El pasado martes por la noche, cuando un hombre saltó
a las vías del metro de Madrid sin pensarlo dos veces para rescatar a una mujer que había caído accidentalmente, los modelos mentales que ven al hombre como una especie con tendencia a la maldad y el egoísmo se pusieron en entredicho una vez más.
Desde que éramos bien pequeños, en la 2 de TVE han predominado los documentales de animales en los que se trasladaba una
imagen de la naturaleza cruel, donde impera la ley del más fuerte y todos compiten contra todos. Manadas que se ven forzadas a abandonar a crías heridas, violencia entre especies, batallas incesantes por obtener el poder y un largo etcétera, forman parte del imaginario colectivo sobre las motivaciones e instintos que imperan en el Reino Animal. Afortunadamente, cada vez son más los científicos que se ven atraídos por el otro lado de la moneda, es decir, por
comportamientos prosociales como son el altruismo, la cooperación o el auxilio.
Cada vez que una persona pone en peligro su supervivencia para salvar a otra con quien no comparte parentesco ni gen alguno, está desafiando una de las leyes con más vigencia en el mundo de la ciencia: la Teoría de la Evolución de
Charles Darwin y la Selección por Parentesco, elaborada por
William Hamilton y
Maynard Smith. De manera resumida, éstas vienen a decir que los seres vivos sólo somos altruistas con otros
si compartimos genes con ellos o si esto incrementa nuestra capacidad de adaptación. Pero estas teorías tienen algunos matices importantes que aún no hemos sido capaces de aclarar de manera satisfactoria.
Cada vez poseemos más pruebas de que el impulso que nos hace correr riesgos por desconocidos e incluso miembros de otras especies es algo relativamente frecuente en los seres humanos, pero también en otros animales.
Hace unos años,
un niño cayó al foso de los gorilas en un zoo de Chicago. Antes de que los machos se abalanzaran sobre él con dudosas intenciones, una hembra corrió a toda prisa y agarrando al niño con sus brazos, consiguió ponerle a salvo. Después le llevó hasta el lugar desde donde los cuidadores tenían acceso a la instalación, pudiendo así salvar al pequeño.
Una expedición de la BBC a la bahía de Monterey (California) ha aportado evidencias de que
tampoco esto es algo distintivo del ser humano. El equipo británico filmó cómo unas ballenas jorobadas ayudaban a una ballena gris y su cría del violento ataque de unas orcas. Aunque la cría falleció, las ballenas jorobadas se mantuvieron en la zona persiguiendo y golpeando sus colas contra el mar,
amenazando a las orcas durante más de seis horas. De esta manera impidieron que pudieran alimentarse del cadáver de la cría o atacar a la ballena gris, hasta que ésta pudo continuar su camino en solitario.
La hipótesis de que el ser humano es altruista de manera innata ha sido puesta a prueba en numerosas ocasiones.
Felix Warneken, del Instituto Max Planck, ha probado cómo
los niños de menos de 15 meses de edad ayudan a desconocidos sin esperar nada a cambio. Pero las pruebas con bonobos también han dado resultados positivos. En un experimento reciente realizado por
Jingzhi Tan, unos bonobos debían elegir compartir comida con un miembro de su grupo o con un extraño. Estos preferían
compartir con los extranjeros antes que con los compañeros de su grupo, lo que plantea un nuevo reto para la ciencia.
En cualquier caso, los ejemplos de altruismo, por pequeños que sean, abundan en nuestra especie. Muchos pasan desapercibidos porque no estamos entrenados para detectarlos.
Rubén nos ha recordado una vez más que debemos cuestionar aquellos modelos mentales negativos basados en la desconfianza. Tener presente que nuestra naturaleza también tiene un lado altruista nos ayudará a ser un poco más felices y optimistas, algo fundamental para enfrentar estos tiempos de crisis. No es fácil cooperar e ilusionarse con un proyecto común si pensamos que todos los que nos rodean quieren aprovecharse de nosotros. Fijar la atención en acciones como las de Rubén A.G., nos ayudan a
recuperar el lado más positivo del ser humano.
Pablo Herreros,
Los impulsos generosos del primate altruista, Yo, mono, 26/01/2013