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El café de Ocata
La muerte, esa desnarigada impertinente, sorprendió a Espronceda escribiendo un discurso en defensa de la rebaja de tarifas en la importación de lanas peinadas. Sospecho yo que eligió el momento con alevosía, para demostrar que no hay vida que quepa en un poema.
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El café de Ocata
- ¿Mis cómplices? ¡Francia entera, señor presidente y vos mismo si hubiese triunfado!
Pero no había triunfado y por eso mismo el tribunal lo consideró el principal responsable del intento del golpe de Estado contra Napoleón del 22 de octubre de 1812, y lo condenó a ser fusilado aquella misma noche.
Al conocer la noticia, su hermana abrió la cajita que él le había entregado cuando tenía 14 años, con la orden de no abrirla hasta su muerte y quemar posteriormente la nota que guardaba en su interior. El texto, escrito con sangre, decía: "Llegaré a mariscal de Francia o pereceré. En París, la noche del 12 de septiembre de 1768. Firmado: Claude François de Malet."
Entre los que conspiraron junto a Malet se encontraba un personaje oscuro que se hacía llamar Comagno, pero que en realidad era un compostelano llamado José Fernández Caamaño, un aventurero que comenzó siendo cura en un pueblecito de Lugo y tras probarse todas las chaquetas políticas y pasar diferentes temporadas en prisiones de Francia, urdió con Malet un intento descabellado de golpe de Estado que, sin embargo, a punto estuvo de triunfar. El 22 de octubre de 1812 hicieron circular por París la noticia de que Napoleón había muerto en Rusia, imprimieron órdenes falsas con las cuales liberaron a varios antibonapartistas de las cárceles, detuvieron al ministro del interior, se incautaron de la prefectura de policía -donde se instaló Caamaño- y, cuando el triunfo parecía inminente, todo el plan de hundió porque un avispado oficial del Estado Mayor se dio cuenta del embuste.
Caamaño fue preso y a partir de aquí lo que sabemos de él es fragmentario. Durante el reinado de los Cien Días pasó a Londres, donde permaneció 5 años, tras los cuales se instaló en Málaga acompañado de una joven inglesa (que más tarde lo abandonó para marcharse con un comerciante malagueño). Entre 1829 y 1931 vivió en Madrid. Regresó a Francia. Luis Felipe le concedió una asignación para realizar prospecciones arqueológicas que se gastó en viajes frívolos por Europa. Volvió a París y se hizo cargo de la parroquia de Santa Pelagia. Y no sabemos nada más de él.
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El café de Ocata
Una: “El Leviatán asume cada vez más los rasgos de una vaca lechera"
y
Dos: "Cuando un Estado se desmorona, los hombres pierden su valor. También esta situación puede llamarse ‘libertad’”
Arnold Gehlen, Moral und Hypermoral.
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El café de Ocata
"Hay que saber también que la verdad raramente resulta dulce al paladar: es casi siempre amarga."
- Alexander Solzhenitsyn, El declive del coraje.
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El café de Ocata
Las composiciones musicales de Nietzsche "transmiten invariablemente la sensación de que, de haber vivido más tarde, podría haber conseguido el éxito como compositor del música de acompañamiento para el cine mudo."
- Sue Prideaux, ¡Soy dinamita! Una vida de Nietzsche.
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El café de Ocata
Armando Zerolo, profesor de Filosofía del Derecho, a quien hasta hace muy poco conocía exclusivamente por sus libros, firma esta reseña:
La imaginación conservadora: grandes ideas de la historia para recuperar el sentido del presente. Me está sorprendiendo la buena acogida del libro. No hay día que no reciba alguna petición de entrevista o alguna solicitud para participar en un debate, mesa redonda o comida. Lo mejor de todo esto es que me está permitiendo conocer a personas de gran valía, como el mismo Armando.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
... de Torres Villarroel en su Calendario de 1756:
“Cuando los mil contarás,
con los trescientos doblados
y cincuenta duplicados
con los nueve dieces más,
entones tú lo verás,
mísera Francia, te espera
tu calamidad postrera
con tu rey y tu delfín
y tendrá entonces su fin
tu mayor gloria primera.”
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El café de Ocata
Hoy me han escrito, interesados por La imaginación conservadora un periodista madrileño y otro barcelonés, un profesor alicantino, una importante fundación alemana y un noble húngaro. Además Alain Minc me ha asegurado que pretende leer el libro en español.
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El café de Ocata
El 13 de febrero de 1837, lunes de Carnaval, se suicidó Larra en su habitación del número 3 de la calle de Santa Clara. La causa inmediata fue el "amor mal pagado" -como se decía entonces- de Dolores Armijo. Pero Larra llevaba en su alma un mar de fondo desde hacía tiempo. Poseía una inteligencia inexorable que no le permitía el recurso del cinismo ante las tramoyas del mundo y el peso creciente de la irrealidad y nunca quiso buscar refugio en la fe.
Su cadáver se expuso en la iglesia de Santiago. Llevaba levita, corbatín alto y pantalón negro. Dicen que su rostro irradiaba una inquietante serenidad. El cortejo fúnebre enfiló hacia el cementerio General del Norte siguiendo la calle Mayor, Puerta del Sol, Montera y Fuencarral. Por la mañana había llovido mucho y la tarde había quedado encapotada y gris, con un cielo tan bajo que parecía accesible, a pesar del viento helado que venía del Guadarrama.
Antes de introducir el ataúd en el nicho, Mariano Roca de Togores dijo unas palabras "en loor del desdichado suicida."
Cuando el albañil terminó de completar su trabajo, leyeron poemas muy sentidos Gertrudis Gómez de Avellaneda y Antonio García Gutierrez, a los que se unió, de forma inesperada, un joven desconocido, escuálido, de rostro enfermizo, melena abundante, figura desmedrada y levitón raído, que, avanzando con paso firme, se detuvo ante los asistentes y comenzó a leer unos papeles que llevaba en la mano:
"¡Ese vago clamor que rasga el vientoes el son funeral de una campana!Vano remedo del postrer lamentode un cadáver sombrío y macilentoque en sucio polvo dormirá mañana."
Fue tal el entusiasmo provocado por estos primeros versos, que García Gutiérrez le arrebató al joven nervioso los papeles y siguió leyéndolos él.
Así se presentó Zorrilla ante el mundo de las letras.
Sin embargo... -¡siempre ha de haber un sin embargo que reconozca a la trivialidad sus derechos de propiedad sobre el mundo!- Zorrilla, recordando más tarde aquel entierro, escribirá estos versos hermosos y lamentables: “Nací como una planta corrompidaal borde de la tumba de un malvadoy mi primer cantar fue a un suicida.¡Augurio fue, por Dios, bien desdichado!...”
En su libro Recuerdos del tiempo viejo, le retiró a Larra el calificativo de malvado, quizás intentando librarse él mismo del peso de este exabrupto..
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El café de Ocata
El superintendente de policía de Madrid prohibió a los menores de 25 años que no fueran policías llevar bigote, ya que había descubierto que se lo dejaban crecer para poner de manifiesto sus convicciones liberales.
Ventura de la Vega no obedeció y por eso fue interpelado en plena calle por Zorrilla, jefe de policía y padre del futuro poeta. - Váyase inmediatamente a una barbería y que le afeiten esos pelos -le ordenó.- Señor -replicó Ventura de la Vega-, considere usted que son mis únicos bienes raíces...- ¡A que acaba en la cárcel con todas sus posesiones...!
En ese momento un joven elegantemente vestido le gritó a Zorrilla:-¡Mentecato! ¿Quién le manda a usted meterse con mi amigo? A continuación se presentó como el Duque de Montalvo, bien conocido por su amistad con Fernando VII.
El policía se arrugó, fuese y no hubo nada.
Cuando se quedaron solos, el recién llegado reveló su verdadera identidad. Era Luis González Bravo, periodista de origen sevillano, que tenía un gran parecido con el duque de Montalvo y que con el tiempo llegó a ser diputado, ministro del interior y presidente del gobierno. Estro último, por dos veces.
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El café de Ocata
Querido Gregorio :
Muchas gracias por tus saludos. También yo tenía ganas de escribirte y felicitarte por mantener esa líneas de defensa de las Humanidades con tanta claridad como lo sigues haciendo, en libros y entrevistas. (Leí tus recientes líneas en el suplemento de “El País”, y me pareció todo muy bien expuesto. Te recuerdo yo también a veces. Me hubiera gustado invitarte a mi entrada en la Academia, y no lo hice pensando que Barcelona estaba lejos).
Un fuerte abrazo, de tu viejo amigo Carlos
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El café de Ocata
Me escribe mi amiga B:
Voilà ce qu’il s’est passé aujourd’hui à Paris. La haine antisémite absolue.Et encore, toutes les injures ne sont pas sous-titrées, elles sont d’une violence inouïe: Sale juif de merde, tu vas mourir, etc....C’est horrible, j’avoue que ça m’a fait un choc rude.
B.
Le contesto:
Vi ayer esas imágenes vergonzosas con un sentimiento de desolación, porque muestran una derrota de Europa. Al contemplar el rostro perplejo de "Franki", del que tengo tantos libros en casa, me he sentido por primera vez un poco judío.
G.
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El café de Ocata
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17:05
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El café de Ocata
¡Qué impresionante el finísimo retrato que traza Julián Marías de Jovellanos en Los españoles. ¿En qué demonios estaba yo pensando que aún no me había leído este magnífico libro? En cierta manera es un retrato del Marías íntimo, pues no duda en reflejarse a sí mismo en sus comentarios de los españoles que va recogiendo con cariñoso respeto a lo largo de sus páginas: Jovellanos, Isla, Moratín, Menéndez Pidal, Marañón, Unamuno... Y con lo que va recogiendo construye un test proyectivo de su propia personalidad.
A Jovellanos lo sitúa en la puerta de entrada de Los españoles, y para comprender por qué bastan las palabras con las que nos lo presenta: "era un hombre de esos para quienes la realidad cuenta; no le interesaba suplantarla, ni olvidarla, ni brincar desde ella a cualquier fasmagoría. Por eso no fue nunca ni un demagogo, ni un arbitrista, ni un ideólogo."
Cuando leí la biografía que Nocedal le dedica a Jovellanos, me quedé con su reivindicación del asturiano como figura pionera del conservadurismo hispano. Pero es en las páginas de Marías donde se encuentran los argumentos importantes para hacer posible esta reivindicación. Como muestra, un párrafo de la carta que le escribe Jovellanos a su amigo, el cónsul inglés Jardine, el 3 de junio de 1794: “Dirá usted que estos remedios son lentos. Así es: pero no hay otros; y si alguno, no estaré yo por él. Jamás concurriré a sacrificar la generación presente por mejorar las futuras. Usted aprueba el espíritu de rebelión; yo no: le desapruebo abiertamente y estoy muy lejos de creer que lleve consigo el sello del mérito. Apruebo a los que tienen valor para decir la verdad, a los que se sacrifica por ella; pero no a los que sacrifican a otros entes inocentes a sus opiniones, que por lo común no son más que sus deseos personales, buenos o malos.”
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El café de Ocata
"Ha habido un momento, a comienzos de nuestro siglo, en que el primer problema para un español no era otro que el de España". Así comienza el libro que acabo de abrir. Julián Marías escribió estas palabras el 13 de enero de 1962.
En principal responsable de mi devoción filosófica mariana es mi admirado Rafael Hidalgo, al que veré el 16 de mayo en Zaragoza.
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El café de Ocata
Ser conservador en el Siglo XXI, en AceprensaMe llama la atención (y me halaga) el hecho de que tanto Ignacio Sánchez Cámara como José María Carabante sean profesores de filosofía del derecho.
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El café de Ocata
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11:28
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El café de Ocata
Asegura J.L. Cebrián en la reseña que me arroja hoy en
Babelia que "los héroes del pensamiento conservador para Luri son Balmes, Feijóo, Donoso Cortés, Maeztu y Menéndez Pelayo, aunque también Unamuno a ratos; los líderes políticos a admirar, Canovas, Canalejas y Dato."
Bueno... Acepto la posibilidad de que Cebrián me entienda mejor de lo que me entiendo a mí mismo, pero estos son los nombres más citados en mi libro (entre paréntesis el numero de apariciones):
Platón (37), Sócrates (13), Tocqueville (14), Balmes (10) Burke (10), Cánovas (10), Ortega (10), Castelar (9), Fernando de los Ríos (9), Gumersindo de Azcárate (8), Donoso (8), Marx (8), Maura (8), Oakeshott (8), Rousseau (8), Saavedra Fajardo (8), Aristóteles (6), Azaña (6), Chesterton (6), Hayek (6), Isabel II (6), Maquiavelo (6), Menéndez Pelayo (6), Nietzsche (6), Sagasta (6), Vázquez de Mella (6).
Hoy también me encuentro con esta agradable noticia en el suplemento cultural de
La Vanguardia:
Y con estas palabras de Ignacio Sánchez Cámara en la reseña que me dedica en
ABC Cultural: "El hombre es heredero. Su obligación es la gratitud. Su deber, conservar la herencia recibida, mejorarla y transmitirla. Acaso sea esta la esencia de la actitud conservadora que Gregorio Luri expone maravillosamente en este espléndido libro que defiende 'in partibus infidelium', con razón y pasión, el conservadurismo como forma de vida y como ideología política".
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18:30
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El café de Ocata
No sé si es comercialmente inteligente hacer publicidad de dos libros justo cuando estoy en plena promoción de
La imaginación conservadora. ¿Pero por qué la inteligencia comercial ha de ser más relevante que, por ejemplo, la inteligencia de la amistad?
Escribí estos dos prólogos hace algunos meses y el viento que nos lleva los va depositando estos días en los escaparates de las librerías.
De los dos me siento satisfecho, tanto por el prólogo en sí mismo como, sobre todo, por la relevancia de los textos a los que abren la puerta.
Vamos haciendo camino...
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El café de Ocata
Siento una profunda y sincera admiración tanto por Cánovas como por Sagasta. Lo que pretendieron hacer con la Restauración me parece admirable y los fallos de la misma (el caciquismo, el principal) no fueron más escandalosos que los habituales en otros lugares. Conviene que nos repitamos a nosotros mismos, al menos un par de veces cada día, que el supuesto fundamental de una España problemática es una Europa aproblemática.
Cánovas ha sido, muy posiblemente, el político más culto que ha ocupado la Presidencia del Gobierno en España. En su residencia del número 2 de la calle Fuencarral, su biblioteca alcanzaba los 30.000 volúmenes. Allí, entre sus libros, le gustaba pasar las mañanas de los días festivos. Si bien su mal genio y su orgullo a veces mostraban lo peor de su carácter, su inteligencia era muy superior a sus defectos. Además, ¿podría haberse metido sin orgullo en el berenjenal en el que se metió? ¿Y sin mal genio, hubiera conseguido sujetar a los suyos?
Tengo la impresión de que la alternancia en el gobierno era para Cánovas algo muy distinto de lo que era para Sagasta. Para Cánovas significaba dejar ciertos problemas en manos de los liberales, porque afrontarlos tal como debían ser afrontados, significaría la ruina de la coalición que sustentaba el conservadurismo. Esto era especialmente manifiesto en lo relacionado con la posición del gobierno ante la Iglesia. Cánovas en absoluto veía con buenos ojos la intromisión del papado en los asuntos internos españoles, pero una parte sustancial de su partido, sí; así que dejaba el expediente en manos de Sagasta. Sagasta estaba en mejores condiciones que él para aplicar la letra del Concordato.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
En los exilios también hay clases. Posiblemente, en ningún otro lugar se ven más claras las diferencias de clase que en el exilio. Los que no tienen nada que llevarse a la boca, acaban buscando entre sus hermanos de hambre salidas efímeras a su lastimosa cotidianidad, mientras que quienes andan con el riñón cubierto, pueden permitirse el lujo de mantener intactas sus diferencias ideológicas a la hora de organizar sus relaciones sociales. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, entre los exiliados españoles en París de los primeros años de la Restauración. Allí el hambre acabó reconociendo como suyos, y sin distingos, a carlistas, republicanos, cantonales, liberales radicales y almas perdidas..., de forma que no era extraño verlos aliados en el común afán de llevarse algo a la boca.
Cuenta don Benito Pérez Galdós en el episodio nacional que le dedica a Cánovas, que entre estos hermanos de hambre no tardó en despertarse el pícaro surrealista que, por lo visto, todo pobre español lleva dentro. Dos ejemplos de muestra.
"Un tal Boneta, cantonal, me propuso un negocio que consideraba de resultados infalibles. Alquilamos una tienda en la rue Grenelle, y nos instalamos en ella sin muebles ni cosa alguna. Pero en la fachada pusimos este anuncio sugestivo: Misterios de la vida parisién, y en la puerta un rotulillo que decía en letras bien claras: Entrada, un franco." Los primeros días la curiosidad de algún incauto picó el anzuelo. Tras abonar el franco, entraban en el espacio vacío. "¿Pero qué es lo que enseñan aquí?", preguntaban. Boneta, con voz estruendosa contestaba: "¡Rien!".
"Un tal Catuelles, carlista, anunció en la prensa que estaba dispuesto a reconocer todos los hijos legítimos no reconocidos por sus padres. En el anuncio, redactado con frases muy patéticas declaraba que lo hacía por lástima de las pobres criaturas (...). En poco más de seis meses, reconoció ciento dieciocho hijos, y ganó doce mil duros".
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El café de Ocata
¿Alguien tiene información de
cómo ha evolucionado esto?
Una primera respuesta
AQUÍ.
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El café de Ocata
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16:14
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El café de Ocata
Del singular -y no singularmente acendrado- patriotismo hispano, da muestra el hecho de que en las Cortes se recuerde una sesión como "sesión patriótica". Uno, que es ingenuo, creía que sesiones patrióticas, en las Cortes, eran todas, pero no. Sólo hubo una que mereciese tal nombre. Tuvo lugar un día lluvioso: el 27 de noviembre de 1907, y se discutía sobre la necesidad de tomarse en serio la marina española o, en caso contrario, liquidarla. Maura, Moret, Canalejas y Azcárate no solamente se escucharon con atención unos a otros, sino que compitieron entre sí mostrando su patriotismo. "Conservadores, liberales, demócratas, republicanos fraternizaban en los elogios a sus caudillos y en su admiración por los discursos pronunciados", leemos en El Año Político de Fernando Soldevilla.