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"Comoquiera que ya estoy harto de guardar esos secretos en la alacena de mi memoria, diré que fue un diputado de Uniò quien me filtró los enjuagues de la corrupción convergente en torno a la Maisonde la Catalogne; a este diputado le puse como sobrenombre “Arroz amargo”. Y, al revés, fue un diputado de CDC quien hizo lo mismo sobre el lodazal que se traían entre manos los democristianos de Duran en el caso Pallerols. Vale la pena decir que, en el caso Pallerols, se le cayó el pelo a Uniò; en el otro caso, los convergentes se salieron de rositas. En suma, tuve conocimiento directo de lo que representa el llamado «fuego amigo» entre compadres de la misma coalición. Hasta tal punto me hice experto en estos asuntos que estoy pensando en poner una escuela particular de Filtrología para procurarme una ayudica pecuniaria que corrija mi modesta pensión de jubilado".
José Luis López Bulla
Ignác Fülöp Semmelweis. / PHOTO12 |
forges |
El Roto |
“Quiero una vida mejor”, dice la frase que sin dificultad reconocemos como expresión de la aspiración básica de los seres humanos. Y viviendo como vivimos en un mundo humano atormentado y fracturado, donde cientos de millones de personas padecen violencia, hambre, explotación, exclusión y pobreza, quién podría censurar tal aspiración. Pero, al mismo tiempo, esa sencilla oración encapsula la trampa mortal donde estamos encerrados: porque “quiero una vida buena” es una aspiración con límites, pero “una vida mejor” es potencialmente ilimitada. Después de una mejora siempre podemos desear la siguiente, hasta el infinito. Como señaló el viejo Epicuro, nada es suficiente para quien lo suficiente es poco.2
Yves Michaud |
El Roto |
forges |
La predisposición genética: que es débil en la mayoría de las enfermedades. Incluso en el propio cáncer, hay varias barreras de control a superar, antes de que se inicie la enfermedad.
Las agresiones del medio: infecciones, lesiones por accidentes… que además muchas veces podrían ser evitadas si se actúa adecuadamente
Dibujo científico de Santiago Ramón y Cajal. |
Desde que la filosofía, como asignatura, languidece en el sistema educativo que se implantará en los próximos cursos, florecen aquí y allá los discursos que defienden su vigencia, no por conocidos irrelevantes. Es una tarea que toca, más o menos, una vez cada seis u ocho años, con desigual resultado. A veces se consigue salvar los muebles y otras veces no, sin perder de vista que ahora la suerte va por barrios: habrá autonomías “filosóficas”, que intentarán conservar, aproximadamente, la presencia de la misma en bachillerato, y las habrá menos filosóficas (no vamos a utilizar el prefijo “anti”), en las que la presencia de la filosofía en la educación quedará manifiestamente reducida. En todo el despliegue de ideas brilla con luz propia, a mi entender, una expresión que los profes de filosofía solemos arrogarnos y que desde hace tiempo me despierta cierta curiosidad, cuando no inquietud: enseñar a pensar. ¿Qué es eso, o en qué consiste ese tipo de enseñanza?
Para empezar: no sé muy bien qué es “enseñar a pensar”. Si somos animales racionales, parece claro que esa racionalidad la ponemos en funcionamiento de un modo natural. O quizás no lo seamos tanto, y necesitamos un cierto “pilotaje” o “aseoramiento”. Y es aquí donde entra la grandilocuente propuesta: enseñar a pensar. La cuestión es si se puede enseñar a pensar sin pensamientos. Quiero decir: ¿Es enseñar a pensar compartir en el aula las críticas que atacan al corazón del sistema? ¿O será, por el contrario, presentar las razones, tanto filosóficas como históricas, que nos han llevado a vivir como vivimos? Se me hace difícil entender la fórmula mágica sin una cierta sospecha de “direccionismo”: enseñar a pensar, sí, pero pensar, ¿como quién? No existe el pensar, así en abstracto, sino el pensamiento de unos y de otros. Podemos enseñar a pensar como lo hace el jefe de la empresa, que tiene sus motivos y sus razones que seguramente no serán compartidas por sus trabajadores. Un último matiz: enseñar a pensar como lo hacen los profesores o los alumnos. Pensamientos tan situados, tan contextualizados, que no pueden convertirse, creo yo, en los modelos a “exportar”.
El pensamiento va y viene. Pensamos, quienes nos hemos dedicado toda la vida a ello, que estudiar lo que pensaron otros es una gran manera de enseñar a pensar. No tengo muy claro que así sea: aprender pensamientos no es lo mismo que aprender a pensar. El pensamiento, si lo es de verdad, tiene algo de genuino, de personal, y un ingrediente de contra: hay que pensar contra el gobierno, contra la oposición, contra el sindicato, contra el partido, contra quien vende y contra quien compra, contra las iglesias, contra los salvapatrias, contra los que lo saben todo, contra los alumnos, contra los profesores, contra las familias. Contra, contra, contra. Y si la educación socializa, en cierto sentido uniforma: nos igual a todos, tanto por las oportunidades que da como por las ideas que ofrece. Siendo esto así, no interesa demasiado eso de “enseñar a pensar”. Una conclusión contra la que pensar: cuidado con quien te dice “voy a enseñarte a pensar”. No te está contando la última parte de la frase: “como yo”.
Eduardo Estrada |
Sheldon Cooper usando todo el poder de su mente |
-Venga, no tengo todo el día. ¿Lo coges o lo dejas?
Media hora antes Víctor el mafias había llamado a la puerta del que fuera su amigo de la infancia, Eugenio Bueno. De niños habían jugado juntos durante años, no sin disgusto para sus padres. Víctor procedía de una familia adinerada, pero que siempre andaba metida en asuntos turbios. Algunos de sus familiares habían pasado temporadas en prisión. Eugenio compartió aula con él, pero no calificaciones. Le gustaba estudiar y había logrado un buen puesto como trabajador social del barrio. En su tiempo libre, participaba en una ONG creada por él mismo, y que pretendía ayudar a las familias más pobres de la zona. Pese a emprender caminos separados, Víctor y Eugenio fueron amigos hasta los 15 años, cuando el mafias abandonó la secundaria para hacer un taller ocupacional. De cerrajería, curiosamente. El caso es que llevaban años sin verse hasta que hoy un trajeado Víctor había llamado a la puerta de Eugenio, para ofrecerle una bolsa de basura con 6000 para su ONG. Eugenio no tenía nada claro que pudiera aceptar ese dinero, pues se podía hacer una idea de su procedencia.
-Ya te he dicho que no puedo cogerlo. No sé de dónde has sacado el dinero pero sí me puedo imaginar que esos billetes no están limpios.
-¿Qué te importa a ti cómo he conseguido el dinero? La cuestión es que quiero ayudar a la gente. Fuimos amigos durante muchos años, crecimos juntos y creo que dártelo a ti es más efectivo que a cualquier ONG internacional. Lo que yo quiero, Eugenio, es ayudar a mi gente, a los del barrio.
-Venga hombre, no me quieras vender la moto. Algunos de los más pobres están así por culpa de los tejemanejes de vuestra familia. Si quisierais ayudar al barrio cambiaríais de vida, os dedicaríais a otras cosas.
-Mira Eugenio, uno no elige nacer donde nace. ¿Qué querías que hiciera? ¿Que me pusiera a estudiar cuando veía cómo mis familiares metían en casa todos los días una pasta que ningún trabajador lograría en una semana? No sabes nada de lo que he hecho en este tiempo, y si yo fuera mala persona nunca hubiéramos sido amigos. No hay tanta diferencia entre tú y yo. Tú has optado por tu camino, yo por el mío. Pero ahora que estoy en condiciones de hacerlo, quiero ayudar. Si le preguntaras a la gente que no tiene para comer, no creo que te dijeran que les importe mucho la procedencia del dinero.
-Te propongo un trato: cojo el dinero, pero a cambio me prometes que vas a dejar la vida que llevas, y que de verdad los mafias vais a trabajar por el barrio. Nada de contrabando, nada de trapicheos, nada de negocios raros.
-Sabes que no puedo aceptar ese trato. No tengo otra forma de ganarme la vida. Y ahora tengo que irme, así que decídete, ¿Te quedas con los 6000 euros o prefieres que los destine a otras causas?
¿Qué debe hacer Eugenio? ¿Aceptar ese dinero de dudosa procedencia y ayudar a los más pobres del barrio o rechazar la ayuda y continuar con su labor en la ONG?
by Anna Parini |
Un boig ha comentat que la lluna avui no ha sortit i mirant per la seva finestra estreta del cel obert de casa pensa en com matar d'una vegada aquesta estulticia que l'aboca a morir eternament en els instants d'avorriment i solitud que l'apreten i ofeguen ..Avui un boig ha matat una paperera d'un cop de puny al ben mig del seu ventre de metall .