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El café de Ocata
Ando de promoción de La imaginación conservadora. Me ha sorprendido la gran cantidad de entrevistas que tengo solicitadas. Los índices parecen augurar un éxito (relativo, claro, que estamos hablando de un libro de filosofía política). Intento atender a todos los periodistas con amabilidad, pero creo que a veces me falla la inteligencia y salgo de algunas entrevistas con la extraña sensación de que aquel que se ha manifestado delante de un periodista no soy exactamente yo. No es que sea completamente ajeno a mí, sino que es, más bien, una manifestación episódica de mi yo. Y eso me provoca una doble sensación de vulnerabilidad y de descontento conmigo mismo que, con frecuencia, se confirma al leer la entrevista posteriormente en el papel. Creo que me falta malicia, saber tirar pelotas fuera, contención.... que me sobra ingenuidad. Y el caso es que ya estoy en la edad en que las inercias pueden más que la voluntad de cambio.
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El café de Ocata
Reorganizando mi biblioteca me he encontrado con varios libros que creía perdidos. Uno de ellos es éste, que andaba de excursión por la estantería que no le correspondía. No es nada del otro mundo, pero le tengo cariño y me he alegrado al encontrarlo como si se tratara del libro pródigo, que tras rondar por el mundo haciendo balarrasadas con su herencia, decide volver a casa. Apenas 40 páginas que no pasarán a la historia, pero yo tengo debilidad por esos carlistas que, como Nocedal, Aparisi Guijarro o Vázquez de Mella, eran tan extraordinarios parlamentarios que cuando pedían la palabra para decir lo que nadie quería oír, se producía un silencio respetuoso en el hemiciclo y Sus Señorías escuchaban con la mayor atención.
Nocedal decía cosas como éstas: "Yo no tengo más bandera que la bandera española, si encima lleva la cruz de Cristo, y toda ella está llena del Espíritu De Dios y de las enseñanzas de la Iglesia. Pero si fuera de eso, y sin yo saberlo ni advertirlo, hubiera en mí algo que no fuera eso, algo mío propio y personal, ahí lo arrojo; quédese ahí, no lo quiero."
Por cierto, este librito, editado por el Ateneo de Madrid en 1955, pertenecía a una colección titulada "O crece o muere" que estaba dirigida por Florentino Pérez Embid.
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El café de Ocata
En conclusión:
1. La filosofía no puede estar al servicio de las supuestas competencias del siglo XXI. En todo caso lo que habrá que preguntarse es si las competencias filosóficas continúan siendo relevantes en el siglo XXI.
2. O bien abrimos conceptualmente el significado de lo competencial, para incluir la competencia teórica, lo cual, probablemente, sería un contrasentido, o le negamos el espacio escolar a la filosofía. Precisamente porque el pensar filosófico no tiene necesidad de “obrar” o de ser “útil” somos responsables de nuestra propia libertad intelectual. Si aplicamos estrictamente la doctrina de las competencias, estamos diciendo que el conocimiento, en lugar de formar parte de los fines de la vida, sólo es un medio.
3. Añado que un énfasis obsesivo en las competencias priva a las mismas competencias de su razón de ser, pues el conocimiento, para merecer este nombre nos ha de proporcionar algún tipo de satisfacción intelectual. Negar a nuestros alumnos esta satisfacción es reducirlos.
¿Cuáles podrían ser las competencias de la filosofía? La pregunta merece otro congreso, pero me voy a permitir sugerir algunas que me parece que suscitarán un amplio consenso:
1. El diálogo. Es, indudablemente una competencia filosófica, pero siempre y cuando tengamos presente que lo mejor que nos puede proporcionar un diálogo honesto es la conciencia clara de las diferencias que se han puesto de manifiesto. El diálogo puede interiorizarse cuando está inacabado.
2. La sinopsis. “Ho synoptikós dialektikós”, leemos en Rep. 537 c. El ejercicio de llevar hasta la unidad lo múltiple y de escindir lo uno en la pluralidad de suos componentes, es el nervio de la filosofía. Donde no hay un esfuerzo por ordenar jerárquicamente los valores, no hay filosofía. Pero la syn-opsis es impracticable sin competencia lingüística. Y aquí es donde más nos duele. Recuerden que lo primero que pregunta Sócrates ante el esclavo de Menón es si es griego y sabe el griego.
3. La horístika. Precisamente porque nos movemos siempre entre la dualidad y la unidad, la filosofía es horística. Jenócrates, en su “Perì phrônéseôs” la definía como “la facultad de ‘horistikên kaì theôrêtikên tôn óntôn”, es decir, como la capacidad de delimitar y teorizar la realidad.
4. La enkrateia. Desde Sócrates sabemos que no se puede filosofar sin un cierto dominio de uno mismo, sin “enkrateia”. Las diferentes escuelas helenísticas no son sino diferentes respuestas al problema de la enkrateia o, si lo prefieren, diferentes propuestas de educación emocional.
5. La meditación del argumento. La didáctica de la filosofía no tiene nada que ver con el fomento de la impaciencia de la opinión. Debemos tener cuidado a la hora de animar incondicionalmente a nuestros alumnos a ser desacomplejados, a expresarse libremente, a no tener miedo al fracaso, a ser optimistas… porque después nos llevamos las manos a la cabeza al comprobar con qué facilidad blindan sus opiniones más peregrinas tras la falacia de “es mi opinión”. Razonar es difícil y razonar bien, aún lo es más. Un buen razonamiento, consistente y original, es tan valioso como un cuarteto de cuerda de Beethoven. Ambas cosas hay que aprender a reconocerlas antes de ponerse a practicarlas.
6. El pensamiento filosófico. Todas las disciplinas y todos los profesores ayudan a pensar, pero la filosofía ayuda a pensar de una manera específica. Cuando en filosofía hablamos de aprender a pensar entendemos que se trata de aprender a pensar a la manera de los grandes pensadores y para ello hay que aprender a pensar con ellos. Pero no podemos aprender a pensar con ellos si antes no hemos aprendido a dominar el arte de la lectura lenta.
Y, al fin, ha llegado el momento de hablar de las vacas.
No deja de ser curioso que la filosofía, que es un saber fundamentalmente conceptual, haya recurrido con frecuencia a ejemplos de animales para aclarar sus conceptos. Esto presenta una serie de problemas filosóficos interesantes sobre los que no entraré. Lo que me interesa, aquí y ahora, es el ejemplo de la vaca.
Ramon Llull parece ser el primero que, tanto en el Llibre de meravelles como en L’arbre dels exemples de la ciència, muestra el rumiar vacuno como modelo de actividad filosófica, porque permite digerir bien lo que creemos saber.
Más tarde, Baltasar Gracián, en El Criticón, siguiendo a Llull, insiste en que la superioridad más notable de los animales sobre el hombre es “aquella del rumiar que en alguno de los brutos se admira y no se imita”, porque es gran cosa “volver a repasar segunda vez lo que la primera a medio mascar se tragó, aquel desmenuzar de espacio lo que se tragó aprisa.”
En mi opinión Shopenhauer hereda esta imagen de Gracián cuando asegura que sólo rumiando se asimila lo que se ha leído, y toma cuerpo y raíz en la mente.
Nietzsche, a su vez, siguiendo a Schopenhauer [por cierto no sé si saben ustedes aquel chiste que asegura que el inglés es tan difícil que se escribe Shakespeare y se pronuncia Schopenhauer: si no lo saben, no importa, pero si no son una miaja irónicos en sus clases… eso sí que importa]. A lo que iba: Nietzsche repite en diferentes lugares de su obra que para leer bien hay que saber rumiar como una vaca. Zaratustra defiende incluso que hasta que no nos comportemos como las vacas “no entraremos en el reino del cielo.” En el hermoso prólogo de Aurora, Nietzsche se presenta a sí mismo como un maestro en lectura lenta, que es la lectura rumiante.
Deleuze, siguiendo esta estela, comenzó el curso de 1983-84 diciendo a sus alumnos: “Quisiera hacer filosofía a la manera de las vacas. Rumiando”.
Fíjense ustedes lo que puede dar de sí una humilde vaca. Con razón dijo alguna vez en esta casa Jordi Sales que las vacas también tiene derecho a ser usadas como ejemplo.
Pero esto no acaba aquí.
Daisetsu Teitaro Suzuki, uno de los más grandes divulgadores del pensamiento zen, propone diez pasos para educar la atención. Dado que estoy convencido de que la atención es el nuevo C.I. Esto me interesó vivamente.
Los diez pasos se muestran en diez ilustraciones con gran cantidad de detalles que aquí nos ahorraremos. Ahora bien, aunque les he dicho que ni bailaríamos ni llenaríamos las paredes de post-its, no puedo evitar recurrir al psicodrama, así que, por favor, concéntrese y síganme en mi meditación.
1. Estoy perdido en el bosque, desorientado. Debo buscar mi vaca perdida.2. Encuentro sus huellas. Las seguiré por muy lejos que me lleven.3. Doy con la vaca.4. La vaca no se deja gobernar, se resiste.5. Utilizo el látigo para dominarla, pero sé que si la trato bien se tornará dócil y me seguirá de buen grado sin necesidad de forzarla.6. Me monto en la vaca y vuelvo hacia mi casa.7. Llegamos a casa, bajo un techo de paja dormimos la vaca y yo.8. Las llamas del hogar. Todo está en su sitio. 9. Me sumerjo en el instante. Observo el agua que fluye y que nadie sabe a dónde va.10. Voy al mercado con el pecho y los pies desnudos, embadurnado de barro y cenizas. No es necesario el poder milagroso de los dioses, basta con su contacto para que los árboles muertos florezcan.
¿Y ahora qué?
Ahora, amigos, olvídense ustedes de la vaca y pónganse a trabajar en serio, que para esto han venido a este congreso. Recuerden siempre que hay una herramienta insustituible en la didáctica de la filosofía que, aunque no sea especialmente innovadora, es muy competencial. Me refiero a los codos.
Está muy bien hablar de vacas para ganarse puntualmente la atención de un grupo, pero lo importante no es hablar de vacas, sino aprender a rumiar y ésta, posiblemente, sea la gran competencia filosófica.
Muchas gracias.
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IA don Emilio Castelar todo el mundo lo reconocía como un enorme orador. Pero era tan enorme, que a veces se alargaba y expandía y lo mismo se dedicaba a citar autores griegos que a perderse en descripciones minuciosas o en oraciones interminables. En una ocasión en que se entretuvo entre los griegos Silvela comentó: "Dejadle, don Emilio está hoy en Atenas. Hasta mañana no llegará a Antequera." En otra ocasión, el presidente del Congreso se vio obligado a poner fin a la perorata del prócer y dijo: "No tengo facultad para darle a su señoría más tiempo. Si la tuviera, por mi gusto lo escucharía eternamente."
IIEn uno de los artículos del reglamento de las Cortes de la República se decía que los discursos "podrán pronunciarse por escrito."
IIIUn diputado interrumpió a José María Gil Robles en el Congreso:- Su Señoría es uno de esos hombres que todavía llevan calzoncillos de seda.Gil Robles le replicó sin inmutarse.- No sabía que la esposa de su señoría fuese tan indiscreta.
IVRomero Robledo a Silvela:- Es tan frío, que veranea en Málaga.
VEn una sesión del Parlamento de la República, el maurista Ossorio y Gallardo se preguntaba:- ¿Qué será de nuestros hijos?Una voz le contestó desde el fondo del salón:- ¡Al de su señoría lo hemos hecho subsecretario!
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"Ya que gobernamos mal, por lo menos gobernemos barato."
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Quiero insistir en la importancia de la memoria, porque muchas ideas que se nos presentan como innovadoras sólo pueden pasar como tales gracias a la desmemoria pedagógica. Como esto puede parecerles una exageración, les propongo un divertimento pedagógico: un examen en competencia innovadora. Les leeré diez frases y después de cada una les diré 3 fechas. Una de ellas se corresponde con el año con que la frase fue dicha. Apúntense, si les parece bien, el número de la frase y la fecha. Después les diré las fechas correctas. ¿Estamos?
Tranquilos porque a diferencia de lo que ocurre en muchos cursillos de innovación, no acabaremos ni bailando ni pegando post-its por las paredes.
[Nota: en este caso, las respuestas correctas aparecen al final del post]
1) “Existen esquemas del pasado que hay que superar. El aprendizaje no puede ser ya una continua sujeción a datos y cifras, sino un estímulo de las capacidades creadoras del alumno”: ¿1863, 1971 o 2017?
2) “Jamás se debe decir a un niño, cuando está aprendiendo a escribir, que una letra está mal escrita. La estupidez es fruto del desaliento”: ¿1913, 1968 o 2018?
3) “La idea de que nuestras escuelas deben proporcionar a los niños cuerpos de conocimientos es absurda e inquietante”: ¿1966, 2006 o 2016?
4) “El plan de estudios de la escuela primaria debe contemplarse más en términos de actividad y experiencia que en los de adquisición de conocimientos y memorización de hechos”: ¿1931, 1981 o 2005?
5) “Si deseas ser aplaudido en una convención educativa, utiliza tópicos sentimentales sobre los sagrados derechos del niño, resaltando especialmente su derecho a conquistar la felicidad por medio de la libertad. Es probable que te ganes un aplauso extra si te lamentas de la crueldad de los exámenes y los deberes”: ¿1879, 1934 o 1976?
6) “En la educación pensamos demasiado en términos de conocimientos y muy poco en términos de sentimiento y gusto”: ¿2017, 1937 o 1998?
7) “Los alumnos del futuro deberán enfrentarse a problemas que aún no existen con tecnologías que aún no han sido diseñadas”: ¿1957, 1999 o 2014?
8) “La educación progresista ha estado mucho más preocupada por definirse a sí misma en oposición a la escuela tradicional que por crear una alternativa educativa consistente”: ¿1938, 1978 o 2018?
9) “El niño debe construir él mismo sus propios saberes”: ¿1989, 1998 o 2018?
10) “El profesor no debe adoptar el papel de experto, de figura ejemplar o de autoridad, sino el de compañero de juegos y amigo”: ¿1967, 1996 o 2000?
Sea cual sea su puntuación, lo que se pondrá de manifiesto es que ustedes no son innovadores. Si obtienen buena puntuación, es que saben que lo que no es tradición es plagio. Si es mala, como no saben lo que es viejo, difícilmente sabrán lo que es nuevo o innovador.
Otro concepto que está muy lejos de ser claro y distinto, es el de “experiencia”, a pesar que sobre él pilota todo el discurso pedagógico moderno. Es obvio que no toda experiencia es educativa. Ni siquiera toda experiencia competencial lo es, porque no toda competencia es loable. Si en la LOGSE se proclamaba como principio que el fin de la educación es desarrollar todas las potencialidades del niño, hemos de saber que una de esas potencialidades es, por ejemplo, la que los griegos llamaban “tékhne kleptiké”, cuya excelencia o areté puede estar al alcance de todos y, por eso mismo, hay que alejarla de nuestras escuelas.
Dewey descubrió en 1938 -y no sin sorpresa- que a pesar de que la experiencia pedagógica era el principio que sostenía todas sus propuestas pedagógicas, él carecía de una teoría filosófica de la experiencia que la fundamentara. Dedicó grandes esfuerzos a elaborarla, pero todo lo que nos ofreció fue su Logic, en cuyas páginas la palabra verdad sólo aparece una vez y en una nota a pie.
Les animo a vivir una experiencia inquietante: pregunten en las escuelas qué es lo que entienden por “experiencia educativa”. En la mayor parte de los casos ni se han planteado la pregunta.
La experiencia sólo puede ser educativa si está al servicio de unos fines que consideramos nobles, pero estamos viendo que los fines se han hecho confusos. Al elevar el pluralismo a principio constitucional supremo, nos impedimos ser precisos. Por eso muchas familias se preguntan por qué, si nadie tiene derecho a decirles cómo tienen que vivir, qué han de pensar, qué han de creer, a quién han de votar o qué género han de tener, por qué han de reconocerle al Estado competencia para educar a sus hijos. La educación en casa va en aumento y yo le auguro un buen futuro.
Respuestas correctas:1) 1971. Programa de implantación de la Ley General de Educación (aprobada en 1970).2) 1913: Cecil Grant3) 1966: Peter Mauger.4) 1931: Informe Spens sobre la educación primaria en Inglaterra y Gales5) 1934: William Chandler Bagley6) 1937: Informe Spens sobre la educación secundaria en Inglaterra y Gales7) 1957: Joseph Devereux Colt. 24 días después del lanzamiento del Sputnik8) 1938: Dewey, Experience and Education 9) La ley Jospin de julio de 198910) 1967: Informe del Consejo Central de Educación inglés, Children and their Primary Schools.
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El café de Ocata
El discurso de las competencias es confuso y contradictorio.
Por ejemplo, Andrea Bandelli, Director Ejecutivo de Science Gallery International asegura que “los jóvenes necesitan nuevas habilidades, muchas de las cuales aún ni siquiera se comprenden.” Sin embargo está seguro de que lo que necesitarán es “inteligencia emocional; sensibilidad intercultural; creatividad; presentación de problemas (en lugar de resolución de problemas); ciudadanía económica; empatía; adaptabilidad; resiliencia…”. Curiosamente, no habla ni de conocimientos ni de memoria.
Bandelli, precisamente por falta de conocimientos, ignora que no dice nada nuevo. Está haciéndose eco de un mantra que viene repitiéndose desde que lo formuló por primera vez, el 28 de octubre de 1957, Joseph Devereux Colt en una conferencia en la Universidad de Chicago, justo 24 días después de que los soviéticos hubieran puesto en órbita el Sputnik. Devereux formaba parte de un equipo dirigido por Lyndon B. Johnson que tenía por objetivo establecer las competencias del futuro, con el supuesto de que los adultos del porvenir tendrían que resolver problemas que aún no se habían planteado con tecnologías que aún no habían sido diseñadas. Esta es una tesis que, bajo su aparente dramatismo, dice muy poco, pues todos nosotros estamos resolviendo problemas que hace unos años eran impensables con tecnologías que entonces eran inimaginables. Piensen en el móvil. Stanley Kubrick fue incapaz de imaginárselo cuando con un grupo de tecnólogos de la NASA imaginaba el mundo del 2001.
¿Cómo somos capaces los que tenemos más de 60 años de utilizar un móvil (o un ordenador), si nadie en la escuela de nuestro tiempo era capaz de imaginarse nada semejante?
La respuesta es elemental: porque no sólo aprendemos en la escuela. Una parte muy relevante de nuestros conocimientos proceden de la observación de la experiencia ajena. A este aprendizaje el Platón de las Leyes le da el nombre de “autophyês”, que podemos traducir por espontáneo. Como este aprendizaje irá, sin duda, creciendo, el reto al que ha de responder la escuela no es el de cómo imitar a la vida, sino como proporcionar las experiencias que no nos proporcionará la vida espontáneamente y que, al mismo tiempo, han de servir para ordenar las experiencias espontáneas de la vida.
Bandelli añadía lo siguiente con respecto a las innombradas competencias del futuro: “Estas no son habilidades que se pueden enseñar con los métodos educativos tradicionales. Varios expertos incluso se preguntan si es posible enseñar estas habilidades”. De nuevo nos encontramos ante la ingenuidad de alguien que no sabe que lo único que nos ha descubierto es su ignorancia de los diálogos de Platón. Constatar esto, nos permite darle la razón a Ortega cuando escribe que “quien no haya meditado a Platón, tiene menos peso específico, dentro de la zoología, que quien lo haya glosado”. Ortega escribe esto respondiendo a la borrachera futurista de Marinetti, que, como saben, proclamaba a los cuatro vientos que “un automóvil rugiente, que parece correr como la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia”. A mí no me molesta esta tesis en sí misma. Ni tan siquiera tengo inconveniente en admitir su plausibilidad. Hasta podría estar dispuesto a aceptar, especialmente algunas tardes de verano, que, como sostenía Somerset Maugham, “nadie ha podido explicar nunca por qué el templo dórico de Paestum es más hermoso que un vaso de cerveza fría”. Lo que me molesta de Marinetti es su pretensión de romper nuestra relación con el mundo helénico. Su orgullosa fobia al museo.
La novolatría está tan obsesionada con anticipar el futuro que es incapaz de ver que el hombre moderno no quiere ser sólo moderno. Basta salir a la calle para descubrir su necesidad de compensar lo que el tiempo pretende relegar al olvido. Nuestra época innovadora es también una época recuperadora. Buscamos las recetas de la abuela y productos “del campo”, añoramos los tomates que sabían a tomate, ponemos chimeneas en nuestras casas de protección oficial, valoramos el buen trabajo artesanal, visitamos paisajes naturales que parece que no hayan sido hollados por el hombre, nos interesa nuestra genealogía, confiamos en medicinas alternativas porque supuestamente provienen de “prácticas terapéuticas milenarias”, las naciones no dejan de celebrar las gestas de su pasado que consideran más dignas de ser rememoradas, abrimos tiendas en lugares chic de las ciudades para vender productos “vintage”, nos manifestamos en contra de la “apropiación cultural” para preservar así lo genuino de cada cultura, hemos elevado lo indígena y lo étnico a categoría moral… Somos innovadores, pero exigimos a las instituciones fidelidades seguras (aunque las nuestras sean condicionales) y a las personas que mantengan su palabra. Cada pueblo tiene su museo histórico… De hecho, la nuestra es tanto la época de los parques tecnológicos como la época de los museos.
“Todo es líquido”, decimos, pero nos gusta comprobar que el agua es más líquida que el grifo.
Lo viejo es también con frecuencia imprescindible para comprender lo moderno. Recientemente Byung-Chul Han ha recuperado el concepto platónico de la “teatrocracia”, volviendo a poner de manifiesto que Platón pudo habernos comprendido mejor de lo que nosotros nos comprendemos a nosotros mismos.
Por otra parte, la historia nos ofrece abundantes ejemplos de personas que han sido capaces de sobresalir de la uniformidad, porque se han resistido a la comodidad del mimetismo. Lo que perdura de una época es a veces aquello que supo plantarle cara, porque su rebeldía le ha permitido sobrevivir a su tiempo y encontrar sus contemporáneos en el futuro.
Si somos capaces de emocionarnos con un verso de Safo, si creemos que Esquilo entiende lo humano mejor que ciertas versiones en boga del humanismo, si la búsqueda de un trabajo alegre y de un amor seguro nos importan a nosotros tanto como a los personajes de Aristófanes, si quien domina su capacidad atencional ha tenido y tiene más posibilidades de practicar la circunspección, si la memoria no es otra cosa que el residuo que deja la experiencia al pasar, si los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo… si todo esto es cierto, entonces el hombre es también un ser de permanencias.
Continuará...
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Traigo al Café de Ocata en varios apuntes (que no serán menos de 5) el texto de mi discurso en la inauguración de III Congreso Internacional sobre Innovación Educativa en Filosofía, que ha tenido lugar esta mañana (23 de enero) en el salón de grados de la Facultad de filosofía de la Universidad de Barcelona..
Un doble propósito me guía en esta conferencia. Quiero decir algo relevante sobre la didáctica de la filosofía y, a la par, mostrar alguna cosa sobre la misma. Con respecto a lo que quiero decir, baste por ahora con señalar que hablaré de vacas. Lo que quiero mostrar puede decirse, en este momento, a medias: que toda clase o conferencia debe tener un principio y un final didáctico o, si lo prefieren, retórico. La didáctica de la filosofía es la parte de la filosofía que habla de Platón con los recursos de los sofistas. Intentaré responder así a la invitación, que agradezco mucho, y al objetivo que el Congreso se ha propuesto: “facilitar un espacio de intercambio de experiencias sobre la docencia de la filosofía que permita una puesta al día de los recursos metodológicos.”
Ya saben ustedes que a los que trasteamos con la filosofía nos corresponde meternos donde no nos llaman. Voy a ejercer este derecho atreviéndome a poner en cuestión esta “puesta al día,” porque, quizás, lo que haya que poner al día es este empecinado eslogan de ponerse al día.
La novolatría, que es el principal culto del presente, ha conseguido imponerse gracias a una resituación axiológica de lo nuevo, lo posible y lo tecnológico.
1. Lo nuevo se ha convertido en un valor (especialmente en su avatar “innovador”) que ha ido asumiendo el papel que venía cumpliendo lo bueno, de tal forma que, si lo hodierno hacía referencia a una situación cronológica, lo moderno hace referencia a una situación axiológica. Por eso nadie se enfada si le dices que está equivocado, pero hay que evitar decirle que pudiera estar anticuado. Tras la carga axiológica de lo nuevo, nada que se presente como tal necesita justificar su valor. El precio a pagar por este vivir sin aliento, es la obsolescencia de máquinas, profetas y profecías. ¿Quién se acuerda hoy del gran gurú de la primera década del siglo XXI, Negroponte, que aseguraba, en el 2010, que al libro de papel no le quedaban 5 años de vida y que el ordenador es la única manera de proporcionar a los alumnos las competencias del siglo XXI? ¿Qué ha sido de la tesis que hacía equivalentes la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento? ¿Quién se atreve a defender hoy incondicionalmente que las redes sociales son un instrumento liberador de la humanidad?
2. Lo posible ha colonizado nuestra imaginación hasta el punto de que lo que podríamos llamar el umbral de la inminencia se ha convertido en nuestro ecosistema. Pero lo posible (y su principal avatar, lo virtual) presenta una peculiaridad muy notable: tira en dirección opuesta a lo real. Por eso mismo el incremento de lo posible no puede ir sino en detrimento de lo real. O, si lo prefieren: para que crezca el valor de lo posible, ha de menguar el valor de lo real.
3. Heidegger nos advirtió de que el emplazamiento fundamental de la modernidad (de lo hodierno) es el técnico. Pero no es técnico porque haya tecnología, sino que hay tecnología porque la época es ‘técnica’. La técnica es el modo ya decidido de interpretación del mundo. Por eso la técnica (y su avatar: las nuevas tecnologías) sólo es dominada allí donde, entrando previamente en ella y sin reservas, se le dice un sí incondicionado. Vivimos en la sumisión metafísica a la técnica. La técnica no es un campo ideológicamente neutral, pero frecuentemente se vive como tal, intentando encontrar en ella lo que la política ya no ofrece: consensos educativos.
Si esta caracterización de la novolatría es correcta, la puesta al día de la didáctica de la filosofía no puede ser sino polémica, pues previamente ha de aclarar con qué ídolos de la tribu hemos de vérnoslas. Y entre ellos destaca de forma preeminente el ídolo de las “competencias del siglo XXI”.
La competencia, como la virtud (de la que es heredera sin saberlo) es la realización excelente de una función, por eso es más difícil definir la virtud que mostrar al virtuoso. Suponer que ya sabemos qué hará el virtuoso del futuro en los diversos campos de actividad podría ser sólo ingenuo, pero tal como se ha instalado en el discurso pedagógico, es un motivo de lamentables confusiones que permiten a algunos creer que se puede ser competente a priori.
Les aconsejo, si quieren divertirse, que busquen las fuentes que han servido al World Economic Forum para establecer estas competencias. Cuando recientemente este mismo Fórum ha anunciado que las competencias en declive son, entre otras, la memoria, la lectoescritura, las matemáticas y la escucha activa, nos deja en una magnífica posición para contestarle: ¿Y a mí, qué? ¿Me va a decir a mí el WEF que no puedo hacerme monje cartujo, que no puedo dedicar mi vida a la cerámica griega o que mi objetivo no puede ser estudiar copto para interpretar adecuadamente la biblioteca de Naj Hamadi?
(obviamente, continuará)
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El café de Ocata
Recojo algunas de las muchas e interesantísimas cosas que cuenta Luis Carandell en El show de Sus Señorías:
IXabier Arzallus justificó su voto favorable a la monarquía con un argumento kantiano basado en la diferencia entre la razón pura y la práctica.
IIHeribert Barrera justificó su voto contrario a la monarquía diciendo que "todos los países europeos son republicanos, menos...."
IIILas dos únicas palabras en catalán que se oyeron en las Cortes durante los debates constituciones las pronunció Manuel Fraga: "No fotem".
IVFraga a Peces Barba: "tiene razón, pero tiene poca y la que tiene no vale nada".
VCuando la Comisión Constitucional terminó sus trabajos, los diputados y los periodistas jugaron un partido de fútbol. Antes del encuentro, Peces Barba declaró: "Desmiento categóricamente que el resultado de este partido fuera pactado anoche en una cena". A algunos, este partido les pareció una frivolidad. Pero si algún gesto servía para mostrar las diferencias entre la constitución del 78 y la del 31, era éste. Resultaba -y resulta- imaginable un equipo de fútbol que, aunque fuese para jugar un amistoso, alineara a Maura, Gil Robles, Largo Caballero, Companys, Indalecio Prieto, Sainz Rodríguez, Besteiro...
VICuando sea votó la inclusión del término "nacionalidades" en la Constitución, Peces Barba declaró que ese gesto contribuiría de forma decisiva a hacer de la historia de España una historia -¡al fin!- aburrida.
VIIPalabras de Tierno Galván sobre la Constitución: "En España está acabando la concepción de la convivencia como tragedia."
VIIICuando Xirinachs defendió en el Senado su idea de una confederación de los pueblos de España, pidió que Gibraltar fuera devuelto a... Andalucía.
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El café de Ocata
Arremetió Fraga en una sesión contra Óscar Alzaga por haber pronunciado mal el nombre del queso Stilton. Por lo visto el de UCD pronunció "Stailton". Fraga no desaprovechó la ocasión para colar en su reprimenda uno de sus chistes. Contó muchos, pero éste me ha hecho gracia: "Había un buen hombre que decía que el idioma inglés es tan difícil que se escribe Shakespeare y se pronuncia Schopenhauer".
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El café de Ocata
Don Luis Tapia, cronista parlamentario de izquierdas, hacía versos con lo que veía sucederse en las Cortes. En la prensa sus crónicas rimadas aparecían bajo el título de
Coplas del día. Después, agrupadas, Tapia las fue publicando como
Coplas del año.
Ha habido cronistas a los que ha molestado mucho la cháchara parlamentaria, que Donoso consideraba propia de "la clase discutidora", como definía a la burguesía, que, a su parecer, discutía y discutía para posponer decisiones y, de esta manera, conseguir que los hechos, al precipitarse, hicieran las decisiones inútiles. Pero también ha habido quien ha considerado que las discusiones parlamentarias, cuanto más largas y prolijas mejor, porque mientras Sus Señorías discuten, no hacen leyes. Luis Tapia era de los primeros:
“¡Oh, diputados sin par
en la charlatana grey!...
¿Quieren ustedes callar
y votar alguna ley?”
-Luis Tapia,
Coplas del año (1920)
Yo soy, más bien, de los segundos, por eso me atrevo a replicarle al poeta:
Pues mirando al Parlament,
ruégoles, oh, diputados,
no voten ninguna ley,
y déjennos como estamos.
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El café de Ocata
El reglamento de las Cortes constituyentes de 1931, en su artículo 41, permitía la celebración de “sesión secreta (...) cuando las cortes hayan de resolver sobre asuntos concernientes a su decoro o al de sus individuos, y también cuando lo exijan, a juicio de la Mesa, las materias que hayan de debatirse”. En estas sesiones se cerraban con llave las puertas de las tribunas y en las que dan acceso a los pasillos se colocaban los ujieres para no permitir el paso a nadie que no fuera diputado.
El gran Wenceslai Fernández Flórez era cronista parlamentario en aquellas Cortes -¡y qué magnífico cronista, qué fino, qué agudo!- cuando tuvo lugar la primera sesión secreta. Al día siguiente (11 de noviembre de 1931) en el diario ABC aparecía la siguiente nota de redacción:
Hay que decir que en las Cortes constituyentes de la democracia también hubo sesión secreta. Tal consideración tuvo la reunión que tuvo lugar el 22 de agosto de 1978,. que fue la primera de los ponentes de la constitución de 1978.
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El café de Ocata
Azorín describe al Conde de Romanones.
Hay unanimidad en considerar a Azorín uno de los más notables cronistas parlamentarios y el primero que introdujo la literatura propiamente dicha en sus crónicas. Tenía el olfato literario muy fino y sabía cuándo aquel nimio detalle que se les escapaba al resto de cronistas, describía con más fidelidad que sus crónicas lo que realmente había sucedido en la cámara y, especialmente, el ambiente de las sesiones. Como muestra, aquí está un botón, que tomo prestado de El show de sus Señorías, de Luis Carandell.
Todas las tardes nosotros presenciamos en la Cámara popular un pequeño espectáculo. Se trata de la corta peregrinación que el señor conde de Romanones se ve precisado a hacer para ir desde el despacho de los ministros al banco azul o bien desde el banco azul al despacho de los ministros."
Varios diputados se agolpan ante el señor conde y él reparte apretones de manos. Todos son amigos del señor conde, todos aprovechan su paso para saludarle, para recordarle antiguas promesas. Azorín escribe: ¡Caramba, Fulánez, le grita el conde a uno, tanto tiempos sin verle! y le echa el brazo sobre el hombro y le golpea cariñosamente la espalda. ¡No olvido eso, Mengánez, le vocea a otro, lo tengo bien presente! ¡Queridísimo Zutánez, exclama ante un tercero reteniendo su mano entre las suyas y dedicándole la mejor de sus sonrisas, sabe usted que se le quiere más que a nadie! ¡No me diga usted nada!, se apresura a decir a un cuarto que ve llegar desde lejos hacia él; no me diga usted nada, recuerdo perfectamente lo que hablamos y haré cuanto yo pueda.
Concluye Azorín: Y de este modo, entre abrazos, sonrisas, promesas, palmadas en la espalda y apretones de manos, atraviesa por fin el señor conde de Romanones el salón de conferencias y desaparece en el despacho de ministros. He aquí un político.
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El café de Ocata
He tenido la fortuna de escribir el prólogo de este libro, que saldrá en unos días.
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El café de Ocata
Cuento en La imaginación conservadora que, en una ocasión, Moyano se interesaba en un discurso parlamentario por lo que hubiera pasado de no haber sucedido la revolución del 68. Sagasta le contestó: “S.S. me recuerda lo que le pasó a uno que se entretuvo toda su vida escribiendo una obra de muchos volúmenes para demostrar los milagros que hubiera hecho un santo, si tal santo hubiera venido al mundo”.
Ayer me enteré de que Julián Besteiro, siendo presidente de las Cortes republicanas, le comentó a un diputado que hablaba con mucho énfasis de las cosas que haría si fuera ministro: "La exposición que S.S. ha hecho me recuerda un librito que en una ocasión encontré en una librería de lance. Se titulaba: Relación de los milagros que habría realizado San Antonio de Padua si hubiera desembarcado en Lisboa".
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El café de Ocata
Who made the world?
Who made the swan, and the black bear?
Who made the grasshopper?
This grasshopper, I mean-
the one who has flung herself out of the grass,
the one who is eating sugar out of my hand,
who is moving her jaws back and forth instead of up and down-
who is gazing around with her enormous and complicated eyes.
Now she lifts her pale forearms and thoroughly washes her face.
Now she snaps her wings open, and floats away.
I don't know exactly what a prayer is.
I do know how to pay attention, how to fall down
into the grass, how to kneel down in the grass,
how to be idle and blessed, how to stroll through the fields,
which is what I have been doing all day.
Tell me, what else should I have done?
Doesn't everything die at last, and too soon?
Tell me, what is it you plan to do
with your one wild and precious life?
—Mary Oliver
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El café de Ocata
Esto se lo dijo, en las Cortes, don Emilio Castelar a don Práxedes Mateo Sagasta: "España tiene la desgracia de que Su Señoría no haya pasado todavía a la Historia."
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El café de Ocata
Una importante institución financiera que patrocina un programa de innovación educativa se ha puesto en contacto conmigo para invitarme a un evento en el que, según me asegura, asisten miles de personas. Para evitar equívocos, he considerado necesario responderles lo siguiente (como suelo hacer habitualmente con unas u otras palabras):
Le agradezco muy sinceramente la invitación, pero antes de aceptarla creo que es mi deber comentarles alguna cosa sobre mis convicciones pedagógicas.
1. Yo no sólo no me considero innovador sino que entiendo la novolatría como un síntoma de la decadencia del discurso pedagógico.
2. Lo bueno me interesa mucho más que lo nuevo.
3. No creo que las tecnologías (nuevas o viejas) sean otra cosa que prótesis antropológicas que amplifican, para bien o para mal, lo que cada uno ya es.
4. No me interesa tanto adivinar cuál será el mundo del futuro como comprender qué cambios se han dado ya en el presente para que nos obsesione el futuro.
5. Soy un defensor firme -cada vez más firme- del peso del conocimiento en la formación de una persona.
6. Me interesan las evidencias pedagógicas que soportan las propuestas educativas. Desconfío mucho de las buenas intenciones no soportadas en evidencias sólidas.
7. Tiendo a desconectar cuando oigo hablar de neurodidáctica, de educación emocional o de cambio de paradigma educativo.
8. Creo que el discurso sobre las llamadas “competencias del siglo XXI” es un timo intelectual.
Si, conociendo lo anterior aún siguen pensando que mi intervención en su “programa” puede ser de algún interés, con mucho gusto hablaría del error como ocasión de aprendizaje.
Con toda cordialidad
Gregorio Luri
Informaré de la respuesta (si hay).
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7:21
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El café de Ocata
Estaba ayer por la tarde andando por el camino de la costa, escuchando la sexta de Schostakovich e intentando alcanzar a esta mujer que iba rezando el rosario a buen paso.
Cuando, finalmente, la alcancé, me desprendí de Shostakovich y le pregunté si me permitía decirle una cosa. Me miró sorprendida. "Lo que le tengo que decir es que me parece muy hermoso ver a alguien rezando el rosario sin complejos." A la mujer se le iluminó la cara y me dio las gracias. Por el acento, podría ser venezolana o colombiana.
Yo había salido de casa tras escribir un prólogo para un libro en el que decía, entre otras cosas, lo siguiente.
"El hombre es el animal que puede degradarse.
Es humano porque puede deshumanizarse. Y, con frecuencia, lo quiere, lo busca, se empeña en rebajarse.
(...) Si para deshumanizarse basta con dejarse llevar por la inercia, para mantenerse humano hay que resistir, nadar contracorriente. Evidentemente este esfuerzo ha de ser compensado de alguna manera. Ha de haber algo en el mismo esfuerzo que pueda ser contemplado dignamente con orgullo. Ha de sentirse el esfuerzo como una sintonía con un ideal. Con un ideal de nosotros mismos, claro.
(...)La humanidad del hombre se presenta así como algo que puede ser reivindicado… o no. El siglo XX ha conseguido hacer deseable para millones de humanos el ideal del animal satisfecho.
El hombre puede, pues, ser contemplado desde abajo (desde la “animalitas”) o desde arriba (desde el ideal), pero no se lo entiende de la misma manera desde un sitio o desde otro.
Podríamos preguntarnos si un mono o un mejillón que tuviera la posibilidad de degradarse y de hacerse ilusiones sobre sí mismo sería un humano. O si la estricta proximidad biológica entre el hombre y un animal sirve para decir algo realmente significativo sobre el hombre.
El ser humano deriva. Pero puede no ir a la deriva, porque, como dice Nietzsche, es un animal no definido. “Finis” significa límite, mojón. O sea, el hombre es el habitante de ambiguos ecosistemas. Desde los límites clausurados de su ecosistema, “Un animal que sabía hablar dijo: ‘La humanidad es un prejuicio que al menos nosotros, los animales no padecemos’” (Nietzsche,
Aurora).
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El café de Ocata
"Nos faltan alas, pero tenemos siempre fuerza suficiente para caer".
- Claudel.
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El café de Ocata
"El fuerte olor de la rosa significa para el japonés vulgar impertinencia y un apego indecente a la vida; la rosa 'se pudre desvergonzadamente en su rama', mientras que la flor tierna y silvestre del cerezo (símbolo del espíritu japonés) es noble y hermosa porque no se aferra a la vida, sino que se desprende con facilidad de la rama al llegar los primeros vientos y lluvias."
- Karl Löwitz, Historia universal y salvación (1950).
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16:15
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El café de Ocata
Estamos entrando en la época del nacional-narcisismo. Y la cosa va a ir a más. Si hasta ahora sólo algunos parecían tener derecho a reivindicar el narcisismo de las pequeñas diferencias como un valor incondicional, ahora cada vez más gente parece apuntarse a este festín y lo hace cada vez con más hambre.
Cuando las cosas políticas toman una dirección determinada, es conveniente, si se pretende entenderlas, no quedarse al margen para dedicarnos a insultarlas. Las cosas pasan porque alguna necesidad las empuja. Que esa necesidad nos reconforte o incomode es lo de menos. Lo importante es tener clara la mirada para poder identificar qué es aquello que hasta hace poco nutría satisfactoriamente a la ciudadanía y que parece haber perdido su sabor.
Esta es la pregunta, y la cara perpleja de la socialdemocracia nos ofrece, en sí misma, un esbozo de respuesta que habrá que tematizar.
En cualquier caso, toda una serie de nutrientes ideológicos que parecían en alza hasta hace relativamente poco (me refiero a las ideologías de la identidad fragmentaria) están siendo rechazados y los consumidores se pasan a los comercios de la competencia en busca de identidades más englobantes.
Si el Leviathan estaba asumiendo progresivamente, como decía Gehlen, los rasgos de una vaca lechera (o de un hotel en el que nos consideramos con derecho a ser bien atendidos, como sugería Musil), ahora es fácil escuchar voces que le están pidiendo otra cosa... que aún está por ver con claridad... pero que tiene que ver con la afirmación personal mediante la revalorización del sentido de copertenencia y la relegación del de diferencia.
Parece que, definitivamente, estamos entrando en el siglo XXI y como ha ocurrido siempre y volverá a ocurrir mientras haya un animal político sobre la tierra, el futuro ha llegado con sorpresas.
El viejo topo hace su labor siguiendo su proceder habitual: bien atiborrado de tintorro.
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18:34
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Resaltando la importancia del ejemplo, Gracián cuenta que una culebra tenía una hija a la que amaba mucho, pero que andaba siempre torcida.
- ¡Camina derecha! -le decía. - Madre mía -le respondió la hija-, enséñame a caminar y aprenderé de tu ejemplo.
La madre lo intentó, pero pronto se puso de manifiesto que las culebras no saben caminar en línea recta.
- En verdad, madre -dijo la hija-, que si las mías son vueltas, las tuyas son revueltas.
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15:23
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El café de Ocata
Victor Gabriel Gilbert"La vendedora de leche en invierno"Sotheby's, Nueva York
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16:34
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El café de Ocata
Esta tarde mágica de la cabalgata de Reyes en la que los abuelos peleamos como langostas de Peterson por los caramelos que desprecian nuestros nietos.
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9:19
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El café de Ocata
Esta gente del World Economic Forum son un peligro público, unos trileros que presentan como información lo que es mera ideología. Esto sólo se lo creen en algunas escuelas innovadoras (de una de ellas he copiado la primera imagen).
Aunque Davos se presente como el nuevo oráculo délfico, adonde acuden los potentados de este mundo a entrever el futuro, no parece que la información que allí se maneja sea especialmente rigurosa. Cuando elaboraron el famoso informe sobre el futuro de los trabajos y las competencias sólo ofrecieron una fuente de información: la pusieron a pie de página y, lamentablemente, no, no es una broma.
Si el "critical thinking" es esto, apaga y vámonos. Sin embargo hay escuelas que con estos "datos" construyen sus portulanos.
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10:42
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El café de Ocata
Hoy he desayunado con dos agradables sorpresas:
La primera, una
generosa reseña de Anna Rossell de El tiempo regalado.
La segunda, tiene que ver con mis espías.
Eva Rodríguez de Luis pregunta a varias personas qué libros tienen madera, a su parecer, para convertirse en grandes series televisivas. Y me encuentro con esto: "Antonio Ortiz recomienda "El cielo prometido. Una mujer al servicio de Stalin":
El director de estrategia y cofundador de Weblogs
Antonio Ortiz nos proporciona otra obra que tendría una espléndida adaptación al formato serie: "'El cielo prometido. Una mujer al servicio de Stalin' es una biografía de Caridad Mercader, un personaje clave en la historia del siglo XX, una suerte de "Pasionaria catalana" a cuya sombra se cocina uno de los acontecimientos históricos de la centuria: el asesinato de Trotsky."
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El café de Ocata
Te pareces a un mosquito que se cree alguien importante. Al ver una brizna de paja flotando en una charca de orina de asno, levanta la cabeza y se dice: Hace ya mucho tiempo que sueño con el mar y con un barco. ¡Aquí están! Esta charca de agua sucia le parece profunda y sin límites, pues su universo tiene la estatura de sus ojos. De repente, el viento desplaza levemente la brizna de paja y nuestro mosquito exclama: ¡Qué gran capitán soy!
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El café de Ocata
"Sin dignidad nuestras vidas duran un pestañeo. Pero si nos las arreglamos para llevar adecuadamente una buena vida, creamos algo más. Escribimos un subíndice a nuestra mortalidad. Convertimos nuestras vidas en diamantes diminutos en la arena cósmica."
- Ronald Dworkin, Justicia para erizos.
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El café de Ocata
Acaba de llegar el correo con un grueso sobre del Ministerio del Interior. En su interior me encuentro con la información que solicité sobre Caridad Mercader y Carmen Brufau, mis ya entrañables espías. Dicho sea de paso: Mis felicitaciones a los funcionarios del Archivo General del Ministerio del Interior por su amabilidad y eficiencia.
Mi investigación avanza actualmente con lentitud, entre otras cosas porque tengo otras prioridades entre manos, pero no se detiene. Y sé muy bien que no se detendrá mientras viva. Mis espías son cada vez más mías.
Entre la documentación recibida hay una nota sobre Carmen Brufau que la sitúa en Lima a finales de 1955, colaborando con agentes soviéticos, lo cual es tan interesante como desconcertante. Me encuentro también con la confirmación de la estrecha relación entre Carmen y Josep Maria Sbert durante la guerra civil, de la que ya estaba al tanto.
Pero más interesante y desconcertante es la nota de la Dirección General de Seguridad sobre Caridad Mercader: con fecha de 1 de abril de 1971 se deja sin efecto su prohibición de entrar a España. Esto significa que había solicitado permiso para viajar a España. Lo que no sé es si hizo el viaje y, en caso de hacerlo con qué fin. Pero como se dice en catalán: "De mica en mica, s'omple la pica."
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Estoy pasando la Navidad entre exempla y hoy le ha tocado la vez al Tractatus de diversis materiis predicabilibus de Etienne de Bourvon, donde me he encontrado con una manera probablemente fiable de medir la lealtad de un amigo:
"Un filósofo árabe moribundo le preguntó a su hijo cuántos amigos tenía. Muchos, le contestó el hijo. El padre le comentó que él, aunque viejo, apenas tenía uno y le recomendó que los pusiera a prueba. Le aconsejó que troceara un ternero en pedazos pequeños, los pusiera en un saco, y pidiera a sus amigos que lo ocultasen, diciéndoles que había cometido un delito y que iban a registrar su casa. Ninguno de sus amigos aceptó, sin embargo, el amigo de su padre cavó de inmediato un hoyo para esconder el saco".
Mi conclusión es que si mis amigos y yo formásemos una banda mafiosa, este criterio es seguramente bueno. Pero no estoy nada seguro de que sea incondicionalmente bueno y, por eso, me escandaliza un tanto la moraleja de Etienne de Bourbon, que escribe este libro como un repertorio de ejemplos para confeccionar sermones religiosos: "De la misma manera Cristo no abandona a sus amigos en peligro."
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16:18
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El café de Ocata
En una de sus cartas, Bernardo de Claraval describe a Abelardo como "homo sibi dissimilis" (un hombre distinto de sí mismo) y como "totus ambiguus" (totalmente ambiguo)."
Y hasta aquí he podido leer.