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Esta frase podría haberla dicho perfectamente Richard Sennet (de hecho en una idea reincidente en El declive del hombre público) y entonces sería una frase socialdemócrata. Podría haberla dicho Gandhi (que parece que la dijo) y entonces sería una frase para adornar las carpetas escolares de nuestras adolescentes e inundar Facebook. O podría haberla dicho Margaret Thatcher, y entonces sería una muestra de su pensamiento conservador. A mi me recuerda la Ética a Nicómaco de Aristóteles."—¿Que cómo me siento? Ahora todo es sentimiento: nosotros sentimos, el grupo siente... ¿Por qué no me pregunta cómo pienso? El pensamiento, las ideas, eso es lo importante. Vigila tus pensamientos, porque se convertirán en palabras. Vigila tus palabras, porque se convertirán en actos. Vigila tus actos, porque se convertirán en hábitos. Vigila tus hábitos porque se convertirán en tu carácter. Vigila tu carácter, porque se convertirá en tu destino. Y yo, doctor, pienso que estoy bien"
Estamos muy acostumbrados a definirnos como una sociedad científica. Tendemos, consciente o inconscientemente, a identificar ciencia con verdad y aspiramos a encontrar en la ciencia una guía o una orientación para todo lo que hacemos. El “estudio científico” lo ha invadido todo. Queremos que la decisión sobre la prohibición de los toros tenga en cuenta la aportación de la ciencia, y también le otorgamos un peso nada despreciable incluso en decisiones morales. Hacemos ciencia absolutamente de todo: la educación no lo es menos que la sociedad o la cultura. Ahora que el debate sobre el matrimonio homosexual están planteándose en Francia, se buscan investigaciones que establezcan cuáles pueden ser las consecuencias psicológicas en el caso de la adopción. Hoy se nos enseña que nuestros sentimientos se explican gracias a la ciencia, que se ha trastocado casi en religión al adueñarse de algo tan característicamente humano como la esperanza. Quizás aquella vieja pregunta kantiana (¿Qué me cabe esperar?) sería hoy propia de la ciencia y no de la religión. Las expectativas razonables de nuestra vida vienen marcadas por disciplinas como la medicina o la propia tecnología: Hawkings nos dice, por ejemplo, que no es razonable esperar una vida después de la muerte, pero sí lo es una vida humana que continúe en planetas bien distintos a este que estamos destrozando.
En las antípodas de todo lo expuesto, asombra ver la gran desconfianza que se destila hacia la propia ciencia en la sociedad actual. Quizás porque estemos más cerca de ser una sociedad escéptica o descreída que científica. He aquí lo curioso del caso: de una forma más marcada, la ciencia despierta inquietud, cuando no repulsión. Su asociación con intereses y valores ajenos a los del progreso del conocimiento o de las formas de vivir de la humanidad es la responsable de este tipo de contrastes. Comencemos con un ejemplo sencillo: las energías renovables. La confrontación de posturas que las rodean no está solo en la gente de a pie: los propios expertos no son capaces de ponerse de acuerdo. Abundan las referencias a informes que respaldan su viabilidad y rentabilidad ecológica y económica, informes que son tan científicos como los que afirman lo contrario. Para terminar de enturbiar el asunto, las subvenciones que han recibido este tipo de energías por parte del poder político despiertan aplausos y reproches, que terminan dejando espacio para diversas teorías conspirativas. Argumentarios que se despliegan una y otra vez, y que nos valdrían de igual modo para otros muchos ámbitos científicos: desde los genéricos a la homeopatía, pasando por el reciclaje o problemas ecológicos de calado.
A estas alturas, quien haya llegado hasta aquí estará pensando que estas confrontaciones y confusiones se deben más a la recepción social de la ciencia que al propio hacer científico. Craso error: pretender separar la ciencia de la sociedad que la crea no es más que una idealización. El científico que obtendrá el premio Nobel en su área a finales de este año, tiene que pasar necesariamente por ciertos trámites: sociales, económicos, políticos. Y sin estos pasos previos, no hay investigación que valga. No existe la ciencia, así, en el vacío, sino que esta ocupa un lugar más en la historia, rodeada de un cúmulo de circunstancias que afectan de una forma innegable a su desarrollo. Por eso, afirmaciones como la que presentaba al incio deben ser siempre matizadas y explicadas: es rotundamente falso que vivamos en una sociedad científica, si por esto entendemos una sociedad en la que la ciencia, al margen de cualquier otra influencia, nos proporciona una verdad pura, incuestionable y duradera. Vivimos en una sociedad en la que hemos logrado un conocimiento que aplicado a ciertas áreas de la realidad sirve a otros intereses, como los políticos o los económicos, para legitimarse o para fundamentar una determinada postura. La vieja aspiración positivista, de alcanzar una sociedad que sustituya los mitos y la metafísica por el pensamiento científico, está lejos de alcanzarse: hoy en día la ciencia es una herramienta más al servicio de mitos, metafísicas y metarrelatos. Y lo que puede ser aún peor: en ocasiones termina convertida en un mito, una metafísica y un metarrelato. Por eso sigue teniendo sentido que desde otras áreas, como puede ser la misma filosofía, se siga planteando con sentido crítico la pregunta por la verdad. De otra manera, ni siquiera podríamos reflexionar sobre cómo se usa la ciencia para intereses ajenos a la misma.
Horizonte Después (llegeix’s HoDé! que en andalús vol dir ‘fotre’), és el nom del pla diguem-ne ’secret’ antiindependista dels serveis d’informació espanyols que s’està aplicant ja mateix a Barcelona. O al menys que s’ha aplicat fins fa un parell de mesos. N’acaba de revelar alguna cosa la revista Interviu. Però tan important o més és el marcatge anticatalà que s’està fent a les institucions europees, amb un pla que, segons em diuen porta ja més de quinze milions d’euros invertits en un any i mig, en compra de periodistes i d’alts funcionaris (especialment britànics) a Brussel·les. Promeses de finançament de campanyes a alguns polítics (confirmats algun danès i un norueg) a canvi de ni tan sols rebre enviats catalans (i de trucar a l’oficina espanyola de comerç donant noms i detalls de les gestions), viatges pagats, etc. estan a l’ordre del dia. De fet és el primer que t’expliquen quan poses els peus a la Rue Lebeau. Hi ha un comisari europeu que ni tan sols ha pogut venir a veure el Barça perquè quan va comunicar l’agenda al govern espanyol li van vetar directament. Però, tot s’ha de dir, els catalans n’aprenen. Cada vegada més. Felicitats, nanos.
Gaudir de la vida vol dir treure un benefici i un profit. Si traslladem el concepte a la nostra vida, no sempre en gaudim. La família, els amics, el treball i la cultura són parts de la vida molt importants i que de vegades menyspreem. Les raons poden ser diverses en funció de les persones i les circumstàncies. Tal vegada, si ens aturessin una estona a reflexionar al voltant d’aquest concepte, els nervis i l’ estrès es reduirien en la nostra vida. Això, necessitem una reflexió basada en un antiga dita oriental: “La gent s’arregla tots els dies el cabell. Per què no el cor?”.
Un dels principals problemes que ens pot amargar la vida és la relació amb els altres. Quantes vegades ens hem emprenyat amb un amic per algun comentari absurd. És que, en alguns moments, les persones ens equivoquen. Ningú és perfecte. La perfecció en l’ésser humà no existeix i tot té una importància relativa. Tampoc podem oblidar la feina, font de conflictes: retards, deixadesa, escapolir-se de les tasques… En aquest aspecte és important trobar petits moments que ens gratifiquin com una conversa agradable amb un company. I, per últim, la parella. Acceptar l’altre pot ser el primer pas on la confiança esdevé fonamental.
Entendre i acceptar la imperfecció humana ens ajudarà a triar entre gaudir de la vida o arreglar-nos el cabell.
Tots nosaltres tenim consciència de que actualment hi ha una multitud de religions o més ben dit, branques de religions,com per exemple el cristianisme té bastants més branques que l’Islam i el judaisme, però això no és el que més ens interessa ara mateix sinó que hem de poder conviure tots junts en aquest món i tant el budista com el ateu o com el musulmà han de poder viure tranquil•lament sense possibilitats de entrar en guerres polítiques, religioses ni de cap altre tipus, però ara cada un de nosaltres ens preguntarem: però si la religió imposa unes normes, hem de complir-les no? I la resposta no és pas fàcil ni molt menys, perquè avui en dia tots i cada un de nosaltres estem sota un sistema polític o ‘’religiós’’, i això fa que pensem en el que hem de fer com a membres de la nostra societat, i aquí és quan comença el problema ja que hem de imposar les nostres ‘’lleis’’ sobre la de tots, i si no es compleixen haurà conflictes greus. De tots els obstacles que he anomenat, no crec que es solucionin molts, ja que els presidents actuals tenen tot sota control i com tots sabeu, les coses no es fan a ‘cara o creu’, és a dir, abans de votar a un partit o estar d’acord amb un sistema democràtic, hem de reflexionar sobre certes coses que no les tenim força clares i això és el fa que no avancem políticament i per tant mai obtindrem presidents que imposin unes normes fixes de igualtat de drets entre les persones, ja siguin cristians,jueus, musulmans o profundament ateus.
Gracita Morales |
Jean-Luc Nancy |
Para que las cosas sean mejores suele haber una teoría de lo ideal, y una práctica que intenta acercarse a esa referencia.
Hoy, como siempre, contamos con muchas y buenas teorías, pero la práctica queda muy lejos, especialmente cuando ni se conocen las teorías. El nombre de Kant puede sonarnos a muchos, todos podríamos hablar un poco de su vida y de los rasgos y anécdotas que la historia le ha adjudicado, pero al igual que en el arte, vamos a abandonar su figura y vamos a centrarnos en algunas de sus obras, en este caso algunos conceptos muy importantes que parece que han pasado desapercibidos o incluso han sido mayoritariamente olvidados, y que sin duda van orientados a arrojar algo de luz en un mundo que sigue siendo tan oscuro o más que hace 200 años atrás.
Hablemos de lo divinoA través de su obra “Crítica de la razón pura“, Kant hace un análisis introspectivo de la razón humana, especialmente de la forma en que tratamos de comprender conceptos que quedan muy lejos de cualquier explicación racional y demostrable, como puede ser el concepto de dios o del alma inmortal.
Kant, muy sabiamente, se da cuenta de que el entendimiento humano tiene de alguna manera ciertos límites, y hay que saber darse cuenta de ello, ya que generalmente cuando se dialoga sobre conceptos metafísicos de esta clase la conversación puede terminar en una constante especulación e invención de teorías que ni fú ni fá.
Suele suceder que cuando alguien creyente dialoga con alguien no-creyente acabe enrocándose en el argumento de “al igual que tú no puedes demostrar que dios no existe, yo no puedo demostrar que dios exista, así que por si acaso prefiero pensar que sí existe y ganarme el paraíso, por si lo hay. Por no hablar de los milagros…“. Esto es una conversación de besugos, y es un argumento igualmente válido para creen en cualquier figura fantasiosa, pero sin embargo hay quien lo toma como un argumento sólido para crear uno de los pilares de su vida, como pude ser la creencia en dios o en un alma inmortal.
El pensamiento de Kant da un vuelco a la forma de entender el mundo hasta el momento, y precisamente dicha forma de pensar parece no tener el calado que debería haber tenido ya no en el pensamiento occidental, sino también en la propia cultura.
Nuestra razón procesa la información que a ella llega mediante nuestra experiencia del mundo, mediante nuestros sentidos y las cosas que nos pasan. Dicha experiencia del mundo nos hace pensar y sacar conclusiones apoyadas en sucesos y objetos reales. Kant no sólo avala este razonamiento lógico, que no es nuevo, sino que promueve que sean nuestras experiencias del mundo de las que saquemos conclusiones generales, y no que interpretemos nuestra experiencia del mundo según ideas generales de las que no tenemos ninguna explicación.
Hay que imaginarse como cayó esta idea en su época, la gente debía basar sus creencias en su experiencia del mundo, y no interpretar sus experiencias del mundo según sus creencias… todo tratado de moralidad divina, volúmenes y volúmenes sobre la inmortalidad del alma totalmente desestimados.
No solo no puede haber razonamiento sin experiencia, si no que no debería haber experiencia sin razonamiento.
Hay dos términos importantes para Kant en todo esto, “trascendental“, que es todo aquello que está fuera del conocimiento seguro y pertenece al mundo de las cosas, y “trascendente“, que es lo que está al alcance de las herramientas del conocimiento que tiene el hombre.
Kant no nos invita a tomar su pensamiento de forma radical, la vida no solo se basa en lo trascendente, las ideas intangibles, trascendentales, también deben existir como referencia, como objeto regulador de la moral y de las ideas, pero no como una guía de vida.
¿Puede Kant salvar el mundo?Seguramente sí. Hoy en día tenemos perfectamente calada a la gente que se está cargando el medio ambiente, al que tiene tanto dinero que se ríe de la justicia, a los políticos egoístas e ignorantes… los imaginamos en traje y corbata, un poco gordos, y riéndose de la humanidad mientras fuman un puro.
Si pudiéramos hacerlos desaparecer chasqueando los dedos no tengo la menor duda de que al poco tiempo habría unos señores iguales haciendo lo mismo, de hecho podemos ver como se van unos y vienen otros constantemente.
Y no sólo podemos hacer esto con los señores de corbata, si con un chasquido elimináramos a toda persona que ha cometido y comete asesinatos, al poco tiempo volveríamos a tener asesinos en las cárceles. Con todo esto quiero decir que el problema de lo que va “mal” en el mundo no lo tiene tanto la gente “mala” como la “maldad”.
Sabemos que la maldad es fácil, que el poder corrompe, que la carne es débil… pero ¿Qué pasaría si tuviéramos una moral tan fuerte que pudiéramos evitar sin problema todo acto de maldad? ¿Y que pasaría si todo el mundo tuviera esa fortaleza moral?
Kant desea crear un mundo moral bajo su máxima “Obra sólo según un máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal” ¿Por qué querríamos actuar de la manera que nos gustaría que actuara todo el mundo? Además de por esperar el bien ajeno, por tener la confianza en que algún día obrarán así con nosotros.
Este mensaje no es nuevo, y lo encontramos en la totalidad de religiones y pensamientos morales del mundo, sin embargo, parece que no cala.
Este repaso fugaz por algunas de las ideas de Kant quedan muy lejos de la majestuosidad, e incluso inteligibilidad, de su obra, y con el mismo solamente pretendo lanzar una invitación a profundizar en su pensamiento.
Personalmente las ideas de Kant, no solo estás sino la gran mayoría de lo que llega hasta nuestros días, me parecen bárbaras, geniales. Entiendo (yo quiero entender) su pensamiento como una ruptura del hombre con la religión, y una liberación a interpretar el mundo tal y como es, y no solo eso, sino que Kant nos da soluciones e ideas para traer a esta vida, que es la que tenemos segura, ese mundo ideal que mucha gente espera encontrar (inexplicablemente) en una nueva vida tras su muerte…
¿Por qué esperar? ¿ Por qué no tomar el mundo tal y como lo vemos? ¿Por qué no hacernos cargo de esta vida de la mejor manera posible que nos permita nuestra humanidad y nuestro pensamiento?
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Ara caldria veure’n els finals i els fins.