A mi juicio, uno de los intereses primordiales de la filosofía hoy es saber si hay una interpretación de la mecánica cuántica compatible con la idea clásica de naturaleza. Otras ciencias como la genética o la inteligencia artificial pueden llegar a tener más trascendencia; pero, para mí, el interés de la mecánica cuántica reside en que, por primera vez en la historia del pensamiento, hay una teoría estrictamente científica que cuestiona, según el propio
Einstein hizo, las categorías con las cuales se puede pensar la ciencia y pensar el mundo. Este es el interés metafísico de la física cuántica.
La localidad, la continuidad, la individualidad, la causalidad, el determinismo, son las categorías cuestionadas. Cada vez que la física cuántica muestra en la naturaleza que ciertas partículas no responden a estos principios, está poniendo en cuestión los principios mismos de inteligibilidad del orden natural. Por eso, la mecánica cuántica no se entiende; precisamente porque pone en cuestión los principios de legibilidad, es decir, principios sobre los que reposa la intelección. Entonces, ¿cuál es el mensaje de la mecánica cuántica?: La naturaleza no es lo que parece.
Y cada vez que se desvanece la inteligibilidad y se renuncia a la intelección lo que surge es la esperanza de infinitud, de que no funcione el segundo principio de la termodinámica, que es la muerte. Yo soy muy desconfiado de la termodinámica como soporte del principio de esperanza, y al contrario, encuentro la mecánica cuántica suficientemente fascinante como para que me entusiasme sin necesidad de buscar la salvación. Simbolizar y conocer fertilizan el alma, pero no la salvan.
Berta Ares, entrevista a
Víctor Gómez Pin:
"La lucha más dura es contra el autoengaño", Revista de Letras 16/09/2019
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