22384 temas (22192 sin leer) en 44 canales
SÓCRATES- Pues bien, oí que había por Náucratis, en Egipto, uno de los antiguos dioses del lugar al que, por cierto, está consagrado el pájaro que llaman Ibis. El nombre de aquella divinidad era el de Theuth. Fue éste quien, primero, descubrió el número y el cálculo, y, también, la geometría y la astronomía, y, además, el juego de damas y el de dados, y, sobre todo, las letras. Por aquel entonces, era rey de todo Egipto Thamus, que vivía en la gran ciudad de la parte alta del país, que los griegos llaman la Tebas egipcia, así como a Thamus llaman Ammón. A él vino Theuth, y le mostraba sus artes, diciéndole que debían ser entregadas al resto de los egipcios. Pero él le preguntó cuál era la utilidad que cada una tenía, y, conforme se las iba minuciosamente exponiendo, lo aprobaba o desaprobaba, según le pareciese bien o mal lo que decía. Muchas, según se cuenta, son las observaciones que, a favor o en contra de cada arte, hizo Thamus a Theuth, y tendríamos que disponer de muchas palabras para tratarlas todas. Pero, cuando llegaron a lo de las letras, dijo Theuth: «Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un fármaco de la memoria y de la sabiduría.» Pero él le dijo: «¡Oh artificiosísimo Theuth! A unos les es dado crear arte, a otros juzgar qué de daño o provecho aporta para los que pretenden hacer uso de él. Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos, siendo, al contrario, en la mayoría de los casos, totalmente ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad.»
Platón, Fedro
Aquí es donde entra el apocalipsis zombi.
Los zombis tienen dos características clave que los hacen ideales para este tipo de ejercicios de imaginación. En primer lugar, poseen varias características exageradas asociadas con el peligro, como la propagación de enfermedades y la depredación. En segundo lugar, no son reales. Los zombis son increíblemente formidables, resisten la mayoría de los ataques físicos y siempre están en busca de su próximo almuerzo. Al mismo tiempo, sabemos que no son reales, por lo que el apocalipsis zombi (ficticio) funciona como un “peligro” de muy bajo riesgo que llama nuestra atención.
Todo esto significa que los zombis pueden ayudarnos a aprender sobre amenazas potenciales, a lidiar con nuestros propios miedos y a generar atención compartida. Imagina, por ejemplo, que un apocalipsis zombi llega a tu vecindario. Al inicio, probablemente no estarás seguro de lo que está ocurriendo. Querrás quedarte en casa y recopilar información para poder determinar el mejor plan de acción a seguir. Pero si te quedas en casa, necesitas recursos: ¿tienes suficientes suministros en tu hogar para refugiarte durante 72 horas? ¿Y si se cortan el suministro de agua y la electricidad?
Estos recursos serían clave para tu supervivencia en un apocalipsis zombi, pero también serían muy útiles en caso de una pandemia, una tormenta u otra emergencia en la que necesites quedarte en casa y decidir tu próximo paso.
Hablando de tu próximo paso en un apocalipsis zombi, ¿qué sucedería si quedas atrapado en un lugar que no es seguro o te quedases sin suministros? ¿Podrías evacuar? ¿Y todos los demás en tu pueblo o ciudad podrían evacuar al mismo tiempo? ¿Sería una evacuación razonablemente ordenada?
Imaginar estos escenarios puede ayudarte a evaluar la viabilidad de la infraestructura de tu comunidad ante desastres de diversos tipos. Para simplificarlo, puedes centrarte en tres preguntas: ¿habría recursos?, ¿sería seguro?, ¿sería viable el transporte? Las respuestas a estas preguntas en caso de un apocalipsis zombi probablemente reflejan las respuestas en caso de una inundación, un terremoto o una falla en la red eléctrica.
Comencemos con la primera pregunta: ¿Tienes suficientes recursos para mantenerte por lo menos durante 72 horas? Seguramente querrás tener un kit de sobrevivencia para 3 días, que puede ser un recipiente de plástico o una bolsa que puedas guardar en algún lugar de tu casa. Asegúrate de llenarlo con:
Alimentos (los alimentos secos y enlatados son los mejores, y no olvides un abrelatas)
Agua (al menos 1 litro por persona por día)
Una muda de ropa
Linterna con pilas
Documentos personales importantes (por ejemplo, pasaporte, certificado de nacimiento)
Mapas físicos de áreas locales
Cinta adhesiva para reparaciones rápidas
Artículos de higiene personal y medicamentos
Papel y lápiz
Algo para combatir el aburrimiento en casa, como cartas, un instrumento musical o un juego de mesa.
También debes preparar una versión portátil de este kit, conocida como una “bolsa de emergencia”, que puedas agarrar si necesitas salir de casa.
Athena Aktipis y Coltan Scrivner, ¿Tu ciudad podría sobrevivir al apocalipsis zombi?, Letras Libres 17/11/2023
Estando embarazada del pensador, tuvo un parto prematuro –5 de abril de 1588– provocado por la angustia de la posible invasión de la Armada Invencible (el ataque, auspiciado por Felipe II, fracasó, pero la guerra se prolongó 16 años más y terminó con el Tratado de Londres de 1604, favorable a España). Por eso, años más tarde, Hobbes diría, con cierta retranca: «Mi madre dio a luz gemelos, yo mismo y el miedo».
Esta intuición, junto con su entrevista con Galileo en prisión, le marcaron profundamente para describir cómo el miedo es el tegumento capaz de mantener en paz a las sociedades: «Debemos concluir que el origen de todas las sociedades grandes y estables ha consistido no en una mutua buena voluntad de unos hombres para con otros, sino en el miedo mutuo de todos entre sí», leemos en De cive (Sobre el ciudadano). En esta primera trilogía sobre el conocimiento humano, Hobbes critica a Aristóteles por creer que el hombre era un «animal político» que tiende de manera instintiva a la sociabilidad. Para el inglés, es el temor a los demás y la necesidad de que el Estado nos proteja de ellos el único contrato social legítimo. Pero para que el Estado ejerza su papel protector ha de tener un poder absoluto, si bien reconociendo los derechos individuales, por lo que el pensamiento de Hobbes resultó ser cimiento tanto del absolutismo político como del liberalismo.
El hombre no puede vivir en tensión, con un miedo paralizante al otro, por eso cede parte de su libertad y gana en seguridad, proporcionada por el Estado. Para evitar la anarquía o la guerra (la de todos contra todos) no hay otra opción, según Hobbes, que un Estado fuerte y autoritario: habrá soberanos y súbditos. Esto queda simbolizado en la bestia bíblica del Leviatán, que le sirve de título para su obra más conocida así como de alegoría visual que legitima que el pacto se cumplirá bajo la amenaza de castigo. Se articula así, de manera artificial, tanto la sociedad civil como el orden jerárquico de las leyes. Una cabeza que decide por el resto del cuerpo. Solos quedan, una vez ratificado el contrato social, los lobos que están fuera de la ley, del orden, a los que el gobernante perseguirá hasta someterlos, de un modo u otro.La censura ha existit sempre, ja sigui exercida per l’Estat, per l’Església o per les acadèmies. El que és nou és que hi ha hagut una multiplicació de la crítica que ve des de baix: milions de persones avui poden expressar la seva opinió sobre qualsevol fenomen artístic, social o polític gràcies a un instrument nou: la xarxa. Jo ho interpreto com una “emancipació de les audiències” o una multiplicació dels punts de vista crítics.
I, sí, hi ha una cultura de la cancel·lació, però també en sentit invers: persones que ocupen espais d’opinió de prestigi —una tribuna d’un diari o una tertúlia televisiva— fan servir el terme per desarticular-ne els efectes. Es mostren com a víctimes perquè es veuen sotmeses a una valoració pública sobre la seva obra o els seus discursos. Els qui tenien el monopoli de l’opinió avui són qüestionats per gent individual o per minories, més o menys organitzades.
Per mitigar aquestes crítiques que venen de baix, han convertit la cultura de la cancel·lació en una cortina de fum ideològica. Gairebé mai veuràs les persones que se’n queixen referir-se a la privació del dret a riure’s de l’autoritat, a la llei mordassa o a les injúries a la Corona.
Cal separar l’autor de l’obra? Si Shakespeare hagués estat un caníbal, tant se me’n donaria, perquè els textos ja són meus, són molt importants per a mi. Però si un autor contemporani em cau malament, no el llegiré.
Gonzalo Torné, autor de l’assaig La cancelación y sus enemigos (Anagrama)El mundo no es el de hace medio siglo. La discusión está en la cuestión de las independencias y las dependencias. La historia europea se inscribe en un discurso de filosofía política que es el de la independencia: la independencia de los individuos, de las naciones, de las comunidades… De lo que nos hemos percatado ahora, con el retorno masivo de los países del sur global, China, etcétera, con la crisis rusa o las cuestiones del gas, es que la independencia no existe y que la idea de que podemos ser una nación o una cultura independiente, incluso un individuo independiente que evoluciona libremente, es una completa ilusión. Tenemos que nutrir lo que nos mantiene con vida, nuestras dependencias. Hay que elegir las dependencias que nos hacen mejores o que mejoran nuestra vida.
Silvia Ayuso, entrevista a Laurent de Sutter: "La vida es una catástrofe", El País 13/1172023
Dios es todopoderoso y su violencia no necesita justificación: emana de su propia sustancia como expresión espontánea de su divinidad. El discurso de Netanyahu y sus zelotes, trufado de citas bíblicas, es fundamentalista, sí, pero el poder de Dios se manifiesta sobre todo en su poder de matar desde el cielo, sin mediación humana, a través de la más alta tecnología. La horizontalidad es propia de mindundis despiadados que necesitan acercarse a otro cuerpo para acuchillarlo; a mayor poder, en cambio, mayor verticalidad, mayor distancia y, en consecuencia, mayor inocencia.
La violencia terrestre produce víctimas; la violencia aérea produce cifras. Nos horrorizan las víctimas, por pocas que sean, porque tienen rostro y nombre; nos fascinan las cifras, que se multiplican por sí mismas y piden más y más levadura. La hasbará sionista no juega solo con palabras. Sabe que sus bombardeos son inocentes porque matan a más gente; y son inocentes porque llevan la marca tecnológica de la cólera celeste. ¿No hay algo profundamente fascinante, vistosamente convincente, en las medusas de fósforo blanco cayendo sobre la ciudad? ¿No hay algo sublime en los bólidos luminosos que surcan el cielo nocturno y desatan incendios rojos entre las casas? Yahvé destruyó Sodoma pese a los ruegos de Abraham: “¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él?”. Yahvé, como sabemos, no encontró ni siquiera diez e “hizo llover sobre Sodoma”, dice el Génesis, “azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos”; y “destruyó la ciudad, y toda aquella llanura, con todos sus moradores, y el fruto de la tierra”.
Israel ha puesto su tecnología militar al servicio de una misión religiosa que es tanto más justa cuantos más misiles y aviones despliega en el cielo de Gaza, que es tanto más legitima cuantos más niños mueren entre sus escombros. Solo un Dios puede matar a un niño; solo un Dios muy justo, muy magnánimo, muy cargado de razón, puede matar a cuatro mil. Como he escrito otras veces, el fin nunca justifica los medios, pero los medios (de destrucción) justifican siempre todos los fines.
Más allá de cierto umbral, la violencia excesiva es omnipotencia divina. Está por encima de las leyes terrestres y sus tipos penales. La máxima violencia no tiene ni responsabilidad ni autoría: los israelíes son asesinados por mano aleve e inhumana; los palestinos mueren por una especie de inercia ecológica sobrenatural. Por eso mismo, la omnipotencia divina, que prorrumpe desde el cielo y en la distancia, como la tempestad, nos deja mudos a los que la contemplamos. Pues es mudez, sí, la desproporción existente entre lo que puede decir el lenguaje humano, con sus hipérboles de gorrión, y el aguacero de azufre que se abate día y noche sobre Gaza. Hablamos demasiado porque caen demasiadas bombas, a modo de eco impotente, pero mientras que las “demasiadas bombas” dicen exactamente lo que tienen que decir, las “demasiadas palabras” son ya mucho más huecas que el silencio. La operación israelí contra Gaza es, ay, de una eficacia asombrosa: mata muchos amalecitas, llamados también palestinos, publicita la omnipotencia terrible de Yahvé y vuelve inaudibles todas las palabras de protesta o de dolor. Las bombas de Israel ridiculizan todas las lenguas de Babel.
A alguien podría asombrarle que los discursos religiosos convivan con la más refinada tecnología, pero la historia no es progreso sino desmoronamiento: acumula y actualiza sin parar todas las ruinas del espíritu humano. De hecho, en el caso de Israel puede decirse que la tecnología armamentística tiene una indudable dimensión teológica: hace realidad, cuatro mil años después, el poder de Yahvé de destruir ciudades desde el aire. Los misiles y las bombas convierten Gaza en un escenario bíblico que el gobierno integrista de Tel Aviv y miles de israelíes celebran como repetición y colofón de una revancha antigua en la tierra de Canaan. El Holocausto nazi ya no es el referente, salvo porque algunos israelíes condenarían a las cámaras de gas a los judíos que defienden valores universales: eso le deseaba en un vídeo reciente una mujer israelí, elegante y cargada de razón, a un compatriota que denunciaba las matanzas de su gobierno. Creo que esta transformación de la sociedad israelí no se ha valorado lo suficiente: quiero decir que muchos israelíes ya no se viven a sí mismos como las víctimas del nazismo sino como los triunfadores de la Biblia: como instrumentos, si se quiere, del Dios justo y colérico que arroja azufre sobre las ciudades. No es una casualidad que, dentro y fuera de Israel, sean aquellos judíos fieles a la memoria del Holocausto los que valientemente protestan contra los crímenes de Netanyahu: no creen que la misión del judaísmo sea invertir las tornas sino impedir cualquier forma de repetición.
No hay una guerra de religiones en Palestina y mucho menos una “guerra contra los judíos”. Pero la guerra colonial contra los palestinos, la realmente existente, sí se asienta en un raíl religioso. Los palestinos, como los amalecitas, están en la tierra que prometió Yahvé a los judíos y contra ellos, por tanto, todo está permitido. Los misiles, las bombas, el fósforo blanco son citas de la Biblia como las decapitaciones de Daesh son citas del Corán. Las primeras víctimas de esta radicalización religiosa son los palestinos; luego los judíos, fragilizados por la barbarie israelí; después todos los que -allí donde las democracias apoyan el integrismo sionista y no el derecho internacional- seremos arrastrados en el vórtice de la destrucción sin fuerza moral para protestar contra los que, fabricados por nuestros crímenes, respondan en el espejo con violencia desesperada y terrorismo.
Santiago Alba Rico, Yahvé en Gaza, publico.es 12/11/2023
Il·lustració de Charles Vess per a L'altre vent (2018) |
Aquesta nit, el son eludeix Terramar, va pensar en Ged. Va somriure una mica en pensar-ho; perquè sempre li havia agradat aquell instant de pausa, aquella pausa espantosa, el moment que precedeix els canvis. (p 237)
Crec que, quan em mori, podré tornar l'alenada que em va donar la vida. Puc tornar al món tot allò que no he fet. Tot el que hauria pogut ser i no he sigut. Totes les tries que no he fet. Totes les coses que he perdut, gastat i desaprofitat. Les podré tornar al món. A les vides que encara no han estat viscudes. Aquest serà el meu do per al món que em va donar la vida que sí que he viscut, l'amor que he estimat, l'alè que he alenat. (p 233)
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura
Uno de los logros más espectaculares, pero también perturbadores, de la revolución digital es la inteligencia artificial (IA). La investigación en IA comenzó hace más de setenta años, pero se ha popularizado como nunca desde que ChatGPT y otras aplicaciones demostraron al gran público que podía imitar tareas que creíamos exclusivamente humanas, como manejar eficazmente el lenguaje natural o crear textos o imágenes a partir de él. Antes de llegar aquí, la IA se ha aplicado con éxito a la gestión empresarial, el diagnóstico médico, la educación, el entretenimiento, la traducción, la robótica, la seguridad, el control del clima, los transportes, la agricultura, las redes sociales o la investigación científica, entre otras muchas cosas. Todo esto lleva a pensar que la IA no es una moda pasajera, sino un cambio imparable sobre el que, sin embargo, aún nos falta por emprender una seria reflexión colectiva. Y cuando falta reflexión, la polarización y los prejuicios son inevitables.
Así, en torno al vertiginoso fenómeno de la IA han proliferado dos polos contrapuestos de opinión, no solo en el ámbito público y mediático, sino también en el de las propias empresas y organismos que promueven su desarrollo y (mucho más tímidamente) su regulación. Por un lado los tecnófilos, para los que la IA es el nuevo fuego prometeico destinado a salvar a la humanidad. Y por otro lado los tecnófobos, que solo ven en la IA a un peligroso Frankenstein pronto a descontrolarse o incluso a tomar el control del mundo. ¿Tienen algo de razón estas dos concepciones extremas? ¿Deberíamos posicionarnos en uno u otro lado de la disputa?
Como en tantas otras ocasiones, en cuanto uno lo piensa (y piense el lector si ese pensar suyo es mucho menos artificioso que el de las máquinas) las posiciones extremas comienzan a perder su fuerza. Veamos. En primer lugar, los tecnófilos incurren en el error o ilusión de suponer que la ciencia y la técnica pueden no solo solventar todos nuestros problemas materiales – cosa ya de por sí discutible –, sino también los conflictos sociales, políticos, morales e ideológicos que están en la raíz de aquellos, y que no cabe tratar desde ninguna ciencia o tecnología. La pobreza, por ejemplo, no se resuelve simplemente con nuevas técnicas productivas (que seguirían distribuyendo los recursos igual de desigualmente), ni la crisis ambiental con simples soluciones tecnológicas (cuyo abuso, con objeto de asegurar el crecimiento, generaría tanto daño o más que las tecnologías vigentes). En general, y sin ningún cambio añadido, las «asépticas» soluciones que promete la tecnología reproducirán las estructuras y creencias sociales, económicas, políticas e ideológicas vigentes y, con ellas, los mismos problemas que se pretenden resolver.
Por otra parte, los tecnófobos caen en la equivocación de interpretar sistemáticamente como degeneración lo que no es sino una profunda transformación de cuyas consecuencias a medio y largo plazo aún no es posible saber nada a ciencia cierta. En cualquier caso, los que, tal vez inspirados por la ciencia ficción, imaginan ya a la Tierra dominada por perversos autómatas, olvidan que gran parte de la historia del mundo es la historia de la perversidad humana, y que la posibilidad de que las máquinas nos esclavicen no es mucho mayor que la de que nos dominen otros seres humanos.
Más que posicionamientos extremos como los citados, lo que necesitamos ante el fenómeno imparable de la IA es una dosis extra de racionalidad. Y no hablo de una racionalidad científica o meramente instrumental, de la que ya tenemos de sobra, sino de su imprescindible contrapeso: una racionalidad ética que clarifique los fines y valores que han de orientar el desarrollo tecnológico. Repárese en que los fines y valores no son objetos físicos observables por ninguna ciencia positiva, sino ideas a considerar desde un punto de vista trascendente, es decir, desde el punto de vista de cómo deben ser idealmente (y no como son «de facto») el mundo y nuestra existencia en él.
Para esta consideración ética es imprescindible un diálogo racional (y cabe decir global) en torno al significado básico de ciertos conceptos (identidad, consciencia, verdad, autonomía…), una reflexión rigurosa en torno a la naturaleza humana y sus fines, y un ejercicio de clarificación crítica en torno a la barahúnda de prejuicios, ideas y propuestas que bulle en el ámbito de la IA.
Ahora bien, todas estas acciones son irreductibles a la mecánica del algoritmo y a la acumulación estadística de datos que caracterizan a los sistemas de IA, y dependen directamente del empoderamiento crítico y ético de la ciudadanía. De que logremos desarrollar esta racionalidad cívica – y construir, a partir de ella, un nuevo «contrato tecno social» – depende el mundo que se nos avecina.
¿Qué respuestas asociamos a la pregunta por el significado de la vida? El amor, el cuidado de los nuestros, la fe, religiosa o secular, la esperanza en que el mundo puede ser mejor o al menos que nuestra vida no lo ha empeorado. Todas estas cosas y muchas otras que para nosotros son invaluables vienen a nuestra mente en los momentos de crisis personal, aunque tal vez nos sirvan poco para el doloroso espectáculo de un mundo injusto, violento y en emergencia ecológica. Desgraciadamente, la búsqueda de sentido se ha banalizado y convertido en una industria una redención de la caída en la ansiedad y depresión. La industria de la autoayuda con sus ejemplos de éxito y sencillas recetas distorsiona la raíz de nuestros problemas con recetas como encontrar en uno mismo la solución, o adaptarse a un mundo o a un trabajo que uno considera el origen de los problemas que padece. “Encontrarse a sí mismos”… libros de autoayuda que inundan las librerías y encuentran un tipo característico pero bastante amplio de lector. Gente que no está de acuerdo con cómo le va la vida y busca respuestas en las palabras de otros, en una continua exploración incansable de estímulos que abran un alivio del sufrimiento y la depresión, o quizás una cura de la enfermedad de la modernidad que es el tedio, el spleen, el aburrimiento del que no se escapa por más series que se vean, novelas románticas o de aventura que se lean o interminables viajes de turismo que se emprendan. Todo es lo mismo, parece decirnos el presente, nada hay nuevo bajo el sol, enunciaba el Eclesiastés, como si esa fuera la condena real de la condición humana. No es extraño pues que la búsqueda de lo interior sea uno de los propósitos más extendidos.
Fernando Broncano, El sentido de la pregunta por el sentido de la vida, El laberinto de la identidad 24/11/2023
El problema es que mucha gente no sabe lo que es. No saben, por ejemplo, que la IA se basa en estadística. La gente se imagina una entidad, como si fuera una especie de robot o algo así. Un monstruo de Frankenstein que nos amenaza, y proyectamos nuestros miedos en él. Pero no es el caso. Es un software, se basa en algoritmos, en datos y en el análisis estadístico de esos datos. Y también en las personas que los recopilan. Y luego nosotros, por supuesto, tenemos que estudiar las consecuencias y las cuestiones éticas de esta tecnología.
Para evitar todo esto tenemos que especificar de qué estamos hablando. Por ejemplo, de la IA generativa. Podemos hablar de problemas específicos como la desinformación, de los datos que utiliza, de los derechos de autor, etc. Y luego hay que estudiar la IA en su contexto y en su contexto humano. Porque una vez que lo hagamos nos podemos responsabilizar de ella. No es un monstruo, es una herramienta que los humanos utilizan deliberadamente y sobre la que podemos tomar el control. Eso, por supuesto, también tiene algunas consecuencias no deseadas.
Nacho Martín, entrevista a Mark Coeckelbergh: "Antes confiábamos la vida eterna a la religión, ahora a la IA", elindependiente.com 11/11/2023
Hay una expresión llamativa relativa a las redes neuronales, el “olvido catastrófico”. Se entiende por tal el hecho de que cuando una máquina es entrenada para una tarea que sustituye a la que la ocupaba, pierde completamente su conocimiento respecto a esta. Supongamos que ha aprendido a jugar ajedrez y ha hecho estragos entre sus competidores maquinales o humanos. De repente le cambiamos la forma del tablero, por ejemplo, y además hacemos que le correspondan ahora las teclas blancas cuando antes había jugado las negras. El artefacto ha de empezar desde cero, porque el conocimiento que tenía hasta entonces queda anulado. ¿Ha sido olvidado? Creo que es más adecuado decir que ha desaparecido, pues la máquina no tiene ante el hecho acaecido ese complemento emocional que conlleva la palabra “olvido”, cuando se trata del ser humano.
Hemos logrado entender una fórmula matemática; disponemos de la misma con vista a su integración en otras fórmulas o a su utilización fuera del ámbito de las matemáticas; forma parte de nuestro bagaje…un tiempo, sólo un tiempo. Pues, quizás cuando más la necesitamos, al abrir ese bagaje de lo que está a mano, vemos que ha desaparecido. Cualquier estudiante de matemáticas (no digamos ya un adulto, científico o no científico) ha pasado por esta situación y ha constatado también que la fórmula no estaba totalmente perdida, que había un abismo en el que se había sumergido y que ese abismo no era sin fondo, pues (con esfuerzo que deja exhausto) podía ser recuperada, no siempre intacta, a veces se diría que en el abismo sólo logró perdurar un rescoldo. Esta fragilidad es constitutiva de nuestra inteligencia. Lo que ahora se hace presente parece hacerlo al precio de desalojar otra presencia, que tendrá que ser recuperada a coste análogo. Y ello es quizás particularmente claro en el caso de las matemáticas, en cuya restauración consciente veía Platón un paradigma de la Anamnesis. En la reminiscencia platónica, las entidades matemáticas, fórmulas o figuras, se ubicaban en el campo eidético y en la participación descendían hasta nuestra humanidad. En la efectiva reminiscencia, las matemáticas, pero también imágenes y representaciones triviales, ascienden desde el olvido. En todos los casos, a través de una ascesis, para la que confiere fuerzas la promesa de que, en lo profundo, hay un rescoldo de espíritu. Tal disposición, tal empeño en recuperar el universo de las ideas es la antítesis de esa inercia por la cual la capacidad de conocer se complace en lo ya sabido, la exigencia ética se amolda a lo conveniente y el ejercicio del juicio estético es confundido conla instrucción en las normas del gusto.
Victor Gomez Pin, Nuestra frágil y abismal inteligencia, El Boomeran(g), 23/11/2023
Capítols 2-4 de L'altre vent
Aquí arribo a un moment de la relectura que se'm fa especialment difícil, i que té a veure amb el paper que aquest últim volum juga dins la saga sencera. En aquest punt, els desacords que mantinc amb les decisions que pren Le Guin per al desenllaç de la sèrie es fan realment insalvables, i em veig en el dilema d'haver-los de comentar sense deixar-me arrossegar per la decepció i mantenint la crítica en positiu sempre que pugui. Tot i així, em sembla que alguns dels errors en què cau Le Guin són francament inexplicables, en el moment que traeixen les bases de l'argument de les anteriors novel·les i, fins i tot, el caràcter d'alguns dels personatges. És el que en anglès es coneix amb la paraula retcon, un nom que prové de l'abreujament de l'expressió continuïtat retroactiva. És una estratègia narrativa que consisteix a modificar retroactivament aspectes de la narració que havien quedat establerts prèviament. Tot sovint es fa per resoldre problemes narratius que sorgeixen a través de contradiccions, conflictes o caps solts que havien aparegut prèviament.
Un dels exemples més recents és el de la nova trilogia de la saga de Star Wars. La seva última entrega contradeia flagrantment qüestions crucials de l'argument que havien quedat clares en l'anterior pel·lícula: depenia dels espectadors acceptar l'esmena o quedar-ne decebuts. De vegades, també pot funcionar bé: un dels exemples més reeixits que se m'acuden és la modificació que Tolkien va dur a terme sobre l'edició revisada de El Hobbit, per tal de poder harmonitzar-la amb les implicacions més madures i fosques al voltant de l'Anell que ja estava gestant amb El Senyor dels Anells. Tolkien va arribar a crear una explicació plausible i dins de l'univers fictici per a la divergència de versions que, tenint en compte el vessant metatextual de les novel·les senceres (que es presenten com a manuscrits elaborats pels seus protagonistes), esdevé totalment brillant.
Portada de Charles Vess (2023) |
Ara bé, aquí les modificacions que Le Guin introdueix als originals no resolen problemes narratius anteriors, sinó al contrari, creen problemes de coherència importants amb els altres volums si ens prenem la molèstia de tornar enrere, o si llegim aquest darrer volum amb una consciència clara de l'argument de les entregues anteriors. S'hi afegeix que ens trobem, en aquesta secció central, en el nus d'una novel·la mancada de direcció definida: el que semblava la línia argumental principal en el primer capítol ara es desdibuixa entre arguments secundaris, cap dels quals aconsegueix adquirir més pes que els altres. De la mateixa forma, cap personatge es dibuixa clarament com a protagonista: tots sense excepció esdevenen secundaris en una aventura no escollida, sinó imposada externament, que els arrossega cap al desenllaç i que els transforma en mers espectadors del destí últim de Terramar.
A través d'aquests tres capítols, assistim a converses entre diversos personatges, i recapitulacions de fets que havien passat en les anteriors novel·les i que, si hem arribat fins aquí, ja coneixem perfectament i no cal que la narració ens recordi constantment. Arren recorda el desenllaç de La costa més llunyana (p 86, p 193), Tenar recorda alguns episodis de Les tombes d'Atuan (p 91) i, encara més crucial per a l'argument d'aquesta entrega, assistim a una recapitulació de l'argument del darrer conte de Contes de Terramar (p 104-105). Tota aquesta exposició crea problemes estructurals per a la novel·la sencera, al meu parer: en comptes de construir un argument original per a L'altre vent, de forma que es pugui llegir de forma unitària com una història tancada en si mateixa, com passava amb les altres novel·les, ara la trama depèn quasi íntegrament d'elements externs al text que se'ns han de recordar en repetides ocasions. Això fa la lectura un punt massa aparatosa i feixuga.
Desequilibris i problemes de caracterització
Una llista d'elements que, al meu parer, no acaben de funcionar i que tenen a veure amb la caracterització dels personatges i l'entramat d'arguments secundaris que conformen la novel·la. Davant d'un primer capítol que a mi em sembla un punt fort, en tant que plantejava un enigma i un protagonista nou que semblava el vehicle idoni per a la nova novel·la, aquí totes aquestes potencialitats queden desdibuixades.
Reescriure Terramar
Una altra llista d'elements que a mi em semblen incoherents i problemàtics, però que aquest cop tenen a veure amb la construcció sencera del món de Terramar i amb la revisió de l'argument de les anteriors novel·les.
El problema depèn de com interpretem la presència del món dels morts tant a La costa més llunyana com a L'altre vent. Si ens refiem dels ensenyaments d'en Ged a la tercera novel·la, el món dels morts era tan sols una aparença a ulls dels vius, una il·lusió que els enganyava i els temptava amb la possibilitat d'assolir la immortalitat. En aquesta direcció apuntava la victòria d'en Ged, reivindicant la realitat autèntica de l'existència, és a dir, la dissolució dels morts en la natura o en el tot, davant d'aquesta existència subsidiària i essencialment il·lusòria dels espectres a l'altra banda de la paret. És quelcom semblant al que planteja Jean-Pierre Vernant amb la seva interpretació de l'Hades grec com a món de les ombres: una metàfora de l'enigma que representa la mort per als vius, però no una resposta definitiva sobre què significa per als morts ser morts.
Ara, però, Le Guin sembla abandonar aquesta interpretació que en Ged plantejava a la tercera novel·la per presentar el món dels morts com a món real, una mena de presó en què les ànimes dels difunts queden atrapades en un patiment i una alienació perpetus, dels quals han de ser alliberats. És una forma radicalment diferent de veure-ho, però que empetiteix el sacrifici i la saviesa d'en Ged a la tercera entrega de la saga, i els fa totalment innecessaris a la llum d'aquest canvi. També trenca amb la metafísica d'inspiració taoista que transmetien els seus ensenyaments a la tercera novel·la, i en aquest sentit em penso que dilueix la profunditat de la trilogia original a l'hora de plantejar la tensió existencial entre la vida i la mort.
A aquests tòpics racistes s'hi afegeix el sexisme present en aquesta part de la trama de la novel·la: a més de ser introduïda a una cultura totalment aliena a la seva que se'ns presenta com a superior en tots els aspectes, la princesa és constantment objectificada més que tractada com un personatge de carn i ossos. A més, de cop i volta la Tenar està convençuda que la princesa ha de canviar per poder agradar el seu futur marit (p 132) i compadeix l'Arren fent generalitzacions sobre els homes i les dones com a conjunt (p 177) que no tenen res a veure amb les reflexions molt més madures i reposades que expressava a Tehanu. Allà, eren altres personatges que feien les generalitzacions i ella qui les qüestionava i matisava constantment. Per no parlar de la fetitxització dels peus femenins que sembla tenir lloc a Havnor, i que vaig trobar que era un element totalment ridícul i fora de lloc (p 194-195), almenys per part de l'Arren.
Són elements que semblen anecdòtics, arribats a aquest punt, però que em fan qüestionar la revisió en termes de gènere que Le Guin va provar de fer sobre la trilogia original de novel·les. Aquestes eren sexistes dins d'un context, el món fictici de Terramar, que se'ns explicava de forma coherent per més que en poguéssim veure els defectes originals. Ara, Le Guin intenta fer revisionisme amb aquest món prèviament establert sense adonar-se que, de vegades, el remei pot ser pitjor que la malaltia. Pel que fa al sexisme en concret, no sé ben bé com interpretar-lo, perquè l'enfocament, aquí, em sembla força allunyat de la visió molt més madura i complexa que mostrava Tehanu.
Aquest únic episodi podria haver estat la base de la novel·la sencera, que girés al voltant de la figura d'en Vern i que explorés les conseqüències últimes del seu pacte amb el bruixot de Paln. Ara, la novel·la sembla validar la màgia obscura dels Sense Nom, que a la trilogia original se'ns presentava com a feréstega i essencialment maligna. És un gir que ens torna a plantejar incoherències amb el material original, i que, ara sí que puc predir-ho, es resoldrà a base de reescriure el coneixement previ que teníem sobre Terramar en comptes d'ampliar-lo o enriquir-lo.
Il·lustració d'Agustín Comotto per a Raig Verd (2020) |
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura.
No sé cómo ni cuándo la política española, o buena parte de ella, ha entrado abiertamente en la esfera de ese nuevo populismo preadolescente y prepolítico que exhiben de modo ejemplar personajes como Trump en EE. UU., Bolsonaro en Brasil o Milei en Argentina. Una exhibición que, si bien en un modo mucho más amateur e inocente, no nos es del todo desconocida a los docentes. De hecho, viendo estos días a la presidenta del Congreso llamar constantemente al orden, o los gritos, burlas e insultos de buena parte de los diputados, o a la presidenta Ayuso llamar hijo de puta a Sánchez desde el fondo del hemiciclo mientras no dejaba de teclear en su móvil (solo le faltaba estar mascando chicle), era difícil no imaginarse una de esas aulas de la ESO en las que uno se juega su vocación: «A ver, Isabelita, ¿cómo has llamado a Pedrito?». «Nada; solo le he dicho que me gustaba la fruta». «¿Y no crees que deberías pedirle disculpas?» «¡Ay, pero es que a mí también me dicen cosas, maestro!» …
Otra muestra de la política impúber que caracteriza con frecuencia a los niños es la del berrinche y el boicot cuando la realidad no se ajusta a sus intereses y deseos. Ante esa frustración, los más pequeños suelen reaccionar con rabietas, y los que son un poco más mayores con actitudes desafiantes en relación con las normas y el statu quo. Las manifestaciones de estos días, incluyendo las algaradas frente a la sede del PSOE en Madrid, han tenido algo de esa rebeldía infantil. Aun con dos añadidos peligrosos: la disparatada pero corrosiva plasta ideológica del «antisanchismo» (dictadura, alianza con el terrorismo, gobierno ilegítimo, ruptura de España, golpismo, comunismo…), ya activa desde mucho antes del polémico pacto con los independentistas, y una capacidad de alteración violenta de la convivencia que no deberíamos poner en duda.
La ira de algunos, como el filósofo Savater, ha sido tal, que no ha tenido reparos en promover públicamente la desobediencia a las leyes en defensa de lo que para él, y no para la – según el filósofo – piara (sic) de cretinos (sic) que ha votado al principal partido del gobierno, es lo «constitucionalmente verdadero». No sé muy bien qué mensaje pretendían transmitir Savater y otros con esta idea ¿Tal vez el de que las instituciones y procedimientos democráticos no son capaces por sí mismos de acabar con las presuntas ilegalidades del gobierno y necesitan de un empujoncito subversivo? ¿De quién, por cierto? Porque si la mayoría de la ciudadanía ha votado a los partidos que sustentan al gobierno, solo queda recurrir, en modo platónico, a los sabios (como Savater) y a los valerosos guardianes (como esos intrépidos militares jubilados que, con su pensión bien a salvo, han solicitado la intervención del ejército).
El precio político que ha pagado Sánchez (y el otro, que vamos a pagar todos) por armar un marco de gobernabilidad más que complicado, y ya veremos si útil, para evitar la llegada al poder de la ultraderecha, es, desde luego, muy alto, y no tiene por qué convencer a todos. Pero en un Estado de derecho ha de primar la confianza en los procedimientos democráticos. Si el Estado o la democracia están siendo subvertidos, ha de poder demostrarse y denunciarse, en el Parlamento, ante la justicia y, por supuesto, y si hace falta, en las calles, Siempre que sea de forma civilizada y siguiendo los cauces propiamente democráticos, y no alentando al asedio diario de la sede de un partido político por parte de una legión de hooligans neonazis.
Mientras tanto, el gobierno recién constituido tiene tanta legitimidad como cualquier otro, y declarar o insinuar lo contrario o difundir acusaciones hiperbólicas y demagógicas (dictador, etarra, golpista…) que nada tienen que ver con la realidad – ¿en qué dictadura podría rodearse la sede del principal partido del gobierno durante días o insultar abiertamente al presidente sin que pasara nada? –, son muestras de esa manifestación de ira entre infantiloide y fascistoide que, aun cuando no sea suficiente, de momento, para derribar a la fuerza a un gobierno, genera otras consecuencias democráticamente disruptivas de las que tendríamos que ser, al menos, mucho más conscientes.
Piensen, por ejemplo, con qué autoridad moral va a exigir mañana un maestro o maestra a su alumnado que cumpla las normas incluso cuando no le gusten, o que confíe en la institución y en sus procedimientos para resolver conflictos (empezando por los que se generan al establecer normas y pactos), o que los chicos y chicas no se griten, ni se insulten unos a otros, ni consideren una «piara de cretinos» a los que piensan de otro modo, ni que, tras haber llamado hijo de puta por lo bajini a algún compañero (o al propio docente), repitan con una sonrisa cínica, como hacen sus gobernantes, que a ellos lo que les pasa es que les gusta mucho la fruta.
Aquesta novel·la de l'autora grega Margarita Karapanu (1946-2008) es va publicar per primer cop el 1976 i és una novel·la que es fa difícil de recomanar, perquè és una experiència de lectura força pertorbadora i un punt desagradable però, al capdavall, en la seva brevetat es fa del tot satisfactòria. La Cassandra és una nena de sis anys que, després de ser abandonada per la seva mare, que marxa a viure a París, es queda a viure amb els seus avis. La seva mirada infantil observa la constel·lació d'adults que l'envolten amb una precisió quirúrgica, i una crueltat desfermada que es desplega dins la ment de la criatura. La seva veu va retratant tota una sèrie de personatges de la família, que reflecteix la societat benestant dels anys seixanta, durant la dictadura dels coronels, amb totes les seves hipocresies - públiques i privades - i tots els seus secrets i desviacions inconfessables. Al cor del text hi ha els abusos sexuals que pateix la Cassandra per part del majordom de la casa, que la nena de bon principi identifica amb el llop del conte. A partir d'aquest moment fundacional, ben al principi de la novel·la, assistim als esforços de la Cassandra per fer valer la seva veu i la seva capacitat d'acció, davant d'un món adult que s'escapa totalment del seu control.
És així que s'engega un monòleg interior ininterromput que ens porta al peculiar món psíquic de la protagonista, que transmet les seves experiències quotidianes passades pel filtre de la seva imaginació i el cristall deformador de les paraules i els conceptes que, com a criatura, encara no domina del tot i, per tant, utilitza amb una llibertat i una creativitat que tot sovint pot sobtar des del punt de vista adult. Les escenes sexuals, per exemple, van adquirint progressivament un to oníric i fantasiós que obre la pregunta sobre fins on arriba la realitat i fins on la fantasia de la protagonista. Passa el mateix amb la violència, que s'exerceix com a via d'escapada i amb una força expansiva sempre creixent. Per tant, el relat ens ofereix un seguit d'escenes separades, aparentment inconnexes, en què la protagonista deixa anar tota la seva crueltat amagada i el seu desig de revenja sobre el món: des de l'abandó de la seva mare, que la nena viu amb una ràbia i una resistència que acaben sortint enfora de les maneres més inesperades, a una fixació un punt mòrbida per la mort, les mutilacions i els desmembraments, que van reflectint la pèrdua de control de la Cassandra sobre la seva vida, passant pels múltiples episodis sexuals que percebem deformats pels somieigs i fantasies de la protagonista. La violència del relat és incontestable en tot moment, però ens desafia com a lectors amb la seva ambigüitat, i obre diferents possibilitats d'interpretació que es van presentant al llarg de la lectura però que no acaben donant cap mena de resposta definitiva.
L'etiqueta de realisme màgic no acaba d'encaixar en aquesta proposta, per tant, precisament perquè no sabem fins a quin punt les imatges que se'ns presenten són del tot realistes: la novel·la de Karapanu recorda més aviat Alícia al País de les Meravelles, en proposar l'escapada fantàstica de l'infant a un món deformat on cada personatge nou que hi apareix ens ofereix un nou consol o una nova amenaça, i on la protagonista acaba assumint diversos rols i perdent el control últim de la seva identitat. D'altra banda, també m'ha recordat l'estil narratiu de Clarice Lispector, en la seva habilitat per crear situacions pertorbadores des dels detalls més banals de la vida quotidiana. Una novel·la una mica estranya de recomanar, és cert, però que us agradarà si us interessen les narratives amb un toc postmodern i on la transgressió dels valors, les formes, i els discursos preestablerts juga la carta del soterrament i de la intuïció més que les des de la sobrietat i la franquesa.
Sinopsi: La Cassandra creix a casa dels seus avis després que la seva mare hagi deixat la família per anar a viure a París. Incapaç d'explicar amb claredat els jocs sexuals a què la sotmet el majordom de la família, comença a desenvolupar un llenguatge propi i una forma peculiar de percebre la realitat que l'envolta i retratar tots els personatges que apareixen en la seva vida quotidiana, tant els familiars directes, amb les seves hipocresies i les seves violències soterrades, i els servents de la família i altres personatges subalterns, amb qui la criatura passa la majoria del seu temps.
M'agrada: La forma com Karapanu crea una veu particular i sorprenentment coherent per a la protagonista, de forma que, després de la sorpresa inicial, la lectura va revelant nivells d'interpretació sobre els rols de dominació i poder que s'estableixen.
Portada de Gary Lippincott (2001) per a Science Fiction Book Club |
D'altra banda, els somnis que té en Hara sobre el món dels morts ens serveixen més de vehicle per a l'exposició del problema mateix i, per tant, tenen una funció més narrativa que no pas simbòlica. El relat sencer del bruixot conserva quelcom del to dels contes de fades, amb les seves repeticions triples: tres trobades al món dels morts a través de tres somnis i, posteriorment, tres mestres de l'escola de Roke que es presenten inicialment per ajudar-lo. No serà fins després, quan s'hi afegeixi un quart mestre, que comencem a veure una mica de llum sobre el misteri.Una pena s'havia apoderat d'ell i no sabia per què, un dolor i un anhel per alguna cosa estimada i perduda, perduda per sempre. Hi estava acostumat; havia estimat molt, i havia perdut molt; però aquella tristesa era tan immensa que no semblava seva. Sentia una tristesa al cor mateix de totes les coses, una aflicció que fins i tot inundava l'arribada de la llum. Aquella tristesa sortida del somni se li aferrava i es va quedar amb ell quan es va llevar (p 22).
No puc ressenyar aquesta novel·la de l'autora canadenca Emily St. John Mandel, de qui no havia llegit mai res, sense referir-me a una altra novel·la que he llegit aquest mateix any i que també m'ha encantat. Tot i que els arguments de El mar de la tranquil·litat i de Time Shelter de Georgi Gospodinov no puguin ser més diferents, les preocupacions que exploren i el tema principal de totes dues, l'impacte de la història i del pas del temps en les vides particulars de la gent corrent, viscudes en el seu moment present, tenen un estrany aire de família. Si Gospodinov ens oferia una reflexió intimista i desencantada sobre el temps històric i les seves interseccions socials i polítiques amb les vivències personals de cadascú, aquí Emily St. John Mandel ens ofereix una reflexió similar, però aquest cop mirant cap al futur, des de la fantasia especulativa, a través de les aventures d'un viatger del temps, en Gaspery Roberts, que anirà descobrint els perills i les amenaces que amaguen els múltiples presents històrics continguts en una narració molt més àmplia.
De fet, un dels aspectes que em va sorprendre més de la lectura és com en Gaspery i el Gaustine de Gospodinov semblen ànimes bessones a l'hora d'emprendre el seu particular viatge en el temps, tot i que en direccions oposades: Gaspery hi trobarà una compassió bàsica que no sabia que posseïa, mentre que Gaustine s'anirà deshumanitzant a mesura que les conseqüències polítiques del seu propi projecte el vagin engolint. També hi ha un paral·lelisme estructural entre les dues novel·les que es fa molt evident en arribar al desenllaç: en una cronologia que avança en tot moment de forma lineal, ambdós desenllaços, que prefereixo no esguerrar, colpeixen pel seu recurs a la circularitat. En el cas de Gospodinov, aquesta recurrència s'aconsegueix a través de la dissolució del jo narrador, que progressivament va perdent el control de la realitat; en el cas de St. John Mandel, totalment al contrari, a través d'un bucle espai-temporal que cobra tot el seu sentit complet només en arribar al desenllaç, i on el protagonista aprèn finalment a assumir el control de la narració. Així doncs, ambdues són novel·les excel·lents que exploren les cruïlles que planteja el present a uns personatges indefensos enmig de la precarietat provocada per situacions socials i polítiques que s'escapen totalment del seu control.
El mar de la tranquil·litat es basa en unes premisses argumentals molt senzilles, i atrapa per la forma com les seves diverses trames, travades a la perfecció fins a l'últim detall, es despleguen fins a la resolució de tots els seus misteris. Les pistes se'ns van plantant al llarg de la lectura a través dels diferents capítols, força senzilles i en tot moment a simple vista, de forma que quan arribem al desenllaç la revelació final esdevé, a l'estil clàssic, inesperada i inevitable alhora. La trama es posa en marxa l'any 1912, quan un jove aristòcrata anglès, l'Edwin St. John, arriba a la Columbia Britànica desterrat per la seva família a causa de les seves opinions heterodoxes. Després que l'Edwin pateixi una experiència sobrenatural inesperada, cada capítol anirà saltant un segle o dos, per revelar paral·lelismes colpidors entre les vides de diversos personatges que no es coneixen de res ni tenen, en aparença, res en comú. De fet, gran part de l'encant de la novel·la és que només el lector acaba tenint la imatge de conjunt i la versió definitiva de tot el relat, i només des d'aquest punt de vista omniscient arribarem a copsar la rellevància de les trobades de cada personatge per separat amb el misteriós Gaspery.
Més enllà de l'argument, que és millor no explicar gaire per no aixafar els misteris de la lectura, la novel·la també té un vessant de reflexió filosòfica que apel·la el moment present en què es va escriure i a experiències que als lectors ens poden resultar familiars, en tant que reflexiona sobre la pandèmia com a moment històric i com a intersecció abrupta entre la vida quotidiana i un estat d'incertesa. La part més terrorífica de la lectura és la presència de cada nova pandèmia en la seva excepcionalitat present, que imposa la seva pròpia lògica de contenció i d'amenaça latent sense que les anteriors experiències similars hagin afectat essencialment el marge de reacció de la societat sencera. L'episodi del segle vint-i-u té lloc dies abans que el virus de la Covid es converteixi en una pandèmia a nivell mundial, mentre que el capítol ambientat al segle vint-i-tres replica de nou l'amenaça d'una nova pandèmia amb confinaments, aquest cop, a la terra i a les seves colònies lunars. Ara bé, l'argument també evoca breument la pandèmia de la grip espanyola durant la primera guerra mundial i, més enrere, les epidèmies de verola que van assolar la població nativa americana sense defenses per a aquest patogen transmès a través dels seus colonitzadors.
És així com l'autora crea un paral·lelisme també amb diverses formes de colonització, una mica a l'estil de Les cròniques marcianes de Bradbury. Mentre que el 1912 l'Edwin St. John es troba profundament pertorbat i disgustat per l'empresa colonitzadora de la Gran Bretanya als altres continents, el futur que Emily St. John preveu a les colònies lunars és una mica diferent, potser, però basat en el mateix discurs expansionista i supremacista dels avantpassats. De la mateixa manera, a mesura que anem descobrint detalls sobre el viatge en el temps, anirà apareixent una institució, teòricament dedicada a la recerca, que té interessos en els moviments de tots els implicats, i que sembla especialment preocupada per no alterar una línia temporal predeterminada d'antuvi. Ara bé, qui decideix el que està destinat a passar? Aquest és l'interrogant principal al voltant del qual gira la novel·la sencera: al principi de tot, s'estableix la necessitat que els viatgers en el temps no alterin la línia predeterminada d'esdeveniments que han de succeir, mentre que, paradoxalment, les seves vicissituds a través de diversos eixos temporals demostren justament el contrari. El resultat no és contradictori ni apunta a cap paradoxa: el destí no estava escrit d'entrada, al meu parer, però eren aquells que ostenten el poder els que creen una versió oficial del relat amb un interès determinat, que podem suposar entre línies, però no se'ns acaba de revelar del tot.
Així és com el que a simple vista pot semblar un exercici banal d'especulació, un entreteniment basat en l'enèsima versió de la paradoxa de l'avi, es transforma en una crítica política de la forma com els que ostenten el poder gestionen les catàstrofes globals i mouen els fils de les vides de la gent corrent: sempre amagant alguna carta a la màniga i sense arribar a descobrir mai l'abast de la tragèdia. La forma com els protagonistes naveguen pels dilemes morals i les cruïlles existencials que se'ls presenten donat el moment és la part més intel·ligent, i colpidora també, del text sencer: protegir els que estimem davant la desferra que vindrà, triar enmig de l'infern el que no és infern i fer-ho créixer, i fer-ho perdurar, com deia Calvino, pot ser el gest més revolucionari de tots.
Sinopsi: Al llarg de la novel·la assistim a diversos episodis de les vides de diferents personatges separats per segles de distància en el temps. Tots ells tenen diverses trobades, per diferents motius, amb un personatge misteriós i inquisitiu que respon al nom de Gaspery. No serà fins que coneguem la història de Gaspery en primera persona que la imatge de conjunt començarà a prendre forma.
M'agrada: Una trama que es desplega linealment, en tota la seva senzillesa, però que va revelant a cada pàgina nous nivells de profunditat. La humanitat indiscutible dels seus personatges davant d'un futur que no poden controlar i que a estones esdevé aterridor.
Aforisme d'Antonio Machado a Proverbios y cantares:
“VIII Hoy es siempre todavía.”
Pasaje dePoesías completas / Antonio MachadoMachado, Antonio, 1875-1939Es posible que este material esté protegido por copyright.Arribem al final del recull de contes Contes de Terramar, cinquena entrega de la sèrie, amb un darrer conte que és tot un clímax narratiu: el relat titulat "Dragó" és la connexió necessària entre la quarta novel·la de la sèrie, Tehanu, i el seu desenllaç definitiu a la novel·la L'altre vent. Per primer cop l'escola de màgia de Roke viurà un desafiament que no havia hagut d'afrontar mai en segles d'història, i trobarem un desenllaç satisfactori a l'únic cap solt que havia quedat de les anteriors novel·les: com acaba l'excursió al món dels morts del mestre Invocador de Roke, Thorion, que esdevenia un antagonista secundari durant la trama de La costa més llunyana, però el desenllaç del qual no vam arribar a veure, ni en aquesta tercera novel·la ni a la següent, Tehanu.
Fotograma de la pel·lícula Contes de Terramar (2006) de Studio Ghibli |
Dragó
D'entrada ens trobem amb un plantejament força similar al dels altres relats que hem llegit fins ara: ens trobem en una contrada allunyada de Roke, i l'escola de màgia només apareixerà cap al final, quan la protagonista aconsegueixi arribar-hi. La Dragó, que és el personatge principal de la història, viu captiva i sotmesa a una figura paterna que li denega el nom real, i per tant la seva identitat, i que també, com se'ns insinua en diversos moments de la trama, abusa sexualment d'ella. El paper de la Dragó aquí, per tant, és força paral·lel al de la Therru a Tehanu, tot i que aquesta connexió no s'anirà aclarint sinó a mesura que avanci la lectura.
Ara bé, més que estar desposseïda d'entrada, com la Therru, la Dragó viu en el si d'un poder en decadència. L'estat de destitució i alcoholisme en què ha caigut el seu pare (p 240 de l'edició de Raig Verd, traducció de Blanca Busquets) és un reflex de molts altres canvis que s'estan gestant a Terramar. Aquest poder en decadència trobarà un paral·lel en el buit de poder que pateix l'escola de Roke, i que se'ns anirà descrivint més endavant. La protagonista s'haurà de refugiar, per tant, en la companyonia oferta per la bruixa local, que acceptarà donar-li el seu nom real, tot i que en aquest cas en una cerimònia clandestina.
No és fins l'arribada d'un altre personatge secundari, l'Ivori, que el relat es posarà en marxa, en forma de revenja o de juguesca per aconseguir fer entrar una dona per primer cop a la història com a alumna de l'escola de Roke. Aquí s'estableix una relació molt complexa entre els dos protagonistes, que em sembla un dels punts forts del relat: l'Ivori s'ha rebel·lat contra Roke perquè Roke es veu immersa en un conflicte generacional com no n'ha vist mai cap altre (p 256). Els estudiants joves estan qüestionant els ensenyaments que reben a l'escola i la necessitat del celibat per mantenir la màgia pura. L'Ivori ha començat a sospitar que només és una excusa per deixar-ne les dones fora i així concentrar el poder a les mans d'uns pocs.
Ara bé, la relació que s'estableix entre l'Ivori i la Dragó també és una qüestió de poder, de forma que la seva aliança no serà una col·laboració, en el fons, sinó una empresa de domini i manipulació del bruixot envers la seva nova deixebla per tal de sotmetre-la a la seva voluntat i afeblir al seu poder. L'atracció sexual que l'Ivori sent per la noia també afegeix un nivell més a aquesta manipulació, com podem veure pel fet que l'Ivori mai no es refereix a aquesta potencial consumació de la relació més que en termes de dominació i submissió. Ara bé, la Dragó és massa forta per caure en aquest tipus de paranys i, de fet, tot i conscient que l'Ivori intenta manipular-la, el deixa fer perquè ella també té l'objectiu d'entrar a Roke com a alumna: no pels motius de ressentiment i despit de l'Ivori, sinó per un genuí interès pel coneixement que s'hi imparteix i per trobar la seva autèntica identitat. Així doncs, quan finalment es resol el conflicte entre els dos personatges, de forma molt encertada, al meu parer, la Dragó ha aconseguit el seu objectiu sense arribar a trair-se a si mateixa.
No és fins que l'acció se situa dins l'escola de màgia, però, que el relat ens retorna a la trama principal que havia quedat oberta amb la sèrie de novel·les. Des del primer moment, els mestres queden dividits per la decisió de deixar entrar la Dragó com a aprenent o no, la primera vegada a la història que Roke admetria una dona entre els seus alumnes. Aviat anirem veient com aquesta divisió és més profunda, i té una càrrega política molt forta: en absència d'Arximag, l'únic poder que es manté sobre tot l'Arxipèlag és el del rei d'Havnor, que no ha estat coronat per l'Arximag.
Durant aquell any, les pautes de les ombres, de les branques i de les arrels, el llenguatge silenciós del bosc, li havien parlat de destrucció, de transgressió, del canvi de totes les coses. Ara havia arribat l'hora, ho sabia. Havia vingut amb ella. (p 308)
En aquest context, l'escena final del relat és realment mítica i inoblidable, així com les paraules que li dedica la Dragó a en Thorion (p 315). Aquí no puc parlar del desenllaç per no revelar-lo, però de debò que és potser el punt culminant del volum sencer.
Reescriure Terramar
A l'epíleg de l'obra, Le Guin ens desenvolupa una mica més la necessitat que va tenir de revisitar el món de Terramar en aquests relats. Tot i que la idea principal d'aquest text és força similar a l'exposada al Pròleg, reivindicant la fantasia com a exploració de la realitat (p 363), aquí també hi aporta una idea interessant a la llum de tot el que hem llegit fins ara: Le Guin explica que havia de tornar enrere en la seva narració per mirar d'entendre què havia anat malament al món de Terramar, per què el seu equilibri s'havia trencat (p 360).
En la meva opinió, el resultat és una mica desigual: funciona millor quan Le Guin fa els personatges mirar enrere i qüestionar tot el que ha passat fins aleshores, i no és tan reeixit quan pretén reelaborar els orígens del seu propi món, com si fes una mena de revisionisme històric sobre qüestions que en les anteriors novel·les havien quedat afirmades de forma diferent. El relat d'orígens de l'escola de Roke em sembla particularment confús en aquest sentit, i un punt massa feixuc de llegir en absència de respostes clares. Si Roke va ser fundada veritablement per dones, el paper d'en Llúdria dins la narració no aporta gaire al conjunt, i si en Llúdria és el veritable fundador de Roke, aleshores intentar posar les dones en un paper més preeminent - però igualment secundari - dins la narració no els fa cap favor. És com si Le Guin sospesés les dues opcions dins del seu cap i no s'acabés de decidir per cap de les dues.
Tret d'això, els altres contes em semblen brillants cadascun a la seva manera, i el darrer d'ells, que actua d'enllaç entre la novel·la anterior i la propera, em sembla que va de menys a més i acaba en un final brillant. Com passa amb els móns secundaris, quan tanques el llibre et fa la impressió que podries seguir llegint capítols i capítols sobre aquest món fictici i el seu funcionament intern, i això és quelcom que costa d'aconseguir.
Una lectura paral·lela: A l'est del Sol i a l'oest de la Lluna: Antics contes del Nord
A l'est del Sol i a l'oest de la Lluna és un recull de trenta-tres contes populars noruecs compilats per Peter Christen Asbjørnsen (1812-1885) i Jørgen Engebretsen Moe (1813-1882), que es va publicar per primer cop a Noruega el 1845. El 1914 es va publicar una selecció de quinze d'aquests relats traduïts a l'anglès i il·lustrats per l'artista danès Kay Nielsen (1886-1957), que va donar a conèixer l'obra a un públic molt més gran. D'entrada no tenen res a veure amb les contes de Le Guin ni punt de comparació amb el món fictici de Terramar, però em vaig trobar que aquesta vegada no sabia amb què comparar aquesta obra, i vaig pensar que podia ser interessant analitzar un altre volum de relats curts. D'altra banda, comparava per primer cop un món primari - els contes noruecs pertanyen a un folklore autèntic - amb un món secundari com el creat per Le Guin amb Terramar.
També hi ha altres contes que presenten inversions de gènere de relats més coneguts:
La conclusió de tot plegat és que, un cop he acabat el recull, m'ha semblat que la comparació entre els dos móns no era tan forassenyada com semblava al principi. Què hauria estat de Terramar si no hi hagués hagut mai una escola de màgia que ensenyés com exercir el poder només a una colla d'homes privilegiats? Bé, possiblement s'assemblaria força a un passat mític noruec. Si una cosa ens ensenya A l'est del Sol i a l'oest de la Lluna, és que les bruixes no són mai malvades i, quan apareixen, ocupen més aviat el rol d'assistents beneficioses, com una mena de versió feréstega i ancestral de les fades padrines. A més, també es troben estretament lligades a la natura, si veiem el paral·lel que tenen en els animals i els vents a l'hora d'actuar com a assistents. D'altra banda, no s'hi veuen gaires senyors de la màgia, però sovint costa distingir els monstres dels reis tirànics per les seves accions. Quan els trolls apareixen, em fa la impressió que la paraula s'utilitza no tant per especificar una espècie de monstre en concret sinó com a denominador comú de tot allò que es considera malvat o contranatural.
Coberta de la versió editada per Taschen (2015) |
... hay una barrera infranqueable que distingue a las máquinas de las personas: la arbitrariedad. Cuando las personas crean de manera artística, hay algunas decisiones que pueden (o deben) ser arbitrarias, y esto depende de multitud de factores externos (contexto) e internos (emociones y pensamientos). La tecnología no puede ser arbitraria, lo que sí puede es usar algo en su lugar, una especie de subterfugio o artificio: la aleatoriedad. Aunque son cosas parecidas, no son lo mismo y es aquí donde reside uno de los últimos escalones entre lo artificial y lo humano. Según la RAE, la arbitrariedad es un acto dictado por la voluntad o el capricho y, evidentemente, las máquinas no tienen caprichos. Cuando una decisión artificial (dentro de la creación musical) no se ajusta a una lógica, una razón o unas leyes, es simplemente aleatoria, pero nunca arbitraria.
Otra de las fronteras o últimos escalones es el defecto que alberga la virtud de la inteligencia artificial, es decir, su ventaja es su desventaja. La virtud de las máquinas es la gran capacidad que tienen para aprender manejando una ingente cantidad de datos, sin embargo, no pueden olvidar (o no al menos como lo hacen los humanos) ni distorsionar recuerdos. Este fallo de serie (o capacidad de supervivencia) en todo lo que respecta a la memoria humana y nuestra “aptitud” para almacenar datos y transformar recuerdos, se convierte en viento a favor de la arbitrariedad.
Quizá nuestras limitaciones sean un poderoso muro de contención para esa distopía que parece rondar a nuestra relación con la tecnología en lo que respecta al arte. Quizá por esto, la creación musical sea algo más que combinar de manera óptima.
José Manuel González Gamarro, Creación artificial e inteligencia artificiosa, Cuaderno de Cultura Científica 22/10/2023
A los humanos nos mola lo simple, nos chifla tenerlo claro, nos pone atajar un problema con una frase sentenciosa o una solución presuntamente infalible. Y más aún hacerlo con esa vehemencia sandunguera y gesticulante que gastamos por aquí, y que viene de perlas para disimular la incapacidad de analizar con rigor asuntos mínimamente complejos.
Tomemos como ejemplo el incremento de los problemas de salud mental entre los más jóvenes. ¿Podría alguien negar que este sea un asunto complejo? Pues sí: hay gente (expertos nacionales incluidos) que cree que el problema es sencillísimo. Su causa fundamental estaría en el uso del móvil, y la solución definitiva: prohibirlos. Más fácil imposible. Comprobemos ahora si esta «genialidad» tiene algún fundamento.
Conviene empezar recordando que el uso masivo de teléfonos inteligentes es solo la punta del iceberg de una imparable transformación cultural generada, sí, por el «malvado» tecno-capitalismo, pero también por las necesidades y deseos humanos. A quien le dijeran hace cien años que iba a poder utilizar una máquina de bolsillo para comunicarse en tiempo real con cualquier persona del mundo, procesar todo tipo de información, trabajar a distancia, proveerse de bienes en un mercado global y administrar todos los aspectos de su vida, no dudaría en calificarlo como una mejora indiscutible… ¡Qué esta revolución cultural supone efectos imprevisibles! Sin duda; como cualquier otra. ¡Qué debemos vigilar esos efectos y tomar medidas de protección de los menores! Está claro; como también que la principal medida de protección es educar a esos menores en el uso benéfico y controlado de esas tecnologías y no en prohibirles su uso, algo que resulta tan contraproducente como incapacitante.
Pero vayamos al aspecto capital del asunto: como en muchas otras épocas de la historia, lo novedoso y disruptivo se convierte en el chivo expiatorio de problemas previamente existentes. En este caso no solo de la salud mental, sino de muchos otros, tal como la violencia, el acoso, el fracaso escolar y toda la gama de conflictos sociales y existenciales que suelen afectar a niños y adolescentes. ¿De todo esto tienen la culpa las nuevas tecnologías? ¿Hay algo que realmente justifique la demonización del uso del móvil entre los jóvenes? Veamos.
Si uno escucha desprejuiciadamente a esos jóvenes presuntamente «enganchados» al móvil comprobará que los problemas que les aquejan son los mismos de siempre: desorientación, incomprensión, soledad, acoso, indecisión, inseguridad... ¿Los móviles y la tecnología digital han amplificado todos estos problemas? Quizás. Pero también han generado nuevas formas de afrontarlos. Por ejemplo: las agresiones que antes quedaban impunes ahora generan una censura generalizada en las redes; frente al acoso y la homogenización a la fuerza de los viejos espacios sociales (la calle o el aula), las nuevas tecnologías ofrecen lugares alternativos donde poder cultivar libremente la diversidad; a la idea de Internet como fuente de distracciones, la sigue la de la red como un yacimiento casi infinito de recursos formativos; y si bien es cierto que las interacciones on line no permiten un pleno contacto físico, también lo es que proporcionan nuevas y más abiertas formas de sociabilidad…
Hay otros argumentos tópicos, pero igualmente endebles, para demonizar el uso del móvil en la gente joven. ¿Matan las pantallas la imaginación? Tal vez las de la tele o el cine, porque las de los móviles ofrecen posibilidades nunca vistas para crear y recrear imágenes y textos de forma interactiva. Tampoco está claro que las nuevas tecnologías promuevan la pasividad, o la «intolerancia a la espera o a la frustración»; siempre que entendamos correctamente el concepto de actividad (curioso esto de tachar de «pasiva» la conducta de jugar o interactuar con el móvil, y no a la de pasar la tarde en el bar o viendo la tele) o que reconozcamos que el ritmo del tráfago social, cultural o productivo es hoy distinto al que era hace años. Y en cuanto a los problemas que suscita el estar comparándose continuamente con los demás, o con modelos «irreales», no es más que la última versión de ese invencible afán humano por conocerse a sí mismo a través del espejo del otro (incluyendo ese «otro mítico» que antes eran dioses, santos o reyes, y ahora son artistas o famosos) ...
Nadie niega, en fin, que el uso masivo de móviles u otras tecnologías genere problemas nuevos (la privatización del espacio público, por ejemplo), pero de ahí a suponerlo como la causa principal de problemas tan complejos como el incremento de las agresiones sexuales o los suicidios va un abismo insondable. Dicho incremento tiene causas mucho más profundas y preocupantes, y vulgarizar el diagnóstico o clamar por soluciones simplonas no genera más que confusión, ruido y furia inquisitorial.
La dreta i l'extrema dreta espanyoles no comprenen el funcionament bàsic d'una democràcia. Acusen el govern espanyol de tractar els manifestants "com si fossin CDR". Admeten, per tant, que el tractament policial que van rebre els CDR va ser abusiu o és, simplement, un cas de doble vara de mesurar?
Tindrien una mica més de credibilitat si l'estratègia de criminalitzar les idees polítiques oposades a les seves no fos tan clara i patent. Davant d'una possible amnistia, la dreta judicial ressuscita el lawfare per vincular el moviment pacífic Tsunami Democràtic amb el terrorisme.
Benvolgut/da, et volem informar de:
Ja han passat 4 anys des de que aquesta junta es va constituir per recuperar l’AFIB. Segons els estatuts toca renovació de junta, per tant, volem posar-nos a disposició de tots els socis i simpatitzants de l’AFIB per:
- animar als qui vulguin formar un altra junta per rellançar l’AFIB amb nous projectes a presentar la seva proposta en el termini de 15 dies per tal d’informar a tots els socis i simpatitzants que l’hauran de votar en una Assemblea ordinària de l’AFIB que es convocarà a principis de Desembre per meet.
- l’actual junta està pensant renovar-se, per tant, us volem convidar a participar-hi per tal de col·laborar en els projectes que es duguin a terme en els propers 4 anys si, finalment, surt reelegida en la votació de Assemblea ordinària de l’AFIB que es convocarà a principis de Desembre per meet.
En els dos casos podeu fer arribar les vostres propostes al mail (afib.balears@gmail.com) de l’AFIB per informar als socis i simpatitzants amb la convocatòria de la junta 15 dies de la realització de la mateixa.
Altres informacions:
- Balears pensa: El curs passat les companyes i companys de Manacor, Alcúdia i Palma van organitzar unes jornades filosòfiques “Mallorca pensa”. Aquest curs volem animar a seguir creant espais oberts a la filosofia als mateixos que ho varen impulsar el curs passat i fer la convidada de manera extensiva a Inca, a més centres de Palma, i si fos possible a Menorca i Eivissa. La proposta és fer el Balears Pensa per abril o quan vaig millor als centres que l’organitzin.
- Gestions LOMLOE: seguim en contacte amb la REF donant suport a iniciatives conjuntes per reclamar el paper de la Filosofia en les futures proves PEBAU. Vos adjuntam la carta que s’ha enviat al Ministeri perquè en feu difusió.
- Olimpíades de Filosofia: en breu s’obrirà la inscripció a les Olimpíades que enguany es tornen a fer presencials. El tema és l’OCI. Us informarem quan estiguin publicades les bases a la web de la UIB i a: [olimpiadafilosofiabalears.blogspot.com]
Si voleu col·laborar envieu-nos un mail a: afib.balears@gmail.com