Y yo me he puesto a leer a Francisco Montes, Paquiro, a ver lo que decía.
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Y, curiosamente, aunque no hable en los términos de Platón, Paquiro nombra explícitamente la soberanía de la que se considera investido el espectador de los toros. Y lo hace con preocupación, porque lo que él pretende es dar "una constitución" a las corridas.
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Me pregunto si la soberanía, esto es, la posibilidad de instaurar un estado de excepción, no se aprenderá inevitablemente en los espectáculos en los que una comunidad política participa con más pasión. En Atenas era el teatro, en la España del siglo XIX los toros... ¿y hoy? ¿Los campos de fútbol, quizás?