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Kahneman y Tversky tenían como objetivo mejorar la comprensión de la toma de decisiones del agente económico a través de la psicología. Las dos ideas fundamentales que moldean el trabajo de los economistas conductuales son: La mayor parte de los juicios y de las elecciones se realizan de manera intuitiva y no responden siempre a las reglas del cálculo de probabilidades; las reglas que gobiernan la intuición son generalmente similares a las de la percepción. Por ello, el tratamiento de las reglas de las elecciones y los juicios intuitivos se basa ampliamente en el uso de analogías visuales.
De estas dos ideas fundamentales surgieron tres líneas de estudio que se fueron desarrollando desde mediados de los años 70 y que hoy se siguen ampliando: utilizando heurísticas (estrategias para llegar al conocimiento) y sesgos, la teoría prospectiva y el efecto marco.
Heurísticas y reflexionesLos individuos emplean principalmente dos sistemas para tomar decisiones y resolver problemas:
1. El intuitivo o automático, que opera mediante la intuición y realiza operaciones de forma rápida y asociativa, utilizando heurísticas (estrategias para llegar al conocimiento).
Las heurísticas más comunes son:
2. El analítico o reflexivo, que implica una toma de decisiones más lenta, deliberada y basada en reglas precisas.
Dado el gran volumen de decisiones diarias que enfrenta el ser humano, se tiende a utilizar preferentemente el sistema 1, es decir, las heurísticas. A pesar de la teoría de que las heurísticas generalmente conducen a errores, algunos científicos del comportamiento sostienen que el uso de estas estrategias suele llevar a resultados acertados gracias a la evolucionada capacidad del cerebro humano.
La teoría prospectivaSe fundamenta en la disparidad en la evaluación de pérdidas y ganancias: se tiende a dar mayor peso a las pérdidas que a las ganancias. Nos afecta más perder 100 unidades que ganar la misma cantidad. Este fenómeno es conocido como el efecto dotación; esto es, la tendencia a asignar de manera irracional un valor excesivo a las cosas que consideramos nuestras.
Otra implicación del efecto dotación es el concepto de costes hundidos: cuanto más hayamos invertido en algo más tiempo estaremos dispuestos a conservarlo, incluso si no lo utilizamos, no nos resulta útil o es una mala estrategia. Solo cuando nuestra contabilidad mental del objeto llega a cero, nos deshacemos de él.
El efecto marcoLa manera en que expresamos y enunciamos un problema puede influir en la percepción que tenemos de él. Los economistas conductuales a menudo recurren a analogías visuales para explicar el efecto del marco, ya que consideran que las decisiones se resuelven utilizando los mismos mecanismos que estas. Un enunciado diferente puede cambiar completamente la decisión y la opinión sobre un asunto.
Benito Pérez-González, ¿Somos seres racionales o más bien intuitivos? ..., ethic.es 01/04/2024
Supongamos que un rayo cae sobre un árbol muerto en un pantano; yo estoy parado cerca. Mi cuerpo queda reducido a sus elementos, mientras que por pura coincidencia (y a partir de diferentes moléculas) el árbol se convierte en mi réplica física, Mi réplica, el Hombre del Pantano, se mueve exactamente como yo; de acuerdo con su naturaleza, sale del pantano, encuentra y parece reconocer a mis amigos, y parece devolverles el saludo en inglés. Se muda a mi casa y parece escribir artículos sobre interpretación radical. Nadie nota la diferencia.
Pero hay una diferencia. Mi réplica no puede reconocer a mis amigos; no puede reconocer nada, ya que, para empezar, nunca conoció nada. No puede conocer los nombres de mis amigos (aunque, por supuesto, parece que sí), no puede recordar mi casa. No puede querer decir lo mismo que yo con la palabra «casa», por ejemplo, ya que el sonido «casa» que profiere no fu aprendido en un contexto que le diera el significado, o ninguno en absoluto. De hecho, no veo cómo puede decirse que mi réplica significara nada [que sus palabras tengan algún significado] con los sonidos que hace, ni que tuviera algún tipo de pensamiento. (Donald Davidson)
Davidson dice que el hombre del pantano no puede pensar porque está defendiendo una versión de la teoría externalista del significado: las palabras no significan algo debido a que se da un determinado estado interno de la mente o del cerebro, sino que deben su significado a una historia causal. Así, yo conozco a mis amigos porque llevo mucho tiempo siendo amigo suyo, porque comparto muchas experiencias vitales con ellos. Hay un proceso causal que va configurando mi comprensión de mis amigos que va desde el primer momento que los conocí hasta la actualidad, y todo ese proceso ocurre, como mínimo en parte, fuera de mi mente (de aquí externalismo. Aunque parezca extraño hay muchos filósofos que defienden que muchos procesos cognitivos no se dan en el cerebro). El hombre del pantano carece de todo ese aprendizaje pasado, por lo que no puede saber absolutamente nada de lo que sabía el auténtico Davidson.
Cuando hablamos de la identidad de alguien solemos hablar de una continuidad biológica o biográfica: yo soy yo porque he sido el mismo organismo biológico durante toda mi existencia, o yo soy yo porque he sido el protagonista de mi vida, el sujeto de todos los acontecimientos vitales que han formado mi biografía. William James, el gran padre de la psicología norteamericana, sostenía que nuestra consciencia es como un río, un chorro continuo de experiencias subjetivas, subrayando su continuidad como elemento esencial. Bien, pues el hombre del pantano no tiene ninguna continuidad con Davidson, ya que comienza a existir en el momento en el que el rayo combina sus moléculas. Hay una clara ruptura biológica y biográfica con el Davidson original.
Vale, respondemos, pero quizá no es así. Los recuerdos, las vivencias que han constituido la personalidad y la identidad de Davidson sí que han tenido continuidad, porque si el cerebro del hombre del pantano es idéntico al de Davidson, todos sus recuerdos y vivencias están allí almacenados. Si partimos de una perspectiva materialista o naturalista de la mente, las experiencias se codifican de alguna manera que la ciencia todavía no tiene muy clara, dentro del cerebro. Dos cerebros absolutamente idénticos a nivel físico tendrán exactamente los mismos recuerdos, por lo que el hombre del pantano tendrá exactamente la misma forma de ser, pensar y actuar que Davidson… ¡Incluso creerá firmemente ser Davidson!
Problema para el materialismo-naturalismo: propongamos una variante. Resulta que el rayo no mató al Davidson original, sino que éste aparece, de repente, manchado de ramas, hojas y barro ¿Cual de los dos Davidsons es ahora el auténtico Davidson? Todos diremos al unísono: ¡El original! ¡El renacido que creíamos muerto! ¡El otro solo es una vulgar copia! ¡Un impostor! Pero, parad un momento, ¿no habíamos dicho que el hombre del pantano tenía los mismos recuerdos y vivencias que el original? Claro, ¿y qué? ¿Entonces por qué decimos que el original es mas Davidson que el hombre del pantano? ¿Qué es lo que tiene uno de lo que carece el otro para ser el auténtico Davidson? ¡Ehhhh…! ¡Malditos filósofos liantes!
Santiago Sanchez-Migallón Jiménez, El hombre del pantano, La máquina de Von Neumann 06/06/2024
El cambio radical que animalismo propone se basa en sacrificar aquello que nos hace humanos (la defensa de los vulnerables) para construir una nueva ética anclada en principios de eficacia propios de la filosofía utilitarista. Según esta corriente, que pensadores como Durkheim, Weber, Rawls o Nozick consideraban como incompatible con la naturaleza humana, la sintiencia (la capacidad de experimentar sufrimiento o placer) es la única fuente originaria de derechos, que serán tenidos en cuenta, en mayor o menor medida, dependiendo de la capacidad de autoconciencia y la probabilidad de ser felices, no solo en el presente sino también en el futuro. Por ejemplo, en libros como Liberación animal o Ética Práctica, Singer defiende que en los experimentos clínicos habría que sustituir a animales por humanos con retraso mental severo, pues así “el número de experimentos realizados con animales se reduciría de forma significativa”, puesto que “existen humanos discapacitados intelectualmente que tienen menos derecho a que se les considere conscientes de sí mismos o autónomos que muchos animales no humanos”.
El peligro de abrir la caja de Pandora de la animalidad se hace evidente cuando Singer defiende el derecho al infanticidio, ya que, según argumenta, “si podemos dejar a un lado los aspectos emocionalmente conmovedores, pero estrictamente sin pertinencia alguna, que surgen al matar un bebé, veremos que los motivos para matar personas no se aplican a los recién nacidos”. Esto sería así según este premiado y alabado impulsor del “progreso moral” porque “si el derecho a la vida debe basarse en la capacidad de querer seguir viviendo, o en la capacidad de verse a sí mismo como un sujeto con mente continua, un recién nacido no puede tener derecho a la vida”. Anticipándose a las posibles objeciones, Singer explica que “si estas conclusiones parecen demasiado escandalosas para ser tomadas en serio, quizá merezca la pena recordar que nuestra actual protección absoluta de la vida de los niños es una actitud típicamente cristiana más que un valor ético universal” y que “quizá ahora sea posible pensar en estos temas sin asumir el marco moral cristiano que ha impedido, durante tanto tiempo, cualquier revaloración fundamental”. Estas “preguntas inaugurales” que Pablo de Lora parecía celebrar en su artículo ponen fin a un tabú que según el filósofo australiano hace que “desde la derrota de Hitler, no ha[ya] sido posible (…) comparar el valor de la vida humana y no humana”.
Es quizás por eso que en un texto titulado “Heavy Petting” Singer va más allá y defiende la zoofilia tras asegurar que la vagina de una vaca puede satisfacer sexualmente a un hombre, que las mujeres se sienten más atraídas hacia los caballos que hacia los seres humanos o que es muy normal que un orangután tenga una sincera erección al ver a una mujer por ser los límites entre especies algo artificial. Es más, Singer asegura que nuestro rechazo a la zoofilia “se ha originado como parte de un más amplio rechazo al sexo no reproductivo” como el sexo oral o el anal, pero que “la vehemencia con la que esta prohibición se mantiene mientras otras prácticas sexuales no reproductivas han sido aceptadas sugiere que hay otro poderoso motivo: nuestro deseo para diferenciarnos, eróticamente y de cualquier otra manera posible, de los animales”.
David Souto Alcalde, La desposesión de lo humano: el animalismo como barbarie, vozpopuli.com 08/05/2023
El universalismo cristiano que Singer crítica como base de la vieja moral que nos impide matar a inocentes (niños, personas con retraso mental, etc.) y que prohíbe que humanos y animales tengamos los mismos derechos tiene su origen en el teólogo español Francisco de Vitoria (1483-1546). En su ensayo (relectio) “Sobre los indios”, considerado como el fundamento de los derechos humanos actuales, Vitoria explora las posibles razones ilegítimas que, de acuerdo con la ley natural, impedirían a los españoles ejercer su dominio sobre los indios del Nuevo Mundo, aun cuando leyes creadas por humanos lo permitiesen. Las conclusiones de Vitoria son claras: no existe ninguna razón por la que los españoles puedan dominar a los indios, ya que estos tienen dominio (dominium) sobre sus propios cuerpos, territorios y son perfectamente capaces de gobernarse a sí mismos sin importar que sean paganos, herejes o delincuentes. En su argumentación escolástica, Vitoria invierte avant la lettre los razonamientos animalistas de Singer y afirma que aunque los indios fuesen como niños pequeños, tuviesen algún retraso mental o estuviesen locos, no habría razón para dominarlos, pues de hacerlo serían víctima de una injusticia (iniura) por ser imágenes de Dios (imago dei).
El argumento de Vitoria es especista de principio a fin, y muestra que la igualdad y los derechos solo son posibles desde postulados especistas. Hablando en plata, los indios tienen tantos derechos como los españoles por la sencilla razón de que son humanos. Pese a las acusaciones de canibalismo, su humanidad se confirma mediante dos argumentos complementarios: tienen dominio, es decir, derecho natural a gestionar los recursos naturales y a autogobernarse, que se basa en que han sido creados a imagen y semejanza de Dios (son imagen de dios, no Dios, como parecen creer los posthumanos y los animalistas). Este dominio, que tiene un soporte legal humano o positivo mediante derechos como el de propiedad, es ajeno por completo a los animales, quienes según Vitoria no pueden ser víctimas de una injusticia pues “privar a un lobo o león de su presa no supone una injusticia”. Si los animales tuviesen dominio, prosigue, “cualquier persona que vallase un terreno con hierba que antes era consumida por ciervos estaría cometiendo un delito, pues estaría robando comida sin permiso del propietario”.
La lógica argumental de Vitoria es implacable. Pensemos, de hecho, que la mayor prueba de que los animales no tienen dominio la constituye la propia doctrina animalista que en su despiadada defensa de lo animal se arroga el derecho, por ejemplo, a esterilizar gatos sin su consentimiento o a intervenir en hábitats naturales si consideran, en base a principios utilitarios, que obtendrán un balance ecológico más justo aunque maten a miembros de tal o cual especie. Este mismo derecho a esterilizar o matar animales no existe con respecto a los seres humanos por la sencilla razón de que esterilizar o matar a miembros de una población (o a un individuo), fuese cual fuese la causa, sería visto como una injusticia. Es más, los miembros humanos de esa comunidad podrían declararle la guerra o directamente matar a los humanos que hubiesen esterilizado a su población, puesto que uno de los objetivos de los derechos humanos consiste en asegurar, en la medida lo posible, que aquellos que son capaces de agredirse a sí mismos con unos niveles de eficacia no poseídos por otras especies -los seres humanos- no lleguen a hacerlo.
En un contexto de desposesión humana como el actual solo nos queda mirar hacia adelante con un prudente retrovisor que nos permita visualizar en toda su complejidad teorías del pasado como la de la ética universal de Francisco de Vitoria, que hace de la vulnerabilidad humana la fuente de derechos y no un principio de exterminio. Vitoria, como Hegel, dio lugar a una izquierda y a una derecha vitoriana (cierta interpretación de sus teorías legitimó atrocidades cometidas en tierras extranjeras en nombre de lo que hoy denominaríamos libre mercado), pero defendió ante todo las bases naturales de la libertad humana y la necesidad de crear legislaciones que protegiesen esta. En un ejercicio de preventiva anticipación a la actual izquierda hobbesiana, que donde ve un ser humano detecta un criminal, el teólogo español aseguró, por medio de Ovidio, que “El hombre no es un lobo para el hombre, sino un hombre”.
David Souto Alcalde, La desposesión de lo humano: el animalismo como barbarie, vozpopuli.com 08/05/2023
I
Sale hoy mi primer artículo en el ARA, que es la primera de una colaboración que será quincenal. He comenzado a darle vueltas al segundo. Quizás tratará de La caída, la novela de Camus, que ayer mismo acabé de releer. Camus es muy superior a esa novela, pero en ella hay algunas de las mejores páginas de Camus.
II
Para el escritor las experiencias literarias no son experiencias de la realidad. Piénsese en la diferencia entre una experiencia amorosa real y una experiencia amorosa literaria. Sin embargo para el lector la experiencia literaria ajena puede convertirse, mientras la lee, en una experiencia propia muy real.
III
El hombre libre que merece este título acepta la tragedia casi como una rutina, sin aspavientos. Me pregunto si hay felicidad que merezca la pena sin libertad.
IV
El amor mutuo de los muy feos. Los veo y me quedo preso en sus gestos. Cada uno pretende gustarle al otro, hacerse con su atención y entregarse a ella. Parecen ser los únicos inconscientes de su gran fealdad. Y eso es algo que no carece de belleza. De una belleza que, para mí, ocupa toda la plaza de Ocata.
V
Veinte minutos haciendo cola en la pescadería y la mujer que iba justo delante de mí se ha quedado con lo que yo quería. Desolado he acabado comprando lo que no quería. Lo he pensado muchas veces: la posición que ocupamos genera sus propias lógicas justificatorias (la topología como cuna de la lógica), pero esa posición con frecuencia nos ha sido asignada por un desconocido.
I
Agradabilísima comida en el Círculo Ecuestre con un -ya- viejo amigo, Toni Garrell. Hemos hablado de mil y un temas, hemos recordado los tiempos del ESDI (Escola Superior de Disseny) y hemos esbozado proyectos para el futuro. La ida y la vuelta en el cercanías, un martirio. No sé si me estoy volviendo elitista, cascarrabias, o las dos cosas, pero no soporto las conversaciones a gritos por los móviles en los transportes públicos. Tenía un teleconversador a la derecha, otro enfrente y uno más a mis espaldas. ¿Por qué apreciamos tan poco el silencio? ¿Y por qué no nos guardamos nuestras trivialidades para nosotros mismos?
II
Es cierto: yo soy yo y mi circunstancia. Soy, estrictamente, esa "y". Pero mi circunstancia as lo menos mío que tengo. Se me impone. Quizás la felicidad consista en no sentir la circunstancia impuesta.
III
A veces la circunstancia es aquello en lo que no deseas, en absoluto brillar. Más bien quisieras huir y no tener que compartir tu mediocridad con la ajena.
IV
Leído en los Carnets de Camus: "Tengo necesidad de escribir cosas que, en parte, se me escapan, pero que son la prueba precisamente de lo que en mí es más fuerte que yo mismo."
V
¿En mí?
VI
Los movimientos del alma son más epidérmicos que los de la circunstancia.
VII
Soy aquel a quien le sucede una circunstancia.
VIII
Mañana aparece mi primer artículo de mi vuelta al ARA.
Retomo el texto de ley citado en la columna anterior, referente al trato de animales de compañía. Se estipula la prohibición de “Utilizarlos de forma ambulante como reclamo” y se añade “Sin que este precepto cuestione el derecho de las personas sin hogar a ir acompañadas de sus animales de compañía”
Más allá de la incongruencia que supone reconocer un derecho que supone excepción a la ley en base a la aceptación de una evidente injusticia, el espíritu mismo de este y otros párrafos, remite a un problema filosófico de fondo. Se considera que el ser a tomar como fin y no como medio no es aquel que habla y razona, sino el ser que dotado de sentidos es en consecuencia susceptible de sufrir: hay que amar a los seres animados como se ama al ser humano”, viene a decirse; hay que homologar la condición humana a la condición de seres que nos son cercanas en la historia evolutiva, pero que no dieron ese salto abismal que constituye la conversión de sus códigos al servicio de la subsistencia en algo tan singular como el lenguaje humano.
Si se pregunta: ¿por qué tal imperativo? La respuesta en última instancia viene a ser que lo primordial es la vida, que ésta constituye el valor supremo y que las diferencias en el seno de la vida poco pesan. Uno puede sin duda objetar:
La indisociabilidad de inclinación social y tendencias naturales en el hombre hace que nuestros sentidos estén siempre mediatizados por el orden de los símbolos, de tal manera que una actividad sensorial puramente inmediata, no atravesada por lo simbólico sería una actividad deshumanizada. Sólo en base a una concepción antropológica sustentada en estas premisas se hace inteligible esta radical afirmación del Marx filósofo: “Es evidente que el ojo humano goza de modo distinto que el ojo bruto, no humano, que el oído humano: goza de manera distinta que el bruto, etc”. (Manuscritos Económico filosóficos del 44).
No hay manera de reducir a bruto el ser cuya esencia natural es la superación del lazo inmediato con el orden natural. Lo que sí puede acontecer- y de hecho acontece- es que el ser humano entre en una suerte de paréntesis, que el ser humano deje en acto de responder a su esencia, es decir deje de responder a una naturaleza que es la medida de la humanización y viceversa. Nuestra relación con la naturaleza es así un criterio determinante del fracaso o triunfo de la causa del hombre, Criterio (de nuevo Marx) de “en qué medida la esencia humana se ha convertido para el hombre en naturaleza o en qué medida la naturaleza se ha convertido en esencia humana”.
En cualquier caso, si no hubiera seres pensantes, partidarios o no de la homologación animal, todo este problema carecería de sentido y habría simplemente seres vivos confrontados o aliados, habría convivencia, incluso cooperación, sin que todo ello tuviera sentido moral alguno.
Objetará entonces la otra parte, que también hay cultura y ética en otras especies animadas. A lo cual se opondrá el argumento de que no se trata de cultura inserta en el seno del lenguaje, como lo son todos los productos culturales de la especie humana. La discusión podría continuar, soslayando quizás la pregunta fundamental: ¿dónde reside el enorme poder de tal idea?
Victor Gomez Pin, Artículo 25, apartado F: La disputa, El Boomeran(g) 11/06/2024
El cuidado de uno mismo como medicina del alma
La práctica de uno para consigo mismo: va desde la ignorancia (como marco de referencia) a la crítica (de uno mismo, de los otros, del mundo, etc.). La instrucción es la armadura del individuo frente a los acontecimientos. La práctica de uno mismo ya no se impone simplemente sobre un fondo de ignorancia (Alcibíades), de ignorancia que se ignora a sí misma; la práctica de uno mismo se impone sobre un fondo de error, sobre un fondo de malos hábitos, sobre un fondo de deformaciones y de dependencias establecidas y solidificadas de las que es preciso desembarazarse. Más que de la formación de un saber, se trata de algo que tiene que ver con la corrección, con la liberación que da la formación de un saber. Es precisamente en este eje en el que se va a desarrollar la práctica de uno mismo, lo que constituye algo evidentemente capital. Uno siempre está a tiempo de corregirse, incluso si no lo hizo en su época de juventud. Siempre existen medios para volver al buen camino, incluso si ya estamos endurecidos; siempre puede uno corregirse para llegar a convertirse en lo que se habría debido ser y no se ha sido nunca. Convertirse en algo que nunca se ha sido tal es, me parece, uno de los elementos y uno de los temas fundamentales de esta práctica de uno sobre sí mismo.
La primera consecuencia del desplazamiento cronológico del cuidado de uno mismo —desde finales de la adolescencia a la edad adulta— es por tanto esta crítica de la práctica de uno mismo. La segunda consecuencia va a ser una aproximación muy clara y muy marcada entre la práctica de uno mismo y la medicina. La práctica de uno mismo es concebida como un acto médico, como algo terapéutico. Los terapeutas se sitúan en la intersección entre el cuidado del ser y el cuidado del alma. Se produce aquí una correlación cada vez mas marcada entre filosofía y medicina, entre práctica del alma y práctica del cuerpo (Epicteto consideraba a su escuela filosófica como un hospital del alma).
Michel Foucault, ¿Cómo puede uno conocerse a sí mismo?, bloghemia.com 11/06/2024
Con la solidez de su base popular asegurada, Reagrupamiento Nacional está conectando ahora con grupos de población que antes no estaban a su alcance, como los altos cargos y, sobre todo, una novedad: nada menos que los jubilados. En este grupo de edad, base del electorado macronista, es en el que se va a disputar verdaderamente la elección para la presidencia. Así que, en contra de lo que pensaba Emmanuel Macron, y François Mitterrand antes que él, la extrema derecha ha dejado de repeler como antes. La criatura se le ha escapado al sistema. RN está en condiciones de obtener una mayoría de votos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Para empezar, hay que señalar que este empuje populista no debe absolutamente nada al “talento” de los dirigentes de RN (ni al activismo de sus miembros, que es casi inexistente). Los populistas contemporáneos no son demiurgos, sino profesionales de la mercadotecnia. Su fuerza no consiste en convencer a las masas ni mucho menos en guiarlas, sino, por el contrario, en adaptarse y dejarse llevar por un movimiento existencial. Ese movimiento, autónomo e impulsado por el poderoso sentimiento de desposesión social y cultural de las clases medias y trabajadoras, es imparable. Puede adoptar la forma de una protesta social (gorros frigios, chalecos amarillos, campesinos), pero no se puede programar ni manipular. Es un movimiento que nunca ha dejado de reactivarse y rearmarse, cada vez que hay una reforma, un referéndum o, en este caso, unas elecciones europeas; ¿y ahora en las elecciones legislativas?
Desde hace décadas, los populistas se han limitado a seguir la corriente, dejarse llevar por los vientos de ese movimiento social y adaptarse en cada instante a las demandas sociales y culturales de la mayoría. A su éxito ha contribuido el hecho de que los demás partidos, preso cada uno de su electorado, su ideología y sus estrategias, no han comprendido los motivos de fondo de ese descontento.
En este contexto, la estrategia de Emmanuel Macron de renunciar y dejar a la extrema derecha los temas que dan votos a Reagrupamiento Nacional ha ido demasiado lejos. Al negarse a tomar en serio diversas cuestiones que están entre las que más preocupan a los franceses, como la inseguridad (física y cultural), los flujos migratorios, la defensa del Estado del bienestar y el soberanismo, Macron empuja inexorablemente a muchos de ellos en brazos de RN. Esta extremaderechización de la realidad contribuye a encerrar a los poderosos en sus ciudadelas (las metrópolis) y en una base electoral que ya no está formada más que por los jubilados y las clases altas. El confinamiento geográfico y cultural ha creado una fractura antropológica radical entre los habitantes de las grandes ciudades y las clases trabajadoras y medias que viven en la Francia periférica. Y es en esa Francia de las ciudades pequeñas y medianas y de las zonas rurales donde cada vez es más precaria una “clase media” sujeta desde hace 30 años al mayor plan social de la historia y donde está el caldo de cultivo electoral de los populistas.
Esta división contribuye de manera fundamental al voto de Reagrupamiento Nacional. En Francia, como en toda Europa, el populismo se nutre de la formación de burbujas geográficas y culturales que no se hablan entre sí y que están debilitando la democracia en todos los países occidentales porque radicalizan el debate público sobre la cuestión de los límites.
Las nuevas clases urbanas, sin ningún interés por el bien común y seguidoras del modelo neoliberal, son la encarnación de una burguesía egoísta que ensalza el individualismo y la cultura del “sin restricciones”. Grandes beneficiarias de un modelo neoliberal que ha pulverizado toda noción de control, creen que todo es posible, que lo que es bueno para ellas es bueno para la humanidad y, en ese sentido, que la idea de unos límites comunes es un impedimento, un retroceso para su libertad individual.
Las clases trabajadoras, por el contrario, apartadas de esa burbuja cultural y geográfica y debilitadas por el modelo económico y cultural, exigen cierta regulación. Quieren unas barreras que impidan ampliar el espacio del mercado y del individualismo. Y esta exigencia cada vez más frecuente de límites culturales, sociales y económicos por parte de los más humildes es, en toda Europa, el combustible de los partidos populistas.
Ahora que es evidente un nuevo auge populista, resulta verdaderamente sorprendente la resignación de una parte de las clases dirigentes ante el punto de inflexión político que se avecina y la estrategia de alto riesgo del presidente. Este fatalismo es sintomático de una forma de nihilismo que se extiende peligrosamente entre las clases altas occidentales. Hoy ya no parece que la esperanza venga “de arriba”; ni de la clase política, ni de los intelectuales, ni mucho menos todavía de los ideólogos. Esta realidad debe servirnos de aviso y, sobre todo, obligarnos a ver las demandas de la gente corriente no como un problema, sino como una solución. El movimiento existencial de las clases trabajadoras y medias, impulsado por el instinto de supervivencia y el deseo de preservar el bien común, es también una reacción frente al nihilismo que viene de arriba.
Cristophe Guilluy, ¿Populismo desde abajo y nihilismo desde arriba?, El País 13/06/2024
Los economistas antes decían que debíamos tomar decisiones de manera racional, teniendo en cuenta toda la información y proyectando las consecuencias futuras. Pero no siempre tomamos decisiones racionales. A veces sí, y es un gran logro en términos evolutivos. Hemos desarrollado el córtex prefrontal para ello. Pero tomamos decisiones a partir de la experiencia personal, probando. Si nos equivocamos, generamos una emoción negativa. Si acertamos, una positiva. Y hay un tercer modo de decidir: según reglas morales, culturales, operativas… Incorporan la experiencia colectiva y evitan la maximización utilitaria egoísta.
La psicología examina qué emociones son mejores para catalizar un cambio de comportamiento. Sabemos que perder algo nos duele el doble de lo que nos satisface ganarlo. Las emociones negativas —el miedo, la culpa— son un motor poderoso. Funcionan cuando basta con hacer algo simple para remediar un problema; queremos salir de ese estado de ánimo negativo, hacemos algo para resolverlo. Es el caso del cáncer: hace que vayas al médico, te hagas pruebas y así sabes si estás enfermo o no. Pero, una vez sales de dudas, dejas de preocuparte. Es lo que llamamos el “sesgo de la acción única”.
Macarena Vidal Liy, entrevista a Elke Weber: "Perder algo nos duele el doble de lo que nos satisface ganarlo", El País 07/06/2024
Publicada per primer cop en un sol volum el 1987, La trilogia de Nova York de Paul Auster (1947-2024) és un recull de tres novel·les breus que s'havien publicat entre 1985 i 1986. La vaig llegir fa uns quants anys i en recordava vagament que m'havia deixat una bona impressió, però feia temps que li devia una relectura i la malaurada notícia de la mort d'Auster em va fer acabar de decidir. La trilogia està formada per tres relats diferents, Ciutat de vidre, Fantasmes i L'habitació tancada, que giren tots tres al voltant de les mateixes idees i motius, i porten la narració en una direcció decididament experimental i metatextual, que reflexiona contínuament al voltant del significat del relat mateix - o potser simplement de la seva absència. Tots tres relats tenen en comú un escenari, la ciutat de Nova York, i un fil argumental més o menys reconeixible: deconstruint els trops tradicionals de la literatura detectivesca, tots ells es basen en un relat de persecució o de vigilància d'un personatge misteriós que amaga un secret, per acabar revelant curiosos paral·lels i identificacions entre el detectiu en qüestió i el seu objecte de recerca. Els tres relats acaben revelant, especialment el primer i el tercer, la relació entre la feina de detectiu i la d'escriptor, que giren ambdues al voltant de la necessitat de trobar un significat a fets aparentment inconnexos i dotar-los d'una coherència que pugui satisfer la nostra recerca de sentit. Tanmateix, aquí és on realment les tres novel·les revelen la futilitat intrínseca d'aquest plantejament, i l'aproximació postmoderna que en proposa Auster: la confrontació final no arriba mai com se l'espera, els personatges no arriben a sortir mai del guió escrit perquè el relat mateix determina la seva capacitat de prendre decisions, i només en el cas de la tercera novel·la la llibertat del personatge acaba triomfant, finalment, sobre la veu autoral.
Ciutat de vidre comença amb un escriptor, en Daniel Quinn que, reclòs al seu apartament, es refugia de la pèrdua de la seva dona i el seu fill a través de l'escriptura, sota pseudònim, de novel·les detectivesques. Tanmateix, una estranya confusió a la línia de telèfon el porta a suplantar la identitat d'un prestigiós detectiu de la ciutat anomenat Paul Auster, i a acceptar el misteriós cas del senyor Peter Stillman i la seva titànica recerca de la llengua primigènia de Déu abans del pecat original. La segona novel·la, Fantasmes, ens porta als anys quaranta, en què el detectiu privat Blue accepta l'encàrrec que li fa el senyor White de seguir els moviments d'en Black, tot i que sense revelar-li els seus veritables motius. El seguiment el portarà a adoptar diverses identitats a través de les quals provarà d'arribar al fons de la qüestió. Finalment, L'habitació tancada és el relat que més s'assembla a una de les novel·les habituals d'Auster: després de la misteriosa desaparició del seu amic de la infantesa, el protagonista rep l'encàrrec d'administrar el llegat literari del desaparegut, i emprèn aquesta tasca amb una consciència creixent de la mà oculta que mou els fils del misteri. A través de la seva recerca, el narrador anirà identificant-se cada cop més amb el seu amic, amb qui sempre ha mantingut una peculiar relació d'amor-odi.
A través de successius emmirallaments entre perseguidor i perseguit, tots tres relats revelen la naturalesa vàcua i laberíntica de la ficció, mentre que a la vegada ofereixen inesgotables reflexions sobre la relació entre la ficció i la vida, el paper que juga el llenguatge a l'hora d'interpretar-les, i els inacabables intents per part de la humanitat de donar un sentit lògic o coherent a un seguit de percepcions i informacions patentment inconnexos. Un altre fil argumental que ressegueixen les tres novel·les és l'interès característic d'Auster pels inicis de la literatura estatunidenca i pel caràcter indefinit i construït de la identitat nacional dels Estats Units d'Amèrica: Ciutat de vidre revela l'interès del senyor Stillman per les primeres colònies en sòl americà i les inquietuds religioses que porten els primers colons a voler replicar el paradís terrenal, imatge que esdevé un autèntic mite fundacional per al país; Fantasmes gira al voltant de les grans narratives literàries connectades al naixement dels Estats Units, sobretot Whitman, Thoreau i Hawthorne, i especialment pel que fa a la inquietud de Whitman per contenir multituds a través de la seva veu narradora. Finalment, L'habitació tancada aborda el tema d'una forma més col·lateral i no tan marcada, però l'evocació de les aventures biogràfiques de Melville s'hi fa més que present. La trilogia de Nova York és un exercici metatextual impressionant i una mostra magnífica de la brillant tècnica de Paul Auster, tot i que possiblement no sigui un dels seus textos més planers.
Sinopsi: A Ciutat de vidre, l'escriptor de novel·les de misteri Daniel Quinn rep l'encàrrec de vigilar el senyor Stillman, que acaba de la presó, per evitar que es torni a posar en contacte amb el seu fill, encara afectat per les seqüeles dels brutals abusos que el seu pare li havia infligit. Tanmateix, a mesura que Quinn vagi observant els moviments de l'ancià senyor Stillman, aquests aniran revelant una coherència i una lògica internes que potser Quinn serà l'únic capaç de percebre. Fantasmes és el relat més breu de tots tres i està ambientat als anys quaranta, en què el senyor Blue, un detectiu privat, rep l'encàrrec de vigilar les activitats del senyor Black i fer-ne un informe per al seu client, el senyor White. En determinats moments en Blue es començarà a qüestionar les motivacions d'en White i haurà de decidir si continua amb la tasca que se li ha encomanat o porta la investigació en una direcció diferent. Finalment, L'habitació tancada parteix de la misteriosa desaparició de Fanshawe, un amic d'infància del narrador, que li llega la responsabilitat d'actuar com a marmessor literari. Tanmateix, el protagonista començarà a fer-se preguntes sobre les motivacions rere la desaparició.
M'agrada: És una mostra més que evident del talent d'Auster per a l'experimentació literària i per crear autèntics laberints de significats per als escenaris, situacions i personatges amb què juga.
II
He participado en un debate moderado por el navarro Íñigo Alonso (de Lesaka) junto a Miguel Falomir (director del Museo del Prado), Andrea González (Presidenta del Consejo de la Juventud) y Rosa Hinojosa (profesora de historia del arte y filosofía).
III
Mi tesis: El objetivo fundamental de la educación estética es el de capacitar al alumno para diferenciar entre lo agradable, lo bonito y lo bello.
Lo agradable es lo que satisface a los sentidos. Se expresa en la subjetividad del "a mí me parece que...". Es la estética epidérmica que confunde arte y decoración; es el individualismo que ignora satisfecho la tradición.
Lo bonito es el disfrute cursi de la belleza fácil. Admite comparaciones con todo lo bonito (con todo lo cursi).
Lo bello: tiene algo de inefable. Cuando has dicho todo lo que eras capaz de decir sobre lo bello, te quedas con la certeza de que se te ha escapado lo importante. Tiene algo de inefable y por eso no admite comparaciones. Es esa realidad no complaciente que nos escatima lo que habitualmente se entiende por cultura y nos hace amar lo que ya ha sido tocado por la muerte y, sin embargo, se aferra a la vida. En lo bello la naturaleza se asoma caritativamente a la cultura. La función de la cultura es ocultar la naturaleza colocando en primer plano lo agradable (que incluye a la lógica y a la ley) y bonito, mientras oculta lo tremendo de lo bello. Hay que remitirse al consejo de Eros a Psykhe: "Non videbis si videris".
IV
El gusto es la capacidad de apreciar lo bello y de entender lo agradable o lo bonito.
Un cop passades les eleccions europees, la política segueix el seu curs; la justícia el seu. Les interseccions entre les dues tan evidents com sempre. Benvinguts a l'era post-amnistia.
Actualitzo el 21 de juny:
continua l'allargassament de la trama russa. Novament el jutge s'aferra al que pot per eludir l'aplicació de l'amnistia.
Actualitzo el 2 de juliol:
I encara més trama russa. Surten a la llum els esfereïdors àudios del jutge Aguirre ("el partido soy yo"), en què es vanta de poder fer caure el govern espanyol ell sol.
A més, el Suprem es nega a aplicar l'amnistia als condemnats pel procés, aferrant-se al delicte de malversació i, per tant, mantenint vigent les inhabilitacions. Cap sorpresa, doncs.
Actualitzo el 9 de juliol:
S'arxiva la causa per terrorisme contra Tsunami Democràtic per haver prorrogat la instrucció fora de termini.
I
Larga caminata por Barcelona en una mañana que lo pedía a gritos. Pasear por una ciudad es como entrar a formar parte de su decorado. Todos somos figurantes para alguien. He caminado, he participado en un acto educativo, he vuelto a caminar, he entrado en la librería La Central para descubrir la enorme cantidad de libros que no voy a leer nunca y he vuelto a caminar. Después, comida en casa y larguísima siesta. Al despertarme he escrito mi primer artículo para mi nueva participación en el diario ARA. Pisa y los codos, se titula.
II
No comprendo al Papa y lo que más me llama la atención es que no me incomoda no comprenderlo. También me parece un figurante que habla para los demás, pero no para mí. Quizás sea el figurante que los tiempos reclaman. Pero un figurante.
III
Por dos veces utiliza Porfirio la expresión "tragicomedia" para referirse a la vida. ¡Pobre de ti si sales a pasear por una ciudad con la sospecha de que Porfirio tenga razón!
IV
Sales tranquilo de casa, esperando el regalo de una mañana serena. Y de repente ese te dice lo que nunca hubieras sospechado de aquel. Y así caes en una verdad que es peor que innecesaria. Es empequeñecedora.
V
La inmensa mayoría de las cosas que hacemos solo se explican si entendemos lo que ocultan. Braceamos para mantenernos a flote. Debajo de nosotros está el abismo habitado por animales abisales desconocidos y voraces, como el tiempo. Pero mientras braceamos soñamos con paraísos, amores inéditos, la tranquilidad (o sea, poseer un alma trivial), la esperanza (que hemos de olvidar que es ciega), etc. Creo que este año me ha pillado fuerte, y un tanto retrasada, la astenia primaveral.
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura.
Este sistema de castas y odios entrecruzados es alimentado además por una estructura igualmente incomunicada de medios de comunicación que solo tienen en común el odio feroz al «enemigo». Esto explica el ascenso masivo de un candidato político (Alvise Pérez) del que muchos no sabían nada. Lógico. Vivimos en burbujas informativas (o desinformativas). Y en burbujas de burbujas, como la de los medios tradicionales (la tele, la radio, los periódicos) y los nuevos medios (las redes sociales y sitios web), ignoradas respectivamente por la otra mitad de la población.
La situación es implosiva y solo la salva de momento una situación económica relativamente estable. Mientras tanto, la confusa tentación de acudir a líderes salvadores que nos saquen del marasmo y generen cierta apariencia de consenso (aunque no sea otra cosa que gregarismo) es más alta cada día. Si ha pasado en Italia o Argentina, y parece a punto de pasar en Francia y en buena parte de Europa, ¿por qué no íbamos a merecer un Abascal o un Alvise Pérez en España?
La democracia es pluralidad y conflicto, es cierto; pero no disgregación y polarización absoluta. La pluralidad es democrática cuando se representa en un lenguaje y un escenario común, que es donde tiene lugar el diálogo entre distintas opciones y la ceremonia de la conformidad con la que es temporalmente elegida. Si ese escenario (que es institucional, mediático y tiene su reflejo en el debate público) se rompe, el juego democrático se acaba.
Y reparar esa quiebra del espacio público no es fácil. Entre otras cosas porque la disgregación y la polarización interesa a muchos: enriquece a las empresas que han privatizado ese mismo espacio público; mata a la política y favorece el avance de un mercado sin reglas; abre oportunidades infinitas a estafadores y déspotas; y proporciona generoso «opio del pueblo» a una ciudadanía que se siente aburrida e irrelevante.
Solo sobrevive un espacio público desde donde intentar reconstruir lentamente un tejido social resistente a la disgregación, el odio y la tentación totalitaria. Ese lugar es la escuela (pública, claro: una escuela igual de disgregada que la sociedad no serviría de nada). Para muchos jóvenes la escuela es hoy el único referente social y cultural estable desde el que afrontar un mundo cada vez más líquido y del que no se salva ni la propia familia. Hay que agarrarse a ello y convertir las escuelas en un último reducto de convivencia democrática, educando con fe y firmeza en el uso de aquellas competencias que puedan librarnos de la ceguera fanática y de la incapacidad para pensar y dialogar con los demás.
I
El turismo. Cuando eres joven, si tienes siete días libres, te haces un programa ambicioso para viajar por Francia, Italia, Austria, Alemania, Dinamarca... y con un poco de suerte, si se tercia, Suecia. Cuando tienes mi edad piensas, con no menos ambición, en un lugar tranquilo, un hotel limpio y cómodo, una plaza de un pueblo con un café con una terraza emparrada y una cerveza excelente. Y, si acaso, algún viaje en autobús a algún lugar cercano que no te lleve más de una tarde.
II
Con frecuencia lo que decimos no es lo que queremos decir. Me refiero a esos intercambios ocasionales de frases hechas que, aparentemente dicen algo del tiempo, del tráfico, de la salud del vecino o del precio del rape. En realidad son formas de decirle al otro que estamos allí y con frecuencia lo decimos tan mal que el otro nos ignora. Lo he comprobado hoy mientras esperaba para pagar en el supermercado.
III
Día otoñal, este 11 de junio. Tanto es así que me apetecía una buena sopa calentita y he hecho una cazuela para un regimiento. Con la mesa puesta mi nieto B. Ha llamado para decir que hoy no venía a comer.
IV
Ando haciendo planes para el verano. Un auténtico sudoku. Pero parece que todo va cuadrando. Las cosas pintan bien y quiero creer que me espera un verano memorable.
V
El verano empieza con la verbena de San Juan. Y justo cuando celebramos la noche más corta estamos en la víspera de la noche siguiente.
VI
No había leído hasta hoy la crítica de Porfirio a los cristianos. Interesantísima. Pero perdió la batalla y sus libros acabaron condenados a la hoguera.
I
Ayer por la mañana enseñé mi Barcelona a unos amigos dominicanos. Como estaban alojados en un hotel del puerto, comenzamos por las Atarazanas y, siguiendo la muralla de Pedro IV, llegamos a Sant Pau del Camp, el lugar de más densa calma de la ciudad. Una visita a Sant Pau del Camp te permite recordar qué era el silencio. Aquí la serenidad resulta terapéutica. En el claustro nos encontramos a dos turistas.
II
De Sant Pau, a la admirable Biblioteca de Catalunya (sin turistas) y, de aquí, a la vía sepulcral de la Plaza Villa de Madrid, para dirigirnos posteriormente a la plaza de la Catedral, visitar los restos del templo romano de Augusto y callejear un poco. Aquí sí, mucho turismo.
III
Para recuperar un poco las fuerzas, una cerveza en el bar del Palau de la Música y, después, en taxi, hasta el Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau, la joya del modernismo barcelonés. Por supuesto, una vez aquí tocaba acercarse a la Sagrada Familia. En el Hospital había algún japonés haciendo fotos, en la Sagrada Familia, la multitud de turistas recordaba al 6 de julio en la plaza del ayuntamiento de Pamplona.
IV
Terminamos el recorrido en la sede de la Editorial Rosamerón, en el barrio de Gracia, justo en la esquina de la calle Llibertat y Lluis Vives. Cerca de aquí nació el Pescaílla.
V
Al llegar a casa había andado algo más de 15 km.
VI
Hoy es de buen tono quejarse del exceso de turistas que hay en Barcelona. En realidad, se concentran todos en las Ramblas, en la Sagrada Familia y en el barrio gótico. Sigue habiendo remansos de paz en la ciudad en los que uno constata que hay muchas Barcelonas en Barcelona. Por otra parte el turismo no es más que la democracia de vacaciones.
I
Porfirio en la Carta a Marcela: «La más grande educación ("paideia") es la del dominio (arkhein) del cuerpo». Esta educación implicaba, entre otras cosas, el desarrollo de un estricto control emocional, guiado por el convencimiento de que las emociones se controlan con buenas razones y estas dependen del tipo de persona que quieras ser.
II
Día pesado, de mucha humedad y calor pegajosa, pero que me ha permitido releer despacio la Carta a Marcela de este neoplatónico tan minusvalorado que es Porfirio. Me esperan otros tratados y fragmentos suyos. El objetivo final es comprender el vocabulario que utiliza Porfirio en su Vida de Plotino.
III
Tenemos los resultados de las elecciones europeas. Mi conclusión es que el que no sepa convivir con la frustración no debería dedicarse a la política y, en general, no debería empeñarse en mantener un. trato frecuente con las cosas humanas.
IV
"La tragicomedia de la vida ignorante".
Porfirio utiliza esta expresión en la «Carta a Marcela» y en «Sobre el conocimiento de sí mismo».
I
A mi hijo, que es enólogo, le hace mucha gracia que le hable de la henología neoplatónica. Hay por ahí estudiosos que para ganarse el sueldo -¡qué sería de los profesores de filosofía si Dios no hubiese creado a los griegos!- se inventan teorías que nadie se esforzará en refutar, por ejemplo que la historia de la filosofía es, en gran parte, una pugna entre el ser (ontología) y el Uno (henología). No sigo con esto, aunque ando con esto por culpa de Plotino y Porfirio.
II
Elecciones europeas. Dicen que los jóvenes están cansados de la democracia. Yo creo que están frustrados porque lo que la democracia puede dar de sí está muy lejos de lo que les hemos dicho que tienen derecho a exigirle: la anulación de las diferencias entre gobernantes y gobernados. Pero la democracia es una de esas cosas humanas cuya nobleza no impide sus flagrantes imperfecciones.
III
Tiempo voluble, de ruleta rusa: Nubes espesas, algunas gotas de lluvia despistadas, ráfagas azarosas de viento, cielos azules y sol intenso, humedad.
IV
Hoy ando de mal genio. Y lo peor es que no tengo motivos para andar de mal genio, pero eso no me consuela ni me alivia. Ha venido a visitarme un estado de ánimo impertinente y malcarado, y como se ha presentado sin avisar, me tiene en sus manos. En estos casos sería muy conveniente disponer se un sparring con quien descargar tu sinsentido. Pero un resto de sentido común me retiene y eso no hace más que aumentar mi cabreo metafísico.
I
Ayer fue un día dedicado a la dulce vagancia. Es decir, fue un día de hacer poco, muy poco, y dejarse llevar por la poquedad sin mala conciencia. Fue uno de esos días en que la posición horizontal parece mucho más lógica y conveniente que la vertical y repantingado en el sofá vas dejando pasar canales con el mando a distancia porque lo que te apetece es, exactamente, eso, disfrutar del flujo de la inapetencia mientras flotas sobre la levedad de la existencia.
II
Hoy es un día para pensar en Europa, esa amalgama política que no se decide a ser un país y parece sentirse cómoda en el limbo de la política. Europa no saldrá de ese limbo hasta que no sea una unidad simbólica común, conozca sus fronteras exteriores y disponga de algún fin colectivo. No parece que estemos cerca de nada de esto y, sin embargo, la condición imprescindible para ello es que creamos en su necesidad. A veces se dice, muy ingenuamente, que política es pedagogía. Más ajustado a la realidad es decir, con Maquiavelo, que política es hacer creer.
III
Dorar en abundante aceite unos ajos bien cortados en finas láminas. Echar un bote de pimientos del piquillo y dejar hacer hasta que el aceite se vaya espesando en una salsa dorada. Hacer una buena tortilla de patatas y servirla con unos pimientos preparados de esta forma. Acompañarlo todo de un buen vaso de vino y de la presencia de tu Agente conspirador. La vida es a veces tan asequible... Las tormentas del mundo parecen quedarse todas a la puerta de tu casa.
La colònia, de l'autora irlandesa Audrey Magee, és una novel·la publicada el 2022, que va ser nominada per al premi Booker d'aquell any tot i que va quedar fora de la selecció de finalistes. Com que no he llegit cap de les altres candidates, no puc jutjar sobre la decisió del jurat en aquest cas, però el que puc dir és que La colònia és una novel·la impressionant, que val molt la pena de llegir, i que obre un debat tan ampli en termes polítics i culturals que em sembla que no esgota els seus temes ni les seves imatges en una sola lectura. La seva trama és aparentment senzilla i lineal, i no té un argument gaire complicat de seguir. De fet, es basa en la visita de dos forasters durant l'estiu de 1979 a una petita illa de la costa atlàntica irlandesa, on els pocs habitants que hi queden són parlants d'irlandès. Un dels nouvinguts és el senyor Lloyd, un pintor anglès que viatja a l'illa per revitalitzar la seva carrera artística "descobrint" un nou primitivisme en aquest lloc remot, en imitació de l'escapada de Gauguin a Tahití. L'altre foraster és un lingüista francès, el senyor Masson, que està acabant la tesi doctoral sobre el retrocés de la llengua irlandesa i les interferències que pateix a través de l'anglès, que cada cop es troba més present a l'illa a mesura que els seus habitants es van tornant bilingües. Les relacions que ambdós forasters estableixen amb la família que els allotja, i les tensions que aniran creixent entre tots els personatges, reflectiran les visions i prejudicis d'ambdós estrangers sobre el seu objecte d'estudi i de representació.
La novel·la ens retrata els estralls que causa la colonització a través de la relació de competència i rivalitat que s'estableix entre els dos estrangers, i entre aquests i els habitants de l'illa, que observen amb impotència com els altres els defineixen i els encapsulen des de fora fins i tot abans d'haver pogut dir-hi la seva. D'una banda, l'anglès pretén obtenir una imatge de l'illa prístina i immaculada; tanmateix, per a ell els irlandesos no són més que natius malcontents que es resisteixen a abraçar el progrés i la millora de vida que ha suposat el domini anglès a través dels segles. D'altra banda, la visió del lingüista francès sembla una mica més bonhomiosa d'entrada, però anirà revelant motivacions personals i, finalment, no podrà ocultar el seu paternalisme intrínsec. Enmig d'ells es veu atrapat l'adolescent James, que anhela escapar del destí dels homes de la seva família i guanyar-se la llibertat, però que per tal de fer-ho haurà de reivindicar-se més enllà dels plans i aspiracions que els dos forasters projecten sobre la seva vida. En James abraça la llengua anglesa i el seu futur fora de l'illa com a via d'escapada d'una realitat quotidiana massa opressiva per a un noi de quinze anys, enfrontat a la paràlisi emocional que tenalla la seva mare i al rol atàvic de proveïdor per a la família que li destina la comunitat. El seu arc narratiu, de submissió i rebel·lió respecte del mestratge del senyor Lloyd, que li promet iniciar-lo com a artista a Londres, porta la novel·la a una tensió magnífica que acaba esclatant en un desenllaç memorable en la seva sobrietat.
Ara bé, la complexitat de la novel·la rau en la seva doble lectura. A un nivell literal, tenim els personatges i les seves interaccions, i els seus xocs i desavinences durant aquests mesos d'estiu, amb el rerefons de la violència política que es produeix a Irlanda del Nord en una etapa especialment cruenta dels Troubles, accentuada després de l'assassinat de Lord Mountbatten i alguns membres de la seva família. Tanmateix, la trama també funciona a un nivell simbòlic: la novel·la s'inscriu en una tradició de literatura postcolonial, en aquest cas irlandesa, en què els personatges esdevenen emblemes dins d'una història de rivalitats polítiques entre colonitzadors i colonitzats, i les dones tot sovint hi apareixen com a símbols de la terra trepitjada i colonitzada, receptores d'una opressió doble, per part dels colonitzadors i pel masclisme imperant dins la comunitat pròpia. En aquest cas en concret, el relat explora formes de resistència i de contestació a aquesta relació intrínseca de desigualtat, algunes de més directes i altres de més subtils. Així doncs, aquests personatges tipus van desplegant tot el seu ventall d'arguments, en unes converses que es fan delicioses en la seva concisió i el seu humor lliure de cap tipus d'afectació. No és fins al desenllaç, quan el colonitzador abandona la colònia deixant una ferida oberta dins la comunitat mateixa, que aquestes imatges, i la seva lectura al nivell simbòlic, acaben colpint amb tota la seva força.
Precisament per això, per aquesta doble lectura, s'entén el caràcter pla dels personatges i la qualitat particularment estàtica de la narració, que al nivell literal poden ser més difícils d'explicar. Cap dels personatges canvia essencialment del principi al final de l'obra, ni tan sols en Lloyd i en James, que són els que més ens tempten amb aquesta possibilitat durant la lectura. La novel·la, en realitat, esdevé més aviat una instantània amb una fortíssima càrrega metafòrica, com la pintura del senyor Lloyd, en què cada personatge ocupa la seva posició i respon al seu rol dins la imatge de conjunt. L'impacte del final, que nega qualsevol tret redemptor o assuaujador al personatge d'en Lloyd, crec que és la part més satisfactòria a la llum de la novel·la sencera: lluny d'apuntar amb ingenuïtat a possibles narratives conciliatòries, Magee s'ocupa de traçar la línia entre uns i els altres ben clarament i de recordar-nos, amb gran subtilesa, que algunes coses no canvien mai o, almenys, que encara no estan a punt per canviar. L'autora presenta una comunitat petita en què els forans són expulsats de la comunitat com a mecanisme d'autodefensa, operació que a la vegada no fa altra cosa que augmentar la sensació d'ofegament que pateixen els autòctons, especialment representada a través de la situació existencial i vital d'en James i la seva mare, la Mairéad.
Per als parlants de llengües minoritzades, la reflexió política que planteja el llibre a través dels diàlegs dels seus personatges es fa més rellevant que mai. Mentre que en Masson pretén congelar la llengua en un estat de puresa primigènia que obligaria els illencs a tancar-se a qualsevol influència externa, en Lloyd expressa de forma molt eloqüent la mentalitat colonitzadora que classifica les llengües en útils i inútils, sense entrar a analitzar els factors històrics i polítics, i les accions legislatives, que han provocat aquesta desigualtat a través dels anys. El seu comentari sobre la necessitat de saber anglès per tal de rebre una bona atenció mèdica, que ell ni tan sols arriba a imaginar que pugui ser possible en irlandès, crec que no passarà per alt al públic catalanoparlant. És per això que en James roman l'esperança oberta del llibre, i esdevé el seu personatge més rodó. De fet, és l'únic de tots aquests personatges que es troba a cavall entre els dos móns, i que supera la seva fascinació inicial amb el món de fora de l'illa per elaborar-ne una visió molt més matisada i realista, per més traumàtic que sigui tot el procés d'aprenentatge que haurà de fer pel camí. La colònia és una lectura que presenta un debat que alguns preferirien considerar obsolet i oblidat, però que avui dia es fa més pertinent que mai en tota la seva incomoditat.
Sinopsi: L'estiu de l'any 1979, i en plena efervescència de la violència armada a l'illa d'Irlanda, el senyor Lloyd, un pintor anglès, s'embarca en un bot a rems per arribar a una petita illa de la costa atlàntica irlandesa, on pensa revitalitzar el seu art buscant un nou paisatge i un nou estil pictòric. La família que l'acull se sent immediatament importunada per les seves exigències i excentricitats. Quan arribi a l'illa un segon foraster, un lingüista francès que fa uns quants estius que estudia l'irlandès que es parla a l'illa, els egos dels dos estrangers xocaran irremeiablement. El conflicte, però, afectarà els habitants de l'illa encara més profundament.
M'agrada: La riquesa de les imatges proposades, que no esgota relectures i reflexions rere l'aparent senzillesa de la proposta. La novel·la planteja un diàleg punyent i més necessari que mai sobre la colonització política i els seus efectes culturals, lingüístics i econòmics més devastadors.
I
Día veraniego, pero no excesivamente caluroso. Comida agradabilísima y lenta en La taberna de Sants con dos amigos valencianos de paso por Barcelona y después paseo largo hasta el Ateneu para asistir a la presentación del libro de Francesc Morató Els segrets de la pedagogia, magnífico. Desde el cuarto piso del Ateneu se ven en picado las jacarandas en flor de la Plaza Villa de Madrid. La gente va de aquí para allá, bajo el ramaje, sin que muestren mucho interés en mirar para arriba. Llego a casa tarde, pero satisfecho.
II
Me avisa un amigo dominicano que este fin de semana estará por Barcelona y esbozamos planes para el reencuentro.
III
El placer de hablar, sí, con viejos conocidos, pero a algunos la vida los ha tratado mal, muy mal. Están envejecidos y como rendidos por el peso de los sucesivos achaques, que me cuentan sin saltarse un detalle. No sé muy bien qué decirles, pero hay que decirlo.
IV
En casa me espera el montón de mails cotidiano esperando respuesta.
I
Hoy el intelectual es un miembro de la aristocracia del proletariado, pero él, con frecuencia, aún no se ha dado cuenta.
II
Pero sí intuye que ya nadie lo considera una figura de autoridad en nada relevante. No es, desde luego, lo que fueron los grandes intelectuales de los siglos XIX o del XX.
III
El gran público lo desconoce y ese desconocimiento ha resultado ser la mejor prevención contra la cicuta.
IV
Hoy a Sócrates en vez de la cicuta le administramos una cátedra.
V
Los intelectuales no forman ni tan siquiera una ronda bullanguera. A nadie le alteran el sueño. El aguijón de la libertad de expresión desaparece cuando todas las opiniones valen lo mismo.
I
No es -ni mucho menos- la primera vez que me pasa: me llama un periodista solicitándome una entrevista para mañana. Le pregunto sobre el tema y me responde con una tesis que supone que es la mía. Como estoy muy lejos de defenderla, le digo mi posición, para aclarar las cosas. Noto que el periodista se va hundiendo en el silencio. Al acabar, me dice que mi postura es muy interesante. Es la confirmación de que no me llamará mañana.
II
No sé si lo he entendido bien, pero un profesor de bachillerato de un centro concertado parece que me ha dicho que cada año hace con sus alumnos dos viajes. Uno a Alemania, a visitar un campo de concentración, y otro a Ceuta, a ver la valla, porque en los dos casos se entiende el rechazo al otro por ser distinto. A mi me parece que comparar estas dos cosas indica una notable falta de claridad moral.
III
El humanismo abstracto domina. Es la religión de nuestro tiempo y su principal centro de difusión es el catolicismo progre.
IV
Hace unos días, en otra entrevista, me preguntaron por la culpa que tenía "el sistema" en la situación de la escuela. Contesté que yo no solía utilizar esta palabra y que pensaba seguir sin utilizarla hasta que descubriese la ventanilla en la que atiende el sistema.
V
Hoy he defendido la importancia de los prejuicios ante tres pedagogos que hacían de la crítica de los rpejuicios la principal razón de ser de la escuela. Me han mirado con decepción, han apartado mis palabras, y han seguido con sus prejuicios.
En la tiranía extraña y próxima que retrató George Orwell en la novela «1984» (escrita en 1950) andaban ya pululando todos los estigmas de nuestro tiempo: la vigilancia de las pantallas, la manipulación extrema del lenguaje, las noticias falsas, la polarización como mecanismo de control… Pero hay uno que siempre me ha llamado la atención y que entronca también excepcionalmente con nuestra época: el de la estandarización completa de la creación artística.
Como tal vez recuerden, en la inquietante distopía orwelliana el siniestro Ministerio de la Verdad contaba con máquinas que componían novelas, obras de teatro, películas y canciones para consumo de las masas. Para ello bastaba con introducir en el mecanismo ciertas variables temáticas (pasiones y decepciones amorosas, sexo, sucesos morbosos…), aplicarles un «versificador» automático (esto solo para la poesía y las canciones), y organizarlas bajo estructuras narrativas o musicales simples. Los «proles» (que es como se llama en la novela a las clases populares) se volvían locos por estos engendros.
¿No les suena esto familiar? Si alguien observara con distancia el prolífico y vertiginoso mercado editorial o musical actual, podría sospechar que hay por ahí detrás cientos de máquinas como las imaginadas por Orwell produciendo libros, películas y canciones en serie para consumo masivo. Es cierto que esto de producir maquinalmente romances, folletines o espectáculos comerciales no es algo nuevo; pero la capacidad industrial y tecnológica para hacerlo es hoy tan increíblemente potente que hasta podría prescindir completamente de agentes humanos. ¿Por qué no va a poder componer una novela, una canción o una película de éxito una aplicación de inteligencia artificial (IA) como ChatGPT? Piensen en la mayoría de los best sellers que han leído y en lo que se parecen entre sí; o en las tropecientas mil canciones pop recreadas de nuevo cada temporada; o en las cientos de películas románticas o de machotes justicieros, completamente previsibles, que ofertan las plataformas de streaming. ¿Qué hay en todo ello que no pueda hacer una máquina?
Algunos dirán que esos productos no son realmente obras de arte, y que estas sí que son imposibles de crear por sistemas de IA, pero esto es poco más que un brindis retórico al sol. ¿Alguien sabe, acaso, qué es y qué no es «arte» y por qué no puede escribir una máquina algo como, por ejemplo, el Ulises de Joyce? Si se trata de combinar información según ciertas estructuras narrativas a partir de intuiciones estéticas provenientes del entorno cultural, tan preparado podría estar James Joyce como un programa bien entrenado de IA. ¿Quién notaría la diferencia?
A todo esto los más románticos luditas solo saben oponer el viejo arcaísmo del aura: hay «algo», un «no-se-qué» fetiche y mágico en la obra humana. A esta extraña e invisible «cosa», si no les diera vergüenza, le podrían volver a llamar «alma». Y quizás tuvieran razón. Pero entonces habría que pasar de la pregunta por el arte a la no menos mistérica y magnífica sobre el alma… ¿Quién se atreve con ellas?
I
Cuando Aristóteles hablaba de las cosas humanas (ta anthropina prágmata) estaba siguiendo los pasos de Sócrates, es decir, bajando la filosofía del cielo a la tierra. A la filosofía le gusta volar alto en busca de lo primero en sí, mientras que las cosas humanas van a ras de suelo y, por eso mismo, son lo primero para nosotros.
II
Probablemente es imposible conocer bien las cosas humanas si no se las ama, pero es más fácil amar a la humanidad que al vecino del quinto. Sin embargo, es el vecino del quinto, y no la humanidad, el que se tira a salvarnos si nos ahogamos. Y, ciertamente, es también el capaz de ahogarnos para robarnos la cartera.
III
Precisamente porque las cosas humanas, si se quieren conocer bien, demandan una mirada distinta a la que dirigimos al resto de las cosas, la naturaleza de lo humano es diferente de la naturaleza del resto. Hay dos naturalezas y, por lo tanto, dos filosofías primeras.
IV
Y todo esto viene a cuento del Real Madrid.
Aquesta novel·la de la reconeguda autora estatunidenca Joyce Carol Oates és una de les seves incursions en el gènere de la narrativa juvenil. Jo no havia llegit mai res de l'autora, tot i que n'havia sentit a parlar, i la primera experiència amb aquesta novel·la de 2003, ara reeditada per l'editorial L'Altra sota el segell de L'Altra Tribu, ha estat totalment recomanable. La traducció de Josep Sampere continua sent la mateixa que va publicar el 2005 l'editorial Cruïlla a la col·lecció Gran Angular, i em sembla que ha estat molt bona idea recuperar aquesta obra, perquè el seu contingut i el seu missatge romanen, malauradament, més vigents que mai. La protagonista, la Franky Pierson, és una noia de quinze anys que viu prop de Seattle. La seva família és rica i famosa: el seu pare, en Reid Pierson, és un famós ex-jugador de futbol americà que ara treballa com a periodista i comentarista esportiu. La mare de la Franky, la Krista, és artista plàstica, tot i que públicament només se la coneix per la seva faceta com a esposa d'una celebritat mediàtica. El matrimoni té tres fills: en Todd, el fill del primer matrimoni d'en Reid, i la Franky i la Samantha, les dues filles de quinze i deu anys.
Quan la Franky té catorze anys, pateix un intent de violació per part d'un adolescent més gran que ella, i aquell moment esdevé una revelació clau a la seva vida perquè és quan descobreix l'Ulls Verds, una veu interior secreta que la impulsa a valer-se per si mateixa, a no creure's tot el que diuen els adults d'entrada i també, de vegades, a dir en veu alta fins i tot el que preferiria no reconèixer. La millor part de la lectura és que es va construint a través de la combinació entre aquestes dues veus: d'una banda, tenim la "versió oficial" dels fets, és a dir, el que la Franky i la seva germana perceben des del relat dels adults que els estan amagant una part de la realitat. El caràcter violent del pare és força evident ben bé des del principi de la narració, així com també es fa estrany el pacte de separació a què arriben el pare i la mare per no fer evident el seu trencament ni arribar al divorci, per evitar-ne la repercussió mediàtica. Ara bé, el pare sempre té a punt les seves explicacions perfectament racionals, que justifiquen qualsevol mena de comportament sospitós i que sempre carreguen a la mare la responsabilitat de tot allò que vagi malament dins la família. D'altra banda, el monòleg interior de la Franky sempre queda equilibrat pels comentaris escèptics de l'Ulls Verds, que comença a lligar caps i a especular amb motivacions no tan innocents per a les actituds i comportaments aparentment inexplicables del pare.
Ara bé, és un camí difícil per a la Franky perquè, si una cosa ens mostra la novel·la força gràficament, és l'abast de la manipulació i la intimidació a què pot arribar un maltractador per tal de justificar la seva pròpia visió de la realitat. En aquest sentit, on el relat es fa especialment colpidor és en la interiorització que fan les filles del discurs patern, de forma que en la primera meitat del llibre assistirem a la replicació per part de la Franky de la culpabilització de la mare. A través del relat, però, anirem veient com la Franky mateixa, gràcies a l'ajuda de l'Ulls Verds, anirà rebel·lant-se contra la versió establerta dels fets, i començarà a percebre la part fosca de la seva vida familiar que s'entreveu per les esquerdes de la imatge de conjunt. La trama de la novel·la es basa en un misteri que no és tal, que se'ns presenta a simple vista i que és impossible no veure des del principi, però que l'adolescent protagonista haurà d'anar-se explicant a si mateixa fins que pugui superar l'autoengany en què viu immersa. M'ha semblat una novel·la molt recomanable tant per a joves com per a grans.
Sinopsi: La Franky Pierson és una adolescent de l'àrea de Seattle filla d'un famós periodista esportiu i antiga llegenda del futbol americà. La seva vida familiar està marcada per les contínues discussions entre els seus pares i els comportaments sospitosos del pare després de les cada cop més freqüents desaparicions de la mare. Al principi, la noia no s'atreveix a mirar la realitat de cara, i prefereix creure les justificacions i explicacions que ofereix el pare sobre la dinàmica familiar. Poc a poc, i gràcies a l'ajuda d'una veu interior pròpia que ella anomena Ulls Verds, anirà descobrint una veritat molt més dolorosa.
M'agrada: M'ha agradat molt el relat dual que crea la novel·la al voltant de la narració dels fets que presencien els lectors i el relat manipulat que en rep la protagonista i com, igual que a la vida real, ambdós se solapen i competeixen entre ells.
II
Con cierta frecuencia no nos queda más remedio que ser optimistas. Seamos, entonces, optimistas defensivos y ligeramente escépticos, para corrompernos lo menos posible.
III
Mi último libro de aforismos se titula Una triste búsqueda de alegría. Veo que los que me entrevistan no saben qué hacer con ese título, a pesar de su transparencia. Les parece paradójico o, incluso, un oxímoron. Creo que no les gusta pensar que diga la verdad.
IV
Ayer en una radio sostuve, con Freud, que una de las condiciones de la salud mental es cierta dosis de hipocresía. Tampoco me entendieron, aunque me regalaron unas rosas forzadas que venían a decir: «Está bien como chiste, pero vamos a lo serio».
I
Me proponen ser miembro del Colegio Libre de Eméritos y, obviamente, acepto encantado, aunque algo acomplejado, vistos los nombres de sus creadores.
II
El viejo que se lamentaba en la plaza de Ocata, cada día, de que los plátanos se estaban muriendo de sed, ha dejado de aparecer por allí justo cuando están luciendo espléndidos su follaje primaveral. Refugiado con un café con leche y un libro al amparo de su sombra, me acuerdo de él. El escenario natural se repite anualmente, el humano, no; el humano es siempre distinto.
III
Hoy más que leer, he estado picoteando. Y donde más he picoteado es en la traducción de Luc Brisson de la Vida de Plotino de Porfirio. Conocí a Brisson personalmente hace ya al menos veinte años. Me pareció un sabio cordial y asequible y durante algún tiempo mantuvimos algún intercambio epistolar. Siempre se aprende mucho de él.
V
Declaración de hacienda entregada. Respiro. Respice finem.
I
Hablando esta mañana por teléfono mi hermana y yo recordábamos cuando nuestro abuelo Federico volvía precipitadamente del campo para ir a misa y si no tenía tiempo de pasar por casa, dejaba la azada en la puerta de la iglesia. Recordábamos igualmente cuando era más difícil conseguir un asiento libre en misa que en el cine. Aquellas iglesias a reventar de feligreses han dejado paso a iglesias donde sobra espacio y a las que se puede entrar tal como se viene de la calle.
II
Esta tarde hemos hecho, como todos los años, la procesión de Corpus Christi por algunas calles del pueblo y me he vuelto a sentir como si formara parte de los últimos restos de un ejército derrotado. Derrotado, sí, pero que volvería mil veces a dar la batalla, aun sabiéndola perdida. Los que vuelven de la playa y se encuentran de sopetón con nosotros nos miran con cara de perplejidad. No nos entienden. Su perplejidad no es fruto de la admiración sino de quien se encuentra en la calle una cartera llena de billetes falsos.
III
Antes de ir a dormir he pasado un rato con Porfirio, que se considerada el discípulo predilecto de su maestro, Plotino y, posiblemente, tenía razón.
I
Día tranquilo, casero, lluvioso, de comida familiar y Plotino, al que ando poniéndole notas a pie porque hay bastantes cosas en el texto de Porfirio que deben ser explicadas. El ingenuo cree que para conocer un autor antiguo debe leer sus textos, pero en muchos casos ocurre que para entender sus textos necesitas tener una concepción previa de su pensamiento.
II
Comienzo la lectura de estas «vidas paralelas», aunque de paralelas tienen poco, ya que el autor es un ferviente seguidor de Espartero que no siente no la más mínima simpatía por Narváez, quizás el político más incomprendido de nuestro siglo XIX. Me gusta mucho la escritura de Martínez Villergas, ideológicamente muy sesgada, pero literariamente esbelta.
Mi nieto B. tiene que decidir qué materias elegir para el curso que viene y su elección condicionará su futuro académico. Es la primera vez que se ve en esta tesitura y la necesidad de elegir tanto lo que quiere hacer como de renunciar a lo que probablemente ya no será, le crea una fuerte tensión anímica.
IV
Voy dándole vueltas a lo del ARA.
I
Tengo delante de la ventana de mi cuarto las ramas de las jacarandás en flor. Ha llovido un poco y las gotas que cuelgan prendidas de las flores destellan cuando son movidas por la brisa marina. El cielo, arriba, parece indeciso. Quizás vuelva a llover. Hemos pasado de la pertinaz sequía al pertinaz chaparrón cotidiano.
II
Pues no, no quiero hablar de política, porque pretendo resaltar aquí precisamente lo menos político de mi vida cotidiana (que, ciertamente, siempre tiene algo de política). Es lo que me apetece hacer.
IIINecesito recuperar el hilo de la normalidad, volver a mi ritmo, a mis tiempos, a la rutina que permite ordenar lo vivido, al sosiego de la repetición de lo trivial... En la repetición hay un cobijo imprescindible para recuperar fuerzas... y así volver a la repetición de lo distinto.IV
Tenemos un acuerdo en la Editorial Rosamerón que ha demostrado ser muy sensato: publicamos aquellas propuestas que cuentan con el voto favorable de los tres socios. Eso, por una parte, te obliga a leer los manuscritos con una mirada desarmada y por otra, te impide garantizarle la publicación de su manuscrito a nadie.
V
Han abierto un restaurante en el barrio. Lo lleva una pareja joven que ha comenzado con la ilusión comprensible de los novicios. Pero este pueblo es comercialmente un enigma. En todo caso, nosotros le echaremos una mano.
VI
He recibido una propuesta para colaborar -mejor: para recuperar mi antigua colaboración- en el diario ARA.
I
Días muy intensos en Madrid. Tan intensos, que parece una eternidad lo que me separa del martes pasado, cuando pusimos el punto final al seminario de la Tatiana con un anónimo hexámetro medieval: "Quidquid agis, prudenter agas, et respice finem".
II
Madrid es una ciudad que siempre se me muestra acogedora, a pesar del calor que comenzaba a hacer a partir de las 12:00 y que convertía las primeras horas de la tarde en un ejercicio de resistencia. No hay vez que no vaya a Madrid y que no vuelva con algún proyecto nuevo bajo el brazo.
III
No hablaré de la aprobación de la ley de amnistía. He decidido que este ensayo de un diario tenga un carácter más personal, más cotidiano. No es que la política no sea relevante. Incluso la tengo como la filosofía primera. Pero quiero resaltar otros matices de mi vida en este ejercicio que solo tiene como propósito cumplir con el mandato de "nulla dies sine linea".
IV
Tuve entrevistas con periodistas, encuentros con pedagogos, cena con economistas y rectores, y visitas a la galería de las colecciones reales y, de nuevo, al infinito museo del Prado. No hay espectáculo en el mundo que me sobrecoja más que ese Museo que forma parte de nuestro patrimonio colectivo. Es un templo en el que lo milagroso vive en cada sala.
V
Pero, por encima de todo, resalto los paseos matutinos con mi agente conspirador, cuando la luz amable de la mañana daba alegría a los juegos de luces y sombras de la fronda de los árboles, la temperatura era perfecta y la invitación a un chocolate con churros, irresistible.
Aquesta novel·la de Jaume Cabré es va publicar per primer cop el 1996, i va merèixer el premi de la Crítica Serra d'Or. És una novel·la autènticament absorbent sobre la capacitat de la memòria per reconstruir móns passats i el poder de fascinació que exerceix l'art sobre la vida, fins al punt que tots dos s'arriben a entrecreuar i recrear de les formes més evocadores possibles. El protagonista, Miquel Gensana, és l'últim plançó d'una família d'industrials de la ciutat provinciana de Feixes. Arran de la mort del seu millor amic i antic company de lluita antifranquista, és convidat a un sopar amb una companya de feina, la Júlia, que vol recopilar informació sobre el difunt en vistes a un obituari. La trobada queda presidida pels secrets que tots dos amaguen, començant pel fet que el restaurant de Feixes on es troben no és altre lloc que l'antiga casa familiar dels Gensana, on el protagonista va passar la seva infantesa i adolescència. Al llarg del sopar, en Miquel Gensana anirà exposant la seva història personal, intercalada amb la de la nissaga familiar sencera des del segle dinou. Aquest altre relat ens vindrà a través de la veu de l'oncle Maurici, que en Miquel evocarà a través del record. L'oncle Maurici també ha guardat a través dels anys els seus propis silencis, i ha esdevingut un testimoni privilegiat dels secrets, passions i traïcions ocultes de tots els membres de la família.
La novel·la es presenta com a entramat complex de diferents línies argumentals i cronològiques, que poden resultar un punt confuses durant els primers capítols, però que de seguida descobreixen direccions definides per a la trama i van establint relacions entre els motius del passat i els del present. A la història de joventut d'en Miquel Gensana, que tria des de jove distanciar-se de la seva família per entrar en la lluita antifranquista, s'hi afegeixen les vicissituds vitals de l'oncle Maurici, aquest sí testimoni de primera mà de les lluites de poder que s'estableixen entre les diferents generacions de la nissaga, i dins de les quals tindrà un paper fonamental que s'anirà descobrint poc a poc a mesura que avanci la lectura. Ambdues veus es van intercalant fluidament al llarg de la narració, alternant en tots dos casos, a més a més, l'ús de la primera i la tercera persones. Lluny de crear confusió, aquesta tècnica narrativa que sembla una mena de flux de consciència a dues mans, crea un ritme molt viu i dinàmic per a la narració, en què tots dos personatges es van comentant i postil·lant l'un a l'altre, de vegades amb certa ironia.
Ambdós personatges es revelen com a inadaptats dins del món familiar, polític i social que els ha tocat viure, i per això aniran teixint complicitats i resistències soterrades al llarg dels anys, que es manifestaran de vegades de formes aparentment hostils cap a l'entorn i els altres personatges. La novel·la es llegeix, en un dels seus fils argumentals, com una gran saga familiar a l'estil de Mirall trencat de Mercè Rodoreda; pel que fa a l'altra meitat, com a thriller de misteri que va acumulant tensió, revelacions i trames secundàries que actuen com a distractors fins arribar a la resolució final dels misteris plantejats. El darrer terç de la novel·la pren encara una altra direcció i se centra sobretot en la fascinació que el protagonista adopta per la música com a teràpia per als seus traumes i maladaptacions del passat, mentre que l'oncle Maurici acabarà arrodonint la història de la nissaga familiar amb revelacions inesperades i girs de guió d'última hora. El relat es basteix al voltant de la incapacitat última dels dos personatges de continuar reproduint la família, mentre esdevenen dipositaris de tota la seva memòria i els seus secrets. Així doncs, es crea una tensió entre l'acció de la vida i els seus espectadors que, a la vegada, n'esdevenen els intèrprets i jutges últims i, en últim terme, també els directors a l'ombra. Una novel·la molt recomanable.
Sinopsi: La novel·la té lloc com una llarga conversa durant un sopar entre el protagonista, Miquel Gensana, i una companya de feina seva, la Júlia, que recopila informació per escriure un obituari sobre un polític que era antic company universitari d'en Gensana. Ambdós amics estaven involucrats en la lluita clandestina contra el franquisme, i anys després de l'adveniment de la democràcia, en Miquel encara es troba marcat pels fets que va haver de viure i presenciar, que li van causar també el distanciament amb els seus pares. A través del seu oncle Maurici, cronista de la família i dipositari dels seus secrets, anirem assistint a un mosaic de la nissaga familiar des del seu esplendor a finals del segle dinou fins a la seva decadència final als anys noranta, i a través de la veu d'aquests dos personatges assistirem al descobriment dels secrets familiars més ben amagats.
M'agrada: És una novel·la que va descobrint la seva intel·ligència i la complexitat dels seus misteris a mesura que avança, amb un domini brillant del ritme i de les revelacions inesperades.
“De esta forma parece que, en el lenguaje ético y religioso, constantemente usemos símiles. Pero un símil debe ser símil de algo. Y si puedo describir un hecho mediante un símil, debo ser también capaz de abandonarlo y describir los hechos sin su ayuda. En nuestro caso, tan pronto como intentamos dejar a un lado el símil y enunciar directamente los hechos que están detrás de él, nos encontramos con que no hay tales hechos. Así, aquello que, en un primer momento, pareció ser un símil, se manifiesta ahora un mero sinsentido (…) Es decir: veo ahora que estas expresiones carentes de sentido no carecían de sentido por no haber hallado aún las expresiones correctas, sino que era su falta de sentido lo que constituía su mismísima esencia. Porque lo único que yo pretendía con ellas era, precisamente, ir más allá del mundo, lo cual es lo mismo que ir más allá del lenguaje significativo. Mi único propósito -y creo que el de todos aquellos que han tratado alguna vez de escribir o hablar de ética o religión- es arremeter contra los límites del lenguaje. Este arremeter contra las paredes de nuestra jaula es perfecta y absolutamente desesperanzado. La ética, en la medida en que surge del deseo de decir algo sobre el sentido último de la vida, sobre lo absolutamente bueno, lo absolutamente valioso, no puede ser una ciencia. Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento. Pero es un testimonio de una tendencia del espíritu humano que yo personalmente no puedo sino respetar profundamente y que por nada del mundo ridiculizaría."
Ludwig Wittgenstein, Conferencia de ética
"No fue Isaac Newton. Hoy en día, por lo general, se reconoce que Newton no solo era un científico, sino el más grande de todos los científicos que hayan vivido jamás, a pesar de que Newton nunca se consideró un científico. No podía hacerlo, puesto que la palabra no existía en aquel momento.
Newton se consideraba a sí mismo como un «filósofo», palabra que describe a los pensadores de la antigua Grecia y que proviene de las palabras griegas que significan «amante del conocimiento».
Por supuesto, podemos amar diferentes tipos de conocimientos. Los filósofos que estudian principalmente la naturaleza son, por lo tanto, «filósofos naturales».
Newton se consideraba un filósofo natural, y el tipo de cosas que estudiaba tenía que ver con la filosofía natural. Así, cuando escribió el libro en el que describía cuidadosamente las tres leyes del movimiento y su teoría de la gravedad universal —el libro científico más importante que se ha escrito—, lo llamó (en latín) Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, que significa Principios matemáticos de la filosofía natural.
La palabra griega equivalente a «natural» es physikos, que se traduce como «física». La filosofía natural también puede ser considerada como la «filosofía física», concepto que se abrevia en la palabra «física».
La física fue dejada de lado, en cierta manera, ya que no era adecuada como palabra general para referirse a la filosofía natural. No obstante, se necesitaba una palabra corta, ya que los términos «filosofía natural» contienen demasiadas sílabas.
Existía, por ejemplo, la palabra «ciencia», del término latino que significaba saber. Sin embargo, debido a que se necesitaba una palabra que fuera corta y adecuada para expresar el tipo de conocimiento en el cual estaban interesados los filósofos naturales, se comenzó a utilizar gradualmente el término «ciencia» para referirse a la filosofía natural.
Más tarde, alrededor de 1840, un filósofo natural inglés llamado William Whewell comenzó a utilizar la palabra «científico» para referirse a alguien que estudiaba y comprendía este tipo de ciencia. En otras palabras, los filósofos naturales comenzaron a ser considerados 'científicos'.
Solo después de 1840, pues, pudieron existir personas que se consideraran «científicos». En este caso, ¿quién fue el primer científico? Whewell era un buen amigo de Michael Faraday y sugirió algunas palabras nuevas para conceptos que Faraday había elaborado, palabras como «ión», «ánodo», «cátodo» y demás. Es más: Faraday fue el mayor filósofo natural de su época, y uno de los diez mejores de todos los tiempos con toda seguridad, y probablemente el experimentador más grande que haya existido.
Si Whewell pensaba en alguien como científico, apuesto a que pensó primero en Faraday. ¡Y si no lo hizo, lo haré yo!
Sostengo que Michael Faraday fue el 'primer científico'. Y el 'primer físico', por cierto, ya que Whewell también inventó ese nombre".
Isaac Asimov, Viaje a la ciencia (1995)
Cualesquiera que sean las razones profundas del ocaso de Occidente, cuya crisis vivimos actualmente en todos los sentidos decisivos, es posible resumir su desenlace extremo en lo que, retomando una imagen icónica de Ivan Illich, podríamos llamar el «teorema del caracol». «Si el caracol», afirma el teorema, «después de haber añadido un cierto número de espirales a su concha, en lugar de detenerse, continuara su crecimiento, una sola espiral más aumentaría 16 veces el peso de su casa y el caracol sería inexorablemente aplastado». Esto es lo que está ocurriendo en la especie que un tiempo se llamó homo sapiens con respecto al desarrollo tecnológico y, en general, a la hipertrofia de los dispositivos jurídicos, científicos e industriales que caracterizan a la sociedad humana.
Siempre han sido indispensables para la vida de ese mamífero especial que es el hombre, cuyo nacimiento prematuro implica una prolongación de la condición infantil, en la que el pequeño es incapaz de proveer a su supervivencia. Pero, como suele ocurrir, precisamente en aquello que asegura su salvación se esconde un peligro mortal. Los científicos que, como el brillante anatomista holandés Lodewijk Bolk, han reflexionado sobre la condición singular de la especie humana, han extraído, de hecho, consecuencias por decir poco pesimistas sobre el futuro de la civilización. Con el paso del tiempo, el creciente desarrollo de las tecnologías y las estructuras sociales produce una inhibición real de la vitalidad, que es preludio de una posible desaparición de la especie. De hecho, el acceso a la etapa adulta se aplaza cada vez más, el crecimiento del organismo se ralentiza cada vez más y la duración de la vida ―y, por tanto, de la vejez― se prolonga. «El progreso de esta inhibición del proceso vital», escribe Bolk, «no puede sobrepasar un cierto límite sin que la vitalidad, sin que la fuerza de resistencia a las influencias nefastas del mundo exterior, en resumen, sin que la existencia del hombre se vea comprometida. Cuanto más avanza la humanidad por el camino de la humanización, más se acerca a ese punto fatal en el que el progreso significará destrucción. Y ciertamente no está en la naturaleza del hombre detenerse ante esto».
Es esta situación extrema la que vivimos hoy en día. La multiplicación sin límites de los dispositivos tecnológicos, el sometimiento cada vez mayor a limitaciones y autorizaciones legales de todo tipo y especie, y la sujeción integral a las leyes del mercado hacen a los individuos cada vez más dependientes de factores que escapan por completo a su control. Günther Anders ha definido la nueva relación que la modernidad ha producido entre el hombre y sus instrumentos con la expresión: «desnivel prometeico» y ha hablado de una «vergüenza» ante la humillante superioridad de las cosas producidas por la tecnología, de las que ya no podemos en modo alguno considerarnos dueños. Es posible que hoy este desnivel haya alcanzado el punto de máxima tensión y el hombre se haya vuelto completamente incapaz de asumir el gobierno de la esfera de los productos que ha creado.
A la inhibición de la vitalidad descrita por Bolk se añade la abdicación de esa misma inteligencia que podría frenar de algún modo sus consecuencias negativas. El abandono de ese último vínculo con la naturaleza, que la tradición filosófica llamaba lumen naturae, produce una estupidez artificial que hace aún más incontrolable la hipertrofia tecnológica.
¿Qué le ocurrirá al caracol aplastado por su propia concha? ¿Cómo podrá sobrevivir entre los escombros de su casa? Éstas son las preguntas que no debemos dejar de hacernos.
Giorgio Agamben, Il guscio della lumaca, quodlibet.it 23/05/2024
Es probable que muy pocos de los que van a votar en las elecciones europeas se hayan cuestionado el significado político de su gesto. Puesto que están llamados a elegir un «parlamento europeo» no mejor definido, pueden creer más o menos de buena fe que están haciendo algo que corresponde a la elección de los parlamentos de los países de los que son ciudadanos. Conviene aclarar desde ahora que no es así en absoluto. Cuando se habla hoy de Europa, lo que se reprime es ante todo la propia realidad política y jurídica de la Unión Europea. Que se trata de una verdadera represión se desprende del hecho de que se evite a toda costa llevar a la conciencia una verdad tan embarazosa como evidente. Me refiero al hecho de que, desde el punto de vista del derecho constitucional, Europa no existe: lo que llamamos «Unión Europea» es técnicamente un pacto entre estados, que sólo afecta al derecho internacional. El tratado de Maastricht, que entró en vigor en 1993 y dio a la Unión Europea su forma actual, es la sanción extrema de la identidad europea como mero acuerdo intergubernativo entre Estados. Conscientes de que hablar de una democracia con respecto a Europa carecía por tanto de sentido, los funcionarios de la Unión Europea trataron de enmendar este déficit democrático elaborando el proyecto de la llamada constitución europea.
Es significativo que el texto que lleva este nombre, redactado por comisiones de burócratas sin ningún fundamento popular y aprobado por una conferencia intergubernativa en 2004, fuera rechazado rotundamente cuando se sometió a votación popular, como en Francia y Holanda en 2005. Ante el fracaso de la aprobación popular, que anuló de hecho la autodenominada constitución, el proyecto fue tácitamente ―y quizás habría que decir vergonzosamente― abandonado y sustituido por un nuevo tratado internacional, el llamado Tratado de Lisboa de 2007. Sobra decir que, desde el punto de vista jurídico, este documento no es una constitución, sino una vez más un acuerdo entre gobiernos, cuya única sustancia se refiere al derecho internacional y que, por tanto, se cuidaron de no someter a la aprobación popular. No es de extrañar, por tanto, que el llamado parlamento europeo que se va a elegir no sea, en verdad, un parlamento, porque carece del poder de proponer leyes, que está enteramente en manos de la Comisión europea.
Algunos años antes, el problema de la constitución europea había suscitado, por otra parte, un debate entre un jurista alemán cuya competencia nadie podía poner en duda, Dieter Grimm, y Jürgen Habermas, que, como la mayoría de los que se llaman filósofos, carecía por completo de cultura jurídica. Contra Habermas, que pensaba que en última instancia podría fundar la constitución en la opinión pública, Dieter Grimm tuvo buen juego al sostener la inviabilidad de una constitución por la sencilla razón de que no existía un pueblo europeo y, por tanto, algo parecido a un poder constituyente carecía de fundamento posible. Si bien es cierto que el poder constituido presupone un poder constituyente, la idea de un poder constituyente europeo es el gran ausente en los discursos sobre Europa.
Desde el punto de vista de su supuesta constitución, la Unión Europea carece, por tanto, de legitimidad. Así pues, es perfectamente comprensible que una entidad política sin una constitución legítima no pueda expresar una política propia. La única apariencia de unidad se consigue cuando Europa actúa como vasallo de los Estados Unidos, participando en guerras que en modo alguno corresponden a intereses comunes y menos aún a la voluntad popular. La Unión Europea actúa hoy como una sucursal de la OTAN (que es a su vez un acuerdo militar entre estados).
Por eso, retomando con no demasiada ironía la fórmula que Marx utilizó para el comunismo, podría decirse que la idea de un poder constituyente europeo es el espectro que acecha hoy a Europa y que nadie se atreve a evocar. Sin embargo, sólo un poder constituyente de este tipo podría devolver la legitimidad y la realidad a las instituciones europeas, que ―si un impostor es, según los diccionarios, «el que obliga a los demás a creer cosas que no son ciertas y a obrar de acuerdo con esa credulidad»― no son en la actualidad más que una impostura.
Otra idea de Europa sólo será posible cuando hayamos despejado el campo de esta impostura. Para decirlo sin tapujos ni reservas: si realmente queremos pensar en una Europa política, lo primero que tenemos que hacer es quitar de en medio a la Unión Europea, o al menos estar preparados para el momento en que, como ahora parece inminente, se derrumbe.
Giorgio Agamben, Europa o l'impostura, quodlibet.it 20/05/2024