El economista francés Thomas Piketty se pregunta por qué no proceder con los griegos como procedieron los aliados con los alemanes en 1953, cuando perdonaron a Alemania su inmensa deuda y le permitieron ascender y convertirse en una potencia económica.
¿Acaso los errores que cometió Alemania para llegar donde llegó son superiores a los cometidos por Grecia en los últimos tiempos?, se pregunta Piketty. Respondamos por él:
Al perdonarle la deuda, los aliados también le perdonaron a Alemania la aniquilación industrializada y el haber ejercido el racismo hasta límites desconocidos, o hasta más allá de todo límite. Dígamoloslo de otra manera: le perdonaron una deuda infinita y además la nutrieron de dólares para que pudiese llevar a cabo su milagro. ¡Así es fascil resurgir de las propias cenizas!
¿Ahora resulta que la deuda infinita es más perdonable que la finita?
Sí, por más que nos asombre. La deuda infinita es tan excesiva que más vale anularla para no sucumbir al vértigo. En cambio con las deudas finitas puedes cebarte hasta lo indecible.
Alemania no se va a librar tan fácilmente de su mayor problema: siempre que exija algo a los otros, los otros le recordaran la deuda infinita que nunca pagó. Una deuda tan desmedida que fue necesario perdonar para poder olvidar un poco el horror, en realidad para poder soportar la vida.
Jesús Ferrero, ¿La deuda infinita es más perdonable que la finita?, El Boomeran(g), 21/05/2015