El poder se protege de la radicalidad del pensamiento como una potencia compartida. Lo convierte en una exquisitez para unas élites pensantes bien integradas en el sistema académico competitivo y expulsa a los demás. Para el resto, ofrece una educación cada vez más basada en entrenar la adaptabilidad.
Irene Hernández Velasco, entrevista a
Marina Garcés:
"Filosofar siempre ha sido un acto subversivo", BBC.com 23/01/2018
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