22362 temas (22170 sin leer) en 44 canales
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura.
Dice el Papa que el rechazo al inmigrante
es pecado. Y el Banco de España que hacen falta muchos más inmigrantes para
sostener económicamente al país. ¿Entonces? Si la llegada de inmigrantes no
genera más que ganancias (celestiales y terrenales), ¿a qué viene tanto
alarmismo histérico, con invocaciones al Ejército incluidas? La respuesta está clara:
el miedo al inmigrante reporta votos, y hay quienes no tienen el menor
escrúpulo en criminalizar a los más débiles e indefensos para lograr esos
votos.
Hay que recordar de nuevo que la inmensa mayoría de los inmigrantes vienen a este país a hacer los trabajos – los más duros, ingratos y mal pagados – que ya no queremos hacer los nativos. Hablar de deportaciones masivas no solo es, pues, moralmente repugnante, sino de una hipocresía que clama al cielo: ¿quién quiere realmente expulsar a los mismos que cuidan a nuestros padres e hijos, limpian nuestras casas, asfaltan nuestras carreteras, nos sirven en el bar, recogen nuestras cosechas o dan un poco de vida a nuestros pueblos moribundos?
Algunos se empeñan en subrayar que su inquina es contra la inmigración ilegal, pero esto es otra muestra insoportable de cinismo y falta de empatía. La inmigración ilegal (de la que tanto se aprovechan algunos) es producto de la necesidad, no de una malvada elección de los inmigrantes. Todos sabemos que apenas existen cauces practicables para la inmigración legal, y todos sabemos que, de estar en el caso de esos inmigrantes, haríamos exactamente lo mismo que ellos…
Es igualmente confundente la constante alusión a las mafias, como si ellas fueran la causa de la inmigración ilegal y no simples parásitos que se aprovechan de ella. Hablar continuamente de mafias solo sirve para desviar la atención de las verdaderas causas sociales, económicas y políticas del fenómeno migratorio.
Y finalmente está el peor y más peligroso ardid: el de ocultar dichas causas bajo la retórica nacionalista. Así, desde la perspectiva de algunos, la inmigración no va de gente deseosa de prosperar huyendo de la miseria y la guerra (¡como hacíamos nosotros mismos tiempo ha!), sino de extraños que vienen a subvertir nuestras costumbres y a acabar con la cultura patria. Este planteamiento mendaz demuestra, por cierto, el tipo de trabajador que ciertas élites desearían realmente: uno que no solo trabajara por lo mínimo y en condiciones precarias, sino que además se sometiera sin rechistar a las costumbres y creencias de sus «amos».
La llegada de inmigrantes puede ser, en fin, un asunto complejo y problemático, pero que hemos de abordar constructivamente, no solo por razones morales, sino por la cuenta que nos trae, evitando planteamientos demagógicos, hipócritas y falaces, más aún cuando con ellos se juega con la dignidad y el porvenir de personas desesperadas que no vienen más que a trabajar para nosotros. La miseria material no se elige, la moral sí. No seamos moralmente más miserables que los que, en sentido material, no pueden elegir no serlo.
I
Agradabilísima cena en algún lugar de Madrid al que yo sería incapaz de volver. Uno se deja llevar y traer y la cordialidad conduce. Estas cenas de finales de verano cuando aún llevamos viva la memoria del sol de vacaciones en la piel y ya estamos adentrándonos en la cotidianeidad laboral, tienen algo de reivindicación del tiempo que huye, como si intentásemos echarle el freno y acomodar su paso al nuestro.
II
En los ratos que tengo libres estoy leyendo El perfecto pescador de caña, de Izaak Walton. Tengo la sensación de que este es un libro para leerlo en su idioma original. En español es fácil intuir el ritmo del texto original, la cadencia, el juego con el tiempo de la prosa para intentar cazar con su red el otro tiempo, el dela vida que huye... pero este ritmo original se intuye, no se disfruta. El libro lleva un prólogo de Unamuno un poco decepcionante, pero ya se sabe que «quandoque bonus dormitat Homerus», es decir, «en ocasiones duerme el gran Homero». Y si en ocasiones hasta Homero duerme, Unamuno está más que redimido.
III
Con bastante frecuencia me despierto por las noches a horas intempestivas con la respuesta a un problema que no he sabido resolver durante la vigilia. Así que cuando me despierto sin ninguna respuesta, sin nada que me urja a levantarme y a recogerla en un papel, me encuentro desvelado sin motivo y es entonces cuando, con la mente en blanco, sintiendo el paso vacío del tiempo, más me cuesta volver a dormirme.
I
Ando por Madrid, con trabajo, sí, pero lo he planificado de tal manera que me deje tiempo para andar. Esta mañana he dado una larga charla en un colegio defendiendo que la lectoescritura es, sin duda, la principal competencia del futuro. Aunque mi hotel está lejos del colegio, he ido y he vuelto andando. Una ciudad solo se conoce pateándola. Esto es lo que te permite descubrir los infinitos detalles de las cosas y de la gente. Cada barrio es un mundo y hasta los mendigos son diferentes.
II
Al entrar en el barrio del Pilar me he cruzado con una madre y su hijo. Ella, unos 30 años; el niño, unos 5 o 6. Por el acento he pensado que podrían ser venezolanos. Iban de la mano y la madre le enseñaba al niño a contar del 30 al 40. He ralentizado el paso para poder empaparme de la escena. El niño ponía un vivísimo interés por aprenderse los números y yo no podía menos de preguntarme de dónde nacía ese interés.
III
El interés es un fenómeno enormemente complejo que la pedagogía del interés ha simplificado para intentar sustituir con el interés una venerable potencia del alma, la voluntad.
IV
Esa madre no creo que supiera nada de pedagogía, pero ella y el niño parecían envueltos en una burbuja afectiva que los aislaba del mundo. No parecía haber para ellos nada más importante que los números. El niño confiaba en la mujer, la mujer en el niño y ambos en la importancia de saber contar. Por eso el aprendizaje era difícil y alegre. Aquí no había matemáticas psicoafectivas, sino un afecto mutuo al servicio del saber relevante.
V
Ayer vine en el AVE a Madrid. A mi lado, al otro lado del pasillo, una pareja de recién casados hacían todo lo posible por demostrarnos a todo el vagón cuánto se querían. ¿Y yo que creo que así como el vino, para disfrutarlo, ha de servirse a su adecuada temperatura, el amor sabe más sabroso en la penumbra?
VI
Hoy sale publicada una magnífica entrevista que me hizo Fran Echeve para El Español. ¡Gracias, Señor, por los buenos periodistas! Mañana toca, por la tarde, presentación de Prohibido repetir en Zaragoza y, por la mañana, entrevista con Radio Aragón y con Noticias 4. Y esta noche, cena pedagógica.
El psicólogo Steven Starker escribía en Oráculo en el Supermercado que los libros de autoayuda aparecieron hace más de 200 años, cuando Thomas Jefferson plasmó en la Declaración de Independencia de EE UU el derecho individual a buscar la felicidad. “El rígido sistema de clases de los países europeos fue reemplazado por uno abierto en el que un hombre podía esperar ascender de acuerdo a sus méritos y habilidades, y a ser juzgado solo por sus logros”, afirma.
Según Starker, los libros de autoayuda explicaban cómo cumplir el sueño americano, pero también reforzaban la idea de que el éxito era algo que cada uno debía buscar por su cuenta, favoreciendo una existencia más estresante, solitaria o exigente con la imagen, y agravando problemas que después prometen resolver los mismos libros.
Daniel Mediavilla, Los libros de autoayuda más vendidos nos dicen lo que va mal en a sociedad, El País 24/08/2024
“Los tiempos duros crean hombres fuertes; los hombres fuertes crean buenos tiempos; los buenos tiempos crean hombres débiles; los hombres débiles crean tiempos duros”. La cita no es de Confucio ni de ningún economista prestigioso, sino de una novela postapocalíptica de ciencia ficción y fantasía escrita por G. Michael Hopf en 2016 que se convirtió en best seller.
Desde entonces, el aforismo se ha hecho muy popular y se ha hecho valer para apañar a golpe de meme facilón todo tipo de sobremesas y debates. Pero la realidad no es nunca ni fácil ni sencilla, y esa frase resultona no resume ninguna teoría rigurosa ni se pronuncia en círculos académicos serios.
Aun así, lleva tiempo siendo la cantinela favorita de un sector de la gastronomía española, gremio que nunca falla en suministrar periódicamente ejemplares magníficos de la especie “viejo que grazna blandiendo un bastón al aire”. La invocan como guarnición perfecta de ese sempiterno “¡Los jóvenes de hoy son débiles y no quieren trabajar!”.
La idea de que las condiciones difíciles crean individuos moralmente superiores y física y mentalmente fuertes, mientras que la riqueza y el bienestar crean sociedades decadentes y caracteres endebles es falsa. El relato del esclavo que supera peligros inimaginables y se convierte en emperador, o el de los dos chavales de barrio que crean una empresa de cien millones de dólares en un garaje son la excepción, no la norma, y precisamente por eso son reseñables. Pero el meme de los tiempos duros y el relato del héroe sirven a los directivos que fallan en la creación de sistemas de trabajo eficientes para justificar la imposición de condiciones laborales penosas (e ilegales) a base de usar la cantidad de horas trabajadas como vara de medir la categoría moral del trabajador, dibujando una pirueta discursiva falaz tan admirable como vergonzosa.
María Nicolau, La gran estafa de la cultura del esfuerzo, El País 23/08/2024
Habría que decir, a modo de consideración previa, que la existencia de alguien que no le deba nada absolutamente a nadie es casi un imposible ontológico. La vida social y la consecuente interacción entre individuos y grupos implica, de manera poco menos que inevitable, tanto la realización como la recepción de comportamientos difícilmente reductibles al mero interés particular o, si se prefiere, que no quedan entendidos de manera adecuada si los analizamos en los exclusivos términos de cálculo coste-beneficio o similares (por más que siempre haya gentes que, con manifiesta impropiedad semántica, utilice expresiones del tipo “me debe un favor”, tan odiosas como autocontradictorias —el favor por definición se regala, sin esperar nada a cambio—).
Manuel Cruz, Una sociedad de ingratos, El País 01/09/2024
¿Qué es eso de que una forma de gobierno que dice apoyarse en la voluntad del pueblo se eche a temblar cada vez que a este le toca expresarla? Pero no acaba aquí la paradoja. Tememos a la ultraderecha, pero esta, a su vez, debe su éxito al propio miedo que embarga a importantes sectores de la población. La fuente de cada uno de ellos es distinta, claro. En un caso tememos a la xenofobia y al peligro que puedan significar estos partidos para la democracia, que se suman a otros muchos, el cambio climático, por ejemplo; en el otro, quienes los votan temen a la inmigración, al descenso social, al cambio de valores, a las élites, etcétera. Pero, en mayor o menor medida, a todos nos embarga. Vivimos bajo el síndrome del miedo. Y son los miedos, no la ideología, lo que se exorciza y se utiliza como arma arrojadiza en la disputa política.
Hay buenos motivos para que nos atenacen, desde luego. Pero, al menos, desde Montaigne ya sabemos que el miedo es incompatible con la libertad. Una democracia del miedo es un oxímoron. Quién sabe, quizá un historiador del futuro concluya que el derrumbe de las democracias obedeció a que los actores políticos, en vez de abordar directamente las causas de los temores, se dedicaron a propagarlos. Atemorizar no es liderar. Liderar es, entre otras cosas, buscar salidas eficaces a lo que nos preocupa y alimenta nuestros temores. Ahí nos duele.
Fernando Vallespín, La democracia del miedo, El País 01/09/2024
Hay un Spinoza para cada época, pero entre las devociones spinozistas pocas comparables a la del historiador inglés Jonathan I. Israel (1946). A principio de los setenta, Israel escribió Race, class and politics in colonial Mexico (1610-1670), una tesis académica que a la larga lo llevaría a recrear el universo intelectual spinoziano a través de tres siglos. Aquel libro incluía un capítulo dedicado a la vibrante comunidad portuguesa de criptojudíos (practicantes secretos de su religión) que vivió en Nueva España en la primera mitad del siglo XVII, el mismo periodo en que sus hermanos de fe se establecían en Holanda. Su destino no podía haber sido más distinto: mientras en México terminaron disciplinados por la Inquisición, quemados en autos de fe, dispersos por el reino, borrados por la historia, en Holanda pudieron vivir libres de persecución y segregaciones físicas. Israel pasó de una comunidad a otra, dando inicio así a su larga travesía por el criptojudaísmo portugués de los siglos XVI y XVII ligado estrechamente a la historia holandesa en la cual es una autoridad.
La pasmosa globalización comercial que desplegó esa comunidad es el tema de varios de sus libros. En las últimas décadas, Israel se ha dedicado primordialmente a la historia intelectual con gruesos y polémicos volúmenes de revisionismo histórico que buscan probar la centralidad del pensamiento crítico holandés, y muy en particular el de Spinoza, en lo que ha denominado Ilustración radical (distinta a la Ilustración moderada, inglesa, escocesa, francesa o alemana) y que a su juicio es la raíz primera y pura, genuinamente democrática, republicana, tolerante e igualitaria, de la tradición liberal de Occidente. Esta tradición se habría cumplido parcialmente en la revolución americana pero resultó traicionada por el populismo rousseauniano y antiilustrado de Robespierre y los jacobinos. Alguien hubiese pensado que con esas obras y Revolutionary Jews from Spinoza to Marx –sobre la progenie decimonónica del filósofo– Israel habría culminado su tarea. Pero faltaba su opus magnum: Spinoza. Life and legacy, un libro inabarcable como el Dios de Spinoza.
Enrique Krauze, Un filósofo para nuestro tiempo, Letras Libres 01/08/2024
“Los países con mucha desigualdad son los que tienen mucha clase baja, mucha clase alta, y menos gente en el centro, como es el caso de Estados Unidos”, dice. De acuerdo con sus cifras, el estrato de rentas medias-bajas se acerca al 35% de la población en España, mientras que en países como Alemania supera el 40% y en Francia representa prácticamente a uno de cada dos hogares.
Tener a más población en la clase media-baja parece una mala noticia pero no lo es. Y es que para los economistas, la clase es un concepto relativo que no mide riqueza sino homogeneidad. Es decir, que un 100% de clase media-baja no implicaría necesariamente pobreza pero sí igualdad: todos los hogares estarían entre el 75% y el 125% de la mediana nacional (el valor de esa mediana nacional de ingresos es el que definiría la riqueza o pobreza de los ciudadanos).
Francisco de Zárate, La clase media ya no es lo que era ..., El País 31/08/2024
Lo que mata la esperanza, según Byung-Chul Han, no es la desesperanza; bien al contrario, esta última es su punto de partida, el inicio del viaje. Tal como lo expone en el preludio del ensayo, lo contrario a la esperanza es el miedo. En sus propias palabras: “Pasamos de una crisis a la siguiente, de una catástrofe a la siguiente, de un problema al siguiente. De tantos problemas por resolver y de tantas crisis por gestionar, la vida se ha reducido a una supervivencia”. Para el coreano, vivir en esa mera supervivencia nos ancla a la depresión y al miedo. Este último nos cierra puertas y nos roba la libertad, ya que imposibilita que nos pongamos en marcha. Alguien con miedo al futuro será incapaz de organizar y crear su propio futuro. Entra en una especie de profecía de autocumplimiento.
Como señala Byung-Chul Han, en alemán la palabra miedo —Angst— procede, al igual que en latín, del término angostura. Es decir, cuanto mayor es nuestro temor, más angosta será nuestra área de acción. Por eso quien se angustia se siente, de un modo u otro, acorralado.
El antídoto es la esperanza ya que, en sus propias palabras, “va dejando indicadores y señalizadores de caminos. La esperanza es la única que nos hace poner en marcha. Nos brinda sentido y orientación (…) Y las acciones necesitan un horizonte de sentido”. Así como el miedo imposibilita, la esperanza, como la definía el filósofo danés Søren Kierkegaard, es la pasión por lo posible.
Francesc Miralles, La esperanza, el arma secreta del filósofo Byung-Chul Han, El País Semanal 22/08/2024
El neoliberalismo siempre fue una desregulación con trampa: hacer desaparecer lo público allí donde valía para construir justicia social, pero mantenerlo fuerte para impulsar la iniciativa privada. El banquero Walter Wriston, presidente de Citicorp, publicó en 1992 The Twilight of Sovereignty (”El ocaso de la soberanía”), un libro en el que afirma que los mercados son las únicas máquinas de votar reales, por lo que deben asumir la responsabilidad de dirigir la sociedad en lugar de los políticos, ya que si se mantienen fuera del alcance de las normas expresan con precisión lo que quiere la gente.
Si leen detenidamente lo expuesto por Wriston, encontrarán un pensamiento profundamente antidemocrático, una coartada para que el mundo del dinero se emancipe de la propia sociedad.
La pregunta ya no es si estamos al final del modelo neoliberal; la pregunta es qué vendrá a continuación. Estará en condiciones de ofrecer una respuesta quien consiga tres cosas: aumentar en lo inmediato el poder adquisitivo de la mayoría, devolver la capacidad de previsión garantizando bienes básicos como la vivienda, y acompañar estas medidas materiales de un correlato cultural que haga sentirse al ciudadano común de nuevo importante como parte central de su país. Cuidado: si el progresismo no se toma en serio estas tareas, habrá una nueva derecha que las articule en clave xenófoba y autoritaria. Nadie preguntará por los apellidos.
Daniel Bernabé, La izquierda debe identificar por dónde gira el viento político, El País 22/08/2024
En cierto modo, todos hemos perdido siempre el tiempo porque no hay un sentido unívoco o un significado que demos al transcurso del tiempo en general. Vivimos buscando precisamente esa manera de darle sentido, eso es algo general y que se hace a través de la política, del arte... En definitiva, con el tipo de relato que construimos para dar explicación a lo que somos, tanto individualmente como en términos colectivos. Lo que ocurre es que hay diferentes maneras de recuperar ese tiempo perdido. Me gustaba la idea de hacer este juego de palabras con la obra de Marcel Proust [En busca del tiempo perdido] y la situación actual, donde creo que hay una manera melancólica de mirar y aproximarnos a ese tiempo perdido que todos tenemos.
... para mí lo importante de mirar al pasado no es tanto la idea de intentar recuperar lo que ya fue −o el tipo de soluciones políticas que se dieron antes−, sino lo que nunca pudo ser. Es decir, ese tiempo perdido que echas de menos precisamente porque ha sido imposible.
Me parece importante aquí, por ejemplo, tomarnos en serio que Karl Marx definiera el comunismo como un espectro. Él dice: "Un espectro recorre Europa, es el fantasma del comunismo". El espectro es algo que no está presente del todo, pero que, aunque no lo puedas tocar con tus propias manos, genera una presencia difusa. Es interesante esta idea de que aunque nunca haya ocurrido una determinada situación, podemos echarla de menos; y, desde luego, con el capitalismo echamos muchas cosas de menos. Lo que creo que deberíamos pensar no es tanto en reproducir lo que ya fue, sino qué promesas imposibles quedaron en ese tiempo que fue y cómo las deseamos hacia el futuro.
Nuestras esperanzas en el futuro están canceladas y nuestra propia experiencia del presente igual por el capitalismo. Por supuesto que hemos perdido cosas y hay aspectos en los que vivimos peor que nuestros padres, pero eso tiene un nombre: se llama capitalismo neoliberal, que progresa a costa de la desposesión de nuestras propias vidas.
Lo que creo es que la solución no puede ser intentar volver al capitalismo fordista del bienestar de los años 60, con soluciones de bienestar tardo-franquista para problemas del siglo XXI. El capitalismo arrasa nuestra vida, arrasa el planeta, produce cuerpos exhaustos, recursos naturales explotados, tensiones sociales... y ahí lo que yo digo es que las salidas a eso tienen que ser muchísimo más ambiciosas, que pasan por el cuestionamiento del trabajo asalariado, del modelo de acumulación o del trabajo de reproducción.
Los nuevos gurús del coaching, Llados y compañía, funcionan y apelan en principio a un deseo muy narcisista porque se supone que lo público está muy despreciado y ya nadie cree en esas formas colectivas de emancipación, no se encuentra allí el gozo. Antes quizás la militancia o las reuniones generaban un tipo de espacios en común de ocio y de actividades que hoy ya no existen.
Para afrontarlo, evidentemente, tenemos que reconocer de alguna manera lo que ellos perciben, pero bajo las preguntas adecuadas. ¿Es posible un proyecto de vida y autoconstrucción de una persona en el capitalismo? Esa es la pregunta que hay que hacer que la gente se formule: ¿qué ofreces tú al capitalismo y qué te devuelve? Tú ofreces básicamente todo tu tiempo de vida, todas tus horas de trabajo, tus horas de ocio porque apenas se puede desligar del consumo, y ¿qué recibes a cambio? Creo que no salen las cuentas y por eso estos gurús apelan a reinos de libertad individual y abogan por encerrarte en tu habitación a hacer deporte tú solo. Habría que preguntarse por qué no podemos sentirnos libre en el capitalismo de ninguna otra manera.
Durante todo el siglo XX, hemos visto cómo cuando había un riesgo de avances populares o de conquistas democráticas sustanciales, se suspendían garantías parlamentarias o democráticas a base de golpes de Estado. Ahora mismo, el neoliberalismo actual tiene tantas dificultades para mantener su régimen de acumulación y de beneficio que es posible que la propia democracia sea algo a lo que en algún momento dado se plantee tener que renunciar. Si no, es imposible que se mantenga el nivel de tensión que impone sobre los recursos naturales y sobre los propios cuerpos que trabajan. En algún momento van a regresar medidas mucho más autoritarias que las que conocemos. Es un horizonte que en el capitalismo ha estado siempre presente y que va a volver, aunque lo haga de maneras diferentes.
... todo lo que tenga que ver con lo político y con lo social no puede definirse nunca en términos naturales. Esas construcciones o esas miradas que intentan hacerlo así están cerca de un peligroso esencialismo biologicista. Al final de una especie de darwinismo social más o menos encubierto, o de pensar que se pueden explicar los comportamientos humanos apelando a instintos.
Creo que todo lo que hacemos, aunque tenga una base corporal o física está siempre escrito y leído desde la cultura, el lenguaje, la política y la praxis colectiva. Por eso creo que ningún problema político se resuelve apelando algo así como la naturaleza, porque la naturaleza para nosotros no es que no exista, pero siempre existe desde la mirada de la cultura o del lenguaje.
...todo lo que he dicho antes se podía resumir en esa frase: conquistar tiempo libre. Eso es lo que el capitalismo hace imposible tener, tiempo libre para la vida o para lo que hace que la vida merezca la pena, llámese política, arte, amor o como cada uno lo quiera llamar. La conquista del tiempo libre creo que podría ser el lema que aglutine todos nuestros afanes, así como los de la izquierda.
María Martínez Collado, entrevista a Clara Ramas: "La izquierda debe decir sin miedo que va abolir el trabajo ...", publico. es 06/'7/2024
En las inferencias abductivas, se parte de un fenómeno que necesita una explicación y se concluye aquella hipótesis que mejor explica dicho fenómeno, entendiendo por tal aquella de las explicaciones disponibles que sea más simple, más coherente con otras hipótesis aceptadas, más exacta, más capaz de encajar todos los detalles, más abarcadora, etc. El esquema argumental sería el siguiente: D es una colección de datos; la hipótesis H explica D; ninguna otra hipótesis puede explicar D tan bien como H; por lo tanto, H es probablemente verdadera. Es un tipo de argumento bastante común en la vida cotidiana, y es, por ejemplo, el que utiliza Sherlock Holmes en las novelas de Conan Doyle.
Para que una inferencia abductiva funcione bien hay que tener bastante seguridad de que, en efecto, ninguna otra hipótesis puede explicar tan bien los datos como lo hace la hipótesis que se quiere concluir. Pero esto es precisamente lo que está en cuestión en este caso. De hecho, se puede decir que en estos argumentos la hipótesis teísta no explica nada en realidad, puesto que no aporta ninguna información nueva acerca de ningún fenómeno natural decir que es así justamente porque Dios lo ha querido. No se añade nada con lo que consigamos una mejor comprensión del fenómeno, no aprendemos nada nuevo acerca de él.
Antonio Diéguez, Dios no es tema de la ciencia, Letras Libres 01/08/2024
Un planteamiento similar al que acabamos de exponer es el que encontramos en el llamado “Diseño Inteligente”. Dentro del ámbito protestante, en especial de las iglesias evangélicas de los Estados Unidos, lleva tiempo arraigando esta corriente. Según la doctrina del Diseño Inteligente, la biología nos muestra la existencia de fenómenos que presentan una “complejidad irreductible”, es decir, que contienen mecanismos que solo pueden ser funcionales si están completos, y no sirven de nada si falta alguno de sus elementos. Esos fenómenos no podrían ser el resultado de un proceso de evolución por selección natural, puesto que la evolución darwiniana requiere que cualquier sistema complejo se haya ido formando gradualmente a partir de elementos más simples. Tales fenómenos de complejidad irreductible, como el que presentaría, según los defensores de esta tesis, el flagelo bacteriano o la cascada química de coagulación de la sangre, serían, por tanto, pruebas de un “diseño inteligente” en la naturaleza que debe ser obra de un Diseñador.
No puede decirse que el argumento sea nuevo. Un antecedente claro lo encontramos en 1802, en la obra Teología natural, de William Paley. Si encuentro un reloj en la playa –decía Paley, al que Darwin admiraba mucho–, aunque no sepa lo que es, solo con ver su estructura compleja, puedo inferir que no está ahí de forma espontánea, como lo está cualquier guijarro, sino que es obra de un diseñador que lo ha realizado para un fin determinado. Según Paley, los seres vivos presentan signos de diseño comparables o más sofisticados que los de un reloj y eso debe llevarnos a concluir que son criaturas diseñadas por Dios. La analogía falla, puesto que, desde la perspectiva evolucionista, la selección natural, junto con algunos otros mecanismos evolutivos, es la que genera esa apariencia de diseño, sin necesidad de un diseñador.
Desde que surgiera esta propuesta, han sido muchos los biólogos y filósofos de la biología que la han rebatido con buenos argumentos. El concepto de “complejidad irreductible” es confuso y carece de rigor científico. Es evidente que la mera complejidad no exige una intención (muchos sistemas complejos, en física, por ejemplo, tienen explicaciones no intencionales). Lo que parece exigir la existencia de un Diseñador, según los defensores del Diseño Inteligente, es la “irreductibilidad” de dicha complejidad; pero esa “irreductibilidad” lo único que significa es que ellos creen que nunca se podrá mostrar que el sistema en cuestión es el resultado de un proceso gradualista de selección natural. Ahora bien, el evolucionista no acepta dicha “irreductibilidad” como un dato bruto.
De hecho, ha habido estudios que han ofrecido una explicación evolutiva de los dos ejemplos favoritos del Diseño Inteligente que hemos mencionado. El flagelo bacteriano comparte una buena parte de la estructura de su rotor con los poros activos de la membrana celular de las bacterias conocidos como Sistema Secretorio Tipo III. A través de este tipo de poros las bacterias inyectan proteínas en las células del organismo infectado. De las 22 proteínas que componen el flagelo de Salmonella, por ejemplo, veinte son homólogas de proteínas que forman parte de otros sistemas. Hay indicios sólidos obtenidos mediante análisis filogenéticos de los genes de cuarenta y un especies de bacterias flageladas que apuntan la posibilidad de que el flagelo bacteriano surgiera por duplicación y modificación sucesiva de unos pocos genes, quizá de uno solo. En cuanto a la cascada química de coagulación de la sangre, se ha comprobado que puede seguir funcionando en ciertos animales aun cuando falten algunas de sus partes.
El defensor del Diseño Inteligente quizás no acepte esa explicación, o busque nuevos ejemplos, pero lo importante es que su afirmación de que no hay explicación evolucionista posible de los ejemplos que pone de sistemas de “complejidad irreductible” no se sostiene y que, si por definición considera que la complejidad irreductible jamás podrá tener una explicación naturalista, sea la que sea, asume una posición que se autoexcluye de la ciencia, a la que, por cierto, no ha hecho ninguna contribución.
Antonio Diéguez, Dios no es tema de la ciencia, Letras Libres 01/08/2024Desde una perspectiva epistemológica y metodológica, la ciencia no sirve para demostrar que Dios existe, ni para demostrar que Dios no existe. Dejemos de lado la cuestión de si tiene sentido emplear el término “demostración” en ciencias empíricas. No es desde luego un término que se emplee en filosofía de la ciencia como sinónimo de confirmación, o de argumentación a favor, o de mero apoyo o indicio, como parece usarse muchas veces en este contexto. La cuestión principal es otra. Sencillamente, desde sus orígenes mismos, la ciencia moderna se intenta construir como un conocimiento empírico que deja fuera todo lo que vaya más allá de la experiencia controlable. Es verdad que Newton todavía recurre a Dios para explicar algún fenómeno natural, como que todos los planetas del Sistema Solar se muevan en el mismo sentido, y que antes de Darwin en biología también se hacía. Pero desde entonces, tanto la física como la biología tomaron un rumbo epistemológico y metodológico distinto, que es el que hoy sigue presentando la ciencia.
Ese rumbo, que se convierte ya en el siglo XIX en una característica definitoria de la ciencia, viene marcado por el naturalismo metodológico, según el cual, en la ciencia hemos de proceder como si solo hubiese entidades y causas naturales. Solo las causas naturales y las regularidades que las gobiernan tienen auténtica capacidad explicativa. Aclaremos que un científico no tiene por qué ser obligatoriamente un naturalista ontológico, que es una posición filosófica discutible, como todas, pero sí tiene que ser necesariamente un naturalista metodológico, porque si deja de serlo, deja de hacer ciencia. Así pues, por su propia naturaleza, la ciencia no puede decir nada acerca de Dios, porque entonces estaría asumiendo la existencia de lo sobrenatural, lo que queda excluido por su modo característico de explicar la realidad. (...) Nadie encontrará jamás como consecuencia de los principios y leyes de una teoría científica el enunciado “Dios existe” o el enunciado “Dios no existe”. Y cualquier salto desde una hipótesis o una teoría científica a alguna cuestión relacionada con lo sobrenatural, se hace ya solo con base en la creencia personal del científico, no en lo que la ciencia autoriza.
La falsabilidad, por cierto, no tiene nada que ver con esto. La clave –insisto– es el naturalismo metodológico, no la falsabilidad. La falsabilidad es la posibilidad de refutar una hipótesis o teoría a partir de la experiencia. Fuera de la ciencia hay cosas falsables (como la idea pseudocientífica de que el agua tiene memoria o que los seres humanos convivieron con los dinosaurios) y dentro de la ciencia pueden aceptarse cosas infalsables (el segundo principio de la termodinámica lo es en la práctica, la teoría de cuerdas lo es por el momento, los multiversos también lo son). Por eso, la falsabilidad propuesta por Popper no es aceptada en la filosofía de la ciencia actual como una característica definitoria de la ciencia, aunque pueda ser ciertamente un rasgo muy deseable y buscado en las hipótesis científicas.
Antonio Diéguez, Dios no es tema de la ciencia, Letras Libres 01/08/2024
... aunque disminuya el grado de satisfacción con la democracia, eso no cuestiona una generalizada aceptación de su legitimidad como forma de gobierno. Se critican sus prestaciones, no su legitimidad. Si examinamos los casos en los que los llamados populistas han accedido al poder y el hecho de que los anunciados destrozos han sido mucho menores que los temidos, puede concluirse que la democracia tiene una notable capacidad de resistencia.
... nuestra mayor exigencia es un signo de vitalidad democrática, y la percepción de la crisis de la democracia es tan profunda porque hay una gran distancia entre lo que nos proporciona y lo que demandamos de ella. Y en ningún caso, ni entre los acomodados ni por parte de los más exigentes, se apela a un modelo alternativo; las críticas se mantienen en su marco de valores y principios que, lejos de estar en cuestión, han vencido frente a sus concurrentes.
Si los diagnósticos sobre la crisis de la democracia dependen de la concepción que se tiene de ella, también es diverso el modo de concebir su deterioro. A grandes rasgos, esos diagnósticos se dividen entre quienes la ven deteriorada por el hecho de que la gente no tiene el poder que debería tener y quienes piensan que la gente tiene demasiado poder, por exceso o por defecto, podríamos decir, por la incompetencia de las élites o por la irracionalidad de los electores. Los diagnósticos del primer tipo suelen describir procesos de desempoderamiento popular, ya sea por el poder de las élites, del capitalismo incompatible con la democracia o de los algoritmos. Las propuestas lógicas de este campo suelen apuntar hacia una mayor participación y en la línea de una democracia deliberativa más directa. En el grupo de quienes lamentan que la democracia sea demasiado directa se critica el mito del votante racional, la falta de competencia y responsabilidad de los electores o simplemente el hecho de que el votante medio carezca de la formación y los conocimientos necesarios; como dice Brennan, o son hobbits(ciudadanos con baja información, poco interés y deseo de participación) o hooligans (demasiada información y opiniones fuertes con muchos prejuicios).
En mi opinión, cualquier balance ha de tener en cuenta que la democracia debe combinar adecuadamente la desconfianza hacia el poder y la desconfianza hacia la gente. El modelo que surgió tras la experiencia de los totalitarismos del siglo XX y que culminó en la tesis del final de la historia como victoria de la democracia liberal, acentuó el elemento de hiperprotección de las instituciones frente a la voluntad popular. La arquitectura institucional de la posguerra había fortalecido aquellas instituciones que limitaban la soberanía popular y parlamentaria. Por razones que son fáciles de entender, el consenso antitotalitario se tradujo en unas instituciones de democracia disciplinada, especialmente en la gran competencia que se concedía a instituciones sobre las que los ciudadanos no tenían poder electoral. Este es el modelo de democracia liberal que está en crisis, pese a cómo se entiende a sí misma por contraste con las llamadas democracias iliberales.
Entiendo por democracia liberal no la simple separación de poderes o el rule of law, sino un diseño institucional que concede un gran poder a instituciones no mayoritarias, organismos no electos, agencias independientes, revisión judicial, un constitucionalismo cerrado o que dificultaba su modificación constituyente, es decir, que resuelve la tensión entre soberanía popular y primacía del derecho con un claro desequilibrio hacia este segundo término. Estamos presentando el liberalismo como una víctima inocente de las pulsiones iliberales y no consideramos la posibilidad de que haya una fuerza expansiva del liberalismo que limita la democracia. Como ha sostenido Philip Manow, la crisis de la democracia liberal no equivale a la crisis de la democracia. Estamos ante una crisis de la democracia liberal y no ante una crisis de la democracia. La crisis actual de la democracia es la crisis del diseño institucional que se hizo en torno a los años ochenta y noventa del siglo pasado, en la ola de democratización tras la salida de las dictaduras en los países del sur y el este de Europa. Es una crisis consecuencia de una victoria, del triunfalismo y la falta de autocrítica del modelo liberal de democracia.
La democracia tiene una dimensión de incertidumbre, de juego imprevisible, de apertura y libre decisión, que puede ser limitada por las instituciones, pero no hasta el punto de eliminarla. Su estabilidad no consiste en dejarlo todo bien atado, en considerar que cualquier cuestionamiento equivale a abrir la caja de Pandora, en pensar que el poder constituido es superior al poder constituyente. Las democracias tienen que estar abiertas a la toma en consideración de nuevas perspectivas que habían sido desatendidas en los procesos instituidos. Mientras esto no sea posible, esté demasiado limitado o sea así percibido por la sociedad, no se desactivará la sospecha de que no es suficientemente democrática y tendremos populismo para rato.
Daniel Innerarity,
La democracia debe desconfiar del poder y de la gente, El País 19/08/2024
Teseo fue uno de los héroes más célebres de la mitología griega, conocido, entre otras aventuras, por su valentía al derrotar al Minotauro en el laberinto de Creta. Cuentan que, después de haber completado sus grandes hazañas, su barco fue conservado por los atenienses como un monumento. Con el paso del tiempo, las piezas del barco comenzaron a deteriorarse, por lo que fueron reemplazadas una a una. Hasta que, al final, cada parte original del barco había resultado ser sustituida por otra nueva.
Entonces los filósofos de la antigua Grecia empezaron a usarlo como paradigma de sus reflexiones en torno a la permanencia de la identidad y sus paradojas: si todas las partes del barco han sido reemplazadas, ¿podemos decir que sigue siendo el mismo barco? Y si las piezas originales sustituidas se hubieran almacenado para formar otro barco, ¿cuál de los dos sería el auténtico barco de Teseo? ¿qué es lo que hace que el barco de Teseo siga siéndolo?
¿Cómo podemos hablar, al fin y al cabo, de que nosotros somos los mismos a lo largo de nuestra vida si varias son las veces en las que nuestro metabolismo reemplaza o repara todas y cada una de nuestras células³? ¿Qué es lo que nos hace permanecer, lo que sustenta nuestra identidad? Resonaban entonces las palabras de Heráclito exclamando panta rei, todo fluye, la única constante del universo es el cambio.
Javier Jurado, La paradoja de Teseo y el árbol milenario, Ingeniero de Letras 31/08/2024
I
Encuentro cierto simbolismo en el hecho de que una princesa noruega se haya casado con un chamán. Ella afirma que posee una singular clarividencia que le permite relacionarse con los ángeles. Él se considera un chamán «de sexta generación, muy espiritual» que en una de sus vidas anteriores fue faraón. Debe tener un historial de mucho cuidado en sus metempsícosis, ya que su boda con la aristócrata noruega es la segunda. Ya estuvo casado con ella en otra existencia. Ya ven, en esto han quedado las princesas de los cuentos en Europa.
II
Me pidió Jorge Soley un artículo para El Debate y apareció ayer con el título de El triunfo de la mojigatocracia (expresión que tomo de don Ramón de Campoamor. La mojigatocracia es la beatería que considera que los conflictos entre los negros y los policías norteamericanos son fáciles de resolver, bastaría con que los segundos simplemente se imaginaran qué significa ser negro; los problemas de la emigración en Europa se desvanecerían inmediatamente si los europeos nos pudiéramos en la piel de un emigrante. El conflicto enquistado entre judíos y palestinos se podría acabar hoy mismo si ambos contendientes se comportasen como buenos cristianos.
III
Ayer apareció también en el ARA mi segundo artículo en defensa del talento. The Economist viene insistiendo en algo obvio: que si el talento es valioso es porque es escaso y esta es la razón de una creciente competencia internacional por los mejores y más brillantes emigrantes. Incluso habla abiertamente de «global battle for talent». Es una de las características del actual capitalismo cognitivo.
IV
Pero lo mejor del fin de semana fue una excursión, con mi mujer y mi hija, a Sant Feliu de Pallerols, a cambiar de aires y, de paso, visitar el magnífico Museo episcopal de Vic. Nos hemos comprometido a hacer excursiones así al menos cada dos meses.
Este pueblo se encuentra en la que probablemente sea la comarca más hermosa de Cataluña, la Garrocha, en la provincia de Gerona. El tiempo nos acompañó, a pesar de que amenazaba lluvia. No pretendíamos hacer nada excepcional, ni subir a los volcanes, ni hacer montañismo. Nuestra pretensión era caminar por el pueblo y comer al aire libre en un restaurante de la plaza. No hay nada más placentero que estas cosas tan sencillas... cuando salen redondas.
I
Todos los hombres somos en potencia tantas cosas... Hoy, por ejemplo, todos los hombres, según la ley, somos mujeres en potencia.
II
El principio de no contradicción se aplica a lo que es en acto, no a lo que es en potencia, porque en potencia mañana estamos todos muertos y estamos todos vivos.
III
Me contaba Berta G. de Vega que una mujer que impartía un taller en el salón de actos de un instituto de Málaga defendió que "todos los hombres son violadores en potencia". Una profesora se levantó y se fue con toda su clase. La que impartía el taller le preguntó por qué se iba. "Está insultando a estos chavales, a su padre, a mi padre".
I
Estaba en mi caminata vespertina cuando me encontré con G., a quien hacía muchos años que no veía. Parecía haber empequeñecido y engordado pero aquel vestir descuidado que lo caracterizaba se ha convertido en un vestir muy cuidado. Me imagino que son dos caras de la misma intención de llamar la atención. Sin venir a cuento me aseguró que vive en el Bajo Aragón, «donde soy el puto polaco independentista». Cuando yo lo conocí, de independentista no tenía absolutamente nada, pero no seré yo quien critique a nadie por cambiar su perspectiva política. Tras darnos la mano, dio unos cuantos pasos y se volvió de repente para decirme: "Yo ahora vivo en modo zen". O sea, que sigue siendo el fantasma de siempre.
II
Desde que me he puesto a caminar en serio voy conociendo mejor los pueblos próximos. Viajar en coche es una manera de ignorar los paisajes. Ayer fui de Alella a Montgat por el Camí del Mig. Las viñas están ya en sazón. La vegetación se muestra cansada y me acompaña el polvillo en suspensión que levanto yo mismo al caminar. Todo transmite la imagen agostada de finales de verano. En Montgat descubro las mismas urbanizaciones anodinas que he dejado atrás en Alella. Colmenas horizontales que no son sino formas de estabular nuestra manera de habitar.
III
En esta comarca del Maresme lo único que se mantiene intacto es un cielo que en verano solo se deja mirar de soslayo y la sugestión del mar. Y con eso es suficiente.
I
En marzo de 1622 Hugo Grocio se refugió en París, donde encontró amigos entre los eruditos de la ciudad, como Salmasio y Peirescio. Una vez paseaba en compañía de este último cuando un desconocido le preguntó cómo podía llegar a ser tan erudito como Peirescio y Grocio, a lo que Grocio, calmadamente, le respondió: «Lege veteres, sperne recentiores, et eris noster». Es decir: "Lee a los ancianos, ignora a los modernos, y serás de los nuestros".
II
Lo anterior viene a cuento de Bruno Latour, profeta predilecto de las buenas gentes de nuestro tiempo que creen enaltecidos que si todo fuera distinto, todo sería diferente y, por lo tanto, micho mejor, porque nada puede ser peor que lo que hay. No consigo dar con el atractivo que los jóvenes neoprogres (el neoprogresismo es el miedo al futuro de la actual izquierda) encuentran en este hombre.
III
Claro que también viene a cuento de este sello:
Me lo encontré hace unos días ...
I
Confieso que me gusta cazar conversaciones accidentales al vuelo, porque en el uso inconsciente del lenguaje se encuentran verdades cotidianas que necesitan páginas de desarrollo en un ensayo o en una novela. Por ejemplo, hoy, mientras iba al restaurante a comer con mis socios de Rosamerón, no he podido por menos de apuntar este comentario de un marido a su mujer (pequeño, rechoncho, de unos 50 años): "Es que siempre que sale el tema, tú me dices eso y yo te respondo lo contrario". Pues "eso": escenas de un matrimonio.
II
¡Qué trabajo más bonito el de programas futuras publicaciones! Es posible que nunca hagamos un euro con la editorial, pero qué interesante es este... iba a decir trabajo, pero los que trabajan son mis socios, son soy un mero -pero muy satisfecho- diletante.
III
Cuando te entrevista un periodista bueno lo primero que compruebas es que se ha leído bien el libro sobre el que te entrevista (cosa nada usual), lo segundo, que todo lo hace fácil, que la entrevista es más bien un diálogo en el que todo se va desarrollando de manera orgánica. Cuando te entrevista un periodista mediocre, no tardas en sospechar que te está haciendo preguntas sobre un libro que nunca escribiste. Todo va a trompicones y, una vez acaba la entrevista, te pones a temblar temiendo el titular con el que te sorprenderá.
IV
No creo mucho en la publicidad en las redes sociales. Todo en ellas es tan fluido que todo se confunde en un totum revolutum que brilla un segundo para caer inmediatamente en el olvido. A los que hay que cuidar es a los que tienen canales de comunicación personales, porque en ellos el tiempo transcurre más pausado a una velocidad distinta y tienen la credibilidad de la confidencia.
I
Fascinado con la hora de ligar en Mercadona. Creo que es de 19:00 a 20:00. Y si buscas plan debes poner en el carrito de la compra una piña boca abajo. No sé si es una brillante campaña comercial de la empresa o una de estas cosas que aparecen en España por generación espontánea. En todo caso, es evidente que este país nuestro no deja de sorprendernos. Por otra parte, si quieres ligar, ahora puedes hacerlo con aire acondicionado y, además, hacer la compra. Tengo que ir a verlo.
II
Los medios de comunicación, que cada vez nos informan menos y nos quieren más, se compadecen masivamente de la pobre gente a la que se le han acabado las vacaciones de verano y debe comenzar a trabajar. Nos ofrecen abundantes consejos sobre cómo sobrellevar tamaña desgracia. Aportaré el mío: dejar de tener vacaciones.
III
Sigue el insidioso calor, que ya comienza a ser de una monotonía exasperante. Me cuesta concentrarme en la lectura. Pero por las razones que sean, escribir me resulta más fácil.
IV
Con frecuencia descubro que aquello que me falta para completar una conferencia, lo tengo ya escrito en el texto de la misma conferencia pero no he sabido sacarle partido hasta que una chispa me lo ha iluminado cuando no iba a buscarlo. Ayer, por ejemplo, caminando por el barrio de la Soleia de Alella se me aclaró la conferencia que tengo que dar en Tudela.
I
Ando mucho más atareado de lo previsto con la promoción de mi último libro. Obviamente es una buena noticia, pero está afectando a mis paseos diarios, ahora que estaba empeñado en hacer cada día al menos once mil pasos.
II
Otra buena noticia inesperada: la sorprendente segunda edición de El deber moral de ser inteligente. Las buenas noticas que te cogen por sorpresa tienen un saborcillo como a helado de menta y regaliz muy agradable.
III
Jordi Nadal me envía, con la segunda edición de El deber mopral de ser inteligente un librito formidable, Los poemas en prosa de Turguénev. De ellos extraigo el siguiente, escrito en febrero de 1878:
«Una vez en Rusia fui testigo de un durísimo altercado entre dos labriegos, padre e hijo.
El hijo finalmente le infligió al padre un terrible agravio.
-¡Vasílich, maldice a este descarado! -gritó la mujer del anciano.
- Lo haré, Petrovna -replicó el viejo con voz sofocada, luego se persignó y dijo-: Ojalá en tu vejez te llegue el día en que tu propio hijo te escupa en la cara delante de su madre.
El hijo, que se disponía a contestarle, se quedó lívido y, con las rodillas temblorosas, salió de la casa.»
Parece lógico pensar que la escuela aprovecha el conocimiento científico y académico sobre el aprendizaje de la lectura y la escritura. Pero un porcentaje considerable del profesorado de Educación Infantil, Educación Primaria y estudiantes de Magisterio aplica criterios incorrectos.
Este libro pretende ser un puente por el que circulen ideas y datos procedentes de las ciencias de la lectura y la escritura que ayuden a quienes trabajan en su enseñanza inicial a preparar o elegir los métodos, estrategias y actividades más eficientes Su intención es también contribuir a que investigadores y académicos perciban el tipo de conocimiento que precisa el profesorado para realizar adecuadamente su labor, de modo que sus programas de investigación produzcan conocimiento más relevante y aplicable al aula.
Sobre los autores
Juan C. Ripoll es maestro especialista en audición y lenguaje, psicopedagogo y doctor en educación. Trabaja como orientador en el Colegio Santa María la Real de Sarriguren, es profesor invitado en la Universidad de Navarra y socio en la empresa Intralíneas S.L. Ha publicado varios trabajos de investigación y manuales sobre lectura, comprensión y dificultades de aprendizaje. También realiza una labor de divulgación en el blog “Comprensión lectora basada en evidencias”.
Nadina Gómez Merino es logopeda y doctora en Lectura y Comprensión. Trabaja como investigadora postdoctoral Margarita Salas en la Estructura de Recerca Interdisciplinar en Lectura (ERI-Lectura) de la Universitat de València. Ha impartido clases en el Grado de Logopedia y el Grado de Maestro en Educación Primaria de la Universitat de València. También, ha sido coordinadora junior del Grupo de Necesidades Educativas Especiales de la Asociación Europea para la Investigación en Aprendizaje e Instrucción (SIG15-EARLI).
Vicenta Ávila Clemente es doctora en Psicología y profesora titular de la Universitat de València. Pertenece a la Estructura de Investigación Interdisciplinar en Lectura (ERI-Lectura), concretamente en el grupo ATYPICAL, que centra el estudio de la lectura en personas con necesidades especiales. Su docencia se reparte en distintos grados como el Grado de Logopedia o el Grado de Magisterio, y postgrados, como el del Máster de Educación Especial.
Primeras páginas del libro Aprender a enseñar a leer y escribir.
La entrada Aprender a enseñar a leer y a escribir se publicó primero en Aprender a pensar.
Se recuerda estos días, con razón, a aquellos heroicos republicanos de La 9, que entraron en París al mando del general Lecrerc el 24 de agosto de 1944, sobre carros blindados que llevaban pintados los nombres de Guernica, Madrid, Brunete, Guadalajara, Ebro o España Cañí. Se recuerda menos el nombre del segundo al mando de la compañía, Amado Granell. Cuando De Gaulle le impuso la Legión de Honor, le ofreció un puesto de comandante en el ejército francés si abandonaba su nacionalidad española. Granell le respondió que no podía dejar de ser español porque "amaba a España como a una madre y a Francia como a una novia".
Dos años después, en 1946, Granell hizo de intermediario entre Largo Caballero y Juan de Borbón para facilitar la instauración en España de un sistema monárquico democrático.
I
Calor. Calor excesivo, agotador, intratable, imperialista, totalitario, maleducado, metomentodo, que no da tregua. Calor. Calor y nada más.
II
Y, sin embargo, voy progresando preparándome esto: