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El pensamiento crítico –la filosofía– ha de ser la espina dorsal de una escuela que, como mera transmisora de conocimientos, carece ya de sentido. Desarrollar la capacidad para organizar y verificar el torrente de información que nos inunda (y nos mantiene dispersos e inactivos), y ser competentes para evaluarlo de acuerdo a criterios propios y razonados, debería ser a todas luces la prioridad de las prioridades educativa. Y cuanto antes mejor. Abandonar a los niños frente a la tele o el móvil y no darles, también desde el principio, y a su nivel, las herramientas críticas para defenderse de ese tsunami (des)informativo, es una irresponsabilidad gravísima. ¿Quieren algo mejor –e infinitamente más efectivo– que el control parental, las prohibiciones o la censura de lo que el Estado o las compañías entiendan como «nocivo» o «falso»? Enseñen a los niños a pensar de forma crítica, o lo que es lo mismo –pero mejor–: enséñenles a filosofar... Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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