Unamuno había sido un crítico muy severo de la República, sobre todo del jacobinismo de Azaña y de la demagogia del Frente Popular. Hay artículos suyos en los que arremete contra la buena conciencia de las gentes de izquierda que se limitan a llamar "fascistas", creyendo que eso es un argumento, a quienes les reprochan sus comportamientos ilegales, crueles o meramente zafios. Sus advertencias sobre el riesgo de una guerra civil —por la que pide perdón por adelantado en nombre de su generación "a los niños de España", en un mensaje leído el 6 de enero de 1935— son reiteradas desde ese año, y también los llamamientos a salvar a la República de sí misma. Por eso se empeña en ver el levantamiento militar como un pronunciamiento en defensa de la legalidad republicana, creyendo lo que en sus bandos y proclamas iniciales dijeron Queipo de Llano, Yagüe y el propio Franco.Pero el 12 de octubre la realidad real de la matanza no permite mantener esa ficción. "Qué cándido y qué ligero estuve al adherirme al movimiento de Franco", le confiesa por carta a Quintín de Torre. Todavía el 6 de octubre el repuesto rector (repuesto por Burgos tras haber sido destituido por Madrid) acude a una audiencia con Franco para pedirle, relata G. Ejido, que "introdujera la compasión en sus decisiones políticas". Pero le dicen que "no es tiempo todavía de pedir clemencia, humanidad y justicia", según relata por carta a su traductora al italiano Mari Garelli.Venceréis, porque vuestra es la fuerza, pero no convenceréis, porque os falta la razón y el derecho, les desafía el viejo escritor en cuyas manos palpitaba la realidad real de la carta de la mujer del pastor, y ese gesto ilumina retrospectivamente toda su trayectoria vital, desde el adolescente fuerista radical y el joven redactor de
La Lucha de Clases, el periódico socialista de Bilbao, pasando por el liberal adulto enfrentado a Primo de Rivera y al Rey, el exiliado intransigente y a su regreso padre fundador de la II República, de la que se distanciará más tarde para adherirse en un primer momento al levantamiento militar. El breve discurso de
Unamuno en el Paraninfo es un postrer gesto de valor; de atrevimiento para decir no a quienes le halagaban.
Patxo Unzueta,
Miguel de Unamuno: la carta de amor del pastor, El País 12/05/2018
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