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El café de Ocata
Francis Galton publicó en Nature el 7 de marzo de 1907 un artículo titulado “Vox Populi” (expresión que se acerca mucho a la definición ciceroniana de la res publica como res populi), que comenzaba con estas palabras: "En estos días democráticos, cualquier investigación sobre la fiabilidad y las peculiaridades de los juicios populares es de interés". En los nuestros, también. A continuación Galton presentaba los resultados de un experimento electoral que tuvo lugar en Plymouth, Inglaterra, en el transcurso de la feria anual de ganado conocida como West of England Fat Stock and Poultry Exhibition. Se invitaba a los visitantes a acertar el peso de un buey, prometiendo un premio para el que más se aproximase a la realidad. Hubo 800 participantes, cuyas estimaciones fueron examinadas posteriormente por Galton. “El competidor medio”, escribió, "está probablemente tan bien capacitado para realizar una estimación ajustada del peso del buey, como lo está un votante promedio para juzgar los méritos de la mayor parte de las cuestiones políticas que vota, y las diferencias entre los votantes para juzgar con justicia será probablemente la misma en ambos casos”.
Descubrió que los participantes en el concurso tenían un ajustadísimo ojo clínico. La estimación media fue de 547 kilos, cuando el peso real del buey era de 543 kilos. O sea que el error no llegaba al 1%. La conclusión de Galton, confirmada por otras investigaciones posteriores, fue que cuando un grupo de personas hacen estimaciones individuales sobre una cantidad, la respuesta media tiende a ser bastante precisa. “Este resultado, en mi opinión, concede más crédito a la fiabilidad de un juicio democrático de lo que podría haberse esperado.”
¡Lástima que en las elecciones democráticas los partidos políticos no nos pidan que calculemos el peso de un buey! Pero leyendo el artículo despacio descubrimos que Galton hace algunas observaciones que modulan un tanto su optimismo final. El juicio de los participantes no estaba influenciado ni por pasiones ni por la oratoria partidista; la mayoría eran granjeros experimentados en estos cálculos y, por último, señala que 30 estimaciones fueron descartadas por ser consideradas erróneas o ilegibles.
Efectivamente, cualquier valoración sobre la fiabilidad y las peculiaridades de los juicios populares es de interés.
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El café de Ocata
O de por qué todo arte aspira a convertirse en música:
The Top Ten Greatest Violin Concertos
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El café de Ocata
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El café de Ocata
"... y como arqueros que tienen un blanco..."Aristóteles,
Ética a Nicómaco 1094 a
El cazador de fresas,
Breviario de Rouen, c.1490
Feliz 2015
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El café de Ocata
"Todo el mundo ha encontrado en los antiguos cualquier cosa que necesitara o deseara; especialmente a sí mismo"
Friedrich Schlegel.
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El café de Ocata
No me cuesta nada reconocer, incluso públicamente, las deudas de gratitud que tengo contraídas con algunas personas... ahora que pagarlas... eso ya es harina de otro costal.
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El café de Ocata
Misal de Salzburgo, Regensburg ca. 1478-1489
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El café de Ocata
Biblia de Pamplona, 1197
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El café de Ocata
"La mayor parte de los hombres -escribe Montesquieu en Éloge de la sincerité- confunden el canto de las sirenas con el de las musas." Él lo dice con una intención crítica. Me parece que podía haberse ahorrado la indignación moral, porque el hecho más bien merece nuestra piedad. Es eso, exactamente, lo que nos pasa... incluso cuando intentamos escucharnos a nosotros mismos.
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El café de Ocata
... siempre llega con retraso.
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El café de Ocata
IEl arte es nuestra protesta entusiasta, nuestro osado intento de enseñarle a la Naturaleza cuál es su sitio.
IISi la Naturaleza hubiera sido confortable, la humanidad no hubiera inventado nunca la arquitectura.
IIILa indignación moral que Monsieur Zola provoca en nuestra época no nos inspira ninguna simpatía: es simplemente la indignación de Tartufo al verse desenmascarado.
IVSi no podemos disfrutar leyendo un libro una y otra vez, hubiera valido más no haberlo leído nunca.
VGoethe dice en algún lugar que: "Es trabajando dentro de unos límites como el maestro se revela a sí mismo", y la limitación, condición inherente a cualquier tipo de arte, es el estilo.
VILa Naturaleza, a los ojos del Arte, es caótica e irregular.
VIILa vida imita al arte mucho más que lo que el arte imita a la vida.
VIIIUn gran artista inventa un modelo y la Vida intenta copiarlo, intenta reproducirlo en un formato popular, como un editor emprendedor.
IX... el instinto de imitación de la vida.
XEl nihilista, este curioso mártir carente de fe que va a la hoguera sin entusiasmo y que muere por un principio en el que no cree, es un producto puramente literario. Lo inventó Turgueniev y Dostoievski lo completó.
XIRobespierre salió de la páginas de Rousseau.
XIINingún gran artista ha visto las cosas tal como son en realidad.
XIIIUn hombre puede creer lo que es imposible, pero nunca creerá lo que es improbable.
XIVEn la hora del crepúsculo, la Naturaleza se convierte en un efecto maravilloso, sugerente y lleno de belleza, aunque su utilidad principal sea ilustrar citas de poetas.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Seguramente Lenin se retorció en su mausoleo cuando se enteró de que Stalin había restaurado, en 1938 lo que los bolcheviques había suprimido con gran jaleo propagandístico en 1918, la navidad. Pero así son las cosas.
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El café de Ocata
España es un país en el que la gente cree que sólo sabe lo que el poder le permite saber. Pero si esto es verdad, entonces el poder es un poco tonto, puesto que permite que la gente conozca las intenciones del poder. Pero este conocimiento no se debería a la falta de inteligencia del poder, sino a la sobrada inteligencia de la gente. Luego, la gente es más inteligente que el poder. Volvamos a leer desde el principio...
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El café de Ocata
... modificando solamente la manera de oír?
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El café de Ocata
"En España el nihilismo manso ha adquirido un empuje avasallador"
Santiago Valentí Camp, Ideólogos, teorizantes y videntes, 1922
¡Qué frase, don Santiago! Aunque sólo fuera por ella, ya estarían justificados los ratos que le voy dedicando a usted cada noche. Difícilmente se puede enhebrar mejor un oxímoron tras otro. Nihilismo - manso; nihilismo manso - empuje avasallador; España - el empuje avasallador del nihilismo manso.
Encuentro la frase al comiendo de un capítulo dedicado a Torras i Bages, pero al topar con ella, decido no seguir con la lectura. La cuelgo en este café y me voy a la cama, dándole vueltas en la boca para ir arrancándole el sabor.
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El café de Ocata
Para todos, incluso para el troll que se dedica a incordiarme de vez en cuando.
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El café de Ocata
El hecho de que haya tanta gente que va de cristiano viejo examinando de pureza de sangre ideológica a Pablo Iglesias, creo que le está haciendo un favor inmenso a Podemos, porque le exigen unos mínimos morales que no sé si otros partidos estarían en condiciones de superar. Desde la lejanía ideológica, el espectáculo es sumamente interesante.
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El café de Ocata
"Hi havia una vegada un cranc de mar que, indignat per ser catalogat com un crustaci, clamava contra la ciència: “Sóc jo, us ho dic, jo i només jo!”
La resta de l'article a l'ARA
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El café de Ocata
Tras la comida me he refugiado un rato en las páginas de Santiago Valentí Camp, con la alegría de saber que me estaba esperando en ellas ni más ni menos que Ángel Ganivet.
Me ha gustado esta anécdota de los años de escuela del granadino. Un día el profesor de retórica les escribió en la pizarra diez palabras que serían las terminaciones de una décima que debían componer los alumnos. ¡Toma deberes! Todos obedecieron disciplinadamente al profesor. Todos... excepto el joven Ganivet, que alegó que "para decir tonterías en verso era mejor escribir en prosa o no escribir ni en prosa ni en verso, que es lo que él hizo".
No conocía tampoco que dos días antes de su suicidio, el 27 de noviembre de 1898, dejó en el domicilio de un amigo un escrito en el que entre otras cosas confesaba; "No recuerdo haber hecho mal a nadie, ni siquiera en pensamiento; si hubiera hecho algún mal, pido perdón".
Creo que Valentí Camp acierta cuando sostiene que Ganivet fue un error del espacio y del tiempo. Estaba destinado a nacer en otro lugar en otro tiempo. "Nació demasiado pronto para vivir con intensidad y expansión sus ideas reformadoras, basadas en la tolerancia, la ética sin obligación ni sanción y un humanismo integral, o demasiado tarde para vivir con la nobleza y la hidalguía propias de los tiempos caballerescos". Pero me pregunto si en nuestra historia no hay demasiados personajes así... ¿Será España una singularidad espacio-temporal? Deberíamos consultar nuestro destino con Hawking.
Cuando más leo a Valentí Camp más me doy cuenta de la voracidad de nuestro olvido.
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El café de Ocata
En 1867 Joaquín Costa visitó, gracias a una beca de la Diputación de Huesca, la Exposición Universal de París. Los conocimientos que adquirió en la capital francesa se plasmaron en su primer trabajo publicado, Ideas apuntadas en la Esposición de París de 1867, que pretende ser un informe objetivo de lo que ha visto. Pero desde un punto de vista personal, subjetivo y apasionado, lo que a Costa lo dejó de verdad boquiabierto en aquel magno acontecimiento, fue el invento del "biciclo". Tanto es así que envió a sus amigos una carta detallada de semejante hallazgo tecnológico acompañándola de un dibujo sobre sus intríngulis mecánicos que, según algunos, realizó en un papel de fumar. Los amigos no se quedaron menos impresionados que Costa al recibir semejantes novedades, que fueron ampliamente comentadas en el Casino de Huesca, de manera que el empresario Mariano Catalán, que tenía una herrería, decidió jugársela y fabricar aquel artilugio, haciéndolo casi completamente de madera. Lo consiguió y esta fue la primera bicicleta que circuló en España.
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El café de Ocata
... entonces serían amigos de
Javier Sánchez Menéndez, el inmenso poeta sevillano, editor de
Ediciones de la Isla de Siltolá, que se vino desde Sevilla a Madrid para escuchar mi conferencia sobre Sócrates en Caixaforum (hay otros que se dicen amigos míos pero no dan para tanto) y que además me invitó a cenar al Casino de Madrid (bueno... salvo a
José Manuel Lacasa que ayer estuvo en la conferencia y hoy hemos desayunado juntos).
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13:24
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El café de Ocata
A veces mis errores son más inteligentes que yo. Es cierto que cada error me enseña algo de ti mismo, pero algunos me llevan intelectualmente mucho más allá de lo que mi razón hubiera sido capaz de ir por sí misma.
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El café de Ocata
Alumnos del Ardingly College, West Sussex, yendo a casa en vacaciones de navidad. 1926.
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El café de Ocata
José Manual Lacasa es el que más sabe de datos educativos. El que más. A su lado, el segundo que más sabe es sólo un monaguillo.
Yo no sé si llego a aprendiz de monaguillo, pero sí sé que Lacasa es mi amigo.
Nivel socioeconómico, nivel de rendimiento y el sistema educativo como tratamiento
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El café de Ocata
"Queriéndolo o sin querer, todos somos más o menos escépticos, por supuesto en el buen sentido de la palabra".
El gran Menéndez Pelayo, al que hasta ahora me había permitido el pecado intelectual de ignorar. Estoy purgándolo intensamente.
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El café de Ocata
Cuando los dioses están enojados con un pueblo, le envían un Sócrates. Cuando lo aman, le envían un príncipe.
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El café de Ocata
Esto es lo que hay:
"I was attacked by a swarm of Stepford students this week. On Tuesday, I was supposed to take part in a debate about abortion at Christ Church, Oxford. I was invited by the Oxford Students for Life to put the pro-choice argument against the journalist Timothy Stanley, who is pro-life. But apparently it is forbidden for men to talk about abortion. A mob of furious feministic Oxford students, all robotically uttering the same stuff about feeling offended, set up a Facebook page littered with expletives and demands for the debate to be called off. They said it was outrageous that two human beings ‘who do not have uteruses’ should get to hold forth on abortion — identity politics at its most basely biological — and claimed the debate would threaten the ‘mental safety’ of Oxford students. Three hundred promised to turn up to the debate with ‘instruments’ — heaven knows what — that would allow them to disrupt proceedings."
... pero es que hay más:
The Spectator
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23:50
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El café de Ocata
Siguiendo a ratos, pero con gran interés, a Santiago Valentí Camps, he llegado hasta Clarín y aquí me detengo para recoger tres notas antes de continuar con la lectura de Ideólogos, teorizantes y videntes. A Clarín le sigue Renouvier:
I"A pesar de ser Clarín un hombre superior, un entendimiento afanoso y cultivadísimo, no consiguió sustraerse por completo a la influencia que los krausistas ejercieron en su espíritu, y debido a esto, quizá, cuando teorizaba resultaba un tanto oscuro y alambicado. El tecnicismo krausiano perjudicó a Alas muy sensiblemente, impidiéndole, al igual que a Salmerón, a don Francisco Giner y a González Serrano expresar con claridad su pensamiento y convirtiéndose en corifeo de un sistema un tanto rígido y cerrado."
II"En estas materias [las del Derecho] fue Alas discípulo de don Francisco Giner de los Ríos a quien admiraba con la misma sinceridad que a Castelar y Menéndez Pelayo. Puede asegurarse que estas tres personalidades, junto con Galdós, fueron sus únicos ídolos en España".
III"Fue un hombre realmente extraordinario a quien se le puede perdonar el mariposeo intelectual de casi toda su vida y sus intentos de restauración neo-cristiana, en gracia a sus constantes esfuerzos para infiltrar en España el espíritu de tolerancia y el amor al saber, promoviendo una intensa agitación en el orden intelectual"
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El café de Ocata
Leo en una sucinta biografía de Julián Sanz del Río (Santiago Valentí Camps, Ideólogos, teorizantes y videntes, Editorial Minerva, 1922): "El 12 de octubre de 1869, a la edad de 55 años, moría el egregio maestro en Madrid, minada su vida por un intenso trabajo intelectual y por la inclemencia del medio moral, que tantos sinsabores le había ocasionado."
Entre esos sin sabores el autor de la biografía incluye las críticas de Menéndez Pelayo al krausismo, por considerarlo una corriente anecdótica de la cultura europea de la época. A mi parecer, don Marcelino tenía razón. El krausismo español no es, evidentemente, una corriente anecdótica de nuestra cultura, pero la fijación obsesiva de los krausistas hispanos en el postkantismo de Karl Christian Friedrich Krause, me parece que les dificultó la visión clara de lo que estaba pasando filosóficamente en Alemania. Krause no se merecía ni tanto reclinatorio ni tanta fobia como despertó, especialmente entre la prensa carlista de la época.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Jean-Marie Guyau Tuillerie (28 de octubre de 1854 - 31 de marzo de 1888), lanza en
L’irrèligion de l’Avenir (1887) una pregunta que yo hasta ahora se la había atribuía a Fukuyama: "¿Por qué valor estamos dispuestos a dar la vida?" En
El fin de la historia, Fukuyama considera que en el silencio que acompaña hoy a esta pregunta se encuentra la prueba que confirma su tesis.
Guyau plantea la cuestión de esta manera: “On peut se juger soi-même et juger son idéal en se posant cette question : pour quelle idée, pour quelle personne serais-je prêt à risquer ma vie ? — Celui qui ne peut pas répondre à une telle interrogation a le coeur vulgaire et vide ; il est incapable de rien sentir et de rien faire de grand dans la vie, puisqu’il est incapable de dépasser son individualité ; il est impuissant et stérile, traînant son moi égoïste comme la tortue sa carapace. Au contraire, celui qui a présente à l’esprit la pensée de la mort en vue de son idéal, cherche à maintenir cet idéal à la hauteur de ce sacrifice possible ; il puise dans ce risque suprême une tension constante, une infatigable énergie de la volonté”.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
"No puede haber un método de pensamiento en el pensamiento de ir en busca del pensamiento".
Seth Benardete, Straus sobre PlatónEn J. Carracedo (ed.), Sobre el Banquete.
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El café de Ocata
El día 18, a Madrid,
para hablar de Sócrates.
Están ustedes invitados.
Materiales para la reflexión previa:
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El café de Ocata
- ¿Cómo haces reír a Dios?
- No lo sé.
- ¡Haciendo planes!
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El café de Ocata
Recoge la prensa un estudio sobre la relación entre resultados escolares en PISA y deberes que, como suele pasar en estos casos, se puede interpretar de maneras opuestas. Asegura, por ejemplo, que los estudiantes que más deberes tienen son los de Shanghai y, como los resultados de Shangai son estratosféricos, la conclusión lógica debería ser que para estar arriba del todo, los deberes son imprescindibles. Lo mismo podríamos deducir si examinamos las horas que dedican a los deberes en los Estados Unidos los alumnos de procedencia oriental, los anglosajones, los hispanos y los negros.
Si de este estudio se puede deducir cualquier cosa, es porque es un estudio sesgado que afirma, por ejemplo, que los alumnos de Corea del Sur no tienen deberes. ¡Claro que no! ¡Se pasan las tardes en academias asistiendo a clases de refuerzo! También asegura que los finlandeses no hacen deberes en casa. Algún día tendremos que hablar de la calidad de las actividades extraescolares en Finlandia y su incidencia en los resultados del país.
Pero, en fin, los titulares de la prensa nos dicen que hacer deberes no sirve para nada, que es exactamente lo que quieren oír los que aseguran que los deberes incrementan las diferencias sociales, ya que a los niños ricos los padres pueden ayudarles, mientras que los pobres tienen que hacerlos solos. Esta es una de las mayores tonterías pedagógicas que se pueden decir, pero se dicen con la convicción de que se esta defendiendo la equidad. En pedagogía se pueden decir impunemente tonterías desde la atalaya de la superioridad moral.
Miren ustedes: los niños que pertenecen a familias culturalmente ricas, están SIEMPRE haciendo deberes: se mueven en un medio lingüístico sofisticado, tratan con los amigos de sus padres que son especialistas en diferentes campos, tienen en casa libros (el número de libros que hay en casa es el mayor predictor del éxito escolar de los niños), revistas, periódicos... van a exposiciones, teatros; viajan por el extranjero... Por eso los niños de Barbiana -¿recuerdan?-, que eran niños pobres que hacían lo posible por dejar de serlo, constataban que los ricos siempre están repitiendo en casa los contenidos de la escuela, mientras que los pobres sólo repiten curso.
Una cosa diferente es valorar qué tipo de deberes mandamos (¡se mandan unas cosas...!) y, sobre todo, cómo los corregimos.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
I
Si de verdad creyéramos que todos somos iguales, no tendríamos inconveniente en designar por sorteo a los principales cargos públicos. Pero hasta los antiguos atenienses sometían el sorteo de cargos públicos a importantes restricciones. En primer lugar, no todos los ciudadanos eran elegibles. Había un filtro previo que era respetado escrupulosamente. En segundo lugar, a los elegidos por sorteo se los sometía a un riguroso interrogatorio. Por lo que cuenta Aristóteles en La constitución de Atenas, había que despejar cualquier duda sobre dos importantes cuestiones: si trataban bien a sus padres y si pagaban sus impuestos. Una vez superada la "comisión de investigación", juraban públicamente y con gran solemnidad que desempeñarían el cargo que les había tocado en suerte con justicia, de acuerdo con las leyes y sin aceptar ningún regalo.
IISólo los ingenuos creen que las leyes viven en los códigos legales. O viven en la conducta de los ciudadanos, o están muertas. Esto viene a cuento de lo que dice Kant en Sobre la paz perpetua (mi ejemplar está publicado por Espasa-Calpe en Madrid en 1933): La constitución convierte a una muchedumbre en un pueblo. Ese es el papel de la Constitución. La Constitución es una causa final, no una causa eficiente. Por lo tanto, allá donde no hay un pueblo, ¿se puede decir que haya una Constitución?
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Las emociones no alteran los hechos.
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El café de Ocata
Entre las cosas más interesantes que he leído sobre Sócrates se encuentran las pocas líneas que le dedica el gran Pedro de Valencia (Zafra, 1555 - Madrid, 1620) en La Academia o del criterio de la verdad (1596):
“No era Sócrates hombre que emprendiese las cosas sin arte y dejase de encaminarlas a la práctica. Así pues, dejando aparte la curiosa especulación e indagación de la naturaleza y de los fenómenos celestes, propúsose aplicar la razón a la práctica de la vida, reformando a la par sus costumbres. Ciertamente consta que fue diestro y peritísimo artífice de ambas disciplinas. Pero juzgando tal vez como los Académicos posteriores, que era el método más acomodado a la enseñanza “la disputa por entrambas partes”, valíase de él casi siempre, y no afirmaba con resolución cosa alguna, sino que andaba en busca de la verdad, y que nada sabía. Con esta convicción o disimulo, hizo que sus discípulos, secuaces y admiradores, o no comprendiesen claramente su sentencia o la entendiesen de diverso modo, según el ingenio de cada cual, resultando de aquí que ninguno de los amigos y familiares de Sócrates conviniese con los demás en la tradición de la filosofía lógica y moral; como quiera que en esto influyó también la ambición de gloria y el anhelo de hacerse conocidos y famosos por diferentes caminos."Y no menor discordia surgió entre ellos en cuanto a la filosofía natural que Sócrates había dejado intacta. Y así como, desde muy antiguo, disputóse en la física sobre “los principios de las cosas”, no de otra manera se contendió en la lógica sobre el “juicio, o, más bien, el criterio de la verdad”, y en la ética sobre los “fines de los bienes y de los males”.
La traducción es de Menéndez Pelayo. Hay otras más modernas, pero la de don Marcelino tiene su qué.
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El café de Ocata
Lo peor es que ningún nuevo docente del siglo XXI me podrá explicar el #1. Y, por supuesto, tampoco el resto de los puntos. De lo que no hay duda es de que es mucho más
cool que el profesor del siglo XX.
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El café de Ocata
Aunque sabía de la existencia de Francisco Sánchez (Tuy, 1551 - Toulouse, 1623), reconozco que nunca me había detenido a leerlo. Debo agradecer a don Marcelino Menéndez Pelayo que me lo haya presentado y, sobre todo, que haya azuzado la intensidad de mi lectura (la filosofía al fin y al cabo es una intensidad) al asegurar que no hay páginas, en todo el siglo XVI, escritas con mayor libertad filosófica que las del
Quod nihil scitur de este librepensador gallego.
Juzguen ustedes mismos:
"Innato es en los hombres el deseo de saber, pero a pocos es concedida la ciencia. Y no ha sido en esta parte mi fortuna diversa de la del mayor número de los hombres. Desde mi primera edad fui inclinado a la contemplación de la naturaleza y a inquirir menudamente sus secretos. Y aunque al principio mi espíritu, ávido de saber, solía contentarse con cualquier solución, no se pasó mucho tiempo sin que la saciedad me obligase a arrojar tan indigesto alimento. Comencé entonces a buscar algo que mi mente pudiese comprender con exactitud, y en cuyo conocimiento pudiese reposar, pero no encontré nada que llenase mis deseos. Revolví los libros de los antiguos, interrogué a los doctores presentes: unos me respondieron una cosa; otros, otra; nadie me daba respuesta que verdaderamente me satisficiese [...]. Entonces me encerré dentro de mí mismo y comencé a poner en duda todas las cosas como si nadie me hubiese enseñado nada, y empecé a examinarlas en sí mismas, que es la única manera de saber algo. Me remonté hasta los primeros principios, y cuanto más pensaba, más dudaba; nunca pude adquirir conocimiento perfecto. [...] Volví a acercarme a los maestros y les pregunté por la verdad. ¿Y qué me contestaron? Cada uno de ellos se había construido una ciencia con sus propias imaginaciones [...]. Los infelices los creen, vuelan a coger los libros de Aristóteles, los leen y releen, los aprenden de memoria, y es tenido por más docto el que mejor sabe recitar el texto aristotélico. Si les niegas algo de lo que allí se contiene, te llaman blasfemo; si arguyes en contra, te apellidan sofista. ¿Y qué les vas a hacer? Si quieren vivir eternamente engañados, que vivan en buena hora. No escribo para tales hombres, ni me importa que lean o no lean mis escritos. No faltará entre ellos alguno que, leyéndolos y no entendiéndolos (porque el asno, ¿qué sabe del son de la lira?) querrá herirme con venenoso diente. [...]. Yo me dirijo tan sólo a aquellos que están acostumbrados a no jurar en las palabras de ningún maestro y a examinar las cosas por sí propios, sin más criterio que los sentidos y la razón. [...]. Mi juicio será libre, pero no será irracional. [...]. En la república de las letras, en el tribunal de la verdad, nadie, nadie juzga, nadie tiene imperio, sino la verdad misma. [...]. Y no por eso te prometo la verdad, porque yo la ignoro lo mismo que todos los demás; pero te prometo inquirirla en cuanto yo pueda, para ver si sacándola de las cavernas en que debe estar encerrada, puedes tu perseguirla en campo raso y abierto. Pero tampoco tengas muchas esperanzas de poder alcanzarla nunca, ni menos detenerla; conténtate, como yo, con perseguirla. Este es mi fin; este es mi objeto. [...] No esperéis tampoco de mi un estilo culto y adornado. ¡Ojalá pudiera yo escribir así! Pero entretanto que me pusiera a escoger las palabras y a buscar giros elegantes, la verdad se me escaparía de entre las manos. Si buscas elocuencia, pídesela a Cicerón, que la tenía por oficio; yo, bastante bien habré escrito si escribo la verdad. Eso de las bellas palabras quédese para los poetas, para los cortesanos, para los amantes, para las meretrices, para los rufianes, aduladores, parásitos y otras personas semejantes a éstas y que precian en mucho el bien hablar. Lo que a la ciencia le basta y lo único que en ciencia se requiere, es la propiedad de lenguaje. Tampoco me pidas mucha autoridad ni gran reverencia con los maestros, porque esto más bien sería indicio de ánimo servil e indocto, que de un espíritu libre y amante de la verdad. Yo sólo tengo por guía a la naturaleza. La autoridad manda creer; la razón demuestra; aquélla es más a propósito para la fe, ésta para la Ciencia".
Estas palabras fueron escritas en 1576. Descartes escribió su Discurso del método en 1637.
Don Marcelino, además de jalear "el verbo de la emancipación filosófica proclamado por Francisco Sánchez" (otra muestra de su acendrada carcundia, claro) llama la atención sobre una característica que comparte con Kant: "el tedio de pensar".
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El café de Ocata
Cuando a Emmanuel Joseph Sieyès le preguntaron por su protagonismo en la Revolución Francesa, respondió: "La sobreviví".
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El café de Ocata
"Si algo tengo de filósofo -confiesa don Marcelino-, será en el sentido etimológico de la palabra, esto es, como amante, harto platónico y desdeñado, de las ciencias especulativas. En cuanto a sus aplicaciones, al régimen de la vida y a la gobernación de los pueblos, declaro que ni mis hábitos intelectuales, ni el género de educación que recibí, ni cierta invencible tendencia que siempre me ha arrastrado hacia la pura especulación y hacia el arte puro, en suma, a todo lo más inútil y menos político que puede darse, a todos los sueños y vanidades del espíritu, me han permitido adelantar mucho, ni trabajar apenas por cuenta propia, limitándome a admirar de lejos a los que han acertado a poner la planta en ese firme terreno de las realidades éticas, económicas y jurídicas".
Unas páginas más adelante nos ofrece don Marcelino esta declaración de principios: “La autoridad se queda para otras esferas; en filosofía nadie poesee sino aquello que personalmente ha investigado y en propia conciencia reconocido.” Es que hay reaccionarios muy de vanguardia.
Don Marcelino Menéndez Pelayo, De los orígenes del criticismo y del escepticismo
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El café de Ocata