Diògenes |
Rosa Luxemburg |
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Durante el curso pasado, participé junto a otros compañeros en un proyecto de innovación educativa, en el que estuvimos trabajando con dilemas morales. En mi aportación al mismo, fue abordando mediante un dilema cada uno de los temas de la educación ético-cívica de 4º de ESO. Y en este curso, cumplido ya el proyecto, intentaré compartir todo aquel material generado. A cada uno de los dilemas le acompaña un pequeño comentario, siguiendo una forma de trabajo que se puede encontrar en libros como el de Martin Cohen (101 dilemas éticos)Así que aquí va el primer dilema, relacionado en este caso con una introducción a los conceptos de ética, moral y política.
Corruptilandia era una sociedad peculiar. De puertas afuera, la corrupción y el robo eran muy criticados, pero todo el mundo reconocía, en las conversaciones de amigo a amigo, que robaría dinero y recursos públicos en cuanto pudiera. Siempre que tuviera cierta seguridad, claro está, de que nadie le iba a descubrir. Esta era una de las peculiaridades de esta sociedad: aunque todo el mundo robaría, eran tremendamente críticos hacia quien lo hacía. No tanto por las leyes, que en el fondo eran bastante benévolas, sino más bien por las acciones públicas: manifestaciones civiles y medios de comunicación repudiaban con toda su alma toda corrupción que se descubriera, sin reconocer ni por asomo que ellos mismos, quienes la rechazaban, cometerían ese delito de encontrarse en la situación oportuna.
Había, como siempre, honrosas excepciones. Gentes que, creyéndose las manifestaciones y las denuncias de los periódicos, estaban convencidas de que cada vez había menos corrupción, y que los índices de robos impunes descendían. Así ocurría con un alto cargo del ministerio de Fomento: Constantino Cente había logrado ascender gracias a su esfuerzo, trabajo y dedicación, siempre acompañado por su inseparable amigo Jesús Tracción. Se conocían desde pequeños, y sus familias pasaban mucho tiempo en común: excursiones, vacaciones Por eso tampoco era de extrañar que las carreras de ambos hubieran sido muy similares y Jesús pasaba por ser uno de los mejores asesores y ayudantes de Constantino.
Sin embargo, todo se torció el día en que Constantino descubrió un agujero en las cuentas de su ministerio. Preocupado, se quedó haciendo horas extras, hasta darse cuenta de que Jesús había robado 90.000 euros. Ahora empezaba a explicarse cómo había logrado pagar los caros tratamientos médicos que había requerido uno de sus hijos. Esas cuentas iban a enviarse a hacienda y allí podrían ser descubiertas. ¿Qué debería hacer Constantino, traicionar a su mejor amigo y denunciar públicamente la corrupción de su ministerio o guardar silencio y hacerse cómplice por tanto del robo en las cuentas públicas?
ComentarioEl problema de la corrupción política es uno de los más recurrentes, tanto dentro de la teoría política como en los diarios. La vieja pregunta de quién vigila al vigilante ha recibido muchas respuestas a lo largo de la historia. En nuestra historia, hemos querido darle un toque distinto, al introducir el componente de la amistad y al evitar la cuestión que todo el mundo esperaría: ¿Serías corrupto en caso de tener la ocasión? Esta pregunta, por desgracia, se responde con mucha frecuencia desde las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación. Hay entonces algo que no podemos ignorar: los políticos, los banqueros o los grandes empresarios, tan frecuentemente centro de las iras de muchos, no son marcianos de provengan de un lejano planeta, sino ciudadanos formados en una sociedad que es también la nuestra. No sé si es demasiado razonable esperar de otros ciudadanos, hijos de la misma sociedad, comportamientos más ejemplares. Hay sólo dos formas de luchar contra la corrupción: la educación, que tarda décadas en introducir cambios sociales significativos y las leyes, que en tantos y tantos países son excesivamente benévolas con quienes se apropian de lo público.
El bueno de Constantino ha de tomar una decisión que puede interpretarse desde muchos puntos de vista: tiene que elegir entre la amistad y la honestidad. ¿Con cuál de los dos quedarse? Otra forma de enfocarlo: hay dos males a la mano, o bien la pérdida de uno de sus mejores amigos o bien el pasarse al lado oscuro, con el riesgo implícito de que todo sea descubierto y al final termine pagando el propio Constantino los platos rotos. ¿Diríamos entonces que si delata a su amigo está siendo altruista y manteniendo su honor, o más bien se podría interpretar como una forma más de salvar su piel? ¿Sería entonces Constantino tan honesto como pretende? Como si Kant y Aristóteles echaran un pulso de difícil solución, entre el nadie puede vivir sin amigos de Aristóteles y la universalización de la acción moral de Kant.
El Roto |
Auguste Comte |
La Biblioteca Nacional abre la convocatoria para grupos escolares Mi par es impar, un proyecto de programación participativa que consiste en el diseño de una actividad.
El punto de partida del proyecto Mi par es impar es que el propio alumnado puede aportar una visión creativa al tipo de actividades que se dirigen a alumnos de su misma edad. El objetivo de este programa es que cada grupo cree una actividad pensada para que otros grupos la realicen en la Biblioteca Nacional.
Los contenidos de las actividades tienen que abordar alguno de los siguientes temas: integridad, transparencia, innovación, responsabilidad y flexibilidad, que son los ejes del programa de educación en valores E2 = educación + energía, vinculados al espacio, la historia y el patrimonio de la Biblitoeca Nacional.
Para participar en esta propuesta, hay que enviar una carta en la que se expliquen las motivaciones del grupo a didactica@bne.es antes del 15 de octubre.
E2 = educación + energía
Se trata de un proyecto que nace de la colaboración entre la Bilbioteca Nacional y la Fundación Repsol. Su finalidad es promover la difusión del conocimiento artístico, literario y científico.
Además de Mi par es impar, forman parte del mismo numerosas iniciativas destinadas tanto a la formación de alumnos como de docentes.
Algunas de ellas tendrán acogida en la próxima Semana de la Ciencia de Madrid, que tendrá lugar del 3 al 16 de noviembre.
Todas las actividades y recursos didácticos se han diseñado teniendo en cuenta la diversidad del público, por lo que son accesibles para personas con y sin discapacidad y favorecen la inclusión.
Atenas | Jerusalén |
Libertad | Igualdad |
Sócrates | Jesús |
ágrafo, discípulos, mártires | ágrafo, discípulos, mártires |
El Roto |
Obra original de Marien Sauceda para Diálogos en la Caverna. |
Dibujo original de Marien Sauceda para Diálogos en la Caverna. |
El teclado se ha convertido en una de las herramientas de uso cotidiano de millones de personas. Los bolígrafos van cogiendo polvo, arrinconados en un cajón, y las tipografías de mil y una formas sustituyen esas letras personalizadas, que algunos llegaban incluso a vincular a la propia personalidad. Puede que se hayan perdido cosas en el camino, pero lo cierto es que hay que sacarle partido al teclado. Por qué no, entonces, mirarlo también desde la filosofía. Ahí van cinco propuestas, centradas en este caso en los símbolos que tenemos a golpe de tecla. Porque a cada uno puede corresponderle alguna figura del pensamiento:
Antes de nada una advertencia: que ningún aficionado a los textos de Derrida o Deleuze espere de esta anotación un comentario de alguna de sus ideas. El tema hoy es otro bien distinto, así que si hay algún postmoderno en la sala quizás sea momento de que abandone el barco antes de sentirse estafado por la pérdida de su tiempo. De lo que se quiere hablar hoy, es de la búsqueda de novedades y repeticiones. Noticias y rutinas. La propia experiencia de cada cual puede servirnos como punto de partida: buscamos la novedad en ciertos ámbitos y tiempos de nuestra vida, mientras que en otros preferimos la repetición y la regularidad. Un ejemplo bien sencillo: la ciencia y la tecnología como búsqueda de repeticiones. La tarea del científico consiste precisamente en fijarse en todo lo que se repite, en aquello que se comporta siempre de la misma manera, para tratar de ofrecer una explicación al respecto. Sólo de una forma tardía algunos científicos han intentado explicar lo aleatorio, lo azaroso, pero en el origen mismo de la ciencia está la regularidad.
Nos sirve también el ejemplo tecnológico. Vivimos en una realidad conformada por la tecnología. Estamos rodeados de aparatos, herramientas más o menos complejas de las que nos servimos para diferentes tareas vitales. Y de ellas esperamos, claro está, un funcionamiento siempre igual. Por eso nos acordamos del coche solo el día que nos deja tirados, o maldecimos la informática cuando hemos perdido todos nuestros datos o buena cantidad de trabajo. La tecnología no sirve para acomodarnos en lo repetido. Sin embargo, buscamos en otras actividades la novedad. Así ocurre en el mundo de la ficción. Importa poco que sea película que serie, novela o ensayo: no nos gusta ver o leer algo repetido. El arte y las experiencias de ocio más diverso aspiran a lo creativo, a lo novedoso. Pretendemos vivir experiencia nuevas a través de las obras de arte, o también a través de nuestro tiempo libre: por eso el que disfruta de la bicicleta no se conforma con andar siempre por el mismo camino.
Estas actitudes adultas contrastan, y mucho, con la manera de afrontar el asunto de algunos niños. Según me han contado, es una experiencia común que los más pequeños disfruten con la repetición en el mundo de la fantasía. Hace un tiempo me contaban el caso de una niña, que veía la misma película de dibujos animados una y otra vez para disfrutar riéndose mientras anticipaba las caídas estúpidas de uno de sus personajes. Y sin embargo, en la vida real, son pocos los niños que disfrutan de la rutina. Desean siempre descubrir nuevos lugares. Son espíritus exploradores, que necesitan tocarlo todo, verlo todo, vivirlo todo. Exprimir el mundo por primera vez. Aferrados a sus personajes de cuento en el mundo de la ficción, y aventureros en cuanto pisan la calle. Estas vivencias tan comunes pueden explicarnos quizás en qué consiste eso de madurar: repetir la vida real, convertir la vida en costumbre, y dejar la novedad para el mundo del sueño y la ficción. Un proceso en el que quizás se salga perdiendo bastante más de lo que se gana, pues implica la pérdida de la ilusión de lo que está por ocurrir. Crecer y atesorar años nos lleva a desencantar el mundo, a sentarnos en una repetición que vive amenazada por el tedio y el aburrimiento.
L'enigma d'un dia by Giorgio de Chirico |