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El Roto |
Ellos pueden más que los reyes y los mariscales y más que el propio Papa de Roma. Honorables filántropos, practican la religión monetarista, que adora al consumo en el más alto de sus altares. Jamás se ensucian las manos. No matan a nadie: se limitan a aplaudir el espectáculo. Sus imposiciones se llaman recomendaciones. A las actas de rendición las denominan cartas de intención. Donde dicen estabilizar quieren decir voltear. Llaman austeridad al hambre, y cooperación a la ayuda que la soga presta al cuello.Los grandes banqueros y los mayores tecnócratas del mundo se reunieron en Berlín Oeste a fines de septiembre. Inmensas manifestaciones de protesta se sucedieron, día tras día, mientras duró la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Contra el terrorismo del dinero resonaron los tambores de la indignación popular, atormentando oídos más bien acostumbrados a las letanías de los mendigos de cuello y corbata.
Paralelamente, en la universidad se reunió un tribunal simbólico, integrado por los premios Nobel Adolfo Pérez Esquivel y George Wald y por varios juristas, hombres de ciencia, artistas, políticos, ecologistas y activistas de los derechos humanos. Ante ellos, ante nosotros, dieron testimonio las víctimas de los banqueros, que vinieron desde diversos países del Tercer Mundo. Sus denuncias no sonaron en campana de palo. Las víctimas: cuanto más pagan, más deben. Cuanto más reciben, menos tienen. Cuanto más venden, menos cobran. Necesitan cada vez más horas de trabajo para ganar cada vez menos. Necesitan cada vez más productos propios para recibir cada vez menos productos ajenos.
El obispo Eamonn Casey nos contó que en Irlanda la crisis financiera actual empobrece a los pobres y castiga la salud pública, la educación pública y los servicios sociales; y Andrea Szego, de la Academia de Ciencias de Hungría, nos dijo que los países del Este de Europa no están a salvo de la trampa de la deuda. Ella nos advirtió sobre el peligro de desestabilización política en el Este y nos habló de un posiblesocialismo prisionero de la jaula del Fondo Monetario.
Pero son los países subdesarrollados, históricamente arrollados por el desarrollo de los desarrollados, los que han sido condenados a la esclavitud por deudas. En ellos, la policía financiera internacional vigila y manda: habitualmente fija el nivel de los salarios y del gasto público, las inversiones y las desinversiones, los intereses, los gravámenes aduaneros, los impuestos internos y todo lo demás, excepto la hora de salida del sol y la frecuencia de las lluvias.
Los traficantes venden la droga pero no la consumen: los países ricos, que imponen a los pobres la libertad de mercado, practican el proteccionismo más riguroso. Estados Unidos es el país que más debe en el mundo; su deuda externa equivale casi a la de toda América Latina, pero ellos no aplican la receta del FMI por la sencilla razón de que el FMI, como el Banco Mundial, les pertenece: tienen el 20% de los votos, y eso equivale al derecho de veto; del mismo modo, y como dice un viejo y certero chiste, en Estados Unidos no hay golpes militares porque allí no hay embajada de Estados Unidos.Fiebre guerreraLa fiebre guerrera del presidente Reagan ha empobrecido a mucha gente en aquel país, pero todavía una obrera de una fábrica de Chicago gana en una hora lo que una cocinera de Lima gana en un mes.
¿Qué pasaría si el FMI aconsejara apretarse el cinturón? André Gunder Frank nos contestó: "El Congreso de Estados Unidos rechazaría a gritos esta inaceptable violación de soberanía".
"La deuda externa es un asunto de soberanía", nos dijo el economista filipino Manuel Montes, hablando de un país que destina cerca de la mitad de sus exportaciones a pagar los intereses de la fortuna que se llevó el dictador Marcos.
El Gobierno democrático de Argentina, que heredó de la dictadura militar una deuda multiplicada por seis, discute el presupuesto nacional con el FMI, en Washington, antes de someterlo al poder legislativo en Buenos Aires. Alfredo Eric Calcagno también denunció que en los actuales contratos de deuda Argentina renuncia explícitamente a su inmunidad de Estado soberano, consagra la usura y regala 700 millones de dólares de impuestos anuales. En Berlín Oeste, ante el tribunal, Calcagno se preguntó hasta cuándo la cándida Erendira seguirá obedeciendo a su abuela desalmada.
"Nos enseñan que no podemos ser dueños de nuestro destino", nos explicó David Abdulah, sindicalista de Trinidad y Tobago. "Así, los países ricos pueden exportar tranquilamente su crisis y financiar su modernización. La deuda externa está financiando la segunda revolución industrial en Occidente".
Togba Nah Tipoteh fue ministro en Liberia y presidente del Grupo Africano de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. "Es el nuevo colonialismo", nos dijo. "¿En qué consiste su política en mi país? Consiste en reducir los costes de producción de las empresas multinacionales y aumentar sus tasas de ganancia". El ex ministro de Planeamiento de Tanzania, Abdulrahman Babu, nos dijo que esa política implica crímenes "peores que los del colonialismo". Los técnicos de su país estiman en 100 millones de dólares por día, nada menos, la contribución que África aporta, por diversas vías, a la prosperidad de Occidente.
En Perú, el desafío del presidente Alan García no ha pasado de la retórica, y por estos días él está aplicando la devastadora fórmula de estabilización del FMI. En su exposición, Javier Mújica, asesor de los sindicatos peruanos, opinó que a los organismos financieros internacionales se les debería aplicar la norma jurídica internacional que define y condena el genocidio.
Todos pagan lo que pocos gastan. Para pocos, la fiesta. Para todos los demás, los platos rotos. Se privatizan las ganancias, se socializan las bancarrotas. El pueblo financia la represión que lo castiga y el derroche que lo traiciona.
Los préstamos internacionales se convierten en deuda externa de los países y en capital fugado de los dueños de los países: millonarios latinoamericanos, pongamos por caso, cuya capacidad de derroche provoca incurables complejos de inferioridad a los jeques árabes o a los dictadores de donde sea. A la banquería internacional le preocupa la libertad del dinero, no la libertad de las personas. Cuando se refiere al general Pinochet, al Financial Times le cuesta ocultar que se le cae la baba. Pronto la Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplirá 40 años, y no vendría mal recordar a quienes recompensan los golpes de Estado proporcionando un generoso chorro de dólares a los generales que van a abatir los costes de producción por medio del violento derrumbe de los salarios obreros. Numerosas declaraciones de amor y abultados préstamos recibieron las dictaduras militares de Argentina, Chile y Uruguay, y así multiplicaron la deuda externa de sus respectivos países. Treinta veces creció la deuda externa de Brasil en los años de la dictadura militar.
El Banco Mundial y el FMI elogiaron con el mayor entusiasmo la política modelo del voraz Marcos, en Filipinas. En el Zaire, Mobutu ha recibido cuanto ha pedido y ha robado cuanto ha recibido.
Unos días antes de su fuga, mientras caían las bombas sobre el pueblo de Nicaragua, a manos de Somoza seguía llegando el dinero del Fondo Monetario Internacional. Después, el país vaciado tuvo que hacerse cargo de esos regalos de despedida y de los muchos préstamos otorgados a Somoza para hacer la guerra contra su país y robarse lo que sobrara.
En cambio, ahora Nicaragua no recibe un centavo. Se ha convertido, para las finanzas mundiales, en un país paria. El embajador Carlos Argüello nos leyó una carta reveladora. El 30 de enero de 1985, el estadounidense George Schultz ordenó al mexicano presidente del Banco Interamericano de Desarrollo que cancelara un crédito ya concedido a Nicaragua. El crédito fue cancelado.
A los Gobiernos del Tercer Mundo que quieren transformar la realidad en vez de administrarla, se les cierra la bolsa. No hay más que recordar aquella frase de Henry Kissinger, en tiempos de Salvador Allende: "Haremos que la economía chilena chille de dolor".
A través de los préstamos, la tecnocracia impone un modelo de desarrollo ajeno a las necesidades reales de cada país, que promueve el consumo artificial y estimula un modo de vida importado, despilfarra los recursos naturales, idolatra la moneda y desprecia a la gente y a la tierra.
Habló Vandana Shiva, y por su boca habló la India: "El FMI, el Banco Mundial y su concepto del desarrollo han violado mi integridad. Ellos han hecho del desarrollo una palabra sagrada, pero en nombre del desarrollo han violado los ciclos y las leyes de la naturaleza, han destruido bosques y creado desiertos, han envenenado mi suelo, mi agua, mi aire. La medicina de Bretton Woods está matando a la India".
Los proyectos para el fomento de las exportaciones de Brasil, con financiación directa o luz verde de estos organismos, están arrasando la floresta amazónica y exterminando indígenas. Según el padre Ángelo Pansa, que vive en la región, el año pasado las grandes empresas transnacionales atacaron un espacio que tiene el tamaño de la República Federal de Alemania. Paralelo testimonio nos ofreció Ana Maria Fernández sobre Paraguay: "El Banco Mundial está financiando proyectos de desarrollo que implican un etnocidio contra las comunidades indígenas".
Eduardo Galeano,
Juicio y condena del poderoso caballero don dinero, El País, 25/10/1988