La filósofa
Martha Nussbaum cuestiona estas ideas, y plantea que hay que hacer una revisión de nuestras creencias y prácticas en relación a tomar dinero por el uso del cuerpo. Ella señala que: “Todas las personas, excepto las que son ricas de manera independiente y las desempleadas, recibimos dinero por el uso de nuestro cuerpo. Profesores, obreros, abogados, cantantes de ópera, prostitutas, médicos, legisladores, todos hacemos cosas con partes de nuestro cuerpo y recibimos a cambio un salario. Algunas personas reciben un buen salario, y otras no: algunas tienen cierto grado de control sobre sus condiciones laborales, otras muy poco control; algunas tienen muchas opciones de empleo, y otras tienen muy pocas. Y unas son socialmente estigmatizadas y otras no lo son”. Según ella, no debería preocuparnos el que una mujer con opciones laborales elija la prostitución; lo verdaderamente preocupante es que las mujeres pobres (o las sin papeles, diría yo) no tengan más opción que esa para conseguir un ingreso suficiente.Por eso para
Nussbaum el punto candente es el de las oportunidades laborales de las mujeres de escasos recursos y el control que pueden tener sobre sus condiciones de empleo. Comparto con ella su convicción de que la lucha de las feministas debería promover la expansión de las opciones laborales, a través de la educación, la capacitación en habilidades y la creación de empleos, en lugar de intentar prohibir su práctica. Es central el cómo expandir las opciones y oportunidades que tienen las trabajadoras sexuales y cómo garantizar que todas tengan derechos laborales y sean tratadas con respeto. Ese es un objetivo del sindicato Otras.
Marta Lamas,
El respeto a otras, El País 2/11/2018
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