He pasado la tarde de este sábado -tras comer en familia los tournedós a la crema que he cocinado con mucho tiento- enclaustrado con Días malditos, que es el diario que fue escribiendo Iván Bunin a escondidas en Moscú y Odesa en 1918. Bunin es un gran conservador y, por lo tanto, un alienado que asiste al desmoronamiento de su mundo sin acabar de creer se que la realidad pueda ser tan grosera como se le muestra cotidianamente. Aprovecho para confesarles de pasada que a mi humilde parecer la frase más importante de la historia de la filosofía la dijo Hegel: "Todo lo real es racional". Sospecho que la historia de la humanidad es la sucesión fracasada de intentos de refutarla. En fin, que el libro se me ha pegado a las manos y no he podido desprenderme de él hasta que no he llegado a la última página. Me apresuro a traer a este café algunas de las muchas cosas que he subrayado.
"Lo único que salva a la gente es la capacidad de hacer a un lado sus talentos. Aminorar su aptitud para la imaginación, la atención y el pensamiento. Si no fuera así, la vida se haría imposible"
"Es horrible decirlo, pero se trata de la pura verdad: de no haber sido por las desgracias que padecía el pueblo, miles de intelectuales habrían sido los hombres más desdichados de la tierra. ¿Qué motivo habrían encontrado entonces para reunirse y protestar?"
"Moscú. Un día de lluvia, nieve y fango (...). Los asistentes a un funeral avanzan a través de la plaza Kudrinskaya, cuando, de pronto, desde la calle Nikitskaya, irrumpe en la plaza una bestia encaramada en una ruidosa motocicleta, con gorro y chaqueta de piel, y sin aminorar la marcha, amenaza blandiendo un enorme revólver, mientras salpica de fango a los deudos que cargan el ataúd:- ¡Apartaos del camino! -gritaba.Los deudos se hacen a un lado y, tropezando, echan a correr con el ataúd a cuestas (...). Una anciana en un rincón llora desconsolada (...). "Cálmese ya. ¡Cálmese, por Dios", le digo. Y le pregunto: "¿Era familia suya el difunto?". Y la anciana intenta coger aire, sofocar los sollozos, y finalmente me dice con un hilillo de voz:- No... No le conozco... Pero le envidio...
"Hasta la gran Revolución francesa, el mundo no había conocido la decepción", escribió Herzen.
El mulá Kazi "era de mediana estatura, con el rostro picado de viruelas, barba rala, ojos claros y mirada penetrante. A su padre le dio muerte derramándole aceite hirviendo en la boca. Se dedicaba a comerciar con vodka, hasta que se declaró profeta y emprendió una guerra santa... ¡Cuántos bandidos y líderes no están hechos de esa misma pasta"
"Dostoievski escribió:'Dadles a todos esos maestros plena capacidad para destruir la antigua sociedad y construirla desde cero, y será tal la oscuridad, el caos, crearán algo tan brutal, ciego e inhumano, que el edificio se derrumbará acompañado de las maldiciones de toda la humanidad antes de que pueda ser concluido'".
"No es por gusto que la gente lleva miles de años creyendo en el diablo."
"Una de las más antiguas creencias de los salvajes:'El brillo de la estrella en la que se convierte nuestra alma después de la muerte contiene el brillo de los ojos de todas las personas que nos hemos comido'."