Autoretrat amb esquelet by Lovis Corinth |
Emplatonados como estamos estos días, solemos repasar algunas de las circunstancias vitales del que, con permiso de Aristóteles, es el filósofo más importante de la antigüedad. Todo ello con el dramatismo y la exageración que la propia acción de educar conlleva: ¿quién se interesaría por el pensamiento de un personaje insulso? Tampoco es que se mienta: entre las pinceladas de la vida de Platón que aparecen en clase está el impacto de la muerte de Sócrates, y también el intenso empeño de Platón en acudir a la corte de Siracusa, invitado por Dión, el cuñado del tirano local, Dionisio I. Allí hablaba Platón, según se dice, de la virtud y la justicia y de los peligros que acechan a todo tirano. Hay una manera “bienintencionada” de ver el asunto: Platón, el filósofo, estaba convencido de la posibilidad de implantar en Siracusa su modelo de estado, que perfila después en la República, y por eso no tenía inconveniente en acudir a la ciudad para presentar sus teorías. Quién sabe: quizás pudiera ser Siracusa el punto de partida para una implantación progresiva de esa utopía de justicia que Platón discute en su diálogo más citado. Esta explicación, que nos muestra a Platón como una persona comprometida e implicada en política nos puede encajar para el primero de sus viajes. Pero como todos sabemos, la cosa no salió como se esperaba. Platón es expulsado de la ciudad y en el transcurso de su vuelta termina vendido como esclavo. Tras tan grata estancia, ¿quién desearía volver a Siracusa?
Pues uno puede creerse lo que nos cuenta el propio autor en la famosa carta VII. Que si me volvió a llamar el hijo del tirano, que si mi amistad con Dión, el cuñado de su padre… Y allí tenemos de nuevo al fundador de la academia, tratando de instruir en la dialéctica al nuevo tirano. Y otra vez que le tocó salir por patas, esta vez con la promesa de volver si era requerido, como de hecho sucedió. Hubo pues un tercer viaje, esta vez ligado incluso a la integridad de Dión. Y a la tercera fue la vencida: Platón tuvo que escapar de Siracusa para no volver jamás y centrarse a extender sus enseñanzas en el marco nada despreciable de la academia. No obstante estos viajes siempre estarán rodeados de dudas: cómo es posible que alguien de la inteligencia de Platón cayera en el mismo error, no una, sino dos veces. Cómo es posible que arriesgara su vida después de la mala experiencia de su primer viaje. De partida, el primer error de Platón fue el primer viaje: quizás no era la suya una intención puramente formativa o académica. Quién sabe si deseaba arañar algo de poder y jugar en Siracusa a implantar una idea tan sencilla como revolucionara que le rondaba la cabeza: que gobiernen los sabios. Algo que traducido al lenguaje más vulgar podría sonar un poco interesado: “quítate tú pa ponerme yo”. Y claro, cuando el confrontamiento es entre el argumento (o no se sabe bien qué tipo de sabiduría) y la espada, pues todos sabemos quién tiene las de perder.
Puede que Platón, aceptémoslo a modo de hipótesis teórica, viajara a Siracusa porque quería gobernar. Porque deseaba dar el salto de la teoría a la práctica. Porque quería ser reconocido como aquel que había implantado en Siracusa un modelo de gobierno absolutamente justo, una utopía basada en principios filosóficos irrefutables. Porque deseaba ser escuchado y alabado. Y si repitió en su aventura es posible pensar que nunca perdió la esperanza de ser alguien realmente influyente e importante en su tiempo aunque después, fracasado ya su tercer viaje, se consolara pensando en los ideales nobles que reflejó en su carta VII. Por qué no imaginar un Platón vanidoso que desara dominar en el plano intelectual pero también en el político. Y quizás su experiencia sea una constante histórica: los engolados filósofos tienen su Siracusa particular, pensando que las sociedad de su tiempo debe estar bien atenta a sus palabras, seguros de que sus palabras y sus ideas deben ser atentamente escuchadas por quienes se dedican también al pensar, convencidos de que el mundo educativo se está perdiendo algo importantísimo si no se les atiende conveniente. Y así anda la filosofía, desnuda por completo: aferrada a la idea de que lleva un suntuoso traje que todos deben apreciar, pero sin nada que ponerse porque hace tiempo ya que perdió, si es que las tuvo, las vías de comunicación con la sociedad. Platón tuvo su Siracusa particular, y al margen de cuáles fueran sus motivaciones, esa mala experiencia debería servirnos a todos para detenernos a pensar al respecto.
P.D: un buen resumen de los viajes de Platón a Siracusa podemos encontrarlo aquí.
"Gente "
Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos,
nos invita a viajar por otros mundos
y permite florecer todas las magias.
Hay gente que con solo dar la mano,
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas;
que con solo empuñar una guitarra
te regala una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca,
llega hasta los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas.
Y se queda después como si nada.
Y uno se va de novio con la vida,
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe que a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria.
Hamlet Lima Quintana
Poemas de "La breve palabra"
Ediciones del Valle - 1998 - Bs.As. Argentina
La Asociación Comunitaria Caná, creada el 25 de marzo de 1995, es una entidad civil sin ánimo de lucro que tiene como finalidad tanto suscitar, apoyar y llevar a cabo proyectos y actividades de tipo participativo y comunitario, acciones socioeducativas y culturales, y el desarrollo de la capacidad de los pobladores de los barrios populares para acciones colectivas de mejora de sus condiciones de vida.
Todo empezó en el año 1981. Un grupo de jóvenes católicos atendía a los niños que vivían en los alrededores del Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Ferradura Mirim. En aquella época, el local se encontraba en el límite de la ciudad con el campo y predominaban los pequeños terrenos y construcciones sencillas, en una zona pobre y necesitada. Los hijos de los que vivían allí recibían semanalmente asistencia y acompañamiento educativo y religioso.
La situación cambió radicalmente cuando comenzó a surgir el embrión de lo que después sería la Favela Ferradura Mirim, constituida por familias provenientes del campo y de los barrios más pobres, en donde no podían permanecer más a causa del alquiler. A partir de 1993, aumentó tanto el ritmo de ocupación como su extensión. Cada año, casi se duplica el número de chabolas y de familias.
En el año 1995 se creó la Asociación Comunitaria Caná (ACC), que buscaba dar soporte legal y económico a las actividades sociales del grupo. El trabajo junto a la comunidad se efectuó a través de reuniones y encuentros con las familias para poner de manifiesto las necesidades más urgentes, tales como la legalización del terreno, la mejora de las chabolas (que en su mayoría eran de lona y plástico), la ausencia total de agua y de energía, el desempleo, la falta de escuela y guardería, además de problemas serios de salud, como consecuencia de la mala alimentación.
Con la participación y el apoyo de ACC fue posible la instalación de agua, luz, alcantarillado y parte de la iluminación pública, así como la integración de los niños y los adolescentes en las escuelas próximas. Se hicieron también posibles campañas e intervenciones de la Secretaría Municipal de Salud.
La Asociación atiende y hace efectivos los derechos tanto de los niños y adolescentes, contenidos en el Estatuto del Niño y del Adolescente, como de sus familias, minimizando las carencias de la región y propiciando un ambiente educativo, pedagógico y religioso favorable a su desarrollo psicológico y social.
Hoy el Proyecto Caná tiene la capacidad de atender durante la semana a 170 niños y adolescentes de entre 3 y 14 años, y 50 jóvenes de entre 15 y 18 años, y los sábados a 160 niños y adolescentes. Las actividades se ofrecen en un horario inverso al escolar o para los jóvenes que estudian por la noche, debido a que el criterio principal de participación en las mismas es la frecuencia del desempeño escolar.
Durante la semana, el proyecto aborda los siguientes temas: Arte y cultura, Salud y medio ambiente, Ética y ciudadanía, Deporte y ocio e Informática. Además, hay talleres libres de ballet clásico, música (flauta y violín), circo, ajedrez, dibujo, canto, juegos africanos, artesanía y yudo. Al final del año se organiza un gran evento con las actividades artísticas, a través de un espectáculo de teatro, danza música, etc. Todas las actividades que realiza el Proyecto Caná están pensadas para unir a las familias y lograr el bienestar de nuestros niños y adolescentes.
Un día en Ferradura Mirim
Ceferino Calvo, un marianista que trabajó durante años en el departamento de Correos de SM España, marchó a Brasil para participar en este proyecto y en una visita reciente a España nos habló de su experiencia:
“Me gustaría que me dierais la mano y me acompañarais a dar una vuelta por el barrio de Ferradura Mirim, en la ciudad de Bauru, que pertenece al estado de San Paulo. Quiero transmitiros lo que yo siento y percibo cuando voy por el barrio, para transportaros con vuestra imaginación a este rincón del mundo, muy distante de vuestra vida cotidiana.
El barrio de Ferradura Mirim está en construcción tanto arquitectónica como humanamente. Nosotros, desde el aspecto humano, vamos acompañando esa construcción. Yo, Ceferino, para mis amistades Cefe, religioso marianista, llevo viviendo cuatro años en Bauru acompañando a los niños y niñas del barrio que están en el Proyecto Caná.
Nuestro papel en este proyecto es ver las necesidades del entorno, y poner nuestra labor a disposición de los niños, adolescentes, jóvenes y adultos de esta barriada, con el fin de lograr que en algún momento de sus vidas se realice su transformación personal.
Mi presencia es más de detalles y de gestos. Te invito a que me acompañes para que lo percibas tú mismo.
Salgo de casa en coche, voy para dirigirme a Proyecto Caná. Para ello, paso por el barrio a las 7:45h, donde siempre me encuentro mamás jóvenes con sus bebés, esperando a que pase una furgoneta para llevarlos a las guarderías o colegios que están fuera del barrio, ya que hay muchos más niños que centros educativos.
Fíjate en mis gestos: saludos de bom dia y sonrisas. Continúo por una nueva calle y me sale al encuentro un niño que va al Proyecto Caná, me hace parar el coche y me pregunta qué hora es y si hoy hay Caná. “Sí, como todos los días”, le respondo. Antes, en esta misma calle, están unos jóvenes sentados o de pie, esperando a compradores de drogas, ellos también se drogan, yo también les digo bom dia y les sonrío.
En la última calle antes de llegar a Caná, me voy encontrado a otros niños y niñas del barrio con una camiseta azul o roja que van a otros proyectos del barrio. Los de la camiseta azul se integran en el proyecto Sera e luz, que pertenece a la iglesia Batista (evangélica), y los de la camisa roja están integrados en el proyecto educativo Irma Adelaida, respaldado por una congragación de religiosas del Sagrado Corazón, que tienen una universidad en la ciudad de Bauru. Los niños y niñas de nuestro Proyecto tienen la camiseta verde, con el logo de Caná en negro. A todos ellos les doy un saludo de bom dia.
Ya llegando al Proyecto Caná, me encuentro con algunos niños y niñas esperando a entrar, nos saludamos chocando las manos entre nosotros. En el comedor, se hace una oración y repartimos el desayuno a cada niño, mientras nos deseamos un buen día. Luego los acompañamos a clase de natación. Al volver al Proyecto Caná, ellos van a actividades y yo me dirijo a la cocina para preparar el comedor. Hacemos una oración para bendecir la mesa y se comienza a repartir la comida.
Al terminar, me entregan el plato para limpiarlo. Si lo traen vacío les digo un parabens, o sea, los felicito, y si no lo traen vacío les pregunto si pueden comer un poco mas y ellos intentan continuar comiendo. Siempre los motivo en un sentido o en otro.
Tenemos dos turnos de niños y niñas. Uno que va desde el desayuno hasta la comida, y el otro que llega a comer y termina con la merienda. Salgo de Proyecto Caná y por las calles, de vuelta a mi casa, me encuentro con algunos niños y niñas de Proyecto Cana, mamás y niños y niñas de otros proyectos.
Los otros días mi función en el comedor es la misma, pero como no hay natación lo dedico a mantener el edificio en condiciones optimas, cortar la hierba, cuidar de que todo funcione y, estar disponible para lo que puedan necesitar ir a la cuidad a entregar o recoger alguna documentación.
Los sábados a las 10:00h tenemos una actividad voluntaria, que es como se comenzó hace 20 años a estar en la favela. Se trata de un encuentro que comienza con una reunión dando gracias juntos por la semana y destacando alguna cosa de la misma. Vienen niños y niñas del Proyecto Cana y de otros Proyectos del barrio Tanto de Sera y Luz como de Irma Adelaida, y niños que no están en ningún proyecto y que son del barrio.
Terminada la reunión, los separamos por edades para hacer diferentes actividades con el equipo de voluntarios y voluntarias, que pertenecen a grupos de la familia marianista, de universidades y amistades que quieren colaborar con su presencia los sábados.
Unos se van a la cocina para preparar la comida, los demás realizan actividades con los niños y niñas hasta la hora de comer. Terminada la comida, ellos se marchan y las personas voluntarias nos quedamos para limpiar el comedor y los platos. Algunos niños se quedan para ayudarnos, y juntos dejamos todo limpio y ordenado. Por las tardes, a las 14:00h, juego al fútbol con un grupo de niños y niñas de 10 a 14 años.
Otra actividad que realizo en el mismo barrio de Ferradura Mimim es el apoyo a un grupo de jóvenes para acompañarlos en su crecimiento en la fe. Nos encontramos todos los sábados a las 20:00h. Algunos ya están trabajando. Este año, en mayo, se han confirmado siete jóvenes. Los domingos participo en la eucaristía de las 8:00h de la mañana, que una vez al mes organizan los jóvenes.
Esto es un poco todo lo que puedo contar. Desde aquí, con este escrito, comparto lo que vivo en Brasil desde hace cuatro años y lo que continúa haciéndome que quiera estar presente allí con esos pequeños gestos cotidianos: afecto, acogida, fuerza, fe, misión y entrega”.