Simferopol, Crimea, 1 de marzo. En primer término, la bandera de Rusia, al fondo, la estatua de Lenin, viendo pasar el tiempo.
Los acontecimientos de Crimea, es decir, la invasión rusa de un país europeo, me parece que son de aquellos acontecimientos que marcan el inmediato futuro de la política internacional. Atentos, pues, a las acciones y a las inacciones: están escribiendo los límites de lo posible en la política internacional de los próximos años.
Algunos datos para pensar:
1. Toomas Henrik, presidente de Estonia: "Esto envía una señal clara a Estonia y a los otros países bálticos: Debemos invertir más en nuestra defensa nacional". Estonia, Lituania y Letonia son miembros de la OTAN desde el 2004.
2. Putin proclama abiertamente que su acción está amparada por un "derecho": "El derecho a proteger a la población rusohablante" más allá de sus fronteras".
3. Al presidente checo, Milos Zeman, la intervención rusa le recuerda el aplastamiento de la primavera de Praga en 1968. De repente se han abierto las heridas de la memoria de los antiguos miembros del Pacto de Varsovia.
4. Iurie Leanca, primer ministro de Moldavia, compara la acción de Rusia en Crimea con su papel en la región separatista de Transnistria, en su propio país. En la región fronteriza entre Moldavia y Ucrania, que es una región fuertemente industrializada, hay cientos de miles de rusohablantes, que aprecian más sus lazos eslavos que los que los podrían unirlos a Bruselas.
5. En los Balcanes -siempre acabamos en los Balcanes- están apareciendo partidos nacionalistas eslavos que encuentran en Moscú un aliado de sangre contra los emergentes partidos musulmanes.