Comienzo a comprender a aquellos ancianos de mi pueblo que se llevaban las manos a la cabeza al ver que la juventud estaba poniendo todo su mundo patas arriba. Comienzo a comprenderlos porque comienzo a sentirme... aún esporádicamente, es cierto, identificado con ellos.
Si en los sistemas naturales los animales que estorban son expulsados del ecosistema con violencia, en los sistemas culturales el viejo es viejo cuando no espera a ser expulsado para comenzar a irse. Poco a poco se le va retirando aquella admiración con que contemplaba el mundo, ya que cada vez se le antoja más incomprensible. No cabe en las nuevas costuras. Así que se se refugia en el cuartel de. invierno de sus recuerdos, donde se ha refugiado también la lógica ausente del mundo circundante. Se siente, en cierta forma, más próximo a los muertos que a los vivos, porque a aquéllos los comprende más.
Los jóvenes hacen lo que tienen que hacer, vivir su vida, porque además de ser hijos de sus padres, son hijos de su tiempo y su tiempo es suyo. Los ha acogido y les proporciona el sentido que necesitan para vivir acomodados entre las cosas. Entre sus cosas.
El viejo, mientras se retira, mira de reojo al niño que va de la mano del joven y no pude dejar de sentir una cierta solidaridad con los jóvenes a los que no comprende.
Es el retorno de lo mismo.