento, dejando tras de sí sus propias semillas en espera de otras lluvias. Todas estas cosas de los ciclos naturales, la hoja seca, la flor que se asoma al ritual de la primavera, los pétalos de la frágil flor del almendro arrancados por una corriente de aire, etc., todo esto es, en el fondo, de una trivialidad mecánica. Y, sin embargo, nos deja boquiabiertos.
II
Media hora de radio dan para mucho y en No es un día cualquiera, con Pepa Fernández, dan para más. Me gusta esta mujer, con su voz cadenciosa que sabe dejar la última sílaba de una pregunta en el aire como hacía la Caballé y, sin darte cuenta, ya has caído preso de las sirenas.
III
Ayer por la tarde estuve con un grupo de exalumnos. Fueron alumnos míos cuando estaban en la pubertad y ahora algunos ya son abuelos. Me gusta reencontrarme con ellos y saber qué es de sus vidas, porque las sorpresas pueden ser mayúsculas. La vida está más abierta de lo que sospechábamos, para bien y para mal. Me cuentan de los que ya no están, de los que están muy mal, de los que van bien y de los que van fenomenal. En algunos casos intuí el futuro; en otros, no acerté ni una.
IV
¿Quién decía que uno no es más que un balón, que recibe patadas de un lado y de otro hasta que alguien un día grita gol?
No puedo recordarlo, pero puedo añadir que jugamos en la niebla y nunca estamos seguros de haber metido gol en la portería adecuada.
II
Me gusta esta expresión: "la vista cansada". Cansada... ¿de qué? No de mirar ni de ver sino de mirar y ver mal, pendiente de la pantalla del ordenador. Los ojos se cansan como la tierra cuarteada por la sobrexposición al sol. Esta mañana el oculista me ha dicho que vuelva a visitarlo dentro de unos días y que el día anterior no abriese el ordenador, para ver si entendía lo que me pasaba. Veo las letras como si se sobrepusieran un poco borrosamente unas sobre otras. Vivi inmerso en una ligera neblina.
III
Esta tarde tengo que asistir a un acto conmemorativo. No me gustan esos actos que miran hacia atrás y te dejan el alma con tortícolis. Corres el peligro de convertirte en una estatua de sal. Pero a veces hay que hacer lo que no gusta. Especialmente si tu agente provocador se empeña en ello.
IV
Esta mañana en el tren una adolescente con la cabeza apoyada en el cristal de la ventanilla parecía dormida. Muy guapa, con el pelo rubio, largo y un poco enredado. Su belleza estaba resaltada por un aire de fragilidad que resultaba muy llamativo en medio de un vagón a rebosar de pasajeros condenados a intimar físicamente. Llevaba un teléfono móvil entre las manos. El tren ha parado en Masnou, Montgat Nord, Montgat Sud... y no se ha despertado. En Badalona me he bajado yo y ella seguía durmiendo. La he visto unos segundos desde el andén. ¿Se despertará en el lugar al que quiere llegar?
V
Me invitan a colaborar periódicamente en un diario catalán. Tengo que pensarlo.
I
Ayer descubrí un par de librerías de viejo en Madrid, no muy lejos de la Tatiana, y volví a una de las librerías más interesantes de la ciudad, la del BOE, que edita libros magníficos, tanto por su contenido como por el exquisito cuidado de la edición, y, para mi sorpresa, me encontré a mí mismo en venta:
Tras la magnífica conferencia de Javier Borràs en la Tatiana, fuimos a cenar a un restaurante cercano con María Blanco y Josefina Stegmann. Fue una cena amena que podría haber durado toda la noche, pero a las 5:00 tenía programado el despertador. Me suelen decir que hago muchas cosas. Yo lo veo de otra manera: hago lo que me gusta y haciéndolo me siento manejando las riendas de mi vida y creo que. nunca me he sentido más libre. En resumen: quizás haga muchas cosas, pero todas ellas son aventureras.
III
El martes que viene acude al seminario un grande, José Luis Pardo. Para mí es uno de los pocos pensadores españoles que merecen el título de filósofo y no solamente de profesor de filosofía. Nos hablará de las vacas negras, de Hegel a Deleuze.
IV
He venido a Barcelona esta mañana en un vagón del Iryo, el 2, en el que único no japonés creo que era yo. Nadie ha hablado en voz alta por teléfono, nadie se ha movido del asiento que tenía asignado, nadie ha alzado la voz. Todo el mundo ha seguido escrupulosamente las instrucciones y solo nos hemos levantado para coger nuestro equipaje cuando el tren, efectivamente, ha parado. La salida del vagón ha sido un desfile. Después, en la planta de arriba de la estación de Sants, el caos. Por primera vez en mi vida he sentido un enorme deseo de ser japonés.
I
Paseo en solitario por Medina de Rioseco a primera hora de la tarde, en el silencio denso de las calles desiertas. Las ciudades castellanas siempre sorprenden porque están empapadas de una historia más grande que su presente. Hay en ellas como una desavenencia entre lo actual y lo inactual. Vienen de un tiempo en que tuvo razón de ser su manera de ser y ahora su manera de ser es un reclamo turístico y, por lo tanto, una autopsia de la piedra. La historia es impía porque salta por encima de sí misma e intentando sobrevivir se traiciona.
II
Naturam expellas furca. Tamen usque recurret.
III
Castilla, a mi manera de ver, no es la amplitud de los campos mesetarios, es la pequeñez de esa amplitud bajo un cielo cercano, de nubes omnipotentes y compactas que dan una singular movilidad al paisaje. Castilla es la síntesis entre la horizontalidad y la verticalidad, es decir, entre la historia y la naturaleza. Siempre estuvieron aquí esos cielos y esos campos tan verdes como cabal medida del pasar de lo humano.
IV
Tengo el hotel en Valladolid, a donde llego muy cansado. Como me resisto a meterme en la cama a las 8 de la tarde, decido dar un paseo por la Plaza Mayor y comer un bocadillo. Entro en un bar. Un bocadillo de serrano y una cerveza puede estar bien. Y sentarme en la terreza a contemlar el show transeúnte.
- Perdone que le moleste... -me dice un hombre que ha entrado detrás de mí- ¿Es usted Gregorio Luri?
- Lo soy.
- Permítame que le invite.
Dicen que los castellanos son adustos y ariscos. Yo no he conocido ninguno que responda a ese esquema.
V
Me llama mi mujer y me dice que en El Masnou no para de llover y que hay goteras en el cuarto de baño. El desperfecto es la manera que tiene la naturaleza de vengarse de la historia, de esa ilusión de permanencia que es toda caída en el tiempo, toda biografía.
I
Domingo. Comida en familia (no al completo) y arroz "socarrat" y de postres, pastas de Xàtiva.
II
Me gusta la languidez de las primeras horas de la tarde, cuando todo empuja a abandonar tu dignidad sobre el sofá y caer en él como en los brazos de una amante acogedora, sin prejuicios ni manías. Ese desorden tan humano de la desidia circunstancial. Y, además, afuera lloviznaba.
III
Solidaridad inmensa, oceánica, sideral, con mi nieto B. que tiene deberes pendientes. Una cosa así asesina vilmente cualquier tarde de domingo. No estamos hechos para eso.
IV
Hay sitios de los que vuelves pero no vuelves entero, algo tuyo se ha quedado prendido de aquel lugar. En este caso no es nada concreto... ¿el callejeo lento, quizás? Es un bienestar en el que el interior y el exterior se acoplan bien, sin roces ni rebabas. Sí, y también la luz de la mañana mientras ascendía al castillo, y las sombras sorollescas sobre las paredes blancas, y el sentir que en ese momento, cuesta arriba, no podrías estar haciendo nada mejor... Pero faltaba el Agente Provocador.
IV
El atardecer me pilla leyendo Las disertaciones y juicios literarios de mi don Juan Valera, por tantas cosas admirado y querido. La literatura no va de leer libros. Va de hacerse un mundo y para ello hay que aprender a ser selectivo. Hacerse un mundo tan poderoso que nos proteja de cualquier posible melancólica tarde de domingo.
I
Un día en Xàtiva da para mucho: saludos, besos, abrazos, conferencia, cena, paseo nocturno por la ciudad vieja, desayuno perfecto, ascensión a pie (obviamente) al castillo y patearlo de cabo a rabo, visita al sorprendente museo de la ciudad y, posteriormente, al arqueológico, callejeo menudo, un par de cervezas, comida, lectura de algunos textos de Valera, traducción de un par de páginas de La vida de Plotino, de Porfirtio...
II
La ciudad sorprende cuando la miras de cerca. El casco viejo bien merece dedicarle una atención expectante, y los museos... guardan motivos más que sobrados para la admiración
III
Hacer muchas cosas dilata el tiempo. Parece que llegué aquí hace una semana y ahora estoy escribiendo esto en la estación, esperando el tren que me llevará a Barcelona, con la imaginación desbordante de imágenes y de los sonidos saltarines del valenciano.
IV
Giner de los Ríos ensayó una pedagogía del paisaje... que se quedó en ensayo. Merecería la pena desarrollarla porque el paisaje, como decía Amiel, es un estado del alma.
V
Lo imprescindible para que un paisaje comience a hablarnos es, primero, obviamente, tener algún conocimiento de historia que te permita hacerle preguntas, y amarlo. Los paisajes solo hablan a quien los ama. Les gustan los requiebros.
I
Decía Leo Strauss que la política tiene un fuerte componente infantil. Duele darle la razón, pero los políticos (o sea, todos nosotros) nos empeñamos en dársela. Por algún lugar se pregunta también -y esta pregunta se la trasladé el martes a Guillermo Graíño- quién es más enemigo de la filosofía si el sofista o el pueblo. Sin duda, el pueblo, porque es político.
II
Mientras la filosofía buscaría la sustitución de la opinión (la doxa) por la verdad, la política no puede renunciar a la opinión porque renunciaría a su ecosistema natural. A lo que quiere renunciar la política es a la filosofía.
III
Esta tarde doy una conferencia sobre educación en el pueblo en el que vivo, El Masnou, que por alguna razón poco razonable, me resisto a llamarlo "mi" pueblo. Intento preservar el "mi" para el pueblo de mi infancia. Pero ya he vivido aquí muchos más años que en mi pueblo y, de hecho, soy más de aquí que de ningún otro sitio. ¿Cuántos días aguantaría viviendo en mi pueblo?
IV
¿Están tratando en los institutos a los adolescentes como si fueran chicas deficientes?
I
"No sé a quién votar", me dice alguien que fue un importante político catalán. No le contesto nada. ¿Qué he de decirle yo? Creo que hay dos grandes motivos para cambiar de opinión sobre un tema político: que la expansión de tus conocimientos te abra nuevos horizontes o que su reducción te encierre en tus prejuicios.
II
Día de preparar conferencias: El Masnou, Xàtiva, Medina del Río Seco, Valladolid, Madrid. Y en el horizonte próximo, dos más en Pamplona. Disfruto con lo que estoy haciendo. No sé si alguna vez he sido más libre y, al mismo tiempo, he estado más ocupado. Sé que estoy vivo y esa certeza es muy gratificante.
III
Ayer me impresionó Guillermo Graíño en la Tatiana. Tengo que tratar más con los jóvenes filósofos. Viven en un mundo que no es el mío, pero el que me apetece visitar de vez en cuando. Se aprende mucho con las visitas.
IV
Mi nieto pequeño cumple 10 años. Asusta ver a qué velocidad crecen los nietos. Los hijos lo hacían a una velocidad humana, pero los nietos... Te das la vuelta y ya han crecido un palmo.
V
Ha cambiado Sant Jordi. Han desaparecido aquellas entrañables señoras que si te veían sin firmar, acudían a darte compañía.“¿Usted qué hace, escribe también?” “Igual es que no sabe explicarse.” “Lo que tiene que hacer es comprar un libro de esos que firman tanto y aprender”. "Si no le importa, me voy a estar un ratito con usted. ¿Es usted de aquí?”, etc.Confieso que lo he vivido.I
Cada vez que me encuentro con piezas ibéricas relevantes, como el sábado en el Museo de Albacete, le envío imágenes de las mismas a mi amiga Ruja Popova, historiadora búlgara con la que comparto un buen número de recuerdos entrañables. Mi primer viaje por Bulgaria lo hice en su coche, cantando canciones de Nino Bravo. Me invitaron a dar la conferencia inaugural en un congreso de tracología que se celebraba en Sofía y Plovdiv y allí me presenté con un discurso que trataba de la presencia del orfismo en la República de Platón. Después vinieron otros muchos viajes y la comisaría de una exposición de la cultura tracia para Caixaforum que durante un año recorrió Barcelona, Madrid y Valencia.
II
III
"Querido Luri", me escribe Ruja, "me alegra que todavía nos recordemos".
Transcribo sus palabras, que para mí tienen un sabor especial, muy entrañable: "Estas imágenes representan otra vez que el mundo de la cultura no sabía de fronteras: la decoración misma (en metal) como de los caballos se puede ver en los hallazgos de los partos. E una otra Iberia es parte del Imperio parto. Pero esa es otra conversación, muy larga. Muchas gracias!!!!"
I
Sí que hay algo espectacular en Albacete: el Museo de Albacete. Situado en el Parque Abelardo Sánchez tiene algo de brutalismo por fuera, pero en su interior guarda maravillas del arte ibérico, comenzando por la famosa bicha de Balazote y pasando por las grandes damas oferentes y el imponente caballero de los Villares.
II
Como la mañana era larga y el tren no salía hasta las 14:45, fui a ver pasar el Albacete transeúnte desde la terraza del Gran Hotel. No hay mañanas más luminosas que las de los fines de semana en las capitales de provincia que no tienen prisa por huir de su historia. Había tanta gente paseando festiva y alegre que se lo comenté al camarero. "Es que", me dijo, "a Albacete se la conoce como la Nueva York de Castilla-La Mancha". Me lo dijo con tanta convicción que no pude por menos de darle la razón.
III
En otros tiempos me hubiera comprado un periódico y hubiese aprovechado el mediocre café que me sirvieron para leerlo despacio. En estos tiempos, como desatiendo por completo la prensa, saqué el ordenador y me puse a escribir. Hasta que un joven muy bien vestido se me acercó y me presentó a su novia, guapísima. "Porque es usted Gregorio Luri... ¿verdad?"
I
Escribo desde la habitación de un hotel para decirme a mí mismo que cumplo con el lema: "nulla dies sine linea".
II
Por la ventana veo el frondoso parque de Abelardo Sánchez. He subido a la habitación, después del desayuno, para acabar de leer un libro antes de visitar el Museo del Parque. Me aseguran que hay piezas muy interesantes.
III
Pasé hace años por aquí como el viento, deprisa y sin detenerme en nada y aun así no me gustó lo que no vi. Ahora he vuelto con otra mirada y me ha sorprendido la ciudad. No es una ciudad monumental, no tiene un casco viejo urbanísticamente interesante, no tiene casi nada... pero lo que tiene lo tiene en su lugar. Hay luz en abundancia y gentes que pasean parsimoniosamente parándose a mirar los escaparates de tiendas que venden productos a precios muy asequibles.
IV
Ayer di una conferencia en la sede de la Universidad de Castilla La Mancha. Comenzó con un cuarto de hora de retraso sobre el horario previsto sin que nadie se dignara a darme una explicación. Así que cuando, al fin, tomé la palabra, lo primero que hice fue echarles una bronca, porque siempre, pero sobre todo cuando se habla de educación, la puntualidad forma parte esencial del mensaje.
I
Amanecer en Atocha. Todos estamos de paso. Las estaciones son monumentos al desarraigo, especialmente a esta hora de la mañana, cuando aún llevamos pegado a la cara algo del calor de las sábanas.
II
Quinta sesión del Seminario Después de la orgía. Continúa la satisfacción. Cuando vino Abraham Tena a interpretarnos su "música de la otra orilla", recordé en su presentación aquello de Wittgenstein: "De lo que no se puede hablar, mejor callarse" y lo desmentí diciendo que nada de callarse, porque se puede gritar, bailar, llorar, gemir, musicar, poetizar... Ayer recuperé este hilo para establecer una conexión entre Wittgenstein y San Agustín.
III
En uno de sus comentarios a los salmos, en concreto, al 101, el que comienza con "Aclamad con júbilo al Señor la Tierra entera", san Agustín se detiene a analizar el "júbilo". "El que se llena de júbilo", dice, "no pronuncia palabra. El júbilo es la voz de un corazón inundado de alegría" que necesita manifestar sus sentimientos, pero no encuentra palabras para ello y "emite ciertos sonidos o gritos de alegría, no palabras", se halla "repleto de alegría y no puede explicar con palabras su regocijo". Cuando no puedes expresar lo que sientes, concluye san Agstín, no te calles, expresa tu sentimiento con júbilo.
IV
Lo que san Agustin dice el júbilo también se puede decir del dolor, de la angustia, del desconsuelo...
I
Día veraniego. La playa, con mucha gente y las terrazas de los bares, con muchas mesas libres. A medio día he dado con mi mujer un pequeño paseo. El agua de la orilla estaba transparente y la gente parecía feliz. La playa es la principal prímula.
II
El día 17 le presento su último libro a Andreu Navarra, un enorme trabajador, culto y memorioso, que sabe moverse muy bien entre hechos e ideas. He comenzado a lee el libro, que es una historia del comunismo en España con mucho interés. Creo que compartimos más de una querencia, lo cual es como decir más de un sesgo.
III
Comida y siesta en el sofá, envuelto en una manta como una momia. ¡Qué dulzura"
IV
Al escribir esto ya anochece. El atardecer es plácido, nada de los dramatismos otoñales. Un desvelarse de la noche que llega a pasos de paloma, como decía Nietzsche que llegaban las verdaderas revoluciones.
V
Israel. Releo a Leo Strauss: "El hombre ha de elegir entre la paz de espíritu que deriva de una ilusión agradable y la paz de espíritu que deriva de una desagradable verdad". Espero que me entiendas, Betty.
I
En casa, donde está todo en su justo sitio y cada sitio te acoge solícito.
II
Vuelvo con la memoria desbordante de imágenes de satisfacción y con la certeza de que regresaré pronto.
III
Tuve un encuentro gratísimo con la buena gente del Colegio Montearagón. Y, después, cena. Podríamos haber estado hablando toda la noche. Pero mi cuerpo tiene su lógica imperiosa, e incapaz de transigir, impuso sus horarios.
IV
Estando en Zaragoza me era obligado visitar Luces de Bohemia, una librería anticuaria -así se presenta- de la calle Casto Méndez Nuñez, en pleno casco viejo. Estaba en la puerta a las 10:00 del viernes, pero no abría. Como tenía un teléfono de contacto, llamé y el librero me dijo que estaba en la feria del libro viejo de la Plaza de Aragón. Y allí me fui, feliz e ilusionado. ¿Qué más me podía ofrecer Zaragoza?
V
Temiéndome lo peor me puse un techo de gasto. Más de esa cantidad, no; de ninguna manera. Pero me encontré con muchísimas más cosas interesantes de las esperadas. Ya en la primera parada sobrepasé el presupuesto y, como era incapaz de prescindir de ninguno de los libros elegidos, le dije al librero: "Tengo que dejar libros, que he sobrepasado el presupuesto. ¿Por qué no me quita usted los que considere?" El hombre me miró, me sonrió y me dijo "¡Ande, ande, lléveselos todos por ese precio!"
VI
Hoy me he enterado que Javier Garisoain tenía un puesto allí. Pasé por delante, pero no lo vi. Me hubiera gustado saludarlo. Javier es el alma de "Urroz, villa del libro", donde el año pasado me encontré con un viejo maestro mío, Santiago Arellano, gran filólogo. Y gran navarro, fallecido poco después.
I
Me decía ayer Rafael Rodríguez Ponga que hemos venido a esta vida a meternos en líos. No puedo estar más de acuerdo. Rafael nos llevó el miércoles por la tarde a rezarle un responso a Balmes en el claustro de la catedral de Vic. Pocas veces me he sentido más intempestivo. Gozosamente intempestivo, claro.
II
Ayer me metí en un gozoso lío en un mercado de Zaragoza, el Hernán Cortés. Allá, en el centro de un laberinto de pasillos oscuros y puestos de venta cerrados, como en el corazón de las catacumbas, un bar, mucha cerveza, un numeroso grupo de jóvenes, un ambiente tan cordial que a uno le apetecía quedarse a vivir allí y un buen debate filosófico.
Esto de los "thinkglaos" es la idea más refrescante y revolucionaria que se ha producido en España en estos últimos años. Me tendrán con ellos siempre que me llamen. Mil gracias.
III
Después cena con Iris y Rafael, porque es preceptivo celebrar la amistad. ¿Y qué puede haber mejor que un buen plato de exquisitas alcachofas en el centro de una mesa y el placer de la palabra compartida? Gracias, hermanas alcachofas y gracias, hermana amistad.
IV
Esta madrugada he leído un texto maravilloso de Ricardo Piñero sobre Plotino. Y al terminarlo he corrido a darle las gracias por habérmelo enviado.
V
Ayer, en el mercado de Hernán Cortés, alguien que conoce muy bien mis debilidades, me regaló este libro y, por supuesto le di las gracias, gracias, gracias,
I
Llegar a casa derrengado, arrancarte la ropa a zarpazos, meterte en la ducha y dejar que se vaya por el sumidero el cansancio acumulado; cenar un poco de arroz con leche y caer en la cama como caen en la tumba los bienaventurados, dejando atrás, con el último suspiro de la vigilia, el peso del cuerpo y del alma. Despertarte de la levedad con un luminoso nuevo día, descubriendo que has dormido ocho horas íntegras, como hacía tanto tiempo que no dormías. y barruntar el olor del café en la Plaza de Ocata Si eso no es la felicidad, se le parece mucho. Hay un dios benigno viviendo en el cansancio.
II
La maldición de quien no tiene nada que hacer es que no puede darse un descanso.
II
Estaba yo tomando tan ricamente mi café cuando me ha dado por pensar en uno de los capítulos de este libro que no acabo de cerrar como me gustaría. De hecho, no paro de cerrarlo y abrirlo, añadir y quitar párrafos. Pensaba que la estabulación emocional que se practica en nuestras escuelas, al darles a los niños el vocabulario de sus emociones ya cocinado y listo para su uso, les impide o, al menos, no les facilita, el encuentro de sí mismos en el mundo y del mundo en sí mismos.
III
Sostengo que buena parte de nuestro vocabulario anímico -en el caso de que lo tengamos- es una psicologización de las experiencias externas y que buena parte del vocabulario político es una exteriorización de las vivencias internas.
IV
Borges citaba con frecuencia este magnífico verso de Cansinos Assens: "yo seré como un tigre de ternura". Para entenderlo es imprescindible tener experiencia del mundo, del alma y del alma en el mundo. Y lo mismo ocurre con estas otras expresiones: "Mi alma está cortada a tu medida " (Garcilaso), "los claustros del alma" (Quevedo), "el lago de mi alma yo lo siento ondular" (Valle-Inclán), "el paladar del espíritu" (Unamuno), "la honda cripta del alma" (Antonio Machado), etc.
I
Llego de Madrid y comienzo a preparar mi participación esta tarde en Vic en una jornada sobre Balmes. Mañana voy a Zaragoza.
II
Mi colaboración en ACEPRENSA; Suficientemente bueno.
No me negarán que tiene su guasa. En estos tiempos de poshumanismo, de transhumanismo y de exaltación de lo anfibio, mientras en la Academia los nuevos filósofos no se ponen de acuerdo a la hora de definir qué es un humano (dejemos para otro día los problemas de la definición de "hombre" o de "mujer"), nuestras máquinas tienen la respuesta. Nos expenden el certificado de humanidad.
III
Preparando la sesión de mañana en la Tatiana pensaba que el hombre es capaz de lanzar hipótesis sobre el conjunto de su trayectoria vital desde el lugar límite de esa trayectoria, desde la muerte. Tanto es así que, como vio David Brooks, las virtudes que nos gusta lucir en un CV para quedar bien no son las que nos gustaría oír de nosotros en nuestro funeral.
I
Día productivo. He dado un largo paseo. He comido cosas requetesanas. He bebido mucha agua. He preparado los compromisos de esta semana y he hablado con una monja encantadora (aún sigo encantado).
II
He comenzado a leer las mil páginas de la biografía de Kierkegaard escrita por Joakim Garff. Voy por la 131. La información es demasiado prolija y acaba confundiéndome (lo de los árboles y el bosque, ya saben).
III
Preparando una intervención sobre Balmes que tengo el miércoles en Vic descubro lo esencial: en el fondo del alma de Balmes, por debajo de su apologética, de su filosofía, de su Criterio, de su periodismo, de su sociología, de su poesía... lo que hay es un botiguer espantado porque mira a su alrededor y no puede dejar de preguntarse: "¿Y això qui ho paga?"
I
Como quiero reducir el peso que soportan mis rodillas, ayer fui a la dietista. Primera visita. 60€.
II
Me pidió que me descalzara y me subiera a una especie de báscula que le envió al ordenador que tenía sobre la mesa un montón de gráficos.
III
Armada con los datos de la ciencia me lanzó una batería de consejos. La visita fue larga. 60€ dan para mucho.
IV
Fueron muchos consejos, insisto, pero solo hubo uno que me resultó nuevo. El resto coincidía con los que diariamente me da gratis mi mujer. Al levantarme he tomar una cápsula Omega3 con un vaso de agua.
V
He de añadir que, sin duda, mi mujer tiene una figura mucho más estilizada que la dietista.
I
Es obvio que soy viejo. ¿Y qué pasa?
II
Suele ocurrir que en momento mismo en que me reconozco como tal, mi interlocutor derrama sobre mí un balde de retórica buenista, que detesto, del tipo "Pues yo lo veo a usted joven" o "Viejos son los trastos". Cuando les replico que me dejen ser viejo en paz me suelen mirar con una cara de perplejidad... como diciendo... "Si yo solo pretendía ser amable con usted".
III
Agradezco la amabilidad siempre que no sea condescendiente. La amabilidad condescendiente es una forma de humillación.
I
Los plátanos de la plaza de Ocata están comenzando a lucir sus hojas nuevas, pero el anciano que está convencido de que están secos, sentado a mi lado, no deja de lamentarse: "Esos árboles no tendrán hojas nunca. Han estropeado la plaza para siempre, para toda la vida. No tienen una hoja. Han hecho una fechoría. Está mal. Jamás se podrán ver hojas en esta plaza. Ya no tiene remedio. No hay ningún árbol que tenga hojas. ¡Madre mía! ¿Cómo puede ser? Me voy, por no verlos. Asesinados." Y se va a expandir su desconsuelo por las mesas de la terraza, que están bajo los plátanos coronados por sus hojas emergentes.
II
¿Cómo serán los ángeles de la guarda de los viejos desmemoriados? Sin duda son profetas que nos anuncian nuestro propio futuro para que tengamos caridad con ellos.
I
Me expulsa de lo que estoy haciendo una voz femenina escandalizada: "¡Que ya tiene diecinueve, la niña, que ya sabe lo que se hace!" Me giro automáticamente. Dos mesas más allá dos parejas comentan escandalizadas la conducta de una joven. Y lo hacen con entusiasmo, con voracidad de depredadores morales, con hambre atrasada.
II
Decido seguir con lo mío, pero no puedo dejar de pensar en la satisfacción moral que les produce a muchos su capacidad para el escándalo. ¿Por qué? ¡A qué se debe esto?
III
Cuando me enfrento a estas cuestiones suelo preguntarme a qué necesidad da respuesta la conducta que me llama la atención.
IV
¿A qué necesidad responde este aspaviento moral? Quizás a la necesidad de sentirse bueno, que es una necesidad tan imperiosa y perentoria que, en cuanto puede, coge el camino más corto para mostrarse en público
V
Al ir a correos me he encontrado con una anciana casi ciega que hoy se ha escapado del asilo para comer pescado en un restaurante. La conozco desde hace mucho tiempo y siempre que nos vemos nos paramos a saludarnos y decirnos cualquier cosa. Hoy la he visto muy envejecida, con dificultades para expresarse y para comprender lo que yo le decía. Pero su determinación estaba clara. ¡Quería comer pescado! Y se ha escapado del asilo.
I
Llegué a Madrid cuando ya eran casi las 15:00, pero los dioses protectores quisieron poner en mi camino un restaurante popular que anunciaba en su pizarra de la entrada alubias rojas de Tolosa con oreja de cerdo. Y gozosamente me entregué a la gula.
II
A las 16:00 tenía una entrevista con los directivos de una empresa que está elaborando material didáctico para trabajar en pantalla muy, muy interesante. Aprendí mucho, creo que ellos algo aprendieron de mí y volví a constatar que, al menos en mi caso, es imposible venir a Madrid y que no te asalten nuevos proyectos.
III
A las 19:00, lo de la Tatiana, esta vez con mi dilecto Armando Pego, de profesión átopos. Y, después, cena, con lo cual reconciliar el sueño en la habitación del hotel era una utopía. Hoy a las 5:00 ya estaba en pie.
IV
El ciclo "Después de la orgía" está resultando espectacular, por el nivel académico, por la cordialidad, la intensidad de cada sesión, el nivel de las preguntas, los comentarios posteriores, etc. Unos días antes de la sesión pido a los ponentes algún material que pueda orientarnos sobre el contenido de su sesión, para entrar en calor. Después de cada sesión les hago llegar a los asistentes lo que he dado en llamar "Apostillas a la ... sesión", que quieren ser alguna puntualización entre lo anecdótico y lo conceptual, de algunos aspectos tratados por el ponente y que sirvan para dar continuidad narrativa al seminario. Hay algo no previsto y que está resultando de gran ayuda para crear el clima adecuado: la importancia que ha ido adquiriendo la música. En cada sesión escuchamos algo que entone con nuestras expectativas. Para la próxima semana he animado a los asistentes a interpretar el Epitafio de Seikilos, que es la canción más antigua que hemos conservado de Grecia.
I
Acabo de ver un vídeo que es un tratado neorralista de antropología para mentes fuertes. En las primeras imágenes se ve una mujer aparentemente joven que sale por la ventana de un cuarto piso dispuesta a tirarse al vacío. Está muy alterada. En un balcón próximo un hombre intenta disuadirla de que no lo haga. La mujer salta. El hombre estira los brazos y está a punto de sujetarla por una mano, pero el peso arrastra a la mujer hasta el asfalto. Se estrella contra el suelo. Es evidente que está muy grave, pero con sus últimas fuerzas mueve el brazo izquierdo para ponerse pudorosamente la falda. Por los comentarios parece que la mujer había llegado a su casa a deshora y se encontró a su marido con otra. Ese marido es el que intenta atraparla y no puede.
II
Me quedo con el gesto pudoroso. El deseo de no sentir vergüenza, como si la vergüenza fuese el único sentimiento que nos pudiera acompañar a la ultratumba.
I
Hace unos días en una librería de viejo de Vic vi una maleta vieja repleta de cartas, postales, guías de viaje antiguas y libros de geografía. Le hice un comentario al librero sobre ella. Algo así como que aquella maleta tenía pintas de haber recorrido todos los mares y todos los continentes. El librero me la dio. No me hacía falta, pero ante su insistencia, no tuve más remedio que aceparla.
- ¿Pero le gusta o no? -me acorralaba,
- Sí, pero...
- ¡Ni pero ni nada, si le gusta es suya! ¡Se la doy!
Y me la dio.
Aquella tarde participaba en una mesa redonda en la Universidad de Vic y aparecí con mi nueva maleta vieja, que mereció elogios unánimes. Después la metí en el maletero del coche.
II
Hoy he decidido presentarla en familia. Estaban presentes mi mujer, mis hijos y mis nietos. Se la he enseñado como si fuera la maleta de Howard Carter. Pues bien, la reacción ha sido unánime: "¡Horrorosa!" A nadie le ha gustado. Hasta mis nietos, que suelen ser siempre mis cómplices, me han abandonado.
III
Con gran dolor de corazón he sacado la maleta de casa para echarla al contenedor de la basura.
IV
Me dirán que esto no es nada, pero con nadas así uno acaba tocado por el ala del ángel de la melancolía.
I
La noticia del día es que, al fin, llueve en Cataluña y hay como un sentimiento generalizado de agradecimiento al cielo, que, por fin, se ha apiadado de nosotros. Debe haber al menos un par de homres justos en Cataluña que han conmovido al Altísimo con sus oraciones.
II
Sigo pensando que el clima es un fenomenal antropógeno. Quiero decir que nuestros remotos antepasados comenzaron a ser hombres cuando en vez de aceptar el clima como una fatalidad trivial comenzaron a hablar entre ellos de lo obvio: Llovía y decían que llovía; hacía frío y decían que hacía frío, etc. Entras a un bar a tomar un café y automáticamente lanzas a los presentes un comentario obvio sobre el tiempo que es recogido con obviedades elementales. Y así nos creamos un clima humano. No pedimos más.
III
¿No es entrañable el hombre?
Al menos es entrañable cuando el clima se alborota.
I
¡La de cosas que nos decimos cuando no tenemos nada que decirnos!
II
El gratísimo recurso del tiempo nos permite hablar de lo más obvio como si fuera una novedad imprevista y trascendental: llueve, hace viento, frío, sol... y mientras hablamos de estas cosas sabemos que, de alguna manera banal, pero importante, le decimos al otro que lo que en realidad le decimos es que nos importa que esté ahí.
III
Nos importa un poco, pero nos importa. No somos mutuamente indiferentes a nuestra copresencia.
IV
Son conversaciones para olvidar porque en realidad no nos decimos nada. Hablamos para mostrarnos como hablantes interesados efímeramente en el otro.
V
Y de esta forma sacralizamos lo efímero y trivial.
VI
En la mayor parte de ocasiones la humanidad es enternecedora. Pero hay que echarse a temblar cuando deja de serlo.
I
San Nihilismo. El único santo al que no se le puede pedir un "ora pro nobis". Es de noche. La primera noche del mundo. Y nadie sabe si la oscuridad ha venido para quedarse. Ya no sabemos si las llaves de casa nos resguardan o nos encierran.
II
He puesto el punto final al libro. Me ha hecho sudar lo suyo y no estoy aun del todo satisfecho. Lo guardaré un par de semanas en un cajón, para que madure, y ya veremos. Pero de abril, no pasa.
III
El pasado no es una memoria. El pasado está tan vivo que frecuentemente lo encuentras esperándote en un recodo del camino.
IV
Los ojos brillan lo que les sugieren los labios.
I
Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste búsqueda de alegría que me envía la gloriosa editorial La isla de Siltolá, con la que siempre estaré en deuda.